jueves, 11 de mayo de 2017

Abril de 2017. Regreso a Cuba. (Tercera Parte)

Como ya dije, no es mi intención hacer más leña del ya árbol recaído, sin embargo, hay varias cosas que me llamaron la atención, más allá de la visible y evidente destrucción de calles, edificios, etc.



























1.- Mucha de las personas con las que hablé, tuvieron la intención de demostrarme que la cosa está mejor y que hay de todo, refiriéndose a la comida que se vende en los agro mercados y la apertura de algunos restaurantes privados y algunas tiendas de ropa semi clandestinas, además de un cada día más sólido mercado negro, donde se puede conseguir casi todo lo que uno necesita. Y esto me resultó increíble porque muchas de estas personas no tienen acceso a dichas tiendas, ni a los productos caros que se venden en los mercados y mucho menos a sentarse en uno de esos restaurantes a comerse un plato de comida.

El cubano no se rinde, la idea de que se está mejor y que hay de todo, sigue siendo una ficción a mostrar al visitante, algo así, tal como se ofrece una taza de café. La misma ficción que hizo sembrar en los parterres y jardines boniatos y papas o criar aquellos pollitos, popularmente llamados Pérez Quintosa, que un día el gobierno entregó por núcleos familiares, para comer. Hay de todo, sencillamente porque no se tiene conciencia de lo que todo significa.

2.- Todas las personas con las que hablé, sabían más de Estados Unidos que yo. Otra linda intención de demostrar que se está al tanto de todo. Algo así como, no tenemos mucho para tener, no tenemos hoy ni la brocha pegada al techo de donde aguantarnos, pero estamos informados.

3.- Descubrí a muchas personas, como me enseñó mi doctora Mayi, muchos de mis lectores conocen a mi pediatra, con el “síndrome de encefalograma plano”, o sea, más menos algo así como personas que ya su cerebro murió y que están vivas porque su corazón aún late y sus pulmones toman aire. Muchas personas están destruidas, no físicamente, aunque también las hay, sino destruidas del cerebro, sin esperanzas, sin objetivos, sin saber qué hacer mañana. Personas que se alegraban de verme y me decían, “tu si estás bien”, sin saber exactamente cómo funciona mi organismo, apelando solamente a mi lugar de residencia. Venía del YUMA, pues entonces tenía que estar bien.

Lo del encefalograma plano, no es nuevo. Es un padecimiento que se ha venido instalando en Cuba desde hace mucho, pero, para mí, que llevaba años sin estar allí, ahora es más que evidente. Muchas personas, ya no están, se conforman, se lamentan, esperan a que algo pase, pero no saben qué es ese algo, de dónde puede venir, hasta dónde puede llegar, etc. Sólo piensan en que pase algo.

Me llamó tanto la atención esto, que quedé con Mayi, que, para mi próximo viaje, trataría de buscar un aparatico, que seguro aquí donde vivo existe, para antes de ponerme a conversar con algunas personas, hacer la prueba del encefalograma, si la tendencia es a mostrarse plano, pues tampoco intentaría invertir mucho tiempo en temas profundos para no hacer más daño.

Martica


























4.- Me llamó mucho la atención la conformación de la población en Víbora Park hoy. Y no es un asunto de racismo, sino un tema puramente racial. La población negra y mulata oscura ha aumentado enormemente. Sentado en mi portal, fui testigo durante 12 días de la cantidad de negros que bajan y suben sin hacer mucho, en grupos de tres, cuatro o cinco, de ambos sexos. Parece que no van a ningún lugar, caminan sin apuro, medio vestidos o medios desnudos, depende cómo se quiera definir. Ahora, de nuevo, con unos equipitos portátiles de música con muchas lucecitas de colores que parece se han puesto de moda. Como estuve mucho tiempo sentado en el portal, puedo asegurar lo que digo y no es que sean nuevos los negros en Cuba, para nada, pero eran poco comunes en Víbora Park. Puedo describir con nombre y apellidos las casas de vecinos negros que existían cuadra por cuadra.

Los de allí, frente a mis insistentes preguntas, me dijeron que eran orientales que viven en los edificios que construyeron y que en busca de mejoría se han ido mudando a La Habana, de donde Víbora Park no escapa ni por asomo. Es cierto, tienen el derecho a venir a mejorar, sobre todo si mejorar se le llama a pasear por las calles con pantalones medio caídos, gorras viradas, musiquita de difícil comprensión y no hacer mucho durante el día y la noche. De seguro han mejorado.

5.- El consumo de alcohol se ha desbordado para mi gusto. En sentido general, los cubanos somos tomadores de bebidas alcohólicas. El ron, la cerveza y todo lo que nos hemos ido inventando durante todos estos últimos años que se pueda tomar, se ha tomado.

