No voy a decirles que
Lincoln es la ciudad más linda de los
Estados Unidos, no diré mentiras, sin embargo, después de vivir en ella unos
cuantos meses, puedo asegurar que tiene características y cosas que me gustan.
El Estado de Nebraska está
situado justo en el medio del país, lo que hace que la naturaleza ofrezca a los
que aquí viven 4 estaciones bien diferenciadas, cosa que en Cuba solo vimos en
los libros de geografía, entonces, en verano hace un calor horrible, por encima
de los 38 grados centígrados, en otoño los árboles mudan todas sus hojas y las
depositan en la calle, en invierno caen varios pies de nieve y todo se congela y
en primavera la ciudad se llena de un verde muy intenso en los árboles y césped
y de muchas flores que aportan una infinidad de colores.
Lincoln es la capital de
este Estado que tanto he nombrado, lo que le da cierta importancia como lugar,
más allá de opiniones personales. Es una ciudad relativamente pequeña y
organizada, por lo que nos ha sido fácil conocerla y vivirla.
Su estructura basada en una
cuadrícula cartesiana, es como la de una parte de La Habana, donde, a partir
del cruce de dos ejes perpendicularmente, se edificó en cuatro zonas bien
diferenciadas, o sea, norte, sur, este y
oeste, con calles paralelas en todos los sentidos. Mayor parecido aún, pues las
calles se nombran con números y las que las cruzan con letras, permitiendo una
rápida localización y/o ubicación. En sentido general resulta fácil llegar a
cualquier lugar.
Salvando las grandes
diferencias obvias, a mí se me parece mucho al Víbora Park de mi infancia,
sobretodo, por las casas con jardines sin cercas, donde el césped no se interrumpe
de una esquina a otra y todos los espacios están llenos de flores. Además
frente a las casas, en los parterres, espacio que está entre las aceras y las
calles, existen enormes árboles que embellecen, dan sombra y fresco, tal como en
mi reparto cuando yo era pequeño. Recuerdo que una de las primeras labores de
cada día de las amas de casa, incluyendo a mi abuela Mama Yuya, era barrer los
jardines, las aceras e incluso parte de las calles, momento aprovechado para
saludar, conversar y quizás chismear un poquito con la fresca de la mañana.
Hablo del Víbora Park de mi
infancia, porque el de ahora se parece más a la cárcel “Combinado del Este”. En
todas las casas, quizás como un intento de protección o diferenciación, se han levantado
cercas y muros en los frentes y costados. Con gusto o no, con recursos o casi
sin ellos, lo cierto es que hoy son pocas las casas que no tienen una de esas estructuras de hierro o
cemento, o ambos inclusive. Las cercas, las cabillas, los hierros y los muros
de cemento se han ido convirtiendo en algo normal y necesario. Ni hablar de los
árboles que daban sombra y fresco, casi todos se han ido cayendo o han sido
tumbados por los vecinos, por lo que la vista general es bastante triste para
los que allí crecimos. Sin mencionar la “humanitaria” idea de sembrar o meter en
cada esquina un edificio de microbrigada, que nada tienen que ver con la
estructura con que se concibió el reparto.
Lincoln es un lugar lleno de
parques. Como existe tanto espacio, no se camina mucho para encontrar un parque
y otro y otro. Los de aquí aman la primavera, el verano y la naturaleza y tan
pronto sale el primer rayo de Sol que calienta un poquito, todo el mundo va a
la calle a caminar, correr, pasear, montar bicicletas, etc., período además aprovechado
para despojarse de la mayor cantidad de ropa posible, por lo que es común ver a
las personas en short, camisetas, sin camisa e incluso sin zapatos caminando
por las calles, aceras y parques. Lo que a mí me gusta enormemente, pues tiene
que ver mucho con mi estilo de vida. En sentido general la población es
bastante sencilla, según nos han contado, puedes tener al lado tuyo a una
persona de mucho dinero y nunca te enteras si no ves sus tarjetas de crédito,
porque está tomándose un cafecito, sin guardaespaldas, con un jeans y una
camisita o pullover de mangas cortas.
Es una ciudad tranquila. Es
común ver a personas solas, incluyendo mujeres de todas las edades, que salen a
caminar o pasear sus perros después de la media noche, no importa si hace calor
o está nevando, sin escoltas, sin armas, evidentemente sin miedo. ¿Armas? Esa imagen,
por suerte, parece que la dejamos en República Dominicana. Las personas
generalmente paran sus carros para darle el paso a alguien que viene a pie o
para permitir que otro carro salga o se incorpore. Martica y yo un día mientras
caminábamos, nos cruzamos con la esposa del Gobernador del Estado de Nebraska,
que estaba paseando a sus perritos por la acera frente a su casa y para nuestro
asombro la señora no solo nos saludó muy agradablemente, sino que nos hizo un
chiste relacionado con los perritos que nos habían caído atrás. ¿La esposa del
Gobernador? Pues sí, la mismísima esposa del tipo.
