martes, 25 de febrero de 2014

Culturas. Similitudes y Diferencias. (Los compañeros de trabajo).

Sigue siendo difícil concluir o definir un tema tan grande, diverso y complicado como el de los seres humanos, sin embargo, casi siempre nos empeñamos en hacerlo sabiendo que corremos un gran riesgo. Como dije anteriormente, esto es lo que tengo hasta ahora, si algún día cambia mi experiencia o percepción, nada, cambiaré el cuento.

Comparto con Ruso regularmente, sobre todo lo escucho todo lo que puedo. Como siempre él dice, no llegó aquí con un casco rojo, lo que significa un puesto de supervisor y un buen salario. Lo que tenía al llegar al aeropuerto de Lincoln eran sus papeles de inmigración dentro de un sobre y dos cigarros cubanos, por lo que después de 15 años de luchar como un león y sobrevivir, su opinión me merece mucho respeto.

Él ha trabajado durante estos años con muchas y muy diversas personas, primero como dirigido, luego como dirigente y siempre que tocamos el tema de Estados Unidos y su gente, me dice que considera que la mayor virtud de los americanos es la bondad, quizás la solidaridad y que el mayor defecto, por llamarlo de alguna forma, es la hipocresía o algo parecido a ella.

Bondad e hipocresía, dos características difícil de entender que puedan ser poseídas por las mismas personas, porque casi siempre tratamos de encontrar en blanco y negro la respuesta, entonces o se es bondadoso y solidario o se es hipócrita. Sin embargo, ahora basado en mi propia experiencia, después de un año de vivir y trabajar entre americanos, pudiera tratar de explicarme a mí mismo. Es difícil, generalizar es peligroso, luego definir algo que no está inscrito en el Código de Hammurabi o en la Biblia, pudiera más que peligroso, ser loco.
Escribiré sobre mis compañeros de trabajo y los comportamientos que en ellos voy descubriendo. Es un grupo pequeño como para concluir nada, pero a lo mejor mi experiencia, más la del Ruso, más otras,  puedan ayudar a entender mejor las películas. Sólo a entender. Este es el objetivo.

La vivencia que tengo hasta ahora me dice que las relaciones dentro del trabajo, con los que comúnmente llamamos compañeros, son muy diferentes a lo que al menos yo he vivido. No quiero decir que mi experiencia anterior sea la correcta, pues crecí y me desarrollé en Cuba, donde todas estas cosas pueden ser muy diferentes. Primero nuestras características obtenidas de ser latinos y más aún, caribeños. Segundo el proceso revolucionario que abolió algunas fronteras entre algunas personas y nos llamó a todos iguales, o sea, no importa si eres jefe o subordinado, porque  al final puedes dejar de ser jefe mañana mismo, nada es tuyo y estas siempre prestado y puedes perfectamente mañana llegar a ser jefe por una tarea del Partido o un golpe de la suerte. Al final todos, o la mayoría, debíamos comer en el mismo comedor obrero.

Sobre este tema del igualitarismo se podría escribir unas obras completas más grandes que las que se le hicieron a José Martí, más de 50 años de un igualitarismo para los de abajo, o sea, falso, no se pueden resumir en unos cuantos párrafos. Cada cubano debe tener sus miles de cuentos sobre esto, yo ahora recuerdo dos que siempre me impresionaron.

Uno sencillo. En medio de aquello de que todos somos iguales, una joven estudiante de Derecho, en uno de los pasillos de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana, fresca como una lechuga le pidió un cigarro a mi abuelo Rafael. Para entender la enorme magnitud de este desenfoque tendría que hacer la historia de mi abuelo, cosa que no pretendo, baste decir que para mí y para muchos otros, fue uno de los profesores más importantes que tuvo esa facultad y por ende la Universidad de la Habana después del triunfo revolucionario hasta su muerte en 1986. Profesor de profesores. Por el cuento que recuerdo parece ser que la joven no murió de un infarto ese día porque su corazón, joven también, estaba fuerte. Quizás ella no era culpable, sino que se creyó mucho aquello de que todos éramos iguales.

