Lograr la perfección
cuesta mucho trabajo. Estoy muy feliz de estar aquí donde estoy,
pero pobres de los que lleguen pensando que este es el paraíso
terrenal y todo funciona a pedir de boca, tal como algunos libros
dicen.
El paraíso no existe,
es sólo un cuento de hadas, y de existir tendría que estar poblado
sólo de plantas y animales, cuyas leyes naturales condiciona la vida
sin que ellos interfieran mucho. En la mayoría de los casos, la
presencia del ser humano, en la misma medida que organiza, desarrolla
y mejora los procesos, también los hace imperfectos, o sea, como
dice el refrán popular “todo depende de la persona que te toque”.
Hoy cumplo 2 años
exactos de haber cruzado la línea fronteriza entre México y Estados
Unidos. Dos años de mi nueva vida, o mi vieja vida en un lugar
nuevo. En sentido general he navegado con suerte junto con haber
usado mucho mi cabeza todos los días para sobrevivir.
Por mi condición de
inmigrante “legal” hay muchos permisos de los que se necesitan
para vivir en Estados Unidos, que sólo me lo han otorgado por un
año, por lo que pasado ese tiempo hay que recurrir a la renovación.
Sólo cuando recibes la famosa “Green Card” o Residencia, el
papeleo disminuye o al menos aumentan los plazos de los permisos.
Tenemos suerte los
cubanos, porque a partir del estatus que se nos concede, podemos
transitar por permiso de trabajo, licencias para conducir, residencia
y luego ciudadanía, sin que esto sea muy traumático, otros
inmigrantes la pasan negra para legalizar su situación o
sencillamente nunca llegan a legalizarla.
Mi licencia de
conducción se venció ayer, 1 de octubre, por tal razón hace más
de un mes recibí una comunicación que me anunciaba el
acontecimiento. Extremadamente organizado el asunto, pensé yo, aquí
no dejan nada al azar. No confían en tu memoria, ni en tu
organización personal, sino que te avisan de que próximamente tu
licencia se vence para que puedas hacer los tramites y tu vida no se
detenga por este pequeño control.
Como recibí esa
comunicación, decidí adelantarme e ir a la Oficina de Licencias
para cubrir el trámite, demostrando lo buen ciudadano que soy.
Entonces me cogí una tarde de trabajo y me presenté en el lugar,
que para mi suerte estaba casi vacío. A los 5 minutos estaba parado
frente a la persona que con una gran sonrisa, demostraba que estaba
encantada en atenderme.
Para mis adentro me
dije, la ligué. Casi no hay nadie aquí y ésta persona está loca
por resolverme. En realidad me atendió, pero la respuesta fue
complicada. No podía hacer el trámite porque mi licencia no estaba
vencida aún, tenía que esperar a que se me venciera, y para
asegurar lo que me estaba diciendo, ella escribió sobre uno de los
documentos que presenté que mi próxima cita era el 2 de octubre, o
sea, el día siguiente a la fecha de expiración de mi documento.
Para mejor servicio me recomendó que ese día manejara con mucho
cuidado porque si me paraba la policía, para sus efectos mi licencia
estaba vencida y entonces podrían ponerme una multa.
Llegué a la casa y
cuando cuento a los míos lo ocurrido, detectamos que hemos ido los
tres, Martica, Jonathan y yo, para hacer el mismo trámite, o sea,
renovación de la licencia de conducción, y a cada caso lo han
tratado de forma diferente.
A Martica le dijeron
que tenía que esperar por una verificación de la Oficina de
Inmigración, Jonathan resolvió su renovación en 15 minutos y a mí
me dijeron que tenía que esperar a que se me venciera para
renovarla.
Jennifer desdes San
Antonio con su experiencia, trató de alertarnos. Ella tuvo que
esperar por dos verificaciones de dos lugares distintos en dos
tiempos diferentes.
Nada, hoy, día 2 de
octubre, tal como me había dicho la funcionaría, volví a echarme
la tarde de trabajo y me fui a la misma Oficina. Ha estado dos días
lloviendo sin parar, por lo que estaba convencido que habría poca
gente. Como en efecto, llegué y las personas que allí trabajan
estaban aburridas de no hacer nada.
Me acerqué. La misma
sonrisa amplia y tranquilizadora. Yo muy convencido de que lo mío
era puro trámite. Todos mis papeles organizados, como es común en
mí.
Entregué mis papeles,
y comienzo a ver medias muecas en la cara de la señora que me
atendía, que era otra diferente a la que me había citado para ese
día. Verificación de documentos, consulta con la que estaba al
lado. Yo convencido de que saldría rápido de todo aquello. Más
consultas. Al final me tiraron la foto y me hicieron la prueba de la
vista. Me dije, la pegué.
JAJAJA. Pobre de mí.
El trámite quedaba inconcluso. No podían darme la renovación
porque necesitaban verificarme con Migración, tal como lo pronosticó
Jennifer y Martica. No puede ser, les dije yo, porque la funcionaria
que me atendió me dijo que tenia que venir hoy a renovarla y
escribió de su puño y letra la fecha de la cita.
Lo sentimos, lo
sentimos, lo sentimos. Fue la respuesta que obtuve.
Pero yo necesito
trabajar, nada más y nada menos que la próxima semana estoy de
guardia las 24 horas del día, lo que me obliga a moverme de un lado
a otro de la ciudad, les dije.
Lo sentimos, lo
sentimos, lo sentimos. Fue la otra respuesta que obtuve, junto con la
recomendación de que manejara con cuidado porque si me paraba la
policía, para sus efectos, mi licencia estaba vencida y la multa
podría venir como Juan que se desboca.
Pues es así. La idea
de que todo está escrito y los trabajadores son fieles cumplidores
de los procedimientos, no esta seguro del todo. Parece que como en
muchos otros lugares, cada persona interpreta los procedimientos a su
forma, por lo que tu problema se resolverá siempre en dependencia de
la persona que te toque.
Ahora tengo la licencia
vencida. Estoy esperando a que me llegué una carta con la
verificación y lo más jodido es que estoy manejando todo el día.
No puedo parar. Espero a que me pare la policía, para ver si con la
respuesta, lo siento, lo siento, lo siento, puedo quitarme la multa
inmensa que me van a meter.