Acompañado de
Martica y Jonathan, salí de República Dominicana el 28 de septiembre de 2012
con destino incierto a Estados Unidos, por lo que viví en aquel pequeño país 4
años, 8 meses y 53 días. Poco tiempo y mucho tiempo a la vez. No escribiré mucho
sobre Dominicana, ya lo hice en mi blog anterior, sin embargo, quizás como
homenaje y agradecimiento me gustaría dedicarle este último escrito.
Viví en República
Dominicana y el balance final, como mayor sentimiento, es que no la pasé mal. Con
ésta sola idea, bastaría para definir un periodo, pero sería injusto de mi
parte si lo dejara así de simple. Como ya he explicado nunca pensé vivir en ese
pequeño país caribeño, mis destinos siempre fueron más grandes, sin embargo al
Jenny y Yordán instalarse allí, mi historia cambió de rumbo. Llegué como la mayoría
de los cubanos, medio atormentado, medio impresionado, con unos pocos, pero simbólicos
dólares en el bolsillo y deseoso de
experimentar y probar algo nuevo. La vida en Cuba es extenuante.
Siempre digo que
no es difícil República Dominicana como país. Los niveles de desorganización u “organización
caribeña”, la facilidad con que se violan las regulaciones, el extremo sociolismo,
etc., hacen que muy rápido y hasta cierto punto fácil, se pueda acceder a la vida organizada si uno está
interesado, o sea, papeles de residencia, cuentas de bancos, trabajos mejores o
peores.
Los dominicanos,
en sentido general, son buenas personas. Creo que ellos y nosotros somos muy
parecidos. Pocos blancos, negros y mulatos, muchos. Cervezas y música siempre,
todo el tiempo. Amor mucho amor.
Al final existe
una enorme empatía por parte de los dominicanos hacia los cubanos, incluso me arriesgaría
a decir que existe una sana admiración de los primeros por los segundos, basada
en el baseball, para nosotros la pelota, los estudios que traemos cuando
llegamos, la preparación y capacidad de sobrevivir, la música, las cervezas y
el amor mucho amor. En Cuba se habla poco de los dominicanos, sin embargo los
dominicanos conocen bien a los cubanos. En estos últimos años la presencia
cubana en República Dominicana se ha hecho sentir con más fuerza. Los cubanos
nos metemos en cualquier lado con tal de salir de nuestro país. Me pareció
entender un día que éramos aproximadamente 10 000 y entonces como siempre se
empiezan a consolidad las historias. Cuentos, muchos cuentos, de cubanos
buenos, honestos, trabajadores y cubanos malos que aprovechándose de la
ingenuidad, solidaridad y admiración dominicana, engañaron, robaron, estafaron,
etc., lo que ha creado en ciertos sectores de la población un incipiente miedo
o alerta hacia los miembros de la mayor de las Antillas.
Jennifer pionera,
marcó el rumbo de nuestras vidas hacia República Dominicana, no nos obligó a
ir, pero si marcó el rumbo. Luego, pionera al fin, cambió nuestro rumbo hacia
los Estados Unidos, historia que haré más adelante.
República
Dominicana fue un buen lugar, donde no tuvimos grandes problemas. Logramos
trabajar y vivir honesta y sobre todo alegremente. Tengo muchos recuerdos,
proyectos terminados, clases en las universidades, lugares visitados, paseos,
conversaciones y muchos amigos, muchos buenos amigos. Amigos que hoy son mi
buena familia. Personas de diferentes lugares de Cuba, diferentes credos,
diferentes niveles económicos e incluso diferentes niveles de integración revolucionaria en sus pasadas vidas cubanas, que nos fuimos
conociendo y conociendo, en buenos momentos, fiestas, deporte, playas, comidas,
pero también en malos momentos, enfermedades, falta de trabajo, escasez de
dinero y logramos querernos y apoyarnos
mucho, todos los días.
La lista puede
ser grande, pero me gustaría mencionarlos a todos. Aclaro que el orden en que aparecerán,
no significa una prioridad sentimental. Lo bueno sería poder escribirlos unos
arriba de otros, pero entonces ni yo mismo los podría entender cuando pase el
tiempo. Comenzaré por las mujeres, ya saben, “caballerosidad proletaria”, estarán organizadas
por orden alfabético y así me evito preocuparme por los lugares asignados. Si
alguna de ellas está interesada en
cambiar de lugar en esta lista, pues nada, a cambiarse el nombre. JAJAJAJAJA.
