viernes, 3 de junio de 2016

Estos americanos son la candela.

A la verdad que estos americanos son la candela, como decimos en el más genuino idioma cubano.


El año pasado le regalé a Martica una maceta plástica que tenía dos flores bellas. Lo de regalar flores aquí no es ninguna hazaña, porque muchos lugares, tiendas, supermercados, ferreterías, servicentros, las hay todo el año, incluyendo en los inviernos más crudos. Muchas veces, el problema está en tomar la decisión de cuál comprar, en dependencia del gusto y obviamente del dinero. Todas son lindas y frescas.


Al llegar al lugar que me recomendaron, me cautivaron unas orquídeas de color azul, y aunque el motivo era que mi mujer estaba dejando la madurez para ponerse en camino a la tercera edad y el regalo era para ella, pues lo del color azul, que es mi preferido, se impuso.


Las flores estuvieron en la sala de mi apartamento casi intactas por varios meses, lo que justificó mi selección y sobre todo el precio que pagué por ella. JAJAJA, pero como todo, con el paso del tiempo se fueron cayendo las hojitas azules y sólo quedó la maseta con dos palos largos que no sabíamos si estaban vivos a muertos. Un día casi la echamos a la basura, bajo el criterio de que aquello jamás volvería a retoñar y tener flores. Por suerte no lo hicimos, siempre hay más tiempo que vida.

Lo de las flores no ha sido mi fuerte. Recuerdo que cuando nació Jennifer, yo estaba tan excitado, preocupado y ocupado que no le llevé flores a mi mujer al hospital. Por aquellos años gozábamos del bienestar de haber construido una sociedad nueva, justa, mejor y moderna, por lo que había flores para regalar. Año 1986, yo, desconociendo la tradición de regalar flores a las recién paridas, pues me lo brinqué sin mucho reparo. Para mí por aquellos años, el espíritu no era importante, lo que importaba era la materia. Estaba muy verde. Mi mujer nunca me ha hablado de eso, pero hoy creo que puede haberse sentido dolida o al menos jodida.

Pero como siempre hay tiempo para rectificar, pues me decidí a tener un segundo hijo, Jonathan para regalar flores. El nacimiento ocurrió en 1991 y .., puedo asegurar que caminé toda La Habana en busca del dichoso ramo de flores y no lo encontré. Las flores y casi todo lo demás habían desaparecido por aquellos años. Para aquel evento había madurado un poco, comenzaba a entender lo del espíritu, pero para mí desgracia como papá, las flores no existían.

Recuerdo cuando murió mi abuela Mama Yuya, al menos en La Habana se había adoptado la medida administrativa de que sólo se vendían, a precio módico, dos coronas por muerto, previo presentar el carnet de identidad. Si querías más coronas, tenías que sobornar a alguien en aquel taller que quedaba al lado del cine Marta, que irónicamente hoy se llama Alegría y luchar para que por "la izquierda" tu capilla en la funeraria estuviera más adornada. Mi abuela pasó, por decisión familiar, poco tiempo en la funeraria, por lo que no sólo no tuvimos tiempo a sobornar a nadie, sino que no hubo tiempo para recibir lo que le tocaba debido a que la premura del entierro rompía los planes de producción, se necesitaba tiempo para confeccionar las coronas. Los trabajadores de allí al final estaban medio cómodos, porque los muertos están en la funeraria cerca de 24 horas, así que mientras lleguen las coronas antes de levantar el cadáver, todo está en orden. He estado en velorios donde las flores han llegado cuando han estado recogiendo el cadáver. Recuerdo que, en camino al cementerio, mi tío Carlos paró en medio de la calle y le compró, casi le quitó, a un señor un ramito sencillo de flores que estaba vendiendo. Fue así, no había flores, y las que te tocaban se demoraban porque había que fabricarlas contra pedidos, asignaciones, plan, etc. y como podrán imaginar, los del taller tenían que vivir de algo. No sé cómo estará ahora, después de la visita de Obama, el tema de las coronas y los muertos, ojalá al menos en esto se mejore un poco, en lo que siguen en la construcción de la nueva, justa, moderna y mejor sociedad.

¿Se seguirá haciendo aquella emotiva actividad de echar flores al agua para conmemorar cada año la "desaparición" de Camilo?


Bueno, todos estos recuerdos vinculados a flores, porque recientemente, los dos palos que están en la maceta plástica, comenzaron a florecer y han echado varias orquídeas. Lindas. Lo que pasa es que ahora son blancas como el coco. ??????? El color que tanto me motivo a comprarlas y que tanto le gustó a Martica, no existe, de él no queda ni rastro.




Esto me ha hecho pensar en que estos americanos con la candela. Ni idea tengo de cómo logran teñir las flores para que cojan un color determinado que la naturaleza no da, no he tenido tiempo a investigar sobre este tema. Mirando la primera que compré y la que ahora tengo, me parece estar dentro de la película Avatar. Hay quien dice que las pintan, otros aseguran que las tiñen con líquidos especiales que le echan a la tierra para que la planta lo absorba. En realidad, no sé y no entiendo mucho de cómo sucede, aunque estoy convencido de que magia no es.


Hoy mientras escribo las miro, los palos tienen tres flores abiertas y dos más que vienen en camino, pero ahora lo que me asombra es el color tan blanco que exhiben.

Es como haber comprado otra planta, otro nuevo regalo. Estoy pensando volver a la tienda para que me devuelvan la mitad del dinero que pagué, pues al final, lo que me gustó y motivó fue el color azul que ya no existe. 

Hoy casi nada es de verdad, o es una verdad diferente.











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