Nos gustan las fiestas, las reuniones de amigos, el sexo, los deportes, las discusiones. etc., y para todo eso siempre un poquito de alcohol es bueno, según recomiendan los psicólogos cubanos también bebedores. Sin embargo, lo que me llamó la atención es la cantidad de personas, incluyendo a muchos de mis amigos de la infancia que suben y bajan con botellas plásticas, reconocidas en Cuba como pepinos, llenas de ron de calidad dudosa, dando tumbos en cada uno de sus pasos. Sigue siendo cara la cerveza  y el buen ron para el pueblo cubano que vive o inventa un salario para pasar el mes, entonces se consume cualquier ron o alcohol, no para festejar, no para compartir, sino sencillamente para olvidar.

El cuadro es complicado y hablo sólo de Víbora Park. Muchas personas sin trabajar el día entero, sentadas en las esquinas o caminando por caminar de aquí para allá a ver qué pasa o qué se pega, gente sin futuro, sin ideas claras de lo que pueda pasarles mañana, sin planes u objetivos, consumiendo alcohol todos los días, muy propensos a contraer el ya comentado síndrome del encefalograma plano. El alcohol es bueno, puede conservar el cuerpo, pero lamentablemente comienza por acabar con el cerebro. No quiero decir que sea algo planificado, eso de acabar con el cerebro, pero a pesar de las dificultades, un país que importa pescados y sal, más casi todo lo demás, pues ha mantenido una oferta estabilísima de algo a lo que se le llama ron.

Jonathan



























6.- Muchas personas con celulares cómicos, o sea, no aquellos aparaticos flex, con pantallitas pequeñas en blanco y negro. Para nada, muchos poseen celulares mejores incluso que el mío, que, por pudor, como no tenía acceso a red, pues tuve a bien no sacar del cuarto donde lo puse cuando llegué. Y esto es una gran contradicción. Viví en Cuba y también tuve un celular, pero lo tuve cuando me lo pude pagar, o sea, cuando mi vida laboral obtuvo un apellido en dólares. Nunca antes lo pude tener, pues la idea de mantener a dos hijos dejaba siempre para último cualquier necesidad de comunicación que no fuera la del teléfono de casa o la de boca a boca.

Sin embargo, hoy muchas personas, mayormente los jóvenes se quejan de lo cara de la vida, de la imposibilidad de tener un buen trabajo, de lo que hay que luchar para poder comer algo en el día o vestir algo a la moda, pero muchos, con saldo o sin saldo, tienen en las manos un celular. A tal punto creo que está el asunto que los que no lo tienen se deben sentir aún más mal de lo que ya se pueden sentir. Muchas personas se sienten necesitados a justificarse por no tenerlo.

7.- Después de todo esto que pudiera malinterpretarse y mal leerse como malo, algo muy bueno me llamó la atención y fue el nivel de información que tiene allí muchas personas. Lo que no es nuevo, pues podemos ser famosos los cubanos por agenciárnosla para siempre estar en la última.

Estuve rodeado de muchos jóvenes durante todos los días que allí viví, eso me gusta y debo reconocer que tengo sangre para ellos y puedo decir que me impresionó el nivel de información y conocimientos que ellos tenían. Vi muchas veces a mi sobrino Ian, mantener una conversación de “tu para tu” con mi hijo Jonathan, sobre temas de tecnología, computadoras, programas, etc. y para nada sentí que mi hijo lo aventajaba. Vi a mi sobrino Fabio estar al tanto de las tendencias internacionales de la fotografía artística y poseer una muy buena cámara fotográfica con la que se ayuda a hacer muy buenas fotos. Otros amigos tan al tanto de la música, que estaban más informado que yo, que me dedico aquí a saber de música.

Muchas personas, muchas, suscritas sistemáticamente con una frecuencia semanal a algo que allí llaman “el paquete”, otro secreto a voces, donde están viendo sólo con una semana de retraso la enorme programación de la televisión norteamericana, novelas, películas, noticieros, documentales, series, etc.

Es verdad, Cuba tiene muchos problemas, mucha gente en el invento sin trabajar, mucho alcohol en las calles, mucho síndrome de encefalograma plano, un gobierno que es lamentable, pero también hay muchos, pero muchos cubanos que están adelante, en la última, luchando, con ese sentimiento que no sé de dónde sale en la historia de querer y poder.

Los jóvenes, y los no tan jóvenes, no digo que todos, pero una buena parte, por lo menos con los que hablé tienen sólo una idea clara, y es la misma que tuve yo y que hoy disfruto.

En los ratos que estuve sólo, que fueron pocos, recordando muchas de las conversaciones que sobre Cuba he tenido en estos 10 años de no estar, me venía a la cabeza una pregunta, siempre la misma pregunta, ¿cómo sobreviven?

Pero muy rápido descubría, también en mi cabeza, la misma respuesta. Sobreviven como sobreviví yo durante todos los años que vivé allí, que no fueron pocos. Sobreviven porque no se dan cuenta que lo están haciendo, sino que los de allí hoy, siguen un ritmo, siguen un patrón diario de lucha. Por tanto, al mirarlos desde afuera puede parecer que sufren, sin embargo, para nada en medio de tantos problemas encontré ese sufrimiento. Eso sí, el ritmo y el contenido de ese ritmo, es diferente al mío, por ejemplo, pero ese es el ritmo que existe y por tanto, no es extraño. Muchas personas quieren mejorar, pero como no saben mucho lo que esto significa, pues te demuestran que están luchando, pero no sufriendo.

