viernes, 26 de agosto de 2016

Día de aviones.



Me gustan los museos, por lo que me es inevitable cada vez que llego a un lugar nuevo, preguntar dónde están y tratar de visitarlos.

Desde que me mudé para Lincoln descubrí que existe un museo justo a la mitad entre mi ciudad y Omaha, que viene siendo la segunda ciudad en importancia en el estado de Nebraska. Curioso porque Omaha fue la primera capital del estado, es mucho más grande que Lincoln y tiene más menos cinco veces la población que tenemos aquí y es allí donde radica el Comando Estratégico de la Aviación de todo el país, lo que por sí sólo le confiere a esa ciudad cierta importancia para el gobierno y sobre todo el ejército.  Creo que la idea del Comando Estratégico debe estar relacionada con que Nebraska y Omaha están casi en el medio del país, por lo que la posibilidad de que un ataque del enemigo llegue allí es casi imposible.

Entonces cada vez que viajamos a Omaha me es imposible dejar de pensar en el museo, porque además de los carteles que lo anuncian, han puesto a pocos metros de la autopista un avión de combate al que no se puede dejar de mirar.

El día de la visita llegó hace dos semanas, el plan era ir a visitar Omaha para comer sushi en un restaurante medio mesa buffet de esos que a mí me encantan por la posibilidad de pagar un precio fijo y comer, comer y comer. Entonces le pedí, casi exigí a mi hijo que, si teníamos que pasar por el frente del museo, era mejor entrar verlo y luego seguir a comer, por lo que la actividad se tornaría menos vulgar y un poco más cultural.

Jonathan, “encantado” accedió y entonces convencimos a una parte de nuestros amigos aquí para introducir la actividad recreativa.


El Museo del Aire y el Espacio es algo bien lindo, primero es una construcción moderna, hecha especialmente para la muestra, por lo que resulta un lugar inmenso, capaz de albergar los aviones más grandes que he visto en mi vida. Luego como museo que se respeta, todo es real, o sea, nada de maquetas, nada de simulacros. Son aviones que estuvieron en diferentes misiones y lugares sobre todo a partir de la segunda mitad de la década del 40 del Siglo XX.

Básicamente el museo se dedica a los aviones de combate en varias de sus variantes y un poquito a los logros que se han alcanzado en los viajes al espacio. Descubrí que tenemos aquí en Nebraska un cosmonauta, o sea, existe un cosmonauta que nació aquí, porque en realidad no sé si lo tenemos todavía, cosa que debe orgullecer a los ciudadanos de este estado, o sea, no sólo es fútbol americano, maíz, soya y carne, sino que tenemos a un tipo que nació aquí probablemente en una de las fincas que existen y que clasificó para la NASA con varias misiones al Cosmo.

El cosmonauta de Nebraska y yo


Martica. Acabada de bajar del carro. Era feliz.
Nuestro grupo estuvo integrado por cuatro hombres y tres mujeres. Llegamos encantados porque el lugar desde afuera ya es lindo. Entramos después de haber pagado, lo de las gratuidades es un cuento. Hay que pagar para conservar, para desarrollar, para invertir y para que la gente considere. Nuestras mujeres después de pagar la entrada desaparecieron y no las volvimos a ver casi hasta la hora de irnos. ¿Estaban caminando por su cuenta? Nada de eso, ojalá hubiera sido así. Ellas sencillamente pagaron sus entradas, localizaron el primer banco y se sentaron a conversar. Se aburrían.

Martica delante del icónico  SR-71 o Blackbird. Entrada del Museo.
Todavía sonreía. Última foto antes de entregarse al banco.










