"No hay ganancia sin dolor". "El mayor enemigo del conocimiento, no es la ignorancia, es la ilusión de conocimiento"
martes, 4 de noviembre de 2025
miércoles, 29 de octubre de 2025
636.- No siempre el número 13 es de mal augurio.
Una de mis nietas, Mia Isabella, M-1, aquella niña que
se apuró en llegar a la vida fuera de su mamá, que no quizo esperar a los nueve
meses dentro de una bolsa rodeada de líquido, acaba de cumplir 13 años. Entonces
el 13 deja de ser un número complicado para convertirse en algo importante,
lindo y dulce.
Soy un abuelo común, nada extraordinario, por lo que
trataré de no excederme, siempre soy acusado de excesos, no sé mucho de
política o economía, menos de guerras, no puedo orientar a alguien sobre qué
hacer para comprarse un barco o un avión, sin embargo, he tenido la posibilidad
con mis 62 años ya, de relacionarme con muchas personas, decenas y decenas de
ellas, por mi pasión a las relaciones humanas y a muchas de las cuales he podido
ayudar de cerca, no con mi dinero, sino con mi cerebro y mis manos.
Puedo decir, sin haberlo estudiado mucho, que conozco
de seres humanos y puedo asegurar que Mia, ahora ya, a sus cortos años, es una
persona excepcional, que, si no cambia para mal, cosa que pasa en la vida real,
soy un abuelo común, pero no ciego, menos tonto y sé que esto puede pasar, está
llamada a convertirse en una gran mujer. Los que tengamos vida, veremos a Mia realizada
como algo sólido en su madurez. Es ella una de esas personas que podrá hacer bien
lo que ella determine en la vida. Ejemplos en su familia y cerebro tiene.
Lo primero que salta a la vista, ya dije que soy
abuelo hombre, es la bella figura física de Mia. Como herencia más cercana de su
mamá, Mia tiene un cuerpo de competencia, mejorado obviamente con la cantidad
de ejercicios físicos y deportes que practica desde muy chica. Mia ama los deportes
y ellos cuando se practican sistemática y seriamente ayudan.
Sus grandes e inconfundibles ojos muy azules, por lo cual soy el dueño del sobrenombre de “Ojos Bellos”, son algo exclusivo en mi familia de sangre. Aunque mi abuela paterna tenía los ojos muy azules también, no son comunes en la parte de la familia genética de Mia a la cual pertenezco, si en la familia de su papá Yordan, donde priman los ojos claros, azules y verdes.
Mia es indudablemente norteamericana, por lo que
sus momentos y motivaciones más profundos giran alrededor de esa cultura, sin
embargo, al crecer dentro de una familia cubana, hereda con cierta gracia eso
que llamamos cubanía. Su español como segundo idioma es casi perfecto, no sólo
en su dicción, sino en el ritmo que los cubanos imprimimos al castellano
original de la “Madre Patria” europea. Mia puede hablar un perfecto inglés e inmediatamente
cambiar para el cubano, que es más y diferente al castellano o sencillamente
puede hablar paralelamente en los dos idiomas sin perder el ritmo de las
conversaciones en ambas lenguas.
Ahora, precisamente guiada por la música, al ser fanática de uno de los grupos coreanos del sur obviamente, más populares en el área internacional del K-pop, Stray Kids, (스트레이 키즈), comienza a masticar el coreano, que debe ser uno de los idiomas más difíciles y extraños del planeta y bailar tal como lo hacen los jóvenes profesionales asiáticos, acompañada casi siempre por su pequeña hermana Maeve, M-2, que brinca, se contorsiona, mueve las manos y canta en un solo idioma ingléscubanocoreano, imitando a su hermana mayor.
Mia es una buena estudiante, no creo que heredado de sus padres al menos cuando fueron jóvenes, sino creado por ella misma y su interés en cumplir y aprender. Ella, por tener esa personalidad tranquila, sosegada, nunca ha dado problemas con la escuela, tareas, trabajos, etc., para felicidad de sus padres. Mía es, por encima de todo, sencillamente paz.
Mia va a ser una persona de cultura. Lee, escucha
música, canta, se mueve con la tecnología toda como pez en el agua y toca varios instrumentos musicales, piano, guitarra y nada más y nada
menos que viola, algo poco común para los simples mortales. Es más fácil hacer
música con una lata y un palo o con las manos, donde yo me inserto, que tocar cualquier versión de los violines, que
ahora mismo creo que son tres. Eso, ese aprendizaje, que podrá ser desarrollado
hasta el infinito, hace a las personas diferentes. La música purifica el alma.
Pero además Mia practica de forma estable y oficial, o sea, varias veces en la semana, varios deportes, en las tardes, tea kwon do, donde ya exhibe cinta negra para su categoría y varios premios y medallas en competencias oficiales y ahora en las mañanas basquetbol, donde ya anotó su primera canasta e hizo un pase profesional salvando una bola que se salía del terreno, ayudando a su equipo a ganar por paliza, en una competencia oficial frente a un equipo de otra escuela.
Claro, no es que sea genio, no hace falta ser genio, a veces ellos son los humanos más complicados que existen, sino que además de su esfuerzo personal, que satisface sus gustos e intereses personales, tiene detrás a padres que sirven de apoyo, soporte, comisión de embullo totalmente.
No siempre el número 13 es malo, mi nieta acaba de
cumplir sus primeros trece años, ojalá tenga yo vida para verla cumplir
muchos 13 años más.
domingo, 26 de octubre de 2025
635.- El pueblo cubano ha perdido el pueblo.
