Siempre, cuando se escucha decir que San Antonio en
Texas, tiene varios pueblos de origen alemán, la pregunta es la misma: ¿Alemanes?
Una cosa es tres, cuatro y hasta cinco inmigrantes de
cualquier parte, ciudad o pueblo del mundo y otra es el asentamiento
organizado, programado de grupos de personas parecidas, en épocas tan tempranas
como mediados del siglo XIX. Muchas veces asentamientos en medio de la nada,
sin dependencias de otros lugares y personas que terminan creando nuevas formas
de vida, pero que en la misma medida que surgen nuevas, arrastran lo que traen
de sus más fuertes tradiciones.
Las imágenes más comunes que albergamos del pasado,
sobre todo durante todo el siglo XIX, son la existencia de algunas tribus de los
llamados nativos americanos, tradicionalmente conocidos por muchos como indios,
mexicanos que vivían aquí parece que felizmente sin chocar con nadie por la
enorme extensión del territorio y muchos nacidos aquí ya como norteamericanos y
los integrantes de las huestes que se movieron desde la costa atlántica hasta
la costa pacífica, algunos con marcadas intenciones colonizadoras y de negocios,
otros para sobrevivir, asentarse en algún lugar y comenzar nueva vida bajo
nuevas leyes y personas.
Muchos de estos antiguos inmigrantes con movilidad interna, fueron los responsables de eliminar físicamente a todo lo que encontraban a su paso, incluyendo a una parte de los “indios”, algunos nobles y otros muy agresivos y guerreros y a los bisontes. Muchos escaparon de sus pueblos en Europa donde se estaban muriendo de hambre o habían cometido delitos por los que eran perseguidos por la justicia, para los cuales “America” se mostraba totalmente virgen. Claro las cosas malas hechas y sobre todo la violencia que realmente existió de muchos contra muchos acaparan la atención, pero también con y gracias a ese movimiento de personas, se crearon y desarrollaron nuevos pueblos y ciudades y se inauguró un desarrollo cultural y sobre todo económico industrial que luego conformaría la riqueza de todo el territorio. No existe lo totalmente malo, ni totalmente bueno.
Parece que dentro de todo ese movimiento que fue
además dejando personas en el camino, muertos por enfrentamientos no sólo con
los nativos, sino entre ellos mismos, enfermedades, etc., o vivos que se
“aplatanaron” y no llegaron al final del viaje, llegaron interesados los
alemanes, que no eran delincuentes, ni vinieron a quitarle las tierras a nadie,
ni se fajaron con los “pobres indios”, sino que, con algunas posibilidades
económicas las compraron oficialmente y establecieron en ellas pueblos cerrados
donde era difícil penetrar. Esos alemanes reconstruyeron en Texas algo parecido
a su Alemania: cervezas y vinos, comidas, dulces y chocolates, ropas, casas,
leyes, actividades culturales e idioma.
En varias ocasiones anteriores escribí en este blog
sobre Frederiksburg, el pueblo alemán más grande y por tanto importante y rico
que está a una hora y media del centro de San Antonio, territorio comprado, no
conquistado por la fuerza, por un grupo de alemanes. Bello lugar, hoy de una
enorme atracción turística.
El resto de los pueblos alemanes tienen más menos la
misma historia de surgimiento, como ya conté en uno de mis artículos, “artistas,
escritores, poetas, profesores universitarios, o sea, ciudadanos alemanes con
cierta preparación intelectual y posición económica, que huían de las
deplorables condiciones políticas y sociales en su tierra natal, se instalaron
en Texas y comenzaron a vivir como granjeros, estancieros y cowboys.
Este hecho, o sea, la fundación organizada de New Braunfels, como ya dije en el caso de Frederiksburg, no es casual, menos desorganizado o como resultado de la acumulación espontánea de paisanos extraviados; todo lo contrario.
La Sociedad de Nobles organizó a miles de alemanes
para que se establecieran en Texas quienes comenzaron a viajar desde 1844, para
los cuales previendo lo largo y complicado del viaje, primero en barcos
obviamente y luego tierra lejanas e inhóspitas adentro, se compraron y
habilitaron tierras y se les ayudó a construir edificaciones para que pudieran
asentarse y comenzar a cultivar la tierra sobre todo a la largo del río Comal,
reconocido como uno de los más cortos del mundo, pero rodeado de una enorme cantidad
de manantiales y el gran río Guadalupe.
New Braunfels prosperó, y en 1850, a sólo cinco años
de establecida, se convirtió en la cuarta ciudad más grande de Texas. No es de
extrañar, eran alemanes.
Caminar por Frederiksburg y New Braunfels, además de
agradable, puede resultar un poco extraño. En medio de tanto y tanto desarrollo,
super avenidas, mega edificios, luces y más luces, ellos mantienen
rigurosamente un apego al pasado, que habla de mucho orgullo de una comunidad
completa, no fácil de encontrar en muchos lugares dentro de los Estados Unidos.
Todavía hoy existen muchos descendientes orgullosos de
aquellos primeros pobladores alemanes. Apellidos, nombres de calles, biotipos
que recuerdan a esa población europea.