Si existe alguien que desea que saquen a Maduro, además lo otros millones de personas, soy yo.
Me gustaría verlo encadenado por los tobillos,
arrastrando una bola de cañón como en el tiempo de la colonia, con las dos manos
esposadas, también cargando una bola de cañón, con una máscara de hierro, tal como dicen que se enmascaró a un francés allá por el siglo XVIII que estuvo preso
en la Bastilla, aunque la referencia parece más una leyenda, pero para el caso
de Maduro la máscara sería sellada con un solo hueco para respirar, algo así
como un cubo de hierro pesado, que iría amarrada por la espalda a la otra
cadena que arrastra la bola de hierro fundido desde los tobillos.
Maduro, a la cara, se robó el resultado de las últimas
elecciones presidenciales venezolanas, advirtiendo antes de que ganaría las
elecciones por las buenas o por las malas.
A pesar de haber creado unas elecciones especiales
para él mismo, prohibiendo campañas, apresando a opositores, haciéndole la vida
imposible a las figuras que más se destacaban en su contra, persiguiendo,
atentando contra sus vidas, limitando e impidiendo el sano movimiento de sus
adversarios, casi el 80% de los venezolanos, repito, que fueron autorizados a
votar, votaron en su contra y lograron guardar las actas de los resultados de
cada colegio electoral como justificación para el interior y para el exterior.
Ellos sabían que se enfrentaban a una mala copia de la mafia, sin escrúpulos.
El Centro Carter, uno de los pocos organismos internacionales
autorizados para observar, o sea, a Maduro le cuadraba su presencia, determinó
sin equivocación que las elecciones habían sido fraudulentas, cosa que hizo que
el mismísimo prestigioso organismo no gubernamental, pero de amplia experiencia
en estos procesos, dejara de gustarle al perdedor, el cual además se defecó en
los resultados arrojados.
Entonces Maduro, frente a la misma opinión internacional
a la cual hoy pide apoyo, frente al Vaticano al que también pide que interceda
por él, frente al pueblo venezolano que vive dentro y fuera del país, frente a
la ONU, las organizaciones regionales, la OEA, muchos de los presidentes de la
mismísima América Latina y el Caribe que hoy pretende que lo defiendan y nada
más y nada menos frente al gobierno y pueblo norteamericano, a los cuales manda
mensajes, más que mensajes ruegos, de entendimiento y paz, no sólo se autoproclamó
ganador, sino que hizo todos los cambios necesarios para garantizar esa
victoria, a lo cual se le dio tiempo. En realidad, merecía que al día siguiente
de perder las elecciones fuera ido a buscar, imitándolo, por las buenas o por
las malas, sin embargo, se le ha dado todo el tiempo del mundo.
Maduro entonces se volvió a proclamar presidente, tal
como había prometido, por las malas y se rio y burló de todo y todos, especialmente
de los opositores y del pueblo.
Se anunció como vencedor y no sólo eso, sino que se
cree intocable en esa misión auto asignada de un tal socialismo del siglo XXI,
que ha logrado que más de cinco millones de venezolanos estén regados por el
mundo y que muchos de los que quedan estén comiendo de la basura. Venezuela,
llamada a ser uno de los países más ricos del mundo, está en camino a la pobreza
total.
Nada más por eso, sin droga, sin narco estado, sin Cártel
de los Soles, Maduro merece ser cogido por el cuello y puesto, como mínimo a
disposición de las autoridades internacionales, para que pague, entre otras cosas,
las detenciones arbitrarias, las torturas, las largas prisiones con juicios
amañados, los muertos de su gobierno, con su autorización, la desesperanza y
la pobreza del pueblo, porque nadie va a creer que no sabía nada y que estaba en
Miraflores sólo “como cocinero”.
¿Y por qué no?, ¿Qué tiene Maduro para que no pague,
si muchos antes que él han pagado sus fechorías? Vivos o muertos.
Añoro el día que, a través de mi computadora, lo vea
con cara de carnero degollado, ser conducido por militares frente a todos.
Ahora, me cuesta trabajo entender lo que está haciendo
el gobierno norteamericano, por cierto, creo que Marco Rubio se ha vestido de
gala en todo este proceso, se está llevando las palmadas para encaminar su
carrera política a mayores objetivos. Parece, sólo puedo decir que parece, que “Marquito”
es en esto la cabeza pensante.
