He escrito mucho desde que salí de Cuba; digo mucho teniendo
en cuenta que no soy escritor de oficio, por lo que no me gano el dinero detrás
de las teclas de una computadora. Todo hasta hoy es puro hobby. Primero escribí
en mi blog “Dominicaneando”, donde traté de contar lo real maravilloso que
distingue a República Dominicana como país. Segundo en mi actual blog “Lincoln
in”, donde he tratado de dar una visión lo más objetiva posible de la realidad norteamericana
que vivo. A veces lo logro, a veces cuando releo lo que escribí, me parece que
me faltó algo o que no quedó bien del todo. Entonces me propongo hacerlo mejor
la próxima vez, y esto me sirve de “el motor pequeño que impulsa al motor
grande”. Imagino que recuerden ésta metafórica frase, utilizada por nuestro
Fidelito para justificar su primer gran fracaso.
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La pregunta es muy concreta. Hay comida o no hay comida?
Creo que cuando se vive en Cuba mucho tiempo estas
definiciones se llegan a confundir y uno llega a aceptar o conformarse con su
realidad, incluso se llega a ver como algo bueno y normal. A lo mejor es el
resultado de un simple instinto de conservación y no lleva tanto análisis de
trasfondo. Entonces pienso en la comida y por ejemplo los supermercados aquí,
sabiendo de antemano que las comparaciones no son buenas, pero a veces resultan
inevitables.
Desde hace mucho tengo la misión de acompañar a Martica a
las compras, esta actividad es sistemática cada 15 días. A veces resolvemos lo
que necesitamos en un solo supermercado, a veces visitamos tres en el mismo día.
Esta misión no me gusta, o sea, no disfruto en lo más mínimo estando, como
promedio, de dos a tres horas dando vueltas y vueltas dentro de una tienda y me
siento como una fiera herida y acorralada a la que el domador da golpes con un
látigo. Me agobian los colores, me incomoda el dale para adelante y para atrás,
pero tengo que ir y entonces, he ido logrando controlarme y ya no me disgusto,
ni me pongo bravo, sencillamente asisto, trato de colaborar y en la medida de
las posibilidades agilizar el proceso. De vez en cuando incluso trato de
encontrar un momento de felicidad rodeado de cajas, latas, paquetes, pomos, etc,
encontrando la posibilidad de disfrutar mirando disfrutar a mi mujer.
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Martica se niega a crear un método de compra, o sea, no a
crear, sino a escoger un método, por lo que mucho está en su memoria y en la
improvisación. Va caminando y va recordando las cosas que necesita comprar.
Esto es bueno, mantiene el cerebro activo, pero hace que por momentos tengamos
que virar y virar a buscar algo que se quedó e incluso que estemos en la caja
pagando ya y haya que salir corriendo a buscar algo importante que no tenemos.
Al final, después de todo, podría considerarse hasta medio divertido, o sea,
por el mismo dinero a pagar puedes encontrar la satisfacción que trae la sorpresa
tal como si estuvieras visitando un parque de diversiones. Mis compañeros me
preguntan si practico un deporte de alto riesgo, de esos que producen en el
organismo una alta cuota de adrenalina y yo le respondo que no, sencillamente
voy al super con mi mujer.
Nota: He incorporado unas fotos. Para los que viven fuera de
Cuba, no creo que resulten nada sorprendentes, las tiendas son parecidas en muchos lugares. Para nuestra familia en Cuba, disfruten mirando a Martica, ella es el objetivo central.