El pueblo cubano no tiene miedo, no es esa la causa del fenómeno es sencillamente la forma más fácil de verlo. Ese sentimiento, el miedo, con un poco de tiempo y trabajo es posible superarlo. Tiempo que ha pasado y trabajo que se ha venido haciendo.
Creo que es peor, en sentido general, el pueblo cubano
ha perdido la referencia, coincide que no hay solución dentro del país y que la
única posibilidad de mejorar es irse. No existe la ilusión, no existe la
esperanza, no existe la posibilidad de una mejoría dentro del espacio
geográfico que se llama Cuba. Una parte de ese pueblo hoy busca y rebusca en cajones viejos, fotos y documentos de sus antepasados, por ejemplo, españoles, a los que ni a veces conocieron, todo para irse a España. Otros muy casualmente esperan y aspiran a "encontrarse" con el extranjero de su vida en una parada de guagua o en la cola de un agromercado, da igual que esa persona tengo 70 años o que viva en Burundi. El pueblo cubano ha perdido el pueblo.
Si algo logró la adobada doctrina marxista leninista
en Cuba, cocinada con las ideas fidelistas, fue sembrar la idea de que el
cambio no es posible, por lo que el pueblo cubano está llamado a soportar y soportar
en espera de que un día todo, como por arte de magia, cambiará y mejorará.
Todavía hay quienes esperan que después de tantas pruebas y pruebas, el
gobierno de turno, que es como bien se llama continuidad sobre todo del
desastre y la improvisación, pueda resolver todos los problemas acumulados, que
no son pocos.
Si algo Fidel Castro y sus repetidores, que no nos engañemos fueron muchos durante años, fueron capaces
de imponer, fue que antes de 1959 todo era negro, oscuro, problemático. Cuba
era un país caótico, de prostitución, robo, corrupción, hambre, insalubridad,
analfabetismo y que la historia de Cuba comenzaba precisamente después del
triunfo revolucionario de 1959.
La revolución emancipadora, la revolución lumínica, la
revolución que entregaba y reponía a cada cubano el orgullo y sobre todo una
patria que antes no tenía. Y eso se llevó a los libros de historia, que más que
todo son de propaganda, se llevó a las escuelas, a los trabajos y a la familia.
Antes todo era desastroso, caótico, ahora es que, por primera vez, somos libres
y viviremos un futuro inigualable, tal como si todos hubieran perdido la memoria
o todos hubiéramos nacidos justo después de 1959.
Y esto no deja de ser cierto en parte, no existe un
proceso humano linealmente en positivo siempre. La historia está hecha de
triunfos y derrotas, de ir y venir, de cambios, errores y más cambios. ¿Hubo
robo? Sí. ¿Hubo prostitución? Sí. ¿Hubo incluso asesinatos, guerras mafiosas y
gansteriles? Sí. Pero no todos eran asesinos, prostitutas, ni gánsteres. Hasta
en los momentos más dictatoriales de nuestra historia, hubo espacio para la democracia,
para la manifestación, para la reunión. Recuerden que Fidel y sus muchachitos
fueron amnistiados por el dictador Batista, acusado de muy malo, a los 22 meses
de ser enjuiciado por haber asaltado por las armas un cuartel, haber ocasionado
muertes dentro del ejército y disturbios con esa actuación. No lo mataron, no lo deportaron, lo
pusieron preso bajo las leyes públicas que existían, no lo envenenaron en la
cárcel y luego lo soltaron sanos y gordos.
Nuestra última etapa republicana, 1902 – 1959, para
nada fue una panacea. En la misma medida que se aprendía a vivir independiente,
cosa que puede parecer fácil, pero no lo fue, después de cinco siglos de dominación
colonial española, se hicieron muchas cosas malas, pero también muchas cosas
buenas que todavía hoy existen. Cuba aprendió de democracia, de diversidad, de la instauración,
diversa, pero instauración de un sentimiento nacional. Lo cubano no se creó con
la revolución fidelista, cosa que se ha tratado de imponer. Martí no es consecuencia del comunismo, menos su autor intelectual. El luego nombrado Apóstol, existió por sí mismo y fue valorado dentro de la república. La hoy Plaza de la Revolución, presidida por José Martí, fue diseñada por un arquitecto francés e inaugurada como Plaza Cívica durante el gobierno de Fulgencio Batista.
Los ricos se “robaban” parte de Cuba, pero los pobres
vivían y sobre todo tenían una idea clara de mejorar. La mejoría era posible.
De ahí que muchos de nuestros abuelos, pobres, lograran con mucho esfuerzo y
trabajo claro está, crear y desarrollar sus empresas, estudiar en
universidades, hacerse profesionales de éxito para la realidad cubana, crear
familias, moverse dentro de Cuba.
No todos los cubanos, como se ha querido decir, eran
analfabetos, menos vagos y descarados. Los buenos médicos, los buenos abogados,
los ingenieros y arquitectos prestigiosos, los poetas, escritores, los artistas
plásticos, los músicos, pero además las personas trabajadoras con ganas de
superación y mejoría no aparecieron de la noche a la mañana después que Fidel
Castro entró en La Habana encaramado en su carroza verde olivo. Es cierto, se masificó la enseñanza y la cultura, pero sin desdorar a los que vinieron después, los millones de graduados no hacen un Félix Varela, una Dulce Ma. Loynaz, un Wilfredo Lam, un Benny Moré, un Ernesto Lecuona, menos un José Lezama Lima, por sólo citar algunos nombres.
