domingo, 21 de abril de 2013

FIN DEL CICLO DOMINICANO


Acompañado de Martica y Jonathan, salí de República Dominicana el 28 de septiembre de 2012 con destino incierto a Estados Unidos, por lo que viví en aquel pequeño país 4 años, 8 meses y 53 días. Poco tiempo y mucho tiempo a la vez. No escribiré mucho sobre Dominicana, ya lo hice en mi blog anterior, sin embargo, quizás como homenaje y agradecimiento me gustaría dedicarle este último escrito.


Viví en República Dominicana y el balance final, como mayor sentimiento, es que no la pasé mal. Con ésta sola idea, bastaría para definir un periodo, pero sería injusto de mi parte si lo dejara así de simple. Como ya he explicado nunca pensé vivir en ese pequeño país caribeño, mis destinos siempre fueron más grandes, sin embargo al Jenny y Yordán instalarse allí, mi historia cambió de rumbo. Llegué como la mayoría de los cubanos, medio atormentado, medio impresionado, con unos pocos, pero simbólicos dólares en el bolsillo y deseoso de  experimentar y probar algo nuevo. La vida en Cuba es extenuante.

Siempre digo que no es difícil República Dominicana como país. Los niveles de desorganización u “organización caribeña”, la facilidad con que se violan las regulaciones, el extremo sociolismo, etc., hacen que muy rápido y hasta cierto punto fácil,  se pueda acceder a la vida organizada si uno está interesado, o sea, papeles de residencia, cuentas de bancos, trabajos mejores o peores.

Los dominicanos, en sentido general, son buenas personas. Creo que ellos y nosotros somos muy parecidos. Pocos blancos, negros y mulatos, muchos. Cervezas y música siempre, todo el tiempo. Amor mucho amor.

Al final existe una enorme empatía por parte de los dominicanos hacia los cubanos, incluso me arriesgaría a decir que existe una sana admiración de los primeros por los segundos, basada en el baseball, para nosotros la pelota, los estudios que traemos cuando llegamos, la preparación y capacidad de sobrevivir, la música, las cervezas y el amor mucho amor. En Cuba se habla poco de los dominicanos, sin embargo los dominicanos conocen bien a los cubanos. En estos últimos años la presencia cubana en República Dominicana se ha hecho sentir con más fuerza. Los cubanos nos metemos en cualquier lado con tal de salir de nuestro país. Me pareció entender un día que éramos aproximadamente 10 000 y entonces como siempre se empiezan a consolidad las historias. Cuentos, muchos cuentos, de cubanos buenos, honestos, trabajadores y cubanos malos que aprovechándose de la ingenuidad, solidaridad y admiración dominicana, engañaron, robaron, estafaron, etc., lo que ha creado en ciertos sectores de la población un incipiente miedo o alerta hacia los miembros de la mayor de las Antillas.

Jennifer pionera, marcó el rumbo de nuestras vidas hacia República Dominicana, no nos obligó a ir, pero si marcó el rumbo. Luego, pionera al fin, cambió nuestro rumbo hacia los Estados Unidos, historia que haré más adelante.

República Dominicana fue un buen lugar, donde no tuvimos grandes problemas. Logramos trabajar y vivir honesta y sobre todo alegremente. Tengo muchos recuerdos, proyectos terminados, clases en las universidades, lugares visitados, paseos, conversaciones y muchos amigos, muchos buenos amigos. Amigos que hoy son mi buena familia. Personas de diferentes lugares de Cuba, diferentes credos, diferentes niveles económicos e incluso diferentes niveles de integración revolucionaria   en sus pasadas vidas cubanas, que nos fuimos conociendo y conociendo, en buenos momentos, fiestas, deporte, playas, comidas, pero también en malos momentos, enfermedades, falta de trabajo, escasez de dinero y logramos querernos  y apoyarnos mucho, todos los días.

La lista puede ser grande, pero me gustaría mencionarlos a todos. Aclaro que el orden en que aparecerán, no significa una prioridad sentimental. Lo bueno sería poder escribirlos unos arriba de otros, pero entonces ni yo mismo los podría entender cuando pase el tiempo. Comenzaré por las mujeres, ya saben,  “caballerosidad proletaria”, estarán organizadas por orden alfabético y así me evito preocuparme por los lugares asignados. Si alguna de ellas está interesada  en cambiar de lugar en esta lista, pues nada, a cambiarse el nombre. JAJAJAJAJA. 
Amanda, Arelys, Cachita, Cary, Claudette, (colombiana pero hija cubana por adopción), Deborah, Ileana, Jaqueline, Lisandra, Lourdes, Marlenne, Maryorie, Maysa, Mercedes, Mirthea, María Eugenia, Nancy, Nadaja, Nilsa, Tania, Teresita, Yaima.