Uno complicado. También recuerdo el cuento del disgusto de ese mismo abuelo, pues como parte de su plan de trabajo, en un momento pusieron a los profesores universitarios a revisar los albergues de los becados, entonces había que ir a los dormitorios y decirles a las “muchachitas universitarias” que tendieran las camas, recogieran sus ajustadores y que echaran las “intimas” envueltas en papel dentro del cesto de basura. Mi abuelo, profesor de profesores, fundador de facultades revolucionarias, escritor de libros por los que otros estudiaban, hombre en ese entonces ya maduro, revisando albergues y orientando a las “muchachitas universitarias” sobre como recoger ropas y botar desechos. Que locura.

A diferencia de esto, las personas con las que trabajo son muy reservadas, tanto que parecen vivir en la apatía o la indiferencia, según  nuestros patrones. Muy pocas veces comentan un problema surgido en el trabajo y cuando yo, por mi mala costumbre de querer saber, pregunto porque no entiendo lo que está pasando o desconozco un determinado problema surgido, la mayor parte de las veces obtengo la callada por respuesta y una miradita que me dice, para qué quieres saber tanto. Nadie sabe nada o nadie quiere emitir una opinión. Todo hay primero que consultarlo, nadie toma una decisión por adelantado.

He comprobado que a pesar de que muchos de ellos llevan varios años trabajando juntos, no se conocen de verdad, no saben dónde el otro vive porque nunca se han  visitado, imagino que nunca han compartido un café o una cerveza fuera de los límites geográficos de nuestro centro de trabajo.

Bondad. A pesar de esto que cuento, pienso que mis compañeros de trabajo son buenas personas. Ya conté que no he sentido discriminación alguna. He recibido apoyo, comprensión y enseñanza. Me arriesgaría a decir que, como soy un tipo cariñoso y sin tabúes, en mi caso particular, he recibido cariño, quizás por mi condición de nuevo en todos los sentidos. He comprobado que ellos han hecho un esfuerzo por aceptarme, ya que no soy una monedita de oro, y sobre todo enseñarme constantemente sobre los problemas que surgen en el trabajo. Asumo con esto que se quitan algo todos los días para dármelo, para que yo sea mejor y pueda insertarme lo más rápido y fácil posible.

El problema no está ahí precisamente, no tiene que ver directamente con el trabajo, sino que existe una línea invisible, que actúa como frontera, que las personas no gustan traspasar. Lo que no me parece malo del todo, pues no estoy abogando por la metedera constante en los problemas del otro, pero la actitud de no querer saber nunca nada, me parece un extremo al que no estoy acostumbrado.

Soy un tipo de opinión. Lo bueno es bueno y lo malo es lo contrario, venga de donde venga y ésta opinión trato de emitirla siempre. La emití en Cuba todo el tiempo que viví allí, sabiendo y viviendo las consecuencias que ésta posición traía. La emití en República Dominicana, donde las consecuencias no faltaron, aunque fueron diferentes y trato de emitirla aquí donde vivo ahora, a veces en inglés, otras bajo el lenguaje de las señas e incluso dibujando en una pizarra. A veces mis compañeros me miran como si yo estuviera loco.

En estos meses he vivido cómo despidieron en momentos diferentes a dos personas. Dos jóvenes, que aparentemente hasta el día que fueron despedidos, habían sido dos buenos trabajadores. Uno por violar una política de la compañía, la otra, era una muchacha, creo que por tener problemas con una compañera de trabajo. Y para mi asombro, nadie comentó nada. Fue como si nada hubiera ocurrido.

La gente pasaba de un lugar a otro, todo el mundo sabía lo que estaba ocurriendo, pero nadie decía nada. Ni a favor, ni en contra. Entonces yo preguntaba y era como si hablara en chino. Nadie sabe nada, nadie vio nada y lo que es peor a nadie se le ocurre llamar a la persona despedida con o sin razón, para averiguar, preguntar por su vida a partir de ese momento, brindar solidaridad o apoyo. En el fondo la gente lo siente, luego con el paso de los días lo descubres, pero de sentirlo a hacer algo, va un gran trecho. Las mismas personas que hasta ayer se reían contigo durante las 8 horas de trabajo, hoy te desconocen, o sea, el despedido nunca existió, nunca estuvo. Es duro, pero quizás sea una forma aprendida para protegerse. Nosotros, por la forma en que hemos vivido, podríamos parecer suicidas.