Existían problemas, claro, pero existía un sentimiento
de que Cuba era de los cubanos y había que luchar para cambiarla. La historia
nuestra, a la que lamentablemente por el manejo ideológico hemos llegado a no
soportar, es rica en luchas, manifestaciones de protestas, recoge una inmensidad
de movimientos, desarrollo y clarificación de sectores como los obreros, las
mujeres, los estudiantes, etc., porque, por encima y además de los problemas,
existía un sentimiento de patria.
¿Cómo es que, si todo era un desastre antes de 1959,
Cuba no recoge historia de emigración masiva? Por el contrario, Cuba se convirtió
por excelencia dentro de América Latina, en un lugar que recibió a miles de
migrantes No era común los que se tiraban al mar para huir, no era común buscarse
un extranjero para salir, a pocos se les debe haber ocurrido escaparse a través
de las selvas, cruzando a pie países para salvarse.
Existió imagino un pueblo con miedo, a nadie le gusta
saber que va a ir preso o morir, pero que tenía un sentimiento muy claro de
pueblo.
Para no ir más lejos en la historia, en Cuba, la peor
sanción era, no la muerte, sino el destierro. El destierro más sonado que
conocemos, no el único que existió, fue el de José Martí. La sanción te
separaba de tu familia, de tu tierra, de tu historia y te convertía en un sin
patria en otro lugar. Se te cambiaba la muerte por la vida en otra lejana
geografía, al mismo tiempo que se te dejaba sin vida sentimental.
El destierro era doloroso y siempre albergó la idea, a
veces conseguida, a veces no, de regresar a lo tuyo. Vuelve a ser el caso más
sonado el de José Martí.
Los luchadores anticoloniales, los luchadores contra los
problemas de la república, no luchaban por lo que tenían, precisamente los que
los unió, dentro de la diferencia que tampoco es nueva, siempre la hubo, fue tener una visión de futuro personal y la
existencia de la visión de futuro colectiva. Cuando esas dos visiones se unen,
son posibles. Es importante tener una esperanza, pero más importante es que esa
esperanza sea compartida por muchos. Si esas dos condiciones no existen, o sea,
la personal y la colectiva, sólo se tirarán patadas de ahogados o se estará
arando en el mar. Para el caso cubano de hoy, con un marcado individualismo, quizás forzado por la necesidad, el futuro está en otra parte.
Muchas veces nos decimos que los cubanos antes éramos
más valientes, no lo creo. Los cubanos antes logramos unir nuestras visiones de
futuro con las visiones de otros y entonces convertimos esas visiones en
patria. Hoy nos desgastamos en hablar teorizando sobre la constitución que vamos a imponer cuando Cuba sea libre del comunismo que dice tener, sin saber cómo llegar y menos haber llegado al nuevo momento constitucional.
De Cuba se salía, muchos lo hicieron, a trabajar por
un período en diferentes países, pero con la opción de regresar a vivir en
Cuba. Se quería mejorar económicamente para luego restablecer esa mejoría cerca
de la familia, del barrio, de los amigos, de la patria. Muchos profesionales,
muchos artistas, de los que hoy presumimos, antes de 1959 viajaban en busca de
superación, de experiencias, de dinero y por qué no como paseo, pero casi todos
regresaban. El cubano había sido siempre muy cubano y consideraba, a pesar de todos los problemas, la vida en
Cuba posible.
La revolución logró cambiar esto. Identifico exclusivamente el
proceso revolucionario con la patria, con la cubanía, con la soberanía, con la cultura y con la independencia
y día a día, en absolutamente todas las partes y por todos los medios, tras largas
jornadas de veneno ideológico adaptado a las necesidades, gustos, caprichos de
una persona, se fue instaurando que sin revolución socialista no existía nada. Esa ideología formulada por un solo cerebro se convirtió en un potente veneno, que te mantiene en un limbo, no te mata, pero tampoco te permite vivir.
Cuba es un país que emigra en esta última etapa. Los primeros
en abandonar el país fueron aquellos ricos o muy ricos que fueron o se olieron
serían afectados, los apodados siquitrillados. En esos primeros emigrantes todavía existía ese sentimiento
de patria, ese sentimiento de regresar. Esos se instalaron sobre todo en
Estados Unidos y vivieron añorando y organizando sus regresos.
Luego hemos vivido un movimiento constante silencioso
de salida y otros movimientos muy ruidosos con los que el gobierno cubano ha sido hábil en
quitarse de arriba la gran presión interna, apodados entonces gusanos o escorias. Esos movimientos, Camarioca, Mariel,
la Selva del Darién, la Ruta de los Volcanes nicaragüenses, han sido otra cosa. Han sido la decisión de la auto deportación y el auto exilio voluntarios.
Los cubanos, cansados de esperar, entendedores de que
no se puede luchar por el cambio, no sabemos cómo hacerlo, no tenemos por qué
luchar, porque no tenemos ese sentimiento colectivo de patria, hemos preferido
irnos, entonces el exilio forzado, ese como sanción, se ha convertido en una búsqueda
desesperada y voluntaria de salir para vivir.
Nos seguimos considerando cubanos porque nos empeñamos
en hablar español donde llegamos, comemos frijoles negros y carne de puerco,
pero muy rápido perdemos esa cubanía para convertirnos en americanos,
españoles, mexicanos, italianos, canadienses, etc. Creo que se ha perdido el orgullo por ser cubano y luchar por ello.
