sábado, 4 de junio de 2016

Martica y los supermercados. Couta adicional de adrenalina

He escrito mucho desde que salí de Cuba; digo mucho teniendo en cuenta que no soy escritor de oficio, por lo que no me gano el dinero detrás de las teclas de una computadora. Todo hasta hoy es puro hobby. Primero escribí en mi blog “Dominicaneando”, donde traté de contar lo real maravilloso que distingue a República Dominicana como país. Segundo en mi actual blog “Lincoln in”, donde he tratado de dar una visión lo más objetiva posible de la realidad norteamericana que vivo. A veces lo logro, a veces cuando releo lo que escribí, me parece que me faltó algo o que no quedó bien del todo. Entonces me propongo hacerlo mejor la próxima vez, y esto me sirve de “el motor pequeño que impulsa al motor grande”. Imagino que recuerden ésta metafórica frase, utilizada por nuestro Fidelito para justificar su primer gran fracaso.

Sin embargo apenas he escrito sobre comidas y compras. No recuerdo haberme tirado y enviado una foto delante del carro que tengo o posando delante de una linda casa vestido de muñeco. Detesto las fotos que algunas veces veo, donde la gente retrata el plato de comida que se está comiendo o el último pedazo de carne que está asando en un horno, resultando la comida el objetivo principal. Me parece bien alguna que otra foto casual, obviamente alguien que escribe sobre recetas de comida e ilustra lo que explica o  si estás enseñando algo diferente que has inventado, que retrates el plato de comida, pero la comida como protagónico, me resulta un gusto de muy mal gusto
.
Me he cuidado de esto por muchas razones, quizás la más importante es que algunos de mis lectores, familia y amigos, siguen viviendo en Cuba y considero complicadas las fotos que puedan traer cierto análisis y que el análisis pueda cuestionar algunas realidades, sin embargo ahora voy a escribir y el tema de motivación es mi madre y la comida. Debo aclarar que mantengo una relación con mi mamá especial a través de correos y llamadas telefónicas, pero hay temas que ella inteligentemente no toca o desvía y yo también inteligentemente me los ahorro. Los que conocen a mi madre, saben de qué hablo.

En varias ocasiones mi madre me ha dicho:  _ “…, no Roly, si tenemos comida, lo que pasa es que a veces no está en el lugar que queremos, en el momento que la necesitamos y al precio que podemos pagarla” Esto me confunde, porque hace ya muchos años que salí de Cuba y aunque por momentos tengo noticias sobre la Isla, no me siento con la información suficiente como para poder hacer un análisis objetivo sobre ningún tema. No se si mi madre me está diciendo la verdad, si es una estrategia para no preocuparme o sencillamente es una información ingenua para confundir al compañero que puede en ese momento, por casualidad, estar escuchando la llamada.

La pregunta es muy concreta. Hay comida o no hay comida?

Creo que cuando se vive en Cuba mucho tiempo estas definiciones se llegan a confundir y uno llega a aceptar o conformarse con su realidad, incluso se llega a ver como algo bueno y normal. A lo mejor es el resultado de un simple instinto de conservación y no lleva tanto análisis de trasfondo. Entonces pienso en la comida y por ejemplo los supermercados aquí, sabiendo de antemano que las comparaciones no son buenas, pero a veces resultan inevitables.

Desde hace mucho tengo la misión de acompañar a Martica a las compras, esta actividad es sistemática cada 15 días. A veces resolvemos lo que necesitamos en un solo supermercado, a veces visitamos tres en el mismo día. Esta misión no me gusta, o sea, no disfruto en lo más mínimo estando, como promedio, de dos a tres horas dando vueltas y vueltas dentro de una tienda y me siento como una fiera herida y acorralada a la que el domador da golpes con un látigo. Me agobian los colores, me incomoda el dale para adelante y para atrás, pero tengo que ir y entonces, he ido logrando controlarme y ya no me disgusto, ni me pongo bravo, sencillamente asisto, trato de colaborar y en la medida de las posibilidades agilizar el proceso. De vez en cuando incluso trato de encontrar un momento de felicidad rodeado de cajas, latas, paquetes, pomos, etc, encontrando la posibilidad de disfrutar mirando disfrutar a mi mujer.

Martica, la que sigue diciendo que a ella tampoco le gusta, disfruta enormemente el paseo. Es el momento para comparar precios, para investigar sobre productos, para leer etiquetas, para escoger y escoger la mejor opción, acciones todas que inevitablemente son altas consumidoras de tiempo. Pararse frente a los tintes de pelo es uno de los mejores momentos. No sé exactamente lo que pasa, pero a pesar de que el pelo siempre es teñido del mismo color y además de que el tinte siempre está, la acción no termina antes de haber cogido y mirado detenidamente tres, cuatro, cinco cajas diferentes. Ya pueden imaginar, yo adoro las canas.

Tratamos de comer sano, dentro de lo sano que significa comer en Estados Unidos todos los días. Eso se ha convertido en toda una profesión para mi mujer. Cada producto tiene que ser leído, estudiado y luego corroborado con internet. Estamos al tanto de las últimas tendencias de la comida orgánica y aunque alguna resulta cara para nuestros ingresos si la fuéramos a comprar sistemáticamente, tratamos de consumir lo que ahora llaman comida “healthy”. Estamos montados en la sal del Himalaya y en el aceite de coco. Esto es fantástico, duraremos 1000 años sanos, pero entonces compramos huevos y mantequilla orgánicos para el consumo como huevos  y mantequilla y huevos y mantequilla no orgánicos para postres  y comidas grandes. Carne orgánica? Aunque todavía no llegamos del todo allí, mi mujer invierte tiempo en mirar para cuando podamos llegar. JAJAJA.






Martica se niega a crear un método de compra, o sea, no a crear, sino a escoger un método, por lo que mucho está en su memoria y en la improvisación. Va caminando y va recordando las cosas que necesita comprar. Esto es bueno, mantiene el cerebro activo, pero hace que por momentos tengamos que virar y virar a buscar algo que se quedó e incluso que estemos en la caja pagando ya y haya que salir corriendo a buscar algo importante que no tenemos. Al final, después de todo, podría considerarse hasta medio divertido, o sea, por el mismo dinero a pagar puedes encontrar la satisfacción que trae la sorpresa tal como si estuvieras visitando un parque de diversiones. Mis compañeros me preguntan si practico un deporte de alto riesgo, de esos que producen en el organismo una alta cuota de adrenalina y yo le respondo que no, sencillamente voy al super con mi mujer.


Nota: He incorporado unas fotos. Para los que viven fuera de Cuba, no creo que resulten nada sorprendentes, las tiendas son parecidas en muchos lugares. Para nuestra familia en Cuba, disfruten mirando a Martica, ella es el objetivo central.

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