Hipocresía. He apelado al Diccionario de la Real Academia Española para meterme en este tema, sé que algunos de mis amigos son conocedores del castellano y entonces no quiero problemas, JAJAJAJA. Según esta fuente, hipocresía es “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”, por lo que no puedo probar que esta sea una características que los americanos posean de forma general.
Si he notado algo, todos los que me rodean lo han notado, ellos, al menos los de Lincoln, siempre sonríen, con esa sonrisa que confunde, pues puede ser alegría, deseos buenos, buena educación o sencillamente puede estar diciéndote, púdrete.

Esto ocurre en el trabajo. Cuando llegan los jefes de jefes, todo el mundo sonríe, a veces me pregunto por qué, porque hasta ese momento nada gracioso estaba ocurriendo. Los libros de marketing hablan de sonrisas, pero no tanto. Uno no sabe dónde está o cuándo aparece el problema, porque la mitad de las veces todo comienza con una sonrisita que funciona como un rápido prólogo. Quizás están acostumbrados a sonreír para tratar de quitarse el palo de arriba, o al menos que el palo les dé menos fuerte, o para demostrar una subordinación obediente.

Sonrisa que no es pequeña, pero tampoco es grande, más que todo parece una sonrisa mecánica y de ahí la apariencia de prefabricada. Situación parecida a los mensajes que se dan por teléfono cuando alguien llama, se hacen de forma tan mecánica, que llegan a ser extremadamente fríos y poco entendibles,  contradiciendo la lógica para la cual dicen los libros que deben usarse.

Lincoln como ciudad es alegre, así está tipificada de forma general. La gente es educada, correcta y generalmente está de buen humor, sin embargo a veces uno siente que la sonrisa es prefabricada, como un reflejo muy bien condicionado para sobrevivir.

No creo que mis compañeros sean hipócritas, al menos no conmigo, aunque sí me parece que entre ellos la relación es bastante superficial, como diseñada para utilizarla durante la jornada laboral obligatoria y mientras dure la relación contractual con la compañía. Creo que no se establecen sentimientos que lleven a una relación más profunda de compromiso o hermandad, porque nadie sabe lo que pueda pasar. Lo del compromiso y la hermandad está reservado para muy contadas y especiales ocasiones.

Esto me choca, quizás no porque ellos estén mal, sino porque el anormal soy yo. Todavía a mi edad y a pesar de los trastazos que la vida me ha dado, siento muy rápido la necesidad de comprometerme con un amigo, con un cliente, con un compañero de trabajo o un viejo que está sentado sobre una piedra, tomar partido y colocar a la gente en el plano de amigos. Creo que esto ya no podré cambiarlo.

¿Inmaduro aún o kamikaze en USA?

sábado, 15 de febrero de 2014

Culturas. Similitudes y Diferencias. (Los Clientes)

Conozco que algunos de mis amigos lectores son un poco sensibles, por lo que quisiera aclarar que, con lo que voy a escribir no estoy evaluando, censurando y mucho menos comparando  a nadie. Solo voy a hacer el cuento de lo que veo todos los días. Claro que como este cuento es mío y estamos en “América” no tengo que pedir mucho permiso para hacerlo. Si quieren otro cuento, tendrán que buscar otro escritor. JAJAJAJAJAJA

Hoy que voy a escribir sobre las culturas, costumbres, tradiciones y formas de vida, me viene a la memoria que todavía trabajando en el Museo de la Ciudad, planificábamos las actividades para celebrar el V Centenario de la llegada de los “cabrones” primeros españoles a América. El mundo entero hablaba del “Descubrimiento del Nuevo Mundo”, mientras que en Cuba y creo que algún otro país en Latinoamérica se peleaba porque fuera reconocido el hecho como el  “encuentro entre dos culturas”. ¿Encuentro? Ya saben, tremendo desgaste. Un mismo evento, dos grandes filosofías detrás de los nombramientos. Cuba como siempre igual que el curro con aquello de, "si muero en Madrid que me entierren en …"

El tema de las semejanzas y diferencias entre los seres humanos, las culturas, la idiosincrasia, las tradiciones es muy basto. Tanto que es difícil dar una definición exacta. No pensar que yo aquí pretendo agotarlo. Ni que estuviera loco. Lo cierto es que trabajo en Tanglewood, uno de los residenciales de Richdale Apartment Group y eso me permite todos los días chocar con este asunto. Todo el santo día.