Seguimos siendo cubanos, sufrimos decimos, pero nos
cuesta trabajo concebir el regreso. Ya no tenemos miedo, al menos por nosotros
mismos, pero Cuba no es nuestra, ya no nos vemos allí. Entonces la fuerza se pierde, sino cómo entender a los cubanos que viven fuera, que se autoexiliaron voluntariamente en busca de vida y defienden al gobierno cubano y declaran que se vivía mejor en Cuba.
¿Cuántos de nosotros, regresaríamos desde cero a reconstruir
ese país? No conozco a muchos que aspiren a esto sinceramente.
lunes, 20 de octubre de 2025
634.- Por las buenas o por las malas.
Si existe alguien que desea que saquen a Maduro, además lo otros millones de personas, soy yo.
Me gustaría verlo encadenado por los tobillos,
arrastrando una bola de cañón como en el tiempo de la colonia, con las dos manos
esposadas, también cargando una bola de cañón, con una máscara de hierro, tal como dicen que se enmascaró a un francés allá por el siglo XVIII que estuvo preso
en la Bastilla, aunque la referencia parece más una leyenda, pero para el caso
de Maduro la máscara sería sellada con un solo hueco para respirar, algo así
como un cubo de hierro pesado, que iría amarrada por la espalda a la otra
cadena que arrastra la bola de hierro fundido desde los tobillos.
Maduro, a la cara, se robó el resultado de las últimas
elecciones presidenciales venezolanas, advirtiendo antes de que ganaría las
elecciones por las buenas o por las malas.
A pesar de haber creado unas elecciones especiales
para él mismo, prohibiendo campañas, apresando a opositores, haciéndole la vida
imposible a las figuras que más se destacaban en su contra, persiguiendo,
atentando contra sus vidas, limitando e impidiendo el sano movimiento de sus
adversarios, casi el 80% de los venezolanos, repito, que fueron autorizados a
votar, votaron en su contra y lograron guardar las actas de los resultados de
cada colegio electoral como justificación para el interior y para el exterior.
Ellos sabían que se enfrentaban a una mala copia de la mafia, sin escrúpulos.
El Centro Carter, uno de los pocos organismos internacionales
autorizados para observar, o sea, a Maduro le cuadraba su presencia, determinó
sin equivocación que las elecciones habían sido fraudulentas, cosa que hizo que
el mismísimo prestigioso organismo no gubernamental, pero de amplia experiencia
en estos procesos, dejara de gustarle al perdedor, el cual además se defecó en
los resultados arrojados.
Entonces Maduro, frente a la misma opinión internacional
a la cual hoy pide apoyo, frente al Vaticano al que también pide que interceda
por él, frente al pueblo venezolano que vive dentro y fuera del país, frente a
la ONU, las organizaciones regionales, la OEA, muchos de los presidentes de la
mismísima América Latina y el Caribe que hoy pretende que lo defiendan y nada
más y nada menos frente al gobierno y pueblo norteamericano, a los cuales manda
mensajes, más que mensajes ruegos, de entendimiento y paz, no sólo se autoproclamó
ganador, sino que hizo todos los cambios necesarios para garantizar esa
victoria, a lo cual se le dio tiempo. En realidad, merecía que al día siguiente
de perder las elecciones fuera ido a buscar, imitándolo, por las buenas o por
las malas, sin embargo, se le ha dado todo el tiempo del mundo.
Maduro entonces se volvió a proclamar presidente, tal
como había prometido, por las malas y se rio y burló de todo y todos, especialmente
de los opositores y del pueblo.
Se anunció como vencedor y no sólo eso, sino que se
cree intocable en esa misión auto asignada de un tal socialismo del siglo XXI,
que ha logrado que más de cinco millones de venezolanos estén regados por el
mundo y que muchos de los que quedan estén comiendo de la basura. Venezuela,
llamada a ser uno de los países más ricos del mundo, está en camino a la pobreza
total.
Nada más por eso, sin droga, sin narco estado, sin Cártel
de los Soles, Maduro merece ser cogido por el cuello y puesto, como mínimo a
disposición de las autoridades internacionales, para que pague, entre otras cosas,
las detenciones arbitrarias, las torturas, las largas prisiones con juicios
amañados, los muertos de su gobierno, con su autorización, la desesperanza y
la pobreza del pueblo, porque nadie va a creer que no sabía nada y que estaba en
Miraflores sólo “como cocinero”.
¿Y por qué no?, ¿Qué tiene Maduro para que no pague,
si muchos antes que él han pagado sus fechorías? Vivos o muertos.
Añoro el día que, a través de mi computadora, lo vea
con cara de carnero degollado, ser conducido por militares frente a todos.
Ahora, me cuesta trabajo entender lo que está haciendo
el gobierno norteamericano, por cierto, creo que Marco Rubio se ha vestido de
gala en todo este proceso, se está llevando las palmadas para encaminar su
carrera política a mayores objetivos. Parece, sólo puedo decir que parece, que “Marquito”
es en esto la cabeza pensante.
Todo el despliegue, casi a tono de una guerra, me
parece genial, en la misma medida que me parece demorado. Mucha publicidad, mucha
información, muchas opiniones alineadas y encontradas, muchos ejercicios,
muchas declaraciones, pero poca acción.