Según los que aquí viven,
Lincoln es considerada una ciudad alegre, dicen que una de las más alegres de
la Unión. No sé de dónde sale esto, pero lo cierto es que las personas sonríen siempre,
saludan en la calle aunque no te conozcan, incluso de un carro a otro. Todo el
mundo te da las gracias por entrar a su establecimiento, negocio o
sencillamente puesto de trabajo y todo el mundo te despide con una enorme
sonrisa y el deseo de que tengas un buen día, desde el gran supermercado hasta
la pequeña tienda de una gasolinera. Es un lugar de muchos jóvenes, sobretodo
de muchas muchachas, porque radica aquí la Universidad Central del Estado de
Nebraska, lo que garantiza la alegría, el movimiento, un poco de desorden “sano”
y también la buena vista.
Lincoln posee un down town o
centro precioso para mi gusto, es casi encantador, pues casi todas las
construcciones, bares, oficinas, hoteles, tiendas, etc., son de ladrillos a
vista de un rojo muy intenso, lo que le da cierto aire de antigüedad y
autenticidad. Muchas casas, también de ladrillos o piedras, poseen esos lindos
techos a dos aguas y balcones, que a mí me recuerdan la maravillosa casa que
está en 5ta Avenida a mano derecha cuando uno sale del túnel de Malecón, que
durante muchos años estuvo destruyéndose y que creo que antes de irme la
comenzaban a restaurar. Entre árboles, casas de ladrillos con jardines y techos
a dos aguas, grandes parques, anchas calles, etc., a mí me da la sensación de
estar dentro de una película, americana por supuesto.
No es un lugar caro. Tengo la
referencia de dos lugares más en los Estados Unidos. Uno es Miami, Florida y el
otro es San Antonio, Texas, y de seguro la vida en Lincoln en cuanto a gastos
necesarios, o sea, casa, electricidad, gas, agua, etc., es más barata. Digamos,
un cuarto nada grande con un baño en una zona de Miami donde no te maten,
cuesta hoy no menos de 600 dólares; un apartamento de un cuarto en un buen
residencial en San Antonio cuesta más de 700 dólares. Nosotros en Lincoln por
un buen apartamento de dos habitaciones, sala, comedor, cocina y un baño, todo grande,
y en una muy buena zona, en la
intercepción de dos calles principales, pagamos 495 dólares mensualmente, lo
que incluye además toda el agua que queramos gastar y el servicio de recogida
de basura. Acabo de hablar con Ana Vilma hace unas horas y hablando de lo que estábamos
viviendo, le comenté que hoy en la mañana acababa de pagar 10 dólares por
cogerle un ponche a una goma, lo que me pareció una suma un poco elevada y ella
sonriendo me contó que la semana pasada en su cercana Hialeah había pagado 15 dólares
sin impuestos por la misma operación.
Lincoln es una ciudad
americana, por lo que se habla inglés todo el tiempo y en todos los lugares.
Existen emigrantes como en todos los lugares de la Unión: mexicanos, algunos europeos, vietnamitas, tailandeses,
africanos, y por supuesto, cubanos, pero como grupo ninguno tiene gran fuerza,
por lo que aquello de imponer un idioma está bien lejos de suceder. Todos los
que aquí viven, si quieren insertarse en la sociedad, tienen que meterle al
inglés inevitablemente. Algunos mejor, otros peor, pero inglés, por lo que la idea de medio inglés y medio
español a la misma vez, que a veces se descubre en Miami, aquí no existe.
De hospitales para qué
hablar, ya hice el cuento de mi operación de corazón, sencillamente hoteles 5
estrella plus. Última tecnología, atención inmejorable. Tiendas y negocios para
comer y tomar, no alcanzaría una vida para visitarlos todos
En resumen, de tener vida y
seguir la vida como va, es muy difícil que por el momento me mueva de este
lugar, porque sencillamente me gusta, me muevo bien dentro de él, es un sitio lindo
y sobretodo muy tranquilo. Estaré aquí porque tal como dice la letra de una de
las canciones de la genial película cubana Habana Blues,
…
en
un alma peregrina
no
existe ciudadanía
la
bandera es un dilema, la patria y la geografía
donde
quiera que me encuentre
yo
siento que es tierra mía.