Y se nos
casó “El Jonathan”.
Érase una
vez en …. Si las lindas historias de amor existen de verdad, esta podría ser
una de ellas.
Nuestro hijo
Jonathan llegó a República Dominicana en 2009, era muy joven, y después de los
primeros encontronazos de esos que hacen crecer rápidamente teniendo en cuenta
que era un ambiente totalmente diferente al que estaba acostumbrado a vivir,
además de repetir el 12 grado, cuando terminó tuvo que salir a trabajar. Tan
pronto se aplatanó, muy rápido comenzó la cacería, de esa casería en la que
muchos cubanos son especialistas, de esa que lucha por conquistar al sexo
opuesto, de esa que dice a gritos no quiero estar solo. Experiencias, varias, chicas de origen cubano y por aquello de si del cielo te caen limones, … ,
pues de origen dominicano. Experiencias.
Hasta que
un día, una amiga nuestra, que trabajaba por aquel entonces en una clínica
estomatológica, le habló de una joven muchacha, linda, su compañera de trabajo,
que estaba sola. Jonathan, ni corto ni perezoso, cazador con alguna experiencia
para su corta edad, hacia ella se dirigió y como él también estaba solo y era
lindo, pues la convenció de comenzar una relación, buscando, obviamente, más
allá de una simple amistad y unión de las almas. Así comenzó el noviazgo de
nuestro hijo con Natalia, para los que luego la conocimos y quisimos, Naty.
Jonathan
sumó con aquella acción una chica de Costa Rica, joven como ya dije, linda,
cariñosa y que para colmo de bienes venía con ojos verdes. No sé exactamente,
nunca le he preguntado si lo de los ojos tuvo algún nivel de influencia en su
decisión, pero lo menciono, porque casualmente es el color de ojos que, a mí,
su papá, siempre me ha gustado.
Como todos
los noviazgos se empieza por un día y uno nunca sabe dónde van a parar. Las
acciones se fueron concretando y se convirtieron en algo estable, tan estable
que Jonathan todas las noches se iba caminando a ver a su novia Naty y
regresaba de la misma forma a altas horas de la noche. Nada tiene esto de
nuevo, los novios siempre somos los que visitamos a las novias, sólo que, en
República Dominicana por aquellos años, dicen que ahora está peor, a partir de
la caída del Sol, aparecían los pistoleros y rara era la noche que no se
escuchaban disparos independientes e incluso ráfagas, en las calles de la
ciudad.
Durante
aquellos meses, nosotros contentos por la contentura de Jonathan, pero
preocupados por los asaltos, robos y tiros de las noches, era difícil estar
tranquilos. Jonathan se empeñaba en decir que no pasaba nada y le parecía muy
bueno regresar caminando entre las 12 de la noche y las 2 de la mañana, en
aquella ciudad que casi parecía un set de una película del oeste, donde bandidos
contra bandidos, bandidos contra los buenos, bandidos y buenos contra los
indios, se caían a tiros todo el tiempo.
Llegamos a
no dormir. Acordamos entonces que cuando él saliera de casa de Naty nos llamara,
Martica estoicamente apostada en el portal y yo caminando contrario a donde él
debía venir, tratábamos de garantizar salvarlo. Jonathan, joven, venía caminado
despreocupadamente, a veces escuchando música, por aquellas calles oscuras como
boca de lobo, debido a los apagones frecuentes.
Yo caminaba a su encuentro lo
más rápido que podía, hasta que a los lejos lo veía venir. Chocábamos y él
siempre me insistía que no había problemas, que como le había enseñado venía en
¨alerta total¨, a veces con dos piedras en las manos, tal como si las piedras
pudieran resolver un asalto de dos dominicanos con pistolas, que sólo querían
quitarte el dinero, la gorra, el celular, quizás los tenis, pero que, si te
oponías a sus objetivos, podían perfectamente meterte un tiro. Alerta total en
aquellas calles sin luz, caminando despreocupadamente con unos audífonos en los
oídos con la música más ruidosa que pudiera escucharse a todo meter e incluso
parado a esa hora en una esquina hablando con su amigo Mario que también salía
de su gestión de novio tal como si fueran las 10 am y estuvieran en una de las calles
céntricas de Paris. Qué ocurrente mi hijo.