Hubiera sido mejor, a mi modo de ver el tema, que no
sé nada de política, menos de guerra, haber enviado a un pequeño grupo de esos
hombres especiales que todos sabemos existen en Estados Unidos, que no salen en
la TV, que no participan en actividades públicas, que viven apartados en sus
ranchos a cientos de millas de los centros poblacionales, que sólo responden al
teléfono cuando aparece en la pantalla un código que sólo ellos conocen y que
se alimentan con carne cruda y en una madrugada cualquiera, sin bulla, sin anuncios,
sin periodistas, entrar y sacar a Maduro en piyama de la cama donde duerme,
porque en algún momento tiene que dormir.
Ese grupo, que sabemos especial, tiene todas las
capacidades para dejar ciegos a los venezolanos y operar sin que nadie se
entere.
Entonces luego, ya Maduro bajo custodia, hubiera montado
el espectáculo, hubiera sacado a pasear a los submarinos, hubiera hundido las
lanchitas que transportan la cocaína y le hubiera explicado al mundo, ONU y
Vaticano incluidos, que estaba luchando contra la droga, pero el malo ya estaba
bajo mi poder.
Creo que, no diré perdido tiempo porque no conozco,
pero si se le ha dado tiempo a Maduro para el espectáculo. Discursos calientes
para calentar, por debajo negociaciones, mensajes de paz públicos y parece que
mensajes privados con el objetivo de que no lo saquen.
Maduro ha prometido y ofrecido “villas y castillos”,
entre otras cosas petróleo y oro, para que los americanos lo dejen tranquilo.
Maduro ha enviado mensajes a Latinoamérica, al Papa y especialmente a Trump e
incluso al pueblo norteamericano, a saber, si ese pueblo sabe exactamente dónde
está Venezuela y cuál es el conflicto real.
Maduro ha tenido tiempo, siguiendo el manual del
socialismo que lo apadrina, de movilizar a sus seguidores militares y civiles y
los ha puesto a hacer ejercicios militares, para "impresionar al enemigo”.
Como en Cuba, amas de casas, viejos, embarazadas, jóvenes
casi adolescentes, que en su vida habían tomado un rifle, menos tirado un tiro,
hoy se ven vestidos de militares, arrastrándose en la tierra y como una imagen
surrealista portando machetes, que conservan incluso las etiquetas, o sea, nunca
usados, para combatir, imagino que tiene que ser cuerpo a cuerpo con los más
que entrenados y experimentados militares norteamericanos, muchísimos de ellos
con varias misiones de guerras reales.
Lo cierto es que ha pasado tiempo, las tropas
norteamericanas desplegadas casi a las puertas de Venezuela, pero de Maduro
capturado aún nada.
Claro está que todo tiene su ritmo y tiempo y uno no
sabe exactamente los secretos de esta operación. Imagino que Trump y Marquito
lo tengan todo amarrado, pero sí creo que mientras más pase el tiempo en
planificaciones, más se deteriora todo.
El dinero para mantener a esa tropa se va quemando,
los militares que están preparados para guerrear se aburren y cansan, Maduro
puede estar esperando a que baje el Espíritu Santo.
Creo que la idea es cogerlo y sacarlo vivo y de ahí la
espera del mejor momento, de haberlo querido desaparecer, han sobrado muchas
semanas.
Maduro ha tratado de sembrar la idea de una guerra
contra el pueblo venezolano, como siempre, ha tratado de contabilizar la sangre
venezolana que puede correr, en la misma medida que el gobierno norteamericano
ha aclarado e insistido que no es una guerra contra el país, que para nada
quiere intervenir, meterse y quedarse con Venezuela, el único objetivo es sacar
puntualmente a Maduro y a otros cabecillas identificados como enemigos de
Estados Unidos y por consecuencia de una gran parte del mundo.
¿Cuándo será y comenzaremos a celebrar? No lo sé, ojalá
sea lo antes posible.
jueves, 16 de octubre de 2025
633.- Policías y ladrones fácil. Víctimas y victimarios difícil.
En un juego cubano, no sé si existirá en otros países, como el de policías y ladrones que jugábamos cuando niños, los roles estaban bien identificados.
Un niño con los ojos tapados frente a un grupo de
amiguitos respondía a: ¿Por el señor, policía o ladrón?, en la misma medida que
otro niño señalaba con el dedo al escogido. Todo era aparentemente casual y
equilibrado, aunque luego cuando grande te das cuenta de que el que señalaba en
cada ocasión, tenía posibilidades de escoger, no así el que respondía en orden para
cada “especialidad o función”.
Una vez definidos los bandos, todo era sencillo. Los
policías se encargaban de coger a los ladrones y los ladrones trataban de no
ser cogidos por los policías. Aquella sencilla regla generaba, escondederas,
correderas, encaramaderas, haladera, empujones, caídas, golpes, pero sobre todo
mucha diversión. Al final del juego mataperro, ganaban los policías si lograban
coger a todos los ladrones, cosa que, a pesar de parecer fácil, no siempre
pasaba.
En la vida real cubana es mucho más complicado, porque
los roles de víctimas y victimarios no están muy bien definidos, salvo en honradas
y escasas excepciones que siempre existieron y fueron esas personas que se
plantaron al menos de forma cívica y sin retirarse del territorio nacional, no
se incorporaron a lo que sucedía.
En sentido general todos hemos sido víctimas y
victimarios en determinados momentos, salvo sobradas excepciones de los que le
cogieron el gusto a la segunda posición y han vivido de eso estas casi últimas
siete décadas de nuestra historia.
