Nuestra llegada a Miami estuvo acompañada de una gran sorpresa, quizás una
de las más grandes que mi vida. Mi hermano Igor tenía las entradas para ir a un
concierto de música en vivo, lo que para mí fue un hecho extraordinariamente grande
e importante.
Escucho música “americana” desde que soy niño. Esto no hubiera sido ningún mérito
de haber nacido en los Estados Unidos, porque pienso que los niños crecen
escuchando la música de sus respectivos países, pero para un niño cubano,
supuesto a ser primero pionero "por el comunismo" y luego cosmonauta, fue una
gran hazaña.
Crecí en una casa donde mi tío Carlos, escuchaba la música de su generación,
Rolling Stone, The Beatles, Paul Anka, etc. Recuerdo que había un disco grande,
al que llamaban “placa” que era de aluminio forrado con acetato y otro pequeño de
45 rpm, con las canciones Rain y Paperback Write, ambos de The Beatles y uno de
los 15 de Paul Anka muy famoso por aquellos años. Discos que se ponían y se ponían
en aquel tocadiscos verde y blanco, herencia capitalista que había en la sala
de mi casa.
Entonces crecí bajo esa influencia, donde mi tío Carlos además tuvo un
grupo de música y luego un cuarteto, inspirado creo en la época de los
cuartetos cubanos y sobre todo en el insigne Meme Solís. Recuerdo las guitaras acústicas
o de cajón donde Carlos tocaba con frecuencia las canciones de Silvio y la
Nueva Trova y las guitarras eléctricas, algunas
de ellas hechas por mi tío abuelo Manolo, que fue muy buen carpintero y todo
los problemas para conseguir las cuerdas originales y el invento con las cuerdas
de nylon o pita de pescar.
Viví la lucha de mi tío y sus amigos por los pantalones tubitos, o muy
apretados que Mamá Yuya, nuestra abuela - madre, cosía en aquella máquina
Singer irrompible, que por aquellos años llegaron a ser interpretados como
muestras de incipientes desviaciones ideológicas. En esto de recordar, yo niño
aún, acompañé un día a mi familia a un teatro de La Habana que no logro definir
ahora, para apoyar en una competencia musical al cuarteto de mi tío Carlos, el
que parecía muy bien acoplado en eso de las voces, pero que cuando salieron a
cantar, al decir de ellos, les quitaron el audio, escuchándose solamente gritos
por separado de cada uno de los integrantes, lo que provocó obviamente que la
presentación fuera desastrosa.
Mi padre también en los días de fiestas o sencillamente cualquier domingo en la
mañana después de limpiar la casa o lavar, a pesar de su posición ideológica “súper
definida”, me mandaba a casa de Julia y Agustín, para pedirles prestado dos
discos, uno de Tom Jones en Las Vegas y uno de Barry White, los que disfrutaba
muchísimo escuchando en aquel, ya viejo, tocadiscos blanco y verde.
Así crecí, medio fajado o en realidad fajado y medio con mis padres, por lo del diversionismo ideológico
y todo aquello. Para ellos la influencia era mala. Los grupos de rock, los
pelos largos, pantalones apretados, alcohol, humo producido por cigarros y todo
lo demás que producía humo y no eran los fumigadores contra los mosquitos, etc,
era el modo de vida que precisamente ellos combatían. Sobre todo para mí era
una influencia mala, pues al estar mis padres incorporados totalmente al
proceso revolucionario y ser profesores de Historia y Filosofía Marxista
Leninista, pienso que no solo querían que yo fuera cosmonauta, sino que llegara
a ser un cosmonauta destacado. JAJAJAJAJA.
Desde esos años mi pasión pública por el rock y la música en inglés, a la
que llamábamos música americana, la que al pasar el tiempo fui descubriendo que
además de americanos, muchos de esos grupos eran ingleses, australianos,
canadienses, e incluso hasta españoles, se desarrolló. Mi
primer grupo preferido, cosa que mantengo todavía hoy fue Deep Purple, con su
inigualable cantante Ian Guillan, música que luego mis dos hermanos más chicos,
Iván e Igor, aprendieron a escuchar. A
Journey lo conocí muchos años después gracias a mi
hermano Iván, que un buen día apareció en la casa con el disco, Evolution, todavía
en la época de los discos de pasta o acetato y a partir de ese momento quedé
enamorado de su cantante, el Sr. Steve Perry y de todas sus canciones.
Entonces comencé a consumir Journey las 24 horas del día, soy el típico cubano
de extremos. Música, videos, información, fotos, chismes. Y todo esto, repetido
hasta el infinito, o sea, más música, más videos hasta el día de hoy, lo que
creó, debo reconocer, cierto fanatismo en mi familia. No creo que ser fanático
sea un gran mérito, quizás gran mérito hubiera sido convertirme en pionero "por
el comunismo” y luego en cosmonauta destacado. JAJAJAJA
Desde muy jovencito siempre he soñado con conciertos en vivo. He visto
miles a través de la televisión, a pesar del trabajo que aquello costaba, mantenerse despierto para violar la vigilancia de los padres en las
noches y subirse al techo de madrugada para darle vueltas a la antena tratando
de coger un canal americano, cintas de videos gastadas que se enredaban o
partían dentro de los equipos viejos, lucha por obtener
tiempo de televisión para poner aquella música que “atormenta”, salidas para
casa de amigos en busca de un televisor y video que se pudiera utilizar, madrugadas
y más madrugadas despierto, etc.
