Ya he comentado que mi madre vive conmigo y lo que me sigue llamando la atención es su enorme interés por conocer. Claro, como todo humano, el interés por conocer es sobre lo que ella quiere conocer, le gusta y le cuadra, sobre lo otro, que a lo mejor yo creo que también debería conocer porque forma parte también del saber humano, en el plano teórico y en el práctico, eso, no le interesa mucho. Cosa a la que me he tenido que acostumbrar.
Entonces
leyendo uno de los últimos artículos publicado por ella en su blog, “AliGrillo.
Emprendiendo nuevos caminos”, donde hace una linda presentación de la nueva
ciudad donde está viviendo, San Antonio, en el gran estado de Texas, me vienen
determinadas reflexiones que quisiera compartir y que pueden estar relacionadas
con el título y contenido de mi escrito.
Le
comento a mis lectores, que al final son mis familiares y amigos, a los que
escribo porque me divierte y mantiene conectados a ellos, que estoy de antemano
de acuerdo con el posible daño que tengo, acepto que mis pensamientos pueden
estar sesgados o inclinados hacia una parte. Luego quiero decir que lo que voy
a escribir, para nada es una opinión que generaliza o define algo, menos el
resultado de un estudio sociológico y mucho menos que es lo que le pasó a todo
el mundo. Siempre repito que el todo de un todo no es fácil de lograr en las
conductas humanas, por lo que sólo hablaré de mí, de mis experiencias, de lo
que pienso sobre todo para mí mismo. Tu puedes estar de acuerdo o no, puedes
tener otras explicaciones, otras soluciones. De eso trata la diversidad,
incluso puedes, tal como yo, hacerte un blog.
“Me
llevo de Lección Aprendida la necesidad que tiene todo ciudadano sea del país
que sea, de expresar su sentimiento de identidad por el país donde nació, lo
que se expresa de múltiples formas, entre ellas la exhibición de la bandera de
su ciudad y país, en las residencias, negocios, etc.
Esto puede ser un
ejemplo positivo para los cubanos, en el sentido de que las autoridades
pertinentes gestionen con mayor intencionalidad y agilidad la materialización
de este sentimiento y podamos ver banderas de Cuba exhibidas en casas,
negocios, etc., como se podía palpar en Cuba hace algunos años.
Para ello es
imprescindible que se oferten banderas cubanas en moneda nacional y a precios
módicos en las tiendas a las cuales tienen acceso la mayoría de la población,
tema planteado reiteradamente pero aún no resuelto.
Para de tal forma
poder sentir nuevamente la alegría de ver nuestra bandera exhibida no solo los
días de festividad nacional en instituciones públicas, sino de forma permanente
en las mismas además de verlas en casas, MIPYMES, etc., como expresión de sentimiento
patrio y de identidad nacional”
Bueno, esto me ha
hecho pensar y preguntarme: ¿Por qué yo cubano, jamás me puse una prenda de
vestir o utilicé en una de mis pertenencias, la bandera cubana?
Si, es notorio, por
ejemplo, los norteamericanos usan constantemente su bandera para todo. La ponen
en sus casas, apartamentos, autos, pero además en todo lo demás de la vida,
desde un pullover hasta una taza de café, desde una toalla hasta un empaque de
galleticas, desde la entrada de un banco o servicentro hasta en un cepillo de
diente. ¿Por qué? Porque la bandera norteamericana es de ellos. No del
gobierno, no de un partido, no de una historia. La bandera norteamericana,
orgullo del estadounidense, es propiedad de cada estadounidense. Es uno de sus
símbolos más fuertes, es la alegría de pertenecer, aunque con problemas y
dificultades quizás diarias, a algo grande.
Los niños desarrollan
ese orgullo y entre las cosas que manosean con sentimiento de pertenencia, pero
también de propiedad, es su bandera, que repito, no es de más nadie que de cada
uno de ellos. La bandera aquí donde vivo, nada tiene que ver con una adicción
ideológica o partidista, menos con una filiación religiosa, mucho menos con
determinado estatus económico, la bandera es mía y yo con orgullo la visto sin
demeritarla en un short, en una calcomanía para mi auto, en un lápiz para
escribir, en un llavero, en una taza de café, en la pared de mi casa.
Entonces esa es la
explicación. La bandera cubana se convirtió en propiedad de un gobierno y sólo
se utilizaba dirigida por el gobierno, para aquello que el gobierno necesitaba.
La bandera cubana también fue el símbolo de un gobierno, por lo que, los revolucionarios
eran los propietarios de ella y los que no, pues tenían prohibido su uso.
Prohibición o auto prohibición.
La bandera cubana se
asoció a la imagen de Fidel Castro y su gobierno, mal sanamente llamado
revolución y entonces se nos empujó. Se creó con ella, o se quizo crear algo
tan, pero tan “sagrado”, que se limitó su uso. Y entonces, si eras
revolucionario podías usar la bandera, si no lo eras, no la podías usar, porque
al no ser revolucionario, eras antipatriota, eras un traidor, que no tenía ese
derecho de uso. La bandera cubana dejó de ser cubana, para convertirse única y
exclusivamente en bandera revolución.
Recuerdo cuando niño,
“revolucionario”, que las cuadras en mi reparto se llenaban de banderas, se
ponían en los jardines, en los árboles y como tradición en los portales de las
casas. Objetivo, celebrar, por ejemplo, el triunfo de la revolución. Recuerdo
cuando niño, “revolucionario”, haber participado en marchas, movilizaciones,
etc., junto a mis padres portando la bandera cubana. Objetivo, celebrar, respaldar, apoyar, etc., a la revolución y, sobre todo, oponerla como arma al más que conocido y nombrado imperialismo yanqui.