Hemos sido víctimas primero de nosotros mismos, dónde
la necesidad o capacidad de sobrevivir nos hizo permanecer en silencio, incluso
cuando estábamos en total desacuerdo.
Hemos sido víctimas de nuestros familiares, los que,
al querernos y tratar de protegernos, nos pidieron, a veces imploraron, no
inmiscuirnos, callar, quizás no participar en la vanguardia revolucionaria,
pero tampoco hacer mucha bulla. Nuestra buena familia, incorporada o no, casi
siempre conocedora de las reales consecuencias, si no nos cortó las alas para
no hacernos daño físico, por lo menos nos las amarró.
Hemos sido víctimas de nuestro entorno, porque de una
forma u otra, era muy difícil aislarse totalmente, entonces tuvimos que
aprender a congeniar incluso con nuestros enemigos más declarados.
Hemos sido víctimas de un proceso dentro del cual
muchos nacimos y no pudimos cambiar, en el supuesto caso que quisiéramos haber
cambiado algo. La correlación de fuerzas estuvo mucho tiempo en contra de
muchos de nosotros y ahora cuando ya no lo está, tenemos desarrollado ese miedo
adquirido del cual se habla y ya escribí, que nos mantiene inmóviles. Entonces
aprendimos no a luchar contra el miedo, sino a sobrevivir con él.
Pero también y al mismo tiempo hemos sido victimarios.
El sólo hecho de estudiar y trabajar dentro y para el gobierno, ya que el
gobierno fue dueño absoluto por décadas de todas las enseñanzas y trabajos, nos
convirtió en cómplices de lo mal hecho, de las maniobras, de las estrategias
del gobierno para permanecer. La lucha por vivir nos llevó a, quizás no
entender y estar de acuerdo, pero si, por lo menos, cumplir y en no pocos casos
obedecer. Una obediencia silenciosa en desacuerdo, pero obediencia.
Muchos fuimos victimarios al levantar la mano y
aprobar algo que no nos interesaba, pero nos permitía terminar rápido la
reunión en que estábamos y largarnos. Acción bien aprovechada por las
autoridades porque el voto o mano levantada se contaba a favor. No importaba
mucho el cerebro, ya habría tiempo para él si fuera necesario, lo que importaba
era la mano levantada y el número final.
Siempre digo que las verdaderas reuniones, esas donde
se decía la verdad a un grupo reducido de amigos, ocurría siempre antes o
después de la reunión oficial.
Fuimos victimarios de los nuestros, quizás nuestros
hijos, a los cuales tratamos de preservar para que no pasaran lo mismo que
habíamos pasado nosotros. Los entendíamos quizás, pero no los apoyamos, menos
alentamos a luchar por el cambio, que a todas luces es la única solución que
existe.
Fuimos victimarios de nuestros compañeros de estudios
y trabajos, de los cuales conocíamos su incapacidad, su lealtad a la
corrupción, pero por los cuales muchas veces nos dejamos dirigir.
Víctimas y victimarios son papeles que hemos jugado
paralelamente, todo dependió de las circunstancias. Mientras el aire soplaba a
nuestro favor era fácil por lo menos aparentar ser victimarios, cuando nos
pasaban por arriba, nos perjudicaban, nos pisaban el callo, era más que
utilizado pasarnos a la posición de víctimas.
Claro que han existido aquellos, como ya escribí que
prefirieron y aún prefieren estar en el bando del poder, porque entre otras
cosas, es más que practicado en Cuba que si se logran que miren a otros e
incluso llamamos la atención sobre otros, logramos que no se nos mire a
nosotros.
Hemos sido víctimas de las llamadas telefónicas sin nombres,
de los infórmenes anónimos, de las verificaciones en vecindarios y centros de
estudio y trabajo e incluso hemos conocido a nuestros victimarios, sobre los
cuales no hemos actuado. Esos procesos de control formaron tanto parte de nuestras
vidas, que conocíamos que ocurrían, que nos perjudicaban, pero llegaron a ser
normales. Casi todos sabíamos y sentíamos que éramos vigilados.
Hace muchos años ya, leí que Cuba era un matrimonio,
donde Fidel era el macho, el pueblo era la hembra y la alcoba nupcial era la
Plaza de la Revolución y eso es cierto.
Fidel descubrió y desarrolló a un pueblo en sentido
general inculto, poco conocedor de política e ideología, nada conocedor de lo
que pasaba en el exterior y entonces se dedicó no a hacer pensar, menos a
permitir el pensamiento, sino a llevar a ese pueblo la idea ya concebida, a sabiendas
de que las manos se levantarían sin mucho trabajo.
En esa alcoba nupcial se resolvieron y acordaron las
grandes medidas del gobierno. La gran masa, inculta, pero enamorada,
efervescente y no falta de histeria “revolucionaria”, sin pensar, sin
averiguar, sin indagar en consecuencias futuras, apoyó siempre a su líder
convertido por ella misma en un dios macho.
Se fue víctima de algo que la ciencia reconoce como
Síndrome de Estocolmo que en Cuba podría llamarse “Síndrome Castrocolmo”, o
sea, el apoyo e incluso amor a alguien que nos utilizó y torturó a conciencia
siempre. Todavía hoy hay personas, quizás ya no muchas, pero existen, que como
consuelo frente al desastre total más que evidente, invocan a Fidel, tal como
si pudiera rearmarse y salir de la piedra, como mago solucionador de los
problemas, sin darse cuenta y reconocer que fue él el causante de todos los
problemas. El Síndrome de Castrocolmo todavía es muy fuerte y explotado, más
fuerte que cualquier ideología existente.