Martica
esperaba en la casa, cada minuto contaba, ahora pienso que podría haber perdido
en el mismo momento al hijo y al marido, porque yo, desprovisto de toda
protección, pero convencido de mi compromiso como papá, salía a caminar sin
piedras en busca del joven novio.
Entonces
noviamos todos con Naty, Jonathan más cerca de las carnes, nosotros en la
retaguardia, deseando que algo lo protegiera cada noche. Si les parece
exagerado lo que les cuento, pregúntenle a alguien que viviera por aquellos
años en Santo Domingo y comprobaran que a lo mejor me estoy quedando corto.
El tiempo
pasó, Jonathan cada día noviaba más con Naty y por supuesto regresaba más tarde
caminando bajo los largos apagones y los tiros, hasta que un buen día nos llegó
el momento de mudarnos de país. Ahora pienso que no nos dimos cuenta, de
haberlo pensado bien, Naty y Jonathan se podrían haber casado y ella podría
haber venido con nosotros por la frontera, al estar casada oficialmente con un
cubano, se podía haber acogido a los derechos que por aquellos años teníamos,
pero no se nos ocurrió. Ellos eran muy jóvenes.
Todavía la
noche antes de salir, en medio de despedidas y preparativos, Jonathan estuvo en
casa de Naty despidiéndose como un buen novio enamorado. No recuerdo
exactamente a qué hora llegó, pero recuerdo que pensé que no llegaríamos a
tiempo al avión.
Entonces se
separaron. Él reinició su vida en Estados Unidos y ella, al poco tiempo de
separarse de Jonathan se regresó a Costa Rica solita. Guapa pues dejó a toda su
familia en República Dominicana y se fue a probar suerte y vivir en su país de
origen. Ambos, como la vida está viva, tuvieron sus propias experiencias
individuales. Vivieron. Jonathan regresó a su caza, a esa caza que grita no
quiero estar solo y ella también encontró pareja.
Pasaron
algunos años y entonces un día, gracias a los medios modernos de comunicación,
teléfonos, internet, etc., el nombre de Naty se volvió a mencionar públicamente
en nuestra familia, lo que significaba que Jonathan llevaba varias semanas o
quizás meses alimentando esa comunicación. Zorreando. Cuando decidió hacerlo
público es que lo tenía todo amarrado, es tan inteligente como su mamá y un
poquito zorro, heredado también de la parte sanguínea de su familia materna.
Nosotros lamentando que no estuviera acompañado de alguien que se pareciera a
él, que lo mereciera, que lo hiciera feliz, y él, en silencio, tal como en
aquellas noches dominicanas, lo tenía todo, como él mismo gusta decir,
¨controlado¨.
Un buen día
escuchamos el nombre de Naty, ella seguía en Costa Rica, había luchado solita y
entonces había crecido, mantenía los ojos verdes, ya no tenía pareja y gracias
a la tecnología, después de un saludo muy cariñoso tal como si no nos
hubiéramos dejado de ver nunca, las acciones, como montadas en un Ferrari que
toma de 0 a 100 kilómetros en menos de 4 segundos, se concretaron. Jonathan más
rápido que volando, averiguó, hizo trámites, organizó papeles, envió documentos
y Naty, así de rápido, vino a visitarnos como ¨simple turista¨.
Estuvimos
años sin verla y un buen día, estábamos recogiéndola en el aeropuerto de Omaha.
Como nos conocíamos y queríamos, pues el reencuentro fue muy fácil. Después de
los primeros abrazos y besos, fue como recoger a alguien al que habías dejado
de ver solo por una semana. Jonathan super contento.
Claro, no
es lo mismo la tecnología, internet, las cámaras que la presencia, por lo que
todo aquello que se estuvo planeando durante semanas o meses, tenía que
comprobarse. Podría haber sido todo un fiasco, las personas cambian y lo que un
día fue, no tiene por qué seguir siendo. En este caso, yo, experto en analizar
caras, muy rápido le dije a Martica, todo está ¨bajo orden divino¨, frase
irónica que mi amigo Ruso utiliza con frecuencia y que se ha convertido entre
nosotros en una especie de lema.