Amanda, Arelys, Cachita,
Cary, Claudette, (colombiana pero hija cubana por adopción), Deborah, Ileana,
Jaqueline, Lisandra, Lourdes, Marlenne, Maryorie, Maysa, Mercedes, Mirthea, María
Eugenia, Nancy, Nadaja, Nilsa, Tania, Teresita, Yaima.
También los
amigos hombres, a los que mencionaré por la fortaleza de sus músculos. Si
quieren cambiarse de lugar, coman mucho, tomen cervezas, engorden, JAJAJAJAJAJA.
Andrés, Jorge, Hipólito, Martín, Luisito, Ramón, Germán, Yaser, el Rubio, Ale, Rubén, Manolito, José Mario, Manolito hijo, Aliem, Jorgito, Eduardo, Adrián, Roberto.
Conocí también a
muchos dominicanos, trabajé casi todo el tiempo como profesores universitario y
además me asiste la capacidad de hablar con todo el que me pasa por el lado por lo que
conocí a personas en los colmados, en los conchos, en las ferreterías, en las
esquinas, etc. Me gustaría entonces mencionar a Eunice, Naty, Fernando, Alba, Dr. Gisselle, Carlos, Mario, Isabel, Yohannis, Romelia,
Fabriccio, José, Brandally, Ramón, Aricel, Gloria, Carmen, Lily, Nabij padre, Nabisito, Doña Nelsy, Joaquín Nabij, la Negra, Furcal y Lissette.
Cada uno de estos
nombres, más que nombres personas, tienen un espacio en mí hoy. A cada uno de
ellos les debo algo, de cada uno de ellos aprendí y sobre todo recibí afecto,
cariño, respeto, reconocimiento y apoyo, lo que hace que no importa dónde y cómo
esté, a cada rato me venga uno de ellos a la cabeza. Eso es bueno, a veces mejor
que el dinero, después de tener pagadas las cuentas. JAJAJAJAJA.
República Dominicana
es un buen país, lamentablemente ahora complicado por una ola de violencia, corrupción
y droga. Es un país pequeño, que
comparte una isla con los haitianos, lo que introduce otra sazón al potaje con
miles de interpretaciones en las que ahora no me puedo meter.
Es un país pobre
y rico a la vez. Pobre, porque tiene un enorme nivel de analfabetismo,
enfermedades de las que no había escuchado hablar más que en los libros de
historia, desempleo y mal empleo, discriminación racial sutil y no tan sutil,
carencias materiales enormes, vicios y corrupción casi públicos. Rico, porque
posee una agradable naturaleza, tierra fértil y muchos ríos, un grupo de
profesionales y técnicos, pocos, pero bien preparados, que hacen un intento por
trabajar seriamente, y un pueblo agradable, que a pesar de los problemas, se ríe,
se divierte, baila, se enamora. Los ricos están complicados, pues quieren ser más
ricos. Se fajan y discriminan entre ellos mismos. Los pobres tienen una sola
idea, irse para “Nueva Yol”. Los del medio, como siempre, los del medio no
saben quiénes son. Salen de sus humildes casas y gastos ajustados a pasar el día
en ambientes ficticios, inventados, a veces con ropas y atuendos prestados.
República
Dominicana es un buen país. Es nuestro idioma, mal hablado pero nuestro idioma,
nuestra comida, nuestros colores, nuestros ritmos y nuestro calor geográfico y
humano. Es un país hospitalario, excesivamente hospitalario, donde muy rápido uno
se siente como en su casa. Es una buena experiencia para los que salimos de
Cuba, pues nos permite comenzar a ver y aprender, más allá de la teoría, pero
con calma, siempre a ritmo de merengue y bachata, sin apuros. El tiempo no
urge, no presiona, el tiempo, como categoría, también es propiedad de los dominicanos.
Es un país que
acoge, al menos en mi experiencia. Es un pueblo que sabe de todo. Son expertos
en política internacional y en la nacional para qué decir, en religión,
deportes y negocios. Cualquiera tiene un proyecto para acabar con
el hambre mundial, sin poder comer cada día, otro para convertir el polvo en
oro, bajar una estrella, etc. Igualito que nosotros los cubanos.
Pienso que el interés
que movió a Hatuey en el siglo XVI para ayudar a sus colegas aborígenes en Cuba
todavía existe en República Dominicana hoy. Ojalá los cubanos que allí todavía quedan
y los que pasarán en el futuro, no lo destruyan definitivamente.
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