domingo, 5 de junio de 2022

451.- Cuba, una sola pregunta.

Hace unos días vi en Facebook una foto de un joven que alzaba con sus dos manos un cartel donde preguntaba: ¿Hacia dónde corrieron los alemanes cuando se cayó el Muro de Berlín?

Esa sola pregunta, conociendo la respuesta, para lo cual no hay que ser un genio, bastaría para resolver de una vez el tema de nuestra Cuba.

Como resultado de la II Guerra Mundial, la Alemania derrotada quedó dividida en dos países diferentes. Berlín, su ciudad capital, a partir de 1945 vivió bajo la administración de los llamados cuatro sectores de ocupación, soviético, norteamericano, francés e inglés, que luego de varios años de malas relaciones entre los comunistas y los aliados, concluyó en 1949 en la creación de dos Alemanias, la República Federal Alemana, (RFA), la parte ocupada por los aliados y la República Democrática Alemana, (RDA), que había quedado bajo el control soviético. Así, nada más, la política y la ideología se encargó de dividir no sólo administrativamente a un país, sino que dividió caprichosamente a familias, negocios, ideales políticos, monedas, historia, etc.

Como toda medida obligada, como toda violencia, como todo capricho humano, al final terminó por crear reacciones adversas, convirtiéndose la idea y tarea de escapar a través del muro para una parte de los alemanes, que habían quedado atrapados en la parte democrática, en un único objetivo de vida. A partir del férreo control establecido por los comunistas alrededor del muro como frontera, la idea fue esa, una sola, escapar.

Las diferencias de desarrollo entre la parte federal y la democrática se evidenciaron inmediatamente, los rusos que amparaban a la segunda no podían en aquellos momentos dar mucho, la larga y dura guerra los había dejado devastados, en realidad poco tenían y entonces el flujo migratorio, lo que se convirtió inmediatamente en delito, tuvo una sola dirección. Los alemanes comenzaban a escapar del comunismo, el cual les llegó impuesto, hacia el territorio federal, que en última instancia era el modo de vida que habían tenido y conocían desde antes de la guerra.

Alemania Democrática queda atrás de la Alemania Federal desde todos los puntos de vista, sin embargo, dentro del bloque comunista que se creó, esa misma Alemania se destacó por encima de sus hermanos ideológicos, llegando a liderear determinados renglones de la vida socio – económica incluso por encima de la gran potencia URSS. Alemania Democrática, para la información pública internacional, cosa que sabemos, era totalmente manejado por los comunistas en el poder, daba la imagen de que era un país alegre.

Alegre como Cuba, donde por detrás o debajo de esa risa y frases triunfalistas, sobrevive la tristeza, las frustraciones, la idea de que cada día se está peor, la idea de que la “esperanza era verde y se la comió un chivo”. La idea de que cuando se termina de sonreír para las cámaras, se retoma la idea de escapar.

El famoso muro de una muy sólida construcción, después de 28 años de triste existencia, imaginarse lo que significa muchas familias y amigos separados sin poderse ver y relacionarse, se comenzó a tumbar por los propios alemanes con martillos, mandarrias y las manos a partir de que el gobierno alemán comunista permitió el paso abierto de sus ciudadanos hacia Austria y Hungría en noviembre de 1989, como consecuencia de lo que el amigo Fidel Castro, aportando una palabra nueva a nuestra lengua madre, el castellano, denominó “el desmerengamiento” del campo socialista.

¿Hacia dónde corrieron los alemanes? Aunque como todo el que escapa, los alemanes también se movieron en todas direcciones, pues la misión era esa escapar del comunismo hacia donde se pudiera, con la fragmentación del muro, el foco principal fue correr hacia sus hermanos los alemanes federales y con esto hacia el capitalismo, después de décadas de vivir en lo que los teóricos llaman el sistema socio económico más justo que ha existido, donde único se preservan y defienden de forma absoluta la vida de los humanos. Gran contradicción desde todos los puntos de vistas analizables, sobre todo para los estudios del propio Carlos Marx, de origen judío, padre de toda la ideología comunista, que por ironía de la vida había nacido en Treveris, Prusia Occidental en el pasado, que con el tiempo formó parte de Alemania.

Los alemanes, tal como aquel cuento del perro pastor alemán que después de miles de trabajos y sacrificios logró escaparse y llegar a Alemania Federal, que ya he hecho anteriormente en uno de mis escritos, sólo querían una cosa, libertad. ¿De quién? Pues del gobierno comunista. Luego, ya libres, escogerían los caminos para andar. Luego con la libertad, se organizarían para desarrollarse. Luego únicamente en la libertad, serían verdaderamente libres.