Las personas en mi residencial son muy diferentes unas de otras. Me parece que priman los jóvenes, aunque lo de las edades es muy variado; tenemos una cliente fuerte como un roble, que vive sola y tiene 94 años. Más diverso aún es el tema de los orígenes, entonces tenemos norteamericanos blancos por supuesto y afroamericanos, invento para llamar a los negros nacidos en USA, latinos, denominación para meter a todos los que nacieron debajo del Río Bravo incluyendo a las Islas del Caribe, unos pocos europeos, verdaderos africanos de África, árabes y asiáticos, estos últimos divididos en chinos, vietnamitas, algún que otro japonés y otros, grupo donde se meten a todos los humanos con ojos rasgados y un poquito más de un metro de estatura. Toda esta diversidad de orígenes genera una enorme diferencia en las formas físicas, las vestimentas, la manera de hablar el inglés, de comer, en fin de vivir. 

Como la mayor parte de mi trabajo es arreglar cosas dentro de los apartamentos, tengo la autoridad y las llaves para poder entrar cuando los residentes no están y es ahí de donde proviene mi experiencia.

Para comenzar, en muchos apartamentos es difícil abrir la puerta porque el reguero comienza justo detrás de ella; hay lugares donde parece haber pasado una guerra o un enorme tornado. Todo está tirado en el piso, exactamente todo, ropas interiores y exteriores, papeles, zapatos, restos de comida, latas y pomos de todos los líquidos inventados, equipos electrodomésticos, tal como si en vez de una vivienda estuviera presenciando uno de esos basureros que se ven con frecuencia en las películas.

A veces existe un pequeño trillo para caminar desde la puerta de entrada hacia la cocina y hacia el cuarto, todo lo demás está cubierto de las propiedades limpias y/o sucias del residente.

Al principio pasaba mucho trabajo, pues trataba de entrar y moverme sin pisar un ajustador o una media, un pantalón, etc. Hoy, como a todo se acostumbra uno, entro con lo que traiga conmigo y le paso por encima a lo que me encuentre. A veces, los trillos entre cajones, muebles y ropa, son tan estrechos que de frente con algo en la mano no se puede pasar. Aunque pueda parecer mentira, es real. Es sencillamente para mi gusto, una locura.

Tengo muchas fotos de estos apartamentos tomadas clandestinamente para enseñárselas a los míos, no las puedo poner aquí porque son clandestinas y nadie sabe a dónde puedan llegar una vez publicadas. Esperaré y ustedes conmigo, a hacerme famoso, quizás después pueda montar una exposición en alguna galería de arte, de seguro será todo un éxito. Tengo que conservar mi trabajo y como saben, aquí te cancelan a las menos cuarto.

Martica se queda horrorizada al ver cómo viven algunas personas y piensa en todo lo que le hemos exigido a nuestros hijos. Tengo aquí una amiga que, siempre riendo, nos dice que los latinos tenemos un gran problema con la limpieza y la organización. Puede ser cierto, los apartamentos donde viven latinoamericanos generalmente se mantiene todo recogido.

Caso particular el de los chinos, además del reguero, desde que entras a un apartamento de chinos, el olor impregnado en los muebles, paredes y alfombra, los delata. Ellos echan a la comida cuanta salsa y polvo se ha inventado, pero además pueden comer y perfectamente dejar lo que sobró de la comida en los platos sobre la mesa de un día para otro o para otro más. Lo del olor diferente llega a convertirse en tremenda peste.

Las cocinas de los chinos son todas iguales, pomos y más pomos por dondequiera, cazuelas y sartenes usados con restos de comida o salsas y los fregaderos llenos hasta el techo de cosas por fregar. Muchos de ellos fuman como locos, por lo que a todo lo anterior hay que agregar el olor a cigarros chinos, que no sé con qué los fabrican, pero su olor y sabor es muy diferente a lo que al menos yo conozco.

Es llamativo, porque los asiáticos, también los árabes, siempre se quitan los zapatos para entrar a los apartamentos, entonces desde que te paras frente a la puerta, comienzas a ver todos los zapatos que poseen, lo que se extiende detrás de la puerta y por todo el apartamento, complicándonos la vida a los que entramos a trabajar y pretendemos salir ilesos.