También los amigos hombres, a los que mencionaré por la fortaleza de sus músculos. Si quieren cambiarse de lugar, coman mucho, tomen cervezas, engorden, JAJAJAJAJAJA. 
Andrés, Jorge, Hipólito, Martín, Luisito, Ramón, Germán, Yaser, el Rubio, Ale, Rubén, Manolito, José Mario, Manolito hijo, Aliem, Jorgito, Eduardo, Adrián, Roberto.

Conocí también a muchos dominicanos, trabajé casi todo el tiempo como profesores universitario y además me asiste la capacidad de hablar  con todo el que me pasa por el lado por lo que conocí a personas en los colmados, en los conchos, en las ferreterías, en las esquinas, etc. Me gustaría entonces mencionar a Eunice, Naty, Fernando, Alba, Dr. Gisselle, Carlos, Mario, Isabel, Yohannis, Romelia, Fabriccio, José, Brandally, Ramón, Aricel, Gloria, Carmen, Lily,  Nabij padre, Nabisito, Doña Nelsy, Joaquín Nabij,  la Negra, Furcal y Lissette.

Cada uno de estos nombres, más que nombres personas, tienen un espacio en mí hoy. A cada uno de ellos les debo algo, de cada uno de ellos aprendí y sobre todo recibí afecto, cariño, respeto, reconocimiento y apoyo, lo que hace que no importa dónde y cómo esté, a cada rato me venga uno de ellos a la cabeza. Eso es bueno, a veces mejor que el dinero, después de tener pagadas las cuentas. JAJAJAJAJA.

República Dominicana es un buen país, lamentablemente ahora complicado por una ola de violencia, corrupción y droga. Es un  país pequeño, que comparte una isla con los haitianos, lo que introduce otra sazón al potaje con miles de interpretaciones en las que ahora no me puedo meter.

Es un país pobre y rico a la vez. Pobre, porque tiene un enorme nivel de analfabetismo, enfermedades de las que no había escuchado hablar más que en los libros de historia, desempleo y mal empleo, discriminación racial sutil y no tan sutil, carencias materiales enormes, vicios y corrupción casi públicos. Rico, porque posee una agradable naturaleza, tierra fértil y muchos ríos, un grupo de profesionales y técnicos, pocos, pero bien preparados, que hacen un intento por trabajar seriamente, y un pueblo agradable, que a pesar de los problemas, se ríe, se divierte, baila, se enamora. Los ricos están complicados, pues quieren ser más ricos. Se fajan y discriminan entre ellos mismos. Los pobres tienen una sola idea, irse para “Nueva Yol”. Los del medio, como siempre, los del medio no saben quiénes son. Salen de sus humildes casas y gastos ajustados a pasar el día en ambientes ficticios, inventados, a veces con ropas y atuendos prestados.

República Dominicana es un buen país. Es nuestro idioma, mal hablado pero nuestro idioma, nuestra comida, nuestros colores, nuestros ritmos y nuestro calor geográfico y humano. Es un país hospitalario, excesivamente hospitalario, donde muy rápido uno se siente como en su casa. Es una buena experiencia para los que salimos de Cuba, pues nos permite comenzar a ver y aprender, más allá de la teoría, pero con calma, siempre a ritmo de merengue y bachata, sin apuros. El tiempo no urge, no presiona, el tiempo, como categoría, también es propiedad de los dominicanos.

Es un país que acoge, al menos en mi experiencia. Es un pueblo que sabe de todo. Son expertos en política internacional y en la nacional para qué decir, en religión, deportes y negocios.   Cualquiera tiene un proyecto para acabar con el hambre mundial, sin poder comer cada día, otro para convertir el polvo en oro, bajar una estrella, etc. Igualito que nosotros los cubanos.

Pienso que el interés que movió a Hatuey en el siglo XVI para ayudar a sus colegas aborígenes en Cuba todavía existe en República Dominicana hoy. Ojalá los cubanos que allí todavía quedan y los que pasarán en el futuro, no lo destruyan definitivamente.






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