Ella no
podía quedarse, cosa que a todos nos hubiera gustado, porque había entrado como
turista a visitar a un amigo y eso de que se encontró un novio en el camino, no
lo cree nadie, menos las autoridades migratorias. Entonces, después de
comprobar que todo les funcionaba, a los pocos días, tuvimos que despedirla de
nuevo, con el compromiso ahora de comenzar los trámites para una entrada que le
permitiera asegurar un status legal, no solo para visitar, sino para vivir en
los Estados Unidos. Ellos se reencontraron, ahora en un lugar más lindo, más
tranquilo. Ellos son más grandes y creo que por las experiencias vividas por
separado, están menos ansiosos, lo que permite mejor establecer objetivos y al
menos vislumbrar lo que se quiere para un futuro.
Naty se
regresó a Costa Rica y comenzó la vida a través de los celulares. Horas muchas
de conversación, tantas que era difícil poder coincidir con Jonathan más de 10
minutos seguidos. Casi siempre había que hablar con Naty. Planes a través de
las cámaras.
En agosto del
2018 nos fuimos a Cuba y Jonathan invitó a Naty para que pasara una semana con
nosotros allí. Cuba es un buen destino turístico para el que no la conoce y va
a estar sólo unos pocos días. A pesar de la destrucción y deterioro visible,
las calles y la arquitectura, las playas, etc. siempre suelen ser atrayentes. La
Ciudad de la Habana tiene una magia escondida que cautiva. Ella, aceptó y luego
de correr con más papeles, más trámites se efectuó el reencuentro. Lindo fue,
porque en aquel lugar semidestruido, a la orilla del mar detrás del Restaurante
1830, nuestro hijo declaró oficialmente su amor y la petición de matrimonio con
anillos incluidos, tal como en las películas, rodeado en esta ocasión de sus
dos primos, Fabio e Ian, quienes sirvieron de testigos oficiales para tan
importante momento.
Entonces
como el tiempo se hace largo cuando se espera y se está llevando la cuenta. En
diciembre, Jonathan decidió montar avión e irse a pasar el fin de año en la tierra
de su novia, lo que significaba un reencuentro además con la familia de Naty. A
mi no me cuadró mucho porque tenía yo planificado pasar juntos el fin de año en
San Antonio, Texas, con la otra parte de nuestra familia. La fecha es bastante
significativa para nosotros los cubanos que tenemos por tradición pocas fechas
para celebrar en el año, pero, inteligentemente, lo entendí y apoyé, de todas
formas, conociéndolo como lo conozco, él se hubiera ido igual, por lo que no
valía la pena oponerme.
Costa Rica,
tercer reencuentro ahora en pocas semanas. Allí la pasaron bien, según cuentan
y delatan las fotos que hemos visto. Pasearon y, sobre todo, pienso tuvieron
tiempo para poner sus relojes a punto, como en las películas. La velocidad del Ferrari
era evidentemente superada por mucho. Regreso de Costa Rica, “todo está bajo
control”.
Celulares, cámaras,
tiempo de chat. Cada día se hacía más difícil poder coincidir varios minutos
con Jonathan. Nos atendía a medias, siempre tenía algo programado con Naty.
Pocos meses
después de fin de año, nuevo plan. Naty podía volar a Estados Unidos, ahora ya
a ver a su novio, por una semana. Jonathan organizó la entrada por Texas y así
conocería a Jenny, Yordan y Mía personalmente. Nosotros después de 14 horas de
manejo por carretera reuniríamos a toda nuestra familia en el mismo lugar
finalmente. Jenny, Yordan y Mía fueron a recoger a tía Naty al aeropuerto y por la
insistencia de Jonathan con su hermana para que todo estuviera organizado, casi
dijeron aquella simbólica frase del tipo que salvo la vida a Hugo Chávez, “ya
tengo al águila en la mano” cuando lograron contactarla. La misión era muy
importante y los agentes lograron cumplir con ella.
La idea de
que alguien se case con un ciudadano americano y quiera venir a vivir a Estados
Unidos, no es para nada nueva, debe ser tan vieja como la misma Unión. Los
ciudadanos americanos tienen el derecho de enamorarse y traer a su pareja, sea
esta de dónde sea, a vivir juntos en este país, sin embargo, el proceso de
forma garantizada, al que nadie se opone, exige una enorme planificación, trámites,
documentos, dinero, etc. Y a eso se enfrentaron
ambos, Jonathan y Naty, con la idea de concretar ahora poder vivir juntos. Pudiera
parecer fácil, bueno tampoco es como ir a una guerra, pero el proceso para que
funcione bien, lleva mucha meticulosidad. Cada papel, cada palabra cuenta. Si
algo sale mal, si algo parece dudoso u oscuro, si algo no queda claro, puede
parecer un negocio, entonces las autoridades se ponen bravas.