Fidel Castro no fue el presidente, ni el Comandante en
Jefe, ni el presidente del Partido Comunista, fue el dueño de un pueblo y como
dueño nos trató a todos.
Y en el caso de Cuba el tema es peor o más particular,
todos, víctimas y victimarios, dentro de esa categoría más que utilizada,
pueblo, fuimos víctimas de un “poder superior”.
Fidel y su revolución necesitaban un pueblo inculto ya
dije, quizás con títulos, quizás buenos médicos, ingenieros, técnicos, pero de
poca cultura. Buenos profesionales en sus especialidades que no supieran de
nada más, que confiaran en la variante, siempre a conveniencia, que el gobierno
entregaba. Personas que hoy apoyaban que fuera negro y mañana después de un
discurso caliente, terminaran apoyando que fuera blanco, sin el más mínimo
cuestionamiento del cambio de color.
Pueblo crédulo, enamorado, seguidor.
Pueblo aparentemente profesional en ideología, pero,
sólo en una ideología, que no era nada más que las ideas de su líder, llevadas
al plano teórico para lograr lo que quería. Pueblo, en su mayoría, puesto como
escudo a combatir algo que no conocía y que sólo confió ciegamente en lo que
alguien le contaba, tomando su variante como absoluta verdad.
Pueblo alfabetizado leyendo y escuchando sólo los
discursos de su “gran líder”, haciendo loas a una revolución democrática
popular que muy rápido se transformó en gobierno autocrático.
El comunismo, todo lo trastoca a conveniencia. A los
campesinos los pone a esperar los alimentos de una bodega y a sus hijos los
convierte en médicos o pilotos de guerra. A los intelectuales, poetas,
escritores, músicos, artistas, etc., los convierte en obreros. A los que están
en contra del gobierno, los clasifica como enemigos de la patria. A los que se
van, les quitan la categoría de nacionales, los mata en vida e incluso aparente
y hace creer que nunca existieron. Sólo sobreviven, como víctimas del poder, aquellos
que no se oponen al poder.
jueves, 9 de octubre de 2025
632.- Caos.
¿Habrá un caos en Cuba si se cae o desaparece la llamada revolución cubana? Estoy convencido que NO. En lo absoluto, porque el caos es precisamente esa revolución.
El discurso del caos, del holocausto, de la desaparición,
es manejado por el gobierno cubano desde siempre para aumentar el miedo de una
población como la cubana, en un por ciento muy alto desprovista de otra visión
real de lo que significa el futuro. Los que vivimos allí, tuvimos que buscarnos
esa visión de futuro de forma particular, en no pocas ocasiones, en secreto.
Siempre existen personas o grupos que, sí avizoraron
esa otra posibilidad, pero esas personas o grupos son las que la oficialidad, gobierno y adeptos, considera ovejas negras y trata no sólo de demeritarlos, con aquello de
enemigos internos, sino de anteponerla a la gran masa que, como siempre, espera
la dirección del movimiento para luego moverse o integrarse. El principal muro
de contención de esas personas o grupos de personas, no es el gobierno, sino
los propios cubanos.
Durante décadas el contacto del pueblo cubano con el exterior, o sea, otras formas de vida, fue muy limitada, más allá de las imágenes de los también felices países socialistas y algún que otro funcionario o representante del gobierno que al regreso de sus viajes oficiales de trabajo, dejaba entrever que además de lo malo, existían también “algunas cosas” que no podían ocultar y eran buenas. Pero, así y todo, la mención a esas cosas buenas o no tan malas que eran imposible de ocultar, venían acompañadas de explicaciones partidistas e ideológicas que trataban de minimizarlas. El contacto con los cubanos en el exterior, por décadas no existió, porque esos cubanos estaban muertos.
Decía la propaganda,
para estudiar en esos países capitalistas hay que ser rico, para atenderse en
un hospital también. Los autos, las casas, la comidaaaaaaaaaaaa sólo son para
ricos, de esa forma se trataba de justificar la no tenencia de autos, casas y
comida. Para los gobernantes y sus altavoces, era mejor ser pobre, la pobreza purifica.
Todos los cambios son arriesgados y uno de los riesgos
es precisamente caer en un caos, pero en el caso cubano, el caos no puede ser
mayor hoy en 2025. Si el cambio se diera ahora mismo, harían falta miles de
billones de dólares y mucho tiempo sólo para comenzar una recuperación. El caos es tan grande y sin solución, que supera a cualquier caos.
No se trata de quitar a un gobierno malo y sustituirlo
por otro muy bueno, con muy buenas calificaciones e intenciones, se trata de
que nada de lo que existe funciona y hay que sustituir, reconquistar,
reconstruir, exactamente todo, incluyendo al ser humano que quede.
En la evolución humana, los cambios se fueron haciendo
de forma orgánica, por evolución. De aquel hombre que caminaba solitario y
dormía debajo de un árbol, se pasó a descubrir cavernas o cuevas mucho más
cómodas y sobre todo estables frente a las inclemencias de la naturaleza. De
ahí el hombre comenzó a construir sus casas, sin destruir las cuevas. Aparecieron
los diferentes materiales de construcción, los pisos, los techos, las ventanas.