La bandera cubana
intensamente vinculada a ideas ideológicas únicamente se convirtió en algo tan,
pero tan, pero tan revolucionariamente sagrado, que desapareció de nuestro uso
común. Llamo la atención además de que después del descalabro, dentro del
descalabro mayor, la única forma de obtener una bandera por vías privadas era
comprándola en dólares, la moneda del “eterno” enemigo, lo que debería
cuestionar, al menos un poco, aquello de patriótico. ¿Patria en dólares?
El mismo camino creo
que cogió la guayabera, que según dice la tradición es una prenda cubana, que
donde único no se usa con orgullo y de forma sistemática por los pobladores es
en Cuba, porque, a mi entender, se convirtió en símbolo de vestimenta del gobierno
cuando no vestía de militar, pero ese podrá ser el tema para de otro escrito.
Recuerdo, porque
recuerdo, que incluso se llegó no sólo a criticar, sino a sancionar, el uso de
la bandera en pendas de vestir fuera de actividades oficialistas en apoyo a la
revolución, bajo el criterio de que “se estaba mancillando a la patria”. Todo
un absurdo.
Y pudiera parecer cosas del pasado, de esas que yo recuerdo, ya hoy superadas, de las que muchos no quieren hablar. Pues no, no son cosas del pasado. Hoy en 2023, una mujer cubana de 43 años, joven aun comparada conmigo, fue detenida y está enfrentando en la provincia de Camagüey una causa judicial donde le piden 4 años de privación de libertad, por "ultraje a los símbolos patrios". Aniette sólo ha publicado dos fotos cubriendo todo su cuerpo con la bandera cubana, con esto quizo decir, "la bandera es de todos" y eso, al menos como justificación oficial, la puede llevar a prisión.
De ahí que los
cubanos, los comunes, los que veníamos, tal como dice un influencer muy jocoso
en el uso del término, en la parte de abajo del Titanic, usáramos cualquier
bandera, los más arriesgados la americana para mostrar nuestro descontento.
Recuerdo, porque recuerdo, que lo único que le pedí a mi hermano Igor,
residente en Miami, cuando dio su primer viaje de paseo a Cuba, fue que me
trajera un pullover con la bandera norteamericana. Claro para molestar, cosa
que logré inevitablemente. Mi madre, la misma que hoy se queda, no sólo
sorprendida, sino enamorada de la bandera norteamericana usada en la vida
cotidiana de los norteamericanos, no paraba de pedirme que me quitara el
pullover. Claro, ella, mejor que nadie, sabía lo que eso podía implicar.
Yo, con 60 años, y lo
digo hasta con cierta pena, después que dejé de ser niño “revolucionario”, descubrí
la bandera cubana como mía, cuando salí de Cuba. Quizás sea el recurso del
emigrado, quizás sea una parte de lo que ya no tenemos, quizás sea la intención
de decir, yo vivo aquí, yo puedo ser ciudadano administrativo de aquí, puedo
ser feliz aquí, pero soy cubano.
Y entonces yo,
emigrado, he comenzado a disfrutar libremente de mi Cuba, sin que me la
impongan, sin que me receten, sin que tenga que demostrar nada, sin que me
sienta clasificado como bueno o malo. A veces me descubro escuchando una música
que jamás en Cuba escuché, a veces me siento a leer una noticia emitida por el
gobierno cubano, que en Cuba nunca leí. He redescubierto todos aquellos cuentos
y anécdotas que ocurrieron en mi vida mientras fui cubano de Cuba, la mayor
parte de ellos que, estando en Cuba, no quería recordar como vivencias. A veces
me descubro emocionado al ver una foto de Cuba, incluso de esa Cuba hoy
destruida.
Desde muy pequeño, allá
cuando tenía 10, 11 años, por la valentía que significaba, por lo de nuevo que
escuchaba, por la lógica que tiene, siempre me llamó la atención aquella canción,
“Vagabundear”, interpretada por mi escogido Joan Manuel Serrat, donde dice:
No me siento extranjero en ningún lugar
Donde haya lumbre y vino tengo mi hogar
Y para no olvidarme de lo que fui
Mi patria y mi guitarra las llevo en mí
Una es fuerte y es fiel
La otra un papel.
La bandera, como no
estamos en guerra, aquí en Estados Unidos, es de uso común, las personas se las
tatúan en el cuerpo, se las amarran en las cabezas para taparse del Sol, las
usan en toallas para secarse el cuerpo, las utilizan en las cortinas de sus baños.
¿Y es que en realidad son más pragmáticos o menos patriotas? Para nada, al
menos en este aspecto, están menos enfermos. La bandera aquí es parte de la
vida y entonces la ponen en un cake que luego van a picar para comérselo.
Aprendamos, la bandera,
una bandera, un pedazo de tela con un o varios colores, con un o varios
símbolos, con una foto, con el diseño más diverso que se ha podido ver, ya sea
de un país, de un estado o provincia, de un equipo de deporte, de una banda de
música, de una escuela, de un grupo de amigos o una persona que ha querido construírsela
para sí, no tiene propietario exclusivo, el propietario soy yo, eres tú, son
ellos. Podemos ser todos a la misma vez.