Muchas
personas pagan por los trámites, además de que muchas personas pagan miles de
dólares, para lograr encontrar al ciudadano americano de su
vida que le permita entrar y vivir legalmente en los Estados Unidos. Si lo sé
yo, esto lo dominan las autoridades de este país, por lo que hasta el último
punto y la última coma tienen que coincidir.
Nuestro hijo
hizo y logró todo esto solo. Solo se las agenció para buscar documentos, crear
un expediente que recoge la historia desde que fueron novios en República
Dominicana, enviar papeles a Consulados, llamar para entrevistas y exigir
derechos, etc. No le pagó a nadie, no buscó asesoramiento legal, no utilizó los
servicios de ninguna agencia. El y Naty obviamente, lo lograron. Nosotros solo
estábamos en aquello de “dale Superman que tú puedes”.
Y entonces
todo el tiempo invertido y los planes tuvieron su recompensa. Naty, ahora bajo
el estatus de VISA Fiance, entraba a Estados Unidos para casarse y quedar a
vivir legalmente en este país, lo que resulta extraordinariamente meritorio,
además de rico, sabroso, espectacular, seguro, etc., etc., etc.
Nosotros
contentos porque Jonathan estaba contento, además la vida, por muy jodida que
parezca, nos tiene algo siempre aún más lindo reservado. Nuestra amiga
Jaqueline, la misma que hizo coincidir a Jonathan con Naty, a la que no veíamos
personalmente desde que nos despedimos en Republica Dominicana en el 2012, había
hecho planes para venir a vernos a Lincoln, nada sabía de la boda, porque
incluso estando Naty ya aquí aún no habían acordado la fecha.
Entonces
Jaqueline llegó con su marido e hijo un jueves y se enteró que al día siguiente
sus dos apadrinados se casaban, por lo que no sólo los presentó, sino que muchos
años después les dio un abrazo y un beso el día de su boda, coincidencia que ni
de haberlo planificado hubiera quedado tan perfecto. Jaque estuvo justo los días
para verlos casarse, lo que hace a esta historia algo diferente, son de
aquellas cosas que uno ve en la TV y se dice, nada eso es mentira, es una obra
de ficción y la vida demuestra que no, que esas cosas pasan.
Llegó la
boda. Para orgullo mío, bien sencilla, porque ambos novios así lo son. No me
gustan las bodas, muchas me parecen muy ridículas, con los mismos vestidos, los
mismos pasos, e incluso los mismos chistes. Increíblemente aquí el tema de las
bodas se convierte en toda una parafernalia, con ensayos y todo. Damas de compañía,
niños torturados vestidos de trajes y corbatas y vestidos en forma de cake,
ensayo de las fotos y los videos tal como si se tratara de una película, etc.
Más mucho dinero, tanto que, cuando no existe un familiar que respalde el tema económicamente,
muchas parejas quedan endeudadas, por lo que la primera noche de bodas es entre
tres, el novio, la novia y la deuda que luego tienen que pagar por varios años.
Las bodas se convierten en una actividad social, muchas veces por imitación, o
sea, todos lo que se casan hacen más o menos lo mismo. Las fotos son muchas
veces las mismas, por lo que resultaría incluso más económico tener una maqueta
de bodas y solo cambiarles las caras a los novios.
El Jonathan
y Naty, por suerte, sobre todo para ellos, escogieron otro camino y estructuraron
una ceremonia dulce, linda y sencilla, rodeada de los amigos de todos los días,
sin exigencias de atuendos y protocolos. Se citaron, se pararon frente a una
jueza, la novia con un vestido muy sencillo, el novio con sus piercings y tenis
Converse, escucharon y repitieron las frases mágicas de “hasta que la muerte
nos separe”, se besaron y se dieron por casados. Emocionante momento para todos.
Abrazos, besos y chistes por suerte nuevos. La ceremonia fue consumada con unas
espectaculares hamburguesas con papas fritas y cervezas en uno de los mejores
lugares de nuestra ciudad, porque estamos en “America”.
Es una suerte
haber sido testigo de algo así. Si las lindas historias de amor existen de
verdad, esta podría ser una de ellas.
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