He pensado mucho en el tema
trabajo en USA, o al menos en lo que conozco de ella. Trabajo siempre hay, somos
nosotros los que no podemos cogerlos. Queremos vivir en USA pero no queremos
hablar inglés, queremos vivir aquí pero no soportamos el frio, o no nos gusta la
cultura americana, no queremos invertir dinero para legalizar u homologar
nuestros papeles. Queremos, obviamente como somos cubanos, trabajar en una
linda y confortable oficina y por supuesto, ser empresarios o jefes de algo.
Yo no me he sentido discriminado ni por mi origen , ni por mi edad, ni por mi primitivo inglés, todo lo contrario, recibo todos los días en
mi correo más de 5 ofertas de trabajos buenos en mi área, solo que si quieres
llegar y clasificar como profesional, cosa que pienso se puede hacer,
tienes que venir bien preparado, más allá de los títulos que poseas, tienes que
competir y la competencia es muy fuerte; baste decir que USA tiene más de 300
millones de habitantes, por lo que como tú o yo existen miles, todos con un
cuchillo en la boca.
No llegamos tarde, nunca es
tarde, en realidad no llegamos bien preparados. El inglés de la escuela de idioma sirve
para ir al supermercado, preguntar por el clima o la familia, pero otra cosa es
trabajar en inglés y por supuesto otra cosa es trabajar en inglés en un banco,
en la universidad, en una empresa comercial o un laboratorio, o como
arquitecto, médico o abogado.
Trabajo, al menos en Lincoln, sobra. Este es un país de inmigrantes, por lo que a nadie le importa dónde
naciste, sencillamente tienes que ser bueno para lo que ellos te necesitan. El
Ruso siempre dice, “tienes que enamorarte del inglés“, no hay de otra, “no
existen límites”, dice mi yerno Yordán, “el límite es uno mismo”.
No sé qué tiempo más trabajaré
aquí, lo cierto es que no quiero jubilarme en un puesto de mantenimiento,
extraño los papeles, las computadoras y el ambiente de oficina. Tengo 50 años y
estoy volviendo a empezar, decidido, sin miedo pues ya soy un sobreviviente,
entonces un día, cuando esté bien preparado, volveré a lo mío, por el momento
me divierto con lo que hago, tal como dice Dale Carnegie.
La otra parte de mi trabajo
es hacer una semana de guardia. Cuando te toca, después que terminas la jornada
laboral entras de guardia hasta el otro día a las 9 de la mañana, y los sábados
y los domingos estas de guardia todo el día. Esto funciona igual, el cliente
llama a un centro a cualquier hora y por la razón que se le antoje, ese centro
te llama a ti y tienes que salir a resolver el problema.
Esta guardia, que a mí no me
gusta ni un poquito, páguenme lo que me paguen, tiene sus
complicaciones. Primero, recibes la llamada por un celular que te entrega la compañía,
por lo que tienes que ser capaz al menos de entender el lugar, el apartamento y
el problema. Segundo, en vez de tu residencial atiendes los cuatro
residenciales del Grupo en Lincoln, por lo que el número de problemas puede
aumentar al infinito. Tercero, tienes que manejar de un lugar a otro,
lindo y seguro en verano y mejor si es de día, infernal de noche y en invierno
con nieve, lluvia y hasta incluso hielo en la calle se convierte en casi una
tragedia. Cuarto, tienes que trabajar en lugares poco conocidos, por lo que
buscar algo en los talleres, moverte y resolver, se hace más complicado.
He tenido llamadas a la 1.00 am por un baño tupido, o de un tipo, dos días seguidos a las 10 de la noche, que no podía entrar a su apartamento porque no tenía las llaves, a las 6.00 am de una persona que al salir partió la llave dentro de la cerradura, más miles de fregaderos tupidos y agua botándose inundando no sólo la cocina sino los pisos de abajo, en fin cualquier locura y a todas las llamadas hay que ir y tratar de resolver. He estado trabajando en un lugar y he recibido una llamada y cuando he colgado he recibido otra llamada. He estado en el lugar A y he tenido que salir para el B y cuando he terminado, he tenido que regresar al lugar A de nuevo. He llegado al parqueo de mi apartamento y he recibido una llamada y he tenido que salir de nuevo sin poder bajarme del carro.