Todo el despliegue, casi a tono de una guerra, me
parece genial, en la misma medida que me parece demorado. Mucha publicidad, mucha
información, muchas opiniones alineadas y encontradas, muchos ejercicios,
muchas declaraciones, pero poca acción.
Hubiera sido mejor, a mi modo de ver el tema, que no
sé nada de política, menos de guerra, haber enviado a un pequeño grupo de esos
hombres especiales que todos sabemos existen en Estados Unidos, que no salen en
la TV, que no participan en actividades públicas, que viven apartados en sus
ranchos a cientos de millas de los centros poblacionales, que sólo responden al
teléfono cuando aparece en la pantalla un código que sólo ellos conocen y que
se alimentan con carne cruda y en una madrugada cualquiera, sin bulla, sin anuncios,
sin periodistas, entrar y sacar a Maduro en piyama de la cama donde duerme,
porque en algún momento tiene que dormir.
Ese grupo, que sabemos especial, tiene todas las
capacidades para dejar ciegos a los venezolanos y operar sin que nadie se
entere.
Entonces luego, ya Maduro bajo custodia, hubiera montado
el espectáculo, hubiera sacado a pasear a los submarinos, hubiera hundido las
lanchitas que transportan la cocaína y le hubiera explicado al mundo, ONU y
Vaticano incluidos, que estaba luchando contra la droga, pero el malo ya estaba
bajo mi poder.
Creo que, no diré perdido tiempo porque no conozco,
pero si se le ha dado tiempo a Maduro para el espectáculo. Discursos calientes
para calentar, por debajo negociaciones, mensajes de paz públicos y parece que
mensajes privados con el objetivo de que no lo saquen.
Maduro ha prometido y ofrecido “villas y castillos”,
entre otras cosas petróleo y oro, para que los americanos lo dejen tranquilo.
Maduro ha enviado mensajes a Latinoamérica, al Papa y especialmente a Trump e
incluso al pueblo norteamericano, a saber, si ese pueblo sabe exactamente dónde
está Venezuela y cuál es el conflicto real.
Maduro ha tenido tiempo, siguiendo el manual del
socialismo que lo apadrina, de movilizar a sus seguidores militares y civiles y
los ha puesto a hacer ejercicios militares, para "impresionar al enemigo”.
Como en Cuba, amas de casas, viejos, embarazadas, jóvenes
casi adolescentes, que en su vida habían tomado un rifle, menos tirado un tiro,
hoy se ven vestidos de militares, arrastrándose en la tierra y como una imagen
surrealista portando machetes, que conservan incluso las etiquetas, o sea, nunca
usados, para combatir, imagino que tiene que ser cuerpo a cuerpo con los más
que entrenados y experimentados militares norteamericanos, muchísimos de ellos
con varias misiones de guerras reales.
Lo cierto es que ha pasado tiempo, las tropas
norteamericanas desplegadas casi a las puertas de Venezuela, pero de Maduro
capturado aún nada.
Claro está que todo tiene su ritmo y tiempo y uno no
sabe exactamente los secretos de esta operación. Imagino que Trump y Marquito
lo tengan todo amarrado, pero sí creo que mientras más pase el tiempo en
planificaciones, más se deteriora todo.
El dinero para mantener a esa tropa se va quemando,
los militares que están preparados para guerrear se aburren y cansan, Maduro
puede estar esperando a que baje el Espíritu Santo.
Creo que la idea es cogerlo y sacarlo vivo y de ahí la
espera del mejor momento, de haberlo querido desaparecer, han sobrado muchas
semanas.
Maduro ha tratado de sembrar la idea de una guerra
contra el pueblo venezolano, como siempre, ha tratado de contabilizar la sangre
venezolana que puede correr, en la misma medida que el gobierno norteamericano
ha aclarado e insistido que no es una guerra contra el país, que para nada
quiere intervenir, meterse y quedarse con Venezuela, el único objetivo es sacar
puntualmente a Maduro y a otros cabecillas identificados como enemigos de
Estados Unidos y por consecuencia de una gran parte del mundo.
¿Cuándo será y comenzaremos a celebrar? No lo sé, ojalá
sea lo antes posible.












