lunes, 5 de agosto de 2013

Journey´s Concert

Nuestra llegada a Miami estuvo acompañada de una gran sorpresa, quizás una de las más grandes que mi vida. Mi hermano Igor tenía las entradas para ir a un concierto de música en vivo, lo que para mí fue un hecho extraordinariamente grande e importante.

Escucho música “americana” desde que soy niño. Esto no hubiera sido ningún mérito de haber nacido en los Estados Unidos, porque pienso que los niños crecen escuchando la música de sus respectivos países, pero para un niño cubano, supuesto a ser primero pionero "por el comunismo" y luego cosmonauta, fue una gran hazaña.

Crecí en una casa donde mi tío Carlos, escuchaba la música de su generación, Rolling Stone, The Beatles, Paul Anka, etc. Recuerdo que había un disco grande, al que llamaban “placa” que era de aluminio forrado con acetato y otro pequeño de 45 rpm, con las canciones Rain y Paperback Write, ambos de The Beatles y uno de los 15 de Paul Anka muy famoso por aquellos años. Discos que se ponían y se ponían en aquel tocadiscos verde y blanco, herencia capitalista que había en la sala de mi casa.

Entonces crecí bajo esa influencia, donde mi tío Carlos además tuvo un grupo de música y luego un cuarteto, inspirado creo en la época de los cuartetos cubanos y sobre todo en el insigne Meme Solís. Recuerdo las guitaras acústicas o de cajón donde Carlos tocaba con frecuencia las canciones de Silvio y la Nueva Trova y las guitarras eléctricas,  algunas de ellas hechas por mi tío abuelo Manolo, que fue muy buen carpintero y todo los problemas para conseguir las cuerdas originales y el invento con las cuerdas de nylon o pita de pescar.

Viví la lucha de mi tío y sus amigos por los pantalones tubitos, o muy apretados que Mamá Yuya, nuestra abuela - madre, cosía en aquella máquina Singer irrompible, que por aquellos años llegaron a ser interpretados como muestras de incipientes desviaciones ideológicas. En esto de recordar, yo niño aún, acompañé un día a mi familia a un teatro de La Habana que no logro definir ahora, para apoyar en una competencia musical al cuarteto de mi tío Carlos, el que parecía muy bien acoplado en eso de las voces, pero que cuando salieron a cantar, al decir de ellos, les quitaron el audio, escuchándose solamente gritos por separado de cada uno de los integrantes, lo que provocó obviamente que la presentación fuera desastrosa.

Mi padre también en los días de fiestas o sencillamente cualquier domingo en la mañana después de limpiar la casa o lavar, a pesar de su posición ideológica “súper definida”, me mandaba a casa de Julia y Agustín, para pedirles prestado dos discos, uno de Tom Jones en Las Vegas y uno de Barry White, los que disfrutaba muchísimo escuchando en aquel, ya viejo, tocadiscos blanco y verde.

Tengo muy claros  los recuerdos de estar sentados en la escalera de la casa de mi amigo de siempre "Ruso" quizás con  8, 9 o 10 años donde un grupo de amiguitos tratábamos de imitar los instrumentos musicales y nuestros primeros intentos por repetir las letras en inglés de las canciones de los “Aguas Claras”, Led Zeppelín y Deep Purple. Recuerdo la lucha de mi familia por oponerse a los pantalones apretados, los tennis sin media, los intentos por el pelo largo, los chicles de verdad y los de mentiras, las paredes de los cuartos medio forradas de imágenes obtenidas fuera del periódico Granma y la revista Bohemia, la música “americana”.


Así crecí, medio fajado o en realidad fajado y medio con mis padres, por lo del diversionismo ideológico y todo aquello. Para ellos la influencia era mala. Los grupos de rock, los pelos largos, pantalones apretados, alcohol, humo producido por cigarros y todo lo demás que producía humo y no eran los fumigadores contra los mosquitos, etc, era el modo de vida que precisamente ellos combatían. Sobre todo para mí era una influencia mala, pues al estar mis padres incorporados totalmente al proceso revolucionario y ser profesores de Historia y Filosofía Marxista Leninista, pienso que no solo querían que yo fuera cosmonauta, sino que llegara a ser un cosmonauta destacado. JAJAJAJAJA.

Desde esos años mi pasión pública por el rock y la música en inglés, a la que llamábamos música americana, la que al pasar el tiempo fui descubriendo que además de americanos, muchos de esos grupos eran ingleses, australianos, canadienses, e incluso hasta españoles, se desarrolló.  Mi primer grupo preferido, cosa que mantengo todavía hoy fue Deep Purple, con su inigualable cantante Ian Guillan, música que luego mis dos hermanos más chicos, Iván e Igor, aprendieron a escuchar.  A Journey lo conocí muchos años después gracias a mi hermano Iván, que un buen día apareció en la casa con el disco, Evolution, todavía en la época de los discos de pasta o acetato y a partir de ese momento quedé enamorado de su cantante, el Sr. Steve Perry y de todas sus canciones.

Entonces comencé a consumir Journey las 24 horas del día, soy el típico cubano de extremos. Música, videos, información, fotos, chismes. Y todo esto, repetido hasta el infinito, o sea, más música, más videos hasta el día de hoy, lo que creó, debo reconocer, cierto fanatismo en mi familia. No creo que ser fanático sea un gran mérito, quizás gran mérito hubiera sido convertirme en pionero "por el comunismo” y luego en cosmonauta destacado. JAJAJAJA

Desde muy jovencito siempre he soñado con conciertos en vivo. He visto miles a través de la televisión, a pesar del trabajo que aquello costaba, mantenerse despierto para violar la vigilancia de los padres en las noches y subirse al techo de madrugada para darle vueltas a la antena tratando de coger un canal americano, cintas de videos gastadas que se enredaban o partían dentro de los equipos viejos, lucha por obtener tiempo de televisión para poner aquella música que “atormenta”, salidas para casa de amigos en busca de un televisor y video que se pudiera utilizar, madrugadas y más madrugadas despierto, etc.