Mi primera guardia pensé que
me provocaría otro infarto; hay que recibir llamadas de un operador telefónico
que no te conoce y ni idea tiene de que tu mejor idioma es el español, llenar
papeles, apuntar el millaje de salida y llegada, la hora con que empiezas y
terminas, definir la causa, el problema y la solución. A pesar de los
inconvenientes soy un tipo dichoso, para mi gran suerte, para todas estas cosas
he tenido la ayuda invaluable e incondicional de mi hijo Jonathan, quien como
todo un guerrero fiel me ha acompañado sin importar hora y día, de lo
contrario no creo que me hubiera resultado nada agradable. Para esto además tampoco
tuve entrenamiento teórico, fue así como que un día llegué y me dijeron, Rolando,
mañana estás de guardia.
Esto me ha hecho pensar
mucho en las clases que impartí en Cuba y República Dominicana y en las cosas
que aseguré sin haber visto y sin que estuviera recibiendo dinero por ello, repitiendo
lo que los libros decían teóricamente acerca de la forma planificada y
organizada en que trabajan las empresas en Estados Unidos y al menos ésta
realidad se parece poco a lo que hacía creer a mis alumnos. Donde quiera cuecen
habas.
Al final puedo ser un tipo atípico.
Siento pasión por los libros, todavía sigo leyendo todas las noches, tratando
de aprender constantemente y paralelamente siento la misma pasión por el
trabajo con las manos. Los que me conocen bien, saben que no soy un genio y
menos un mago. He podido enfrentar lo del mantenimiento sin grandes
complicaciones, primero por mi voluntad, o sea, he estado y estoy dispuesto a
hacerlo, y mi posibilidad hoy es el resumen de horas y horas dedicadas a
trabajar en las casas donde he vivido y en las casas de los amigos, en Cuba, en
República Dominicana y ahora en Estados Unidos. Segundo creo que es la hora de
agradecer a algunas personas que tuvieron que ver con mi formación, entre
ellos, mi padre Tito, mi tío Carlos, mi abuelo Papa Felo, tres expertos en el
uso de la palabra y la escritura a quienes les gustaba trabajar con las manos y
hacerlo bien, por lo que puedo asegurar que además de estudiar, he dedicado
muchas horas desde niño a aprender sobre estos trabajos.
Luego, muy joven aún, tuve
la suerte de caer en casa de los Tomé, donde continúe mi formación al lado de
Cosmito, mi maestro particular, Lourdes y Ernesto, aumentando mi curiculum a
partir de ese momento además con conocimientos teóricos. Haber estado al lado
de mi suegro Cosme, enriqueció enormemente mi capacidad de pensar y buscar
soluciones. Aquí complete mi amor por las herramientas y los hierros, los Tomé
me entregaron el cuidado y control de su patrimonio y esa actividad la
desarrollé con orgullo hasta el día que salí de Cuba. Al final el haber pensado
y trabajado muchísimas horas al lado de mi hermano Iván y de mi cuñada Tía Baby,
que si son unos magos, aumentó mi
posibilidad de meterme en los problemas y resolver.
Todos ellos están presentes en mí. Como ahora lo hago como profesional, a todos ellos les debo un poquito de dinero. Algunos han muerto, a otros no los veo desde hace ya mucho tiempo, sin embargo cada vez que toco una herramienta o meto la mano en una llave, o me veo cortando un pedazo de tubo o madera, ellos están conmigo.
Todos ellos están presentes en mí. Como ahora lo hago como profesional, a todos ellos les debo un poquito de dinero. Algunos han muerto, a otros no los veo desde hace ya mucho tiempo, sin embargo cada vez que toco una herramienta o meto la mano en una llave, o me veo cortando un pedazo de tubo o madera, ellos están conmigo.
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