Muchos de los de aquí hoy, nos hemos puesto medio payasos y entonces comenzamos a decir que no sabemos cómo se puede vivir sin servilletas, sin determinada pasta de dientes, sin acceso a Facebook, sin un carro, etc., etc., etc. Si, es cierto, las servilletas ayudan, pero para un pueblo que no las usa desde hace casi 60 años, pues no hay nada más común que secarse las manos con el pantalón o short de turno, tal como hacía yo durante mis años cubanos. Nada ha cambiado. Los jóvenes se siguen chupando los dedos, cosa que por demás es bien rica, aunque protocolarmente no sea bien aceptada.

Foto tirada por mi sobrino Fabio, a la que al verla he bautizado como "el paso del tiempo, 10 años después".
Esa instalación y llave de paso fue puesta por mí y mi hermano Ivan, en la casa de la playa de los Tomé, el último año que allí estuve de vacaciones, 2007. A la hora de emocionarme, pues me emocionó ver la llave y su aguante en el tiempo.
Algo curiosísimo pude ver, tan curioso que aún no salgo de mi asombro. Viví muchos años en Villoldo, exactamente frente a, digo yo, el comienzo de la calle Roma, porque entre otras cosas me gusta ver que ese es el comienzo. Esquina señalada, desde hace muchos años también, para recolectar la basura de los vecinos, por lo que además de la historia de Víbora Park, tengo todos los detalles de esa esquina como basurero.

Durante mucho tiempo esa esquina se convirtió en un enorme vertedero, donde todos tirábamos la basura, que luego pasaban semanas sin que fuera recogida. Bueno, ahora hemos mejorado y han puesto dos tanques azules, con ruedas y todo, para que los vecinos no tiren la basura en el parterre junto al árbol. Genial, gran idea. El árbol ha recobrado vida.
Y determinados días a la semana, viene un camión de cama fija con varios obreros para recoger la basura. Hasta ahí más que bien, casi para hacer un documental, pero para mí asombro, como el camión no es exactamente lo que diríamos un camión para recoger basura, pues los obreros bajan y con una magistral maniobra, viran los dos contenedores en el medio de la calle y luego con dos azadones, al estilo medioeval, meten la basura en cajas plásticas para poder subirlas al camión.

La intención es buena, recoger la basura, pero el método me pareció dantesco, o sea, la basura y los líquidos que los desperdicios crean, son sacada, o mejor, tirados en el medio de la calle y luego, con la tradicional guataca cubana, introducida en cajas plásticas y subidas al camión.

Vi varias veces este procedimiento, que no dudo incluso, como en los años de gloria, se esté recomendando como la experiencia cubana en recogida de basura y luego de que los obreros se marchaban, dando su tarea de "recogida" por terminada, en la calle quedaba la mitad de lo que ellos mismos habían sacado de los nuevos contenedores azules y por supuesto todo el líquido fétido producido por la basura en descomposición.

Ya dije que monté mi campamento en Villoldo 112, y entonces viví a mi cuñada Lourdes, que cada 15 minutos hace rondas de recogida de basura dentro del jardín de la casa. Cuando el aire aparece por Roma, todo lo que es movido va a parar y se queda en Villoldo. ¿Alguien, por favor, puede recomendar otro método?

A pesar de los pesares y de estos pequeñísimos problemas que he contado. Me fue muy bien, mejor de lo que cualquiera puede imaginar. Durante todos estos años, he escuchado a muchos amigos decirme, casi asegurarme, que a los tres o cuatro días, después de ver a mi familia y amigos y repartir los regalos, me entrarían unas ganas enormes de regresar. Muchas personas dicen categóricamente no soportar aquello por muchas horas. Ya saben, nos hemos vuelto medio payasos.

Pues yo, me hubiera quedado 10 o 15 días más, es más, de poder, podría irme de nuevo mañana por la mañana. Claro, que mi condición, ganada en la batalla norteamericana, por primera vez en la vida, me permitía estar sin grandes preocupaciones sentado en el portal, observando detenidamente el proceso de recogida de la basura. No tenía apuro, no tenía nada que conquistar, para nada mi interés era impresionar a mis vecinos y como ya dije, no extrañaba Varadero, como tampoco extraño Dubái.


Sencillamente, en short y sin camisa, me hubiera quedado más días, …., de visita, y no creo que tenga que ver con un tema de patriotismo. Un día escuché a Joan Manuel Serrat decir que su madre decía que la patria era aquel lugar que le permitía darle de comer a sus hijos y eso me gustó. Por tanto, el sentimiento de quedarme, no tiene que ver mucho, creo yo, con el tema de la patria grande y sagrada, eso me aburre, sino con aquella patria chica y aquellas personas, anécdotas, historias, recuerdos, que se tienen y se vuelven a tener en el pequeño espacio por donde se camina y se vive todos los días

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