Martica entregada al banco.
Se puede apreciar que lo estaba disfrutando








Al ratico de estar allí le comenté a Martica que reposaba el desayuno sentada en un cómodo banco, que eso mismo me pasaba a mí cuando tenía que asistir a una tienda de zapatos y carteras femeninas, que entonces, comprobando lo que pasa, esperaba que ella me considerara para las próximas ocasiones. JAJAJA. Es entendible, porque un museo de aviones es una gran edificación llena de hierros viejos, motores, turbinas, tarecos despintados, etc., para muchos inservibles y para otros, como nuestras mujeres, objetos sin importancia, por lo que la estancia sobre el banco de la parte femenina de nuestro grupo está más que justificada, sólo, para la próxima, voy a proponer que se queden sentadas afuera, banco por banco da lo mismo y así de paso podremos ahorrarnos algunos dolaritos.

A los varones nos encantó, nada más que había que mirar las caras. A mí, después de haber visto muchas películas de guerra y leído unos cuantos libros, pues fue fascinante. A los 10 minutos de estar allí adentro me pareció estar viendo a los pilotos, las maniobras, el humo, los triunfadores e incluso los muertos.



Los aviones son básicamente de la Segunda Guerra Mundial para acá. Desde caza bombarderos hasta aviones de carga y/u hospitales. Estuve entonces en Europa luchando contra los nazis alemanes y también en Viet Nam. A través de estos aviones uno puede descubrir el poder económico y sobre todo militar de esta nación. En ellos, al menos yo, puedo ver al “imperio” norteamericano.


Disfrutando

Jonathan frente a una turbina de avión.


Me gustan los hierros, las herramientas, los motores, la mecánica, el diseño, los trapos llenos de grasa, los pantalones rotos y manchados y entonces no tengo que jurar que estuve todo el tiempo casi que, alucinando, casi o más que un niño.

Recuerdo que en Cuba teníamos una pequeña muestra de aviones en el Museo de la DAAFAR, creo que se escribe así, al que nunca me animé a visitar ni llevé a mis hijos. No sé exactamente el por qué, debe ser que aquellos aviones eran diferentes. JAJAJAJA, no tenían que ver con la guerra en Europa, ni en el Pacífico.

Con Delfín

Impresionante una bomba parecida a las que tiraron sin mucha justificación en Japón.12 000 libras de peso sin la carga, 17 500 libras con la carga completa. Una locura. Cuando se está parado al lado de ella, uno puede imaginar lo que debe de haber sido aquello.

Bomba de Hidrógeno. 


En fin, como tampoco puedo abusar de Jonathan, no vaya a ser que me coja miedo para las próximas ocasiones, pues terminamos de ver el museo más rápido de lo que yo hubiera soportado y nos fuimos a Omaha a comer sushi. Victoria y su mamá allí nos esperaban. Lo del sushi para mí también tiene una explicación, me transporta al Japón de los samuráis, el arroz, el pescado crudo y el saque y entonces recordando a todos los que murieron, me animo y me como una cantidad inimaginable de suhi. JAJAJAJA. Al final comida más sana no existe, arroz y pescado crudo. ¿Alguna vez en una película japonesa de la época de los samuráis, se habló del colesterol alto? Jamás que yo recuerde.

Curiosidad.
La foto de abajo está tirada al cuerpo de una de las bombas que se exhiben. En ella dice:

MK 22. 1000 libras
Bomba para Propósito General.

Me parece que esto es una locura con la que apretaron. ¿Qué significa una bomba de o para propósito general? ¿Cuál sería el propósito general de una bomba?



Otra curiosidad más curiosa.

Algo que nunca entendí es lo que está retratado en las fotos que a continuación aparecen y sobre todo qué tiene esto que ver con el Museo de los Aviones. 

En el museo existe una pequeña sala donde aparecen algunas referencias a la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin, entendible, pero en una vitrina justo en el medio de todo se exhibe un pedazo del Muro de Berlin. ?????? 

Imagino que está allí porque representa algún triunfo. Yo, que estoy convencido de que no voy a ir de visita a Alemania, no por nada, sino porque queda muy lejos, pues me fotografié al lado de la piedra, porque si representa un triunfo de algo o de alguien es un buen motivo para fotografiarse. JAJAJA. 

¿Cuál será el triunfo? Eso me sigue intrigando.