Entonces sabiendo lo que para mí significa, a los pocos días de haber llegado a Estados Unidos, mi hermano Igor me dio la gran sorpresa. Tenía entradas para llevarme el sábado 13 de octubre, al Cruzan Amphitheatre de West Palm Beach a ver en vivo a Journey, el grupo de música que escucho  y conozco muy bien desde hace más de 30 años. Hecho que se convirtió en una de las mejores cosas que he obtenido, obviamente después de mis dos hijos, mi mujer, ustedes todos mis amigos y familia, mi título universitario, vivir ahora en Estados Unidos, etc., etc., etc. JAJAJAJAJA. 

No creo que sea algo del otro mundo, estando ahora en Estados Unidos quizás pueda asistir a otros muchos conciertos de rock, pero, acabado de llegar, sin haber dado un “golpe” todavía, ir a ver a Journey en vivo fue sencillamente algo fuera de serie. Agradeceré siempre a mi hermano Igor el detalle. De estos detalles está hecha la vida. También a  Maylin, Mima y mi sobrino Steve, por habernos llevado a West Palm Beach y haberse quedado toda la noche dando vueltas para que nosotros pudiéramos entrar y disfrutar del concierto.

Jonathan no quiso ir, no es su música, a pesar de que el nombre que lleva es alegórico a uno de los miembros de esa banda. El ambiente fue genial, todo el mundo estaba borracho y fumado. JAJAJAJAJAJA. Ya saben, no debía decir lo de genial, porque eso de estar borracho y fumado va en contra de los mandamientos, pero en realidad fue lo que a mi lado ocurrió. Los únicos no borrachos éramos Martica, mi hermano Igor y yo. Martica y yo, porque no tomamos mucho, y mi hermano Igor porque estuvo todo el tiempo controlado. JAJAJAJAJA. A pesar del ambiente con alcohol y humo, la pasamos muy bien,  pues nadie se metió con nadie, lo que delata una enorme cultura de participación en eventos como este. A nadie le importa lo que hagas o digas, todo el mundo va a disfrutar.

La mayoría de la gente eran de mi edad y más viejos, también había jovencitos, pero menos. Me llamó la atención la cantidad de lesbianas que había, el número era mayor que el de hombres homosexuales, pero además lesbianas, suaves, libres, que se abrazaban amándose, queriéndose todo el tiempo. Lo que habla muy bien de aquello del derecho y la posibilidad que tiene la mujer en una sociedad como esta. JAJAJAJA.

Entonces el ambiente estuvo muy bueno. Cervezas y todos los otros alcoholes, cigarrillos, de los legales y los no legales, mujeres por todos los lados que se amaban libremente y música, mucha música. No había visto nada igual, pues los conciertos en Cuba tienen cierto control. Yo, a pesar de que me encontraba acabado de llegar, como he visto muchas películas americanas y muchos conciertos por TV, me encontraba en mi ambiente. Nadie se dio cuenta que era nuevo y por supuesto, nadie pudo enterarse de que venía de Cuba después de una breve escala en R.D. A todos les hice creer que había nacido aquí, y que esto de los conciertos en vivo era mi fuerte. Además como estaba disfrazado de fanático de Journey, con tatuaje y pullover incorporado, pude pasar como un seguidor más de toda la vida.

Lo de la música, pantallas, juegos de luces, etc., fue sencillamente espectacular. Como algunos de ustedes deben conocer, primero tocan otros grupos que sirven para calentar el ambiente y luego el plato fuerte. La noche abrió con Pat Benatar, (ver Wikipedia y You Tube) y para el cierre, cuando todo estaba que ardía,  Journey.   ¿Quién faltó? Imagínense, “la voz”, o sea, el Sr. Steve Perry, porque ya no está con el grupo. Si alguno de mis lectores está interesado, luego puedo darle más detalles, pues soy casi su biógrafo. JAJAJAJAJA. Pero no importa, cuando no hay perros hay que montear con gatos, como decía mi abuela Tomasa. De todas formas estaba Journey.

Del grupo original solo quedan tres integrantes, Neal Schon, Ross Valory y Jonathan Cain, y como el público lo que quiere escuchar son las canciones de los primeros años, las que marcaron a muchas personas, las que son hoy himnos, toda la música fue la del Perry, interpretada ahora por el nuevo cantante, un joven filipino, que fue descubierto en YouTube, lo que habla bien de las oportunidades que se tienen en un país como este. JAJAJAJAJA. De hecho el joven cantante debe haberse convertido en una de las personas más importantes que ha tenido ese "hermano" país.

En resumen, muy buena noche. Yo acabado de llegar, no podía pedir más. Bueno mentira, siempre se puede pedir más pues faltaba mi otro hermano, al cual le tendríamos que agradecer el haber conocido a Journey. Estaba con mi mujer y mi hermano Igor, contentos entre nosotros tres, con cervecitas y cigarritos y rodeados de “las ovejas descarriadas”. Muy buena música y muy buen ambiente, Al tocar Journey, la mayor parte del público se parecía a mí, por aquello de las argollas, los tatuajes, los pelos largos y entonces eso me gustó, ya saben, por lo del sentido de pertenencia. JAJAJAJA.

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