Los problemas más frecuentes en mi residencial son, las tasas de baños y fregaderos tupidos. Tema cultural. No existe un día que no aparezcan estas órdenes de trabajo.  Al principio yo me preguntaba ¿qué comen estas personas?, por aquello de "como come el mulo así ...", porque conozco que las tasas de baño se tupen en cualquier lugar e incluso cualquier sistema político, pero no tanto.

Con el tiempo descubrí, cosa que he corroborado con Jill y Joaquín, que muchas personas no tienen costumbre de utilizar el cesto para el baño. ¿Será antihigiénico? Entonces todo lo que usan lo echan por la tasa para abajo, quizás confiando en la suavidad del papel sanitario, los modernos diseños, la costumbre de letrinas rurales, etc. Esto me hace pensar en Cuba y la clásica limpiada con el periódico  Granma. Ni las más modernas tasas están preparadas para eso. Me rio de vez en cuando, pues recuerdo a mi padre protestando porque nosotros, tres hijos varones de buen comer, con mucha frecuencia tupíamos la tasa del baño. Si él trabajara en uno de estos residenciales, ya hubiese pedido la baja.

Otro tema es el de los fregaderos. En mi residencial son dobles y en una de las partes tienen un “garbage disposal”, que en español es más o menos algo así como máquina o equipo para moler o triturar los desechos. Y es esto precisamente lo que complica el asunto.

¿Qué hacemos nosotros en el nuestro? Primero tiramos a la basura lo que nos sobró de la comida, que aseguro que no es mucho porque no hemos dejado de ser cubanos, enjuagamos lo utilizado y luego lo fregamos. Claro, como dice mi amiga, somos latinos. Siempre se va algo para el fregadero,  granos de arroz, un poco de salsa, algún que otro frijol y eso es lo que trituramos.

¿Qué hacen los de mi residencial? Todo lo tiran por el fregadero. Toneladas de comida cruda, incluyendo  pedazos de carne o la mitad de una cazuela de espaguetis que no llegaron a preparar; todo lo que sobró, independientemente de la cantidad o tipo, pero además todo lo que hay que desaparecer como pedazos de plástico o vidrios de un vaso o tasa que se rompió, pedazos de cables, etc.

Alguien dijo que el aparato sirve para triturar, entonces no compran ni jabas, ni cestos para la cocina. Todo va por el triturador, hasta que obviamente todo ese sistema moderno bien diseñado colapsa y el agua negra y podrida de la tupición pasa a veces de un apartamento a otro.

Las tupiciones son tan grandes que después de trabajar horas y probar todos los métodos a nuestro alcance, no hemos podido resolver y terminamos llamando a una compañía especializada que posee aparatos más grandes y obviamente más experiencia en las tupiciones. ¡Qué fenómeno!!!!!!!!!!!

A veces los problemas son en los refrigeradores. Se congelan y comienzan a meter el agua para adentro. Normal, eso pasa también en cualquier lugar y sistema político. ¿qué hacía mi suegra Marta como símbolo de la mujer cubana?, lo desconectaba de la corriente, abría la puerta y le ponía al frente un ventilador sobre una banqueta, esperaba que se descongelara, lo limpiaba y le dejaba adentro un platico con un pedazo de carbón para recoger los olores, lo conectaba a la corriente nuevamente y san se acabó.

Aquí de forma urgente llaman a mantenimiento. Entonces eso me permite ver lo que compran y comen, como si estuviera haciendo una investigación de mercado. Como ya les dije, la mayor parte de los residentes son jóvenes norteamericanos, por lo que los productos estrellas son las pizzas congeladas y las bebidas, no alcohólicas en menor escala y en grandes cantidades las alcohólicas, sobretodo cervezas. Cuando la residente es una muchacha joven aparece algún que otro heladito y paqueticos de vegetales congelados. Los chinos siguen siendo los líderes en el tema comida, aunque no puedo definir lo que comen porque todos los pomos, paquetes, incluyendo las cervezas, están en chino. En los refrigeradores de las personas mayores pasa lo contrario. Quizás por la intención de prever, no cabe ni un chícharo más dentro del congelador, comida y más comida. Esto hace complicado mi trabajo porque luego de descongelar el aparato tengo que meter todo lo que saqué de él y la mayor parte de las veces, nunca cabe todo de la primera vez. Gran alivio cuando la residente, luego de verme meter y meter paquetes, me dice sonriendo que no me preocupe que ella lo organiza nuevamente.  JAJAJAJA. Las mujeres tienen un sexto sentido para organizar congeladores.