Entonces sabiendo lo que para mí significa, a los pocos días de haber
llegado a Estados Unidos, mi hermano Igor me dio la gran sorpresa. Tenía
entradas para llevarme el sábado 13 de octubre, al Cruzan Amphitheatre de West
Palm Beach a ver en vivo a Journey, el grupo de música que escucho y conozco muy bien desde hace más de 30 años. Hecho
que se convirtió en una de las mejores cosas que he obtenido, obviamente después
de mis dos hijos, mi mujer, ustedes todos mis amigos y familia, mi título
universitario, vivir ahora en Estados Unidos, etc., etc., etc. JAJAJAJAJA.
No creo que sea algo del otro mundo, estando ahora en Estados Unidos quizás
pueda asistir a otros muchos conciertos de rock, pero, acabado de llegar, sin haber dado un “golpe” todavía, ir a ver a Journey en vivo fue sencillamente algo fuera
de serie. Agradeceré siempre a mi hermano Igor el detalle. De estos detalles está hecha la vida. También a Maylin, Mima y mi sobrino Steve, por habernos
llevado a West Palm Beach y haberse quedado toda la noche dando vueltas para
que nosotros pudiéramos entrar y disfrutar del concierto.
Jonathan no quiso ir, no es su música, a pesar de que el nombre que lleva
es alegórico a uno de los miembros de esa banda. El ambiente fue genial, todo el
mundo estaba borracho y fumado. JAJAJAJAJAJA. Ya saben, no debía decir lo de
genial, porque eso de estar borracho y fumado va en contra de los mandamientos,
pero en realidad fue lo que a mi lado ocurrió. Los únicos no borrachos éramos
Martica, mi hermano Igor y yo. Martica y yo, porque no tomamos mucho, y mi hermano Igor porque estuvo todo el tiempo
controlado. JAJAJAJAJA. A pesar del ambiente con alcohol y humo, la pasamos muy
bien, pues nadie se metió con nadie, lo
que delata una enorme cultura de participación en eventos como este. A nadie le
importa lo que hagas o digas, todo el mundo va a disfrutar.
La mayoría de la gente eran de mi edad y más viejos, también había
jovencitos, pero menos. Me llamó la atención la cantidad de lesbianas
que había, el número era mayor que el de hombres homosexuales, pero además lesbianas,
suaves, libres, que se abrazaban amándose, queriéndose todo el tiempo. Lo que
habla muy bien de aquello del derecho y la posibilidad que tiene la mujer en
una sociedad como esta. JAJAJAJA.
Entonces el ambiente estuvo muy bueno. Cervezas y todos los otros
alcoholes, cigarrillos, de los legales y los no legales, mujeres por todos los
lados que se amaban libremente y música, mucha música. No había visto nada
igual, pues los conciertos en Cuba tienen cierto control. Yo, a pesar de que me
encontraba acabado de llegar, como he visto muchas películas americanas y muchos
conciertos por TV, me encontraba en mi ambiente. Nadie se dio cuenta que era
nuevo y por supuesto, nadie pudo enterarse de que venía de Cuba después de una
breve escala en R.D. A todos les hice creer que había nacido aquí, y que esto
de los conciertos en vivo era mi fuerte. Además como estaba disfrazado de fanático
de Journey, con tatuaje y pullover incorporado, pude pasar como un seguidor más
de toda la vida.
Lo de la música,
pantallas, juegos de luces, etc., fue sencillamente espectacular. Como
algunos de ustedes deben conocer, primero tocan otros grupos que sirven para
calentar el ambiente y luego el plato fuerte. La noche abrió con Pat Benatar, (ver
Wikipedia y You Tube) y para el cierre, cuando todo estaba que ardía, Journey. ¿Quién faltó? Imagínense, “la voz”, o sea, el Sr. Steve
Perry, porque ya no está con el grupo. Si alguno de mis lectores está
interesado, luego puedo darle más detalles, pues soy casi su biógrafo. JAJAJAJAJA.
Pero no importa, cuando no hay perros hay que montear con gatos, como decía mi
abuela Tomasa. De todas formas estaba Journey.
Del grupo original solo quedan tres integrantes, Neal Schon, Ross Valory y Jonathan Cain, y como el público lo que quiere escuchar son
las canciones de los primeros años, las que marcaron a muchas personas, las que son hoy himnos, toda la música fue la del Perry, interpretada ahora por el nuevo cantante, un joven filipino, que fue descubierto en YouTube, lo que habla bien de las
oportunidades que se tienen en un país como este. JAJAJAJAJA. De hecho el joven cantante debe haberse convertido en una de las personas más importantes que ha tenido ese "hermano" país.
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