Con la posibilidad de trabajar la piedra, aparecen las pirámides, los palacios,
las casas, muros y murallas sólidas. Luego se construyeron ciudades presididas
por castillos, iglesias, plazas, y se conformaron calles y avenidas, parques,
acueductos, cementerios, etc. Esas ciudades pequeñas dentro de muros protectores
desbordaron sus límites y crecieron, los castillos grandes quedaron obsoletos y
económicamente imposibilitados de mantener, se desplazaron los centros de vida,
y poco a poco se fueron desarrollando los polos con traslados, asentamientos,
guerras, conquistas, influencias, etc., hasta llegar a lo que hoy conocemos, incluidos
aires acondicionados, microwaves y viajes al Cosmo. ¿Además de una teoría chueca,
cuál es el otro invento sólido y estable del comunismo?
El comunismo, al cual se llega por revolución y no por
evolución, en el mismo momento que trata de construirse, muy paralelamente va
edificando su destrucción, hasta llegar al caos, no sólo material, sino, y,
sobre todo, humano.
No es que el caos sea exclusivo como última fase de
todo sistema totalitario, sino que esa forma de gobierno, el cual se mantiene
por la fuerza, a veces visible, otras muy sutil, es el mismísimo caos, que basa
su sobrevivencia siempre en crear un enemigo externo que ataca, a veces parece
que ataca todos los días, y en nombrar a un enemigo interno sobre el cual colocar
los fracasos.
El comunismo, a conveniencia, convierte al hombre en súbdito,
en la misma medida que lo limita de sus verdaderas libertades, que están más allá
de la posibilidad de expresión, entonces aplica aparentemente para su bien la
política del gorrión, o sea, tu no hagas nada, todo yo te lo voy a poner en la
boca, en busca de un compromiso que muy rápido se queda corto e inservible. En
la misma medida que le da la comida dentro de un aparente confortable y seguro
nido, le va cortando las alas y entonces ese hombre no puede volar y lo que es
peor, ese hombre en vez de aprender, desaprende a valerse por sí solo y vive dependiendo.
Las ideas más repetidas en ese tipo de gobierno, que
llegan a convertirse en una filosofía de vida, son: me dieron, me van a dar, me
toca, me prometieron, etc., entonces ese hombre espera pacientemente a que un
día le llegará lo que el gobierno tiene determinado que él necesita para vivir.
Nunca es suficiente, nunca alcanza, pero es algo más que el holocausto que nos tienen prometido
si pretendemos cambiar.
“Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer
mi corazón”, parte de una hermosa canción, pero el problema es precisamente que
hay que tener un corazón para ofrecer, hay que tener ilusión, hay que ver o
sentir que un futuro mejor existe y está a la vuelta, alcanzable en una vida,
si no, sólo prima la apatía, el desinterés, el mensaje deprimido y depresivo.
Depresión anímica, junto a una imposibilidad real que
hace que las personas que están en Cuba, dentro de Cuba no vean una solución y
aunque inconformes sigan viviendo en el caos. La solución más rápida y no sin
riesgos, más viable en una vida es huir y salir a buscar afuera lo que no puedo
encontrar adentro. ¿Y los que no pueden huir?
Yo, desde mi “cómoda” vida, cuando además ya no tengo
20 años, trato o tiendo a no culpar al cubano que vive en la Isla, Es cierto
que ellos son los llamados a provocar el cambio, si es que quieren mantenerse
vivos y bien, ellos serán los más beneficiados, pero también es cierto que es
difícil.
Es fácil culpar de anormales, vagos, miedosos, oportunistas, etc., a todo el que queda allí, porque no es capaz de lanzarse a la calle un día y no regresar hasta lograr derrocar al gobierno. Y sin dudar que todo esto existe y es posible, la idea no deja de ser muy compleja. Nuestros dos grandes hombres llamados de la independencia nacional teórica, Martí y Fidel, podían dedicarse a pensar, escribir, soñar, porque otros le pagaban las ropas, las comidas, las meriendas, los caballos y autos, etc. El pueblo cubano en Cuba hoy está impedido de filosofar, el desastre en el que vive es tan grande, que no se lo permite.
Los que están allí también están atados, frente a un
gobierno que lleva décadas preparándose para no ceder, pero, además, que ha
demostrado que, en el menor intento contra él, muy rápido pasa de las amenazas
a la acción represiva de forma individual y de forma masiva.
El cubano que está allí, que está dando muestras valientes
de estar agotado, pero además decidido a un cambio, no las tiene fácil, porque
no sabe a ciencias ciertas, si su represor será su propio vecino e incluso su
propio familiar.
El cubano que está allí quiere cambios, no estoy
seguro de hasta dónde de profundo quiere esos cambios, pero es más que evidente
que quiere tener agua, electricidad, comida, ropas, casas, zapatos, medicinas y
por qué no un poco de diversión, cosas más que probadas que el gobierno no
puede ofrecer.
Es más que notorio ahora a partir de las relaciones
con los emigrados, las vías no oficiales de información y comunicación, lo que
trae obviamente una mayor referencia, que el cubano sabe que eso que lleva no
es vida y todos, los de aquí y los de allí, queremos vivir.
Creo que no será fácil reconstruir un país que está
compitiendo con Haití, el país por muchos años más pobre del área. Nada se
logra a través de una varita mágica, pero de seguro estoy que mayor caos, los
de adentro y los de afuera, NO vamos a padecer y no es porque yo sea sabio, no lo soy, sino es que sencillamente no existe
mayor caos, a no ser el de miles de personas muertas en las calles, cosa que
espero y deseo no pase.