Llamativo en los árabes, africanos y los chinos, es la temperatura que ponen en sus calefacciones. Algunas veces nos llaman porque la calefacción no funciona bien y después de salir casi corriendo, cuando llego al apartamento y abro la puerta siento una bola de candela que me viene para arriba, voy al control y tienen 84º Fahrenheit. Es como para cocinarse y lo asombroso es que lo quieren aún más alto.

Tema similitudes y diferencias. Nada, debería yo pagarle a la empresa por permitirme este curso divertido, a través del cual todavía estoy aprendiendo. 

En realidad, a veces no tan divertido. JAJAJAJAJAJA



martes, 11 de febrero de 2014

¡Qué linda es la nieve!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!



Como pueden ver,  seguimos en invierno.

Todos los días recuerdo el chiste del tipo que se muda para un lugar con nieve e increíblemente ahora el tipo del chiste soy yo.

Esta semana ha sido la más fuerte de la temporada. Nevó varios días y ha hecho un frío enorme. Da la sensación de estar metido todo el día en un congelador.

La cosa se complica  más, porque por momentos hace mucho viento, entonces el frío se siente como si estuviera varios grados por debajo de la realidad. Hay que abrigarse bien, como la cebolla, por capas  y comer comida caliente.

He tenido que trabajar de noche y de madrugada, la experiencia resulta incontable. No obstante, sigue habiendo plazas para amigos aquí en Lincoln.

Les dejo unas imágenes para que puedan tener una idea de lo que necesitaran enfrentar.











Ardillas Capitalistas




En realidad, no sé por qué me llaman tanto la atención las ardillas ahora, a lo mejor es porque me recuerdan mi infancia.

Los cubanos que tienen más de 50 años, seguro recordaran las ardillas que andaban libremente en el Zoológico de 26, no recuerdo que las hubiera en otro lugar, al menos en La Habana y pensándolo ahora no sé cómo no se salían de allí. A lo mejor les habían orientado por el “núcleo y los comité de base” que no se trasladaran para que los pioneros disfrutaran de su presencia.

Lincoln está lleno de ardillas por todos lados. Abundan las carmelitas, las clásicas, aunque de vez en cuando se ven algunas totalmente negras, cosa que yo no había visto ni en los libros, ni en las películas de muñequitos.

Están acostumbradas a andar entre los árboles y jardines de las casas e incluso permiten que los humanos se les acerquen bastante. A veces posan para las fotos. Son muchas las personas que les ponen comida en las ventanas de las casas o a los pies de los árboles para ayudar a alimentarlas, sobre todo ahora en invierno, que supongo la comida para ellas escasea.

Martica es una de esas personas. Tan motivada estaba al principio de llegar aquí, que se equivocó y le puso varias veces almendras. Ahora sin perder la motivación, ha cambiado la ayudan por pan, al final se dio cuenta que ella no trabaja en Naciones Unidas y lo de las almendras era un exceso. JAJAJAJA

Con frecuencia las ardillas se equivocan y mueren aplastadas por las gomas de los autos cuando tratan de pasar de una acera a otra por la calle, la  competencia con los carros es dura.

Son lindas hasta que en el residencial donde trabajo un cliente llama a la oficina para decir que tiene ardillas en el ático, porque entonces los de mantenimiento tienen que subir, poner trampas, reparar los huecos por donde entraron, sustituir pedazos de cables eléctricos a los que le comen los forros, etc.

 No creo que en el Zoo de 26, menos en el mega fracaso del otro zoológico hoy existan, lo que es una pena, pues adornan sin hacer mucho daño. Lo de comer frutos secos o bellotas, es un invento del capitalismo, JAJAJAJAJA, pues Martica ha demostrado que pueden vivir perfectamente comiendo pan, así que tampoco salen tan caras, al menos para los pobladores de Estados Unidos.