Hace unos días hablando con Jonathan sobre un acontecimiento
ocurrido a uno de sus compañeros de trabajo, me mencionó un término que nunca
antes había escuchado para definir determinada conducta de los seres humanos.
Me habló de una tal Generación Microwave.
Cuando uno escucha microwave, le viene a la cabeza ese
aparato rectangular casi siempre que pesa una enormidad, que acelera los procesos en la comida; descongelar, freír, terminar de cocinar, etc., aparato sin el
que muchas personas hoy no sobrevivirían y esto lo puedo asegurar porque llevo
casi 6 años luchando con ellos en mi trabajo de mantenimiento y conozco lo que
se forma dentro y fuera de muchas personas cuando descubren que el dichoso equipo no funciona.
En efecto, el microwave, que todavía no sé exactamente si es
bueno o malo, sólo que a mi mujer no le gusta para nada, se utiliza para, sobre
todo, terminar algo muy rápido, algo que ya tiene que estar para los próximos
segundos, de donde la rapidez es exactamente la mejor justificación que nos da
un vendedor y la que encontramos los compradores para poseer uno. Luego vendrán
los colores, los tamaños, los botoncitos, los precios, etc.
Pues, parece que ese mismo término, microwave, se está
utilizando por los psicólogos y sociólogos para definir la conducta de un
grupo de personas y sobre todo las consecuencias de esas conductas. Entonces he
leído.
¿A qué se le llama Generación Microwave?
Este término puede y de hecho se aplica a cualquier persona
independientemente de su edad, sexo, clase social, etc., pero está encaminado sobre todo a los jóvenes, o al menos a una parte de ellos, porque es
precisamente en la juventud donde se aprecian más las características que
luego describiré y sobre todo las consecuencias de determinada forma de pensar
y actuar, muchas veces, aparentemente ingenuas, leves, inofensivas, sin grandes
complicaciones para la vida y otras, agresivas y dañinas y como si fuera poco,
destructivas.
Según los especialistas, las formas tradicionales de vida y comunicación
se han visto afectadas, truncadas y sustituidas por un enorme frenesí de los
medios sociales de comunicación, de donde, para mucho, se ha perdido el valor
real de las cosas y el tiempo, lo que ha cambiado de forma drástica el impacto
que ellos ocasionan.
El mal o desmedido uso de determinada tecnología, partiendo
de las computadoras y parando en los inofensivos teléfonos, está produciendo un
fuerte golpe en la mente y la conducta general de las generaciones actuales. Existe
una lucha, que ha devenido en costumbre a la vuelta de un click o de apretar un
simple botón, por disminuir los tiempos para acceder a cualquier cosa, desde
una pizza a hasta un informe oficial sobre el Ébola a nivel mundial.
Al parecer estamos violando muchos aspectos de la vida.
Hemos olvidado que hay que sembrar una semilla, luego esperar a que germine, ver
crecer una planta, para al final, con suerte, poder observar una flor o
comernos una fruta. Estamos creyendo que, a partir de la tecnología, la mejor y
más avanzada, podemos cambiar las estaciones del año y poner después del
invierno el verano y dejar la primavera para cuando termine el otoño. Apostamos a que las personas están bien, incluso los niños, porque saben moverse dentro de la pantalla en colores de nuestra computadora o celular.
Hemos concluido que no vale la pena recibir clases
presenciales en una escuela, pues todo lo que necesitamos aprender se obtiene
en la red viendo tutoriales o leyendo lo que otros han publicado. Ya no es necesario ir a ver a un amigo personalmente, porque al final lo vemos en Facebook todos
los días a través de sus publicaciones e incluso para muchos, la relación con
Dios y su hijo Jesús, resulta más fácil y rápida utilizando el WhatsApp.
Los más afectados en esta carrera en busca de lo fácil y la inmediatez, resultan los jóvenes que han nacido y crecido como producto y dentro de
las modernas tecnologías. Esto les ha propiciado la cultura de la rapidez para obtener y
la facilidad para el aparente éxito parcial. Muchos hoy llegan a la conclusión de que mañana
en la mañana tenemos que levantarnos millonarios como los millonarios que ven en la televisión, muchos apuestan por obtener los resultados inmediatamente,
sin darse cuenta de que muchos de esos resultados son efímeros y sólo
parciales.
No se tiene tiempo, el tiempo es una categoría vieja, sólo
para los viejos. Si hoy se puede comprar un celular, un libro, un par de zapatos, etc., a través de la web y
recibirlo a las 48 horas, entonces podemos a las 48 horas poder hacer y sobre todo obtener cualquier otra cosa.
Esto ha desarrollado, según los estudios que he leído, un
facilismo, en la misma medida que hemos olvidado el sacrificio, el esfuerzo, la
espera, la constancia, etc. La idea es obtener rápidamente y mostrar lo
obtenido, violando la secuencia de sembrar, esperar, trabajar, cosechar.
Para ese grupo, la Generación Microwave, todo es para ahora
y ahí el peligro. Al no ser para ahora, pues muy pocas cosas sólidas en la vida
se logran para ahora mismo, aparece la frustración, el desengaño, la depresión,
el no entender qué es lo que está pasando. En los casos graves, aparece como
síntoma la apatía, el olvido, el desinterés y en los casos más críticos, el
atentado contra la propia vida, pues se llega a pensar que no vale la pena vivir si hay que esforzarme todos los días para obtener un abdomen bien diseñado,
porque necesitan ese abdomen para mañana por la mañana.
Aparecen dentro de este grupo de personas, sean jóvenes o
menos jóvenes, las tendencias a la soledad y el sufrimiento en silencio, la
incomunicación, porque la frustración es enorme, en la misma medida que se ha
crecido sin contemplar que el éxito sostenible es el resultado de haber dedicado
muchos años a lo mismo, es la respuesta por haber fracasado en varias ocasiones,
aprendido de esto y haberlo intentado de nuevo por otras vías.
Hoy, todo lo queremos para hoy mismo, entonces pretendemos
correr en una carrera olímpica, que es la vida, sin antes haber aprendido a
caminar bien. Nos frustra el tener que subir escaleras escalones a escalones, cuando
en realidad nos parece que podríamos saltarnos muchos de ellos para llegar arriba.
Nos desgastamos, no sólo en tener un fingido y endeble éxito, sino en mostrar
ese mismo fingido y endeble éxito, ahora disfrazado a los que nos rodean, sin darnos cuenta de
que ese éxito puede necesitar y de hecho necesitará base para consolidarse y
poderse mostrar como algo real, estable y duradero.
La Generación Microwave, es aparentemente contenta, moderna,
activa, líder, pero en realidad sufre, no se adapta, pasa trabajo para
conseguir algo a largo plazo, pues está dotada sólo de dedos para mover teclas
y esperar el éxito en pocas horas e incluso en pocos segundos.
Son débiles y frágiles tan pronto la vida les pone el primer
inconveniente o barrera. No saben reaccionar y muchos, con sus “improvisadas
ideas del éxito” con el paso del tiempo, sólo logran quedar en el camino sin
haber hecho nada medianamente interesante para la prosperidad. En el mejor de
los casos logran sólo preservar la vida frente a la pérdida de un App dentro de
su celular, pero la huella que esto dejará en ellos los anula para próximos
eventos.
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