¿Cómo lo lograron?, ¿Cómo un pueblo salió a tumbar un muro sinónimo de una esclavitud moderna, que significó más, o sea, tumbar a una forma fuerte de gobierno?, ¿No existía en Alemania Democrática un partido comunista en el poder con un brazo armado hasta los dientes, o sea, un ejército comunista que lo respaldaba?, ¿No existía en Alemania Democrática todo un aparataje moderno de represión, incluyendo a policía, policía secreta, vecinos, trabajadores, estudiantes y niños que eran utilizados como telón?, ¿Los alemanes no sentirían miedo, muchos a morir, a estar presos o perder lo poco que poseían?, ¿No tendrían contradicciones y diferentes puntos de vista?

Los cubanos no hemos aprendido nada. O hemos sido muy brutos como pueblo, al margen de los miles y miles de cubanos inteligentes que ha parido esa isla y los miles o millones de títulos universitarios, técnicos, etc. que exhibimos al mundo, o hemos sido muy conformistas, a pesar de ese halo de rebeldía que dice la historia que tuvimos o hemos sido muy inconscientes, a pesar de la tradición y sólida formación política que dicen que como pueblo tenemos.

Los alemanes democráticos, en toda su existencia de comunismo, nunca tuvieron ni el 1% de los problemas con los que ha vivido realmente el cubano de pueblo, el cubano de los barrios marginales, el cubano del campo. Jamás pasaron hambre, jamás anduvieron descalzos, nunca dejaron de tener calefacción y menos tuvieron a un tipo que daba discursos de 8 y 9 horas casi diariamente para tratar de maquillar la realidad y decirnos que mientras más mal estábamos, significaba que estábamos mejor porque el sacrificio alimentaba. Los alemanes no experimentaron tener que comprar sus productos más necesarios en yenes, liras, libras esterlinas y menos en dólares norteamericanos y jamás fueron detenidos en la puerta de un hotel, un restaurante o en la blanca arena de una determinada playa y se les dijo que no podían entrar y disfrutar sólo por ser alemanes.

Los cubanos hemos aprendido poco de la historia. Nos hemos conformado o es que somos ciegos, sordos y mudos, con escuchar el mismo gobierno, sólo con diferentes caras y cada día más libras de peso, retomar y retomar el viejo truco del enemigo fantasma, el gobierno norteamericano, que nos quiere matar y mientras asentimos con gran espíritu de concordancia, disfrutamos de un criollo fricasé de pollo donde en cada posta del ave viene un cuño que dice “Made in USA”. Nos hemos conformado con escuchar, sobre todo con más fuerza después del desmerengameinto, que “se está haciendo un esfuerzo”, que “necesitan más tiempo”, que “confían en la confianza que el pueblo les tiene” paralelamente a que nuestras vidas empobrecen día a día, nuestras ropas se hacen jirones, nuestras casas se caen a pedazos y exhibimos nuestras encías cuando reímos, porque nuestros dientes se nos han ido cayendo.


Hemos permitido llamar “vándalos”, “indisciplinados sociales”, “corruptos”, a aquellos que han pedido cambios, siguiendo la norma comunista de llamar “vándalos” a los alemanes que salieron de sus casas a tumbar con sus manos el muro de Berlín que los segregaba. Hemos permitido que se metan presos a nuestros hijos, primos, padres, amigos, vecinos, acusados de “enriquecimiento ilícito”, “robo”, “malversación”, acciones que nosotros hacemos todos los días de nuestras vidas como única solución para poder sobrevivir.

Hemos escogido emigrar y emigrar e irles dejando el camino libre a los llamados comunistas, que no son nada más que lobos vestidos con pieles de cordero y convivimos con los hijos de los hijos que disfrutan de autos, casas, mansiones, yates, playas, viajes y sobre todo mucho dinero, sin haber dado o dar un golpe en la Cuba revolucionaria que tanto defienden y hemos permitido que hoy, una recién llegada como la mujer del presidente, que nadie conoce de dónde coño salió, se dedique a hacer y promocionar eventos culinarios con quesos, panes, jamones, camarones y langostas para amigos y protegidos, más cualquier extranjero con todos los privilegios  y derechos por encima del cubano, mientras con tristeza esperamos el pedacito de pollo o picadillo mecaniqueado, el pequeñito  y mal pan diario, el paquetico de café siempre con atraso y siempre con menos café.

Los alemanes no sabían nada de la realidad de un sistema comunista y además pobre y, así y todo, teniendo un sistema comunista rico con muchísimos problemas resueltos, se cansaron un día y se pararon arriba del muro a festejar la libertad, de ese mismo muro que separó, que puso preso a muchos y vio morir a otros.

¿Hacia dónde tenemos que correr los cubanos?

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