domingo, 9 de noviembre de 2014

Los DREADLOCKS de Jonathan.

Ser bueno en algo lleva mucho tiempo y dedicación. Tratar de ser bueno en muchas cosas, es casi una locura.

Quizás esa ha sido una parte de mi vida. Combato todos los días contra mí mismo, para aprender y mejorarme. Como resultado, a mis 51 años puedo cepillarme los dientes y abrocharme los zapatos solo.

Mi último reto, en realidad gran reto, fue hacerle un peinado a mi hijo Jonathan, el cual confiado en mi mejoramiento y en que puedo lavarme los dientes solo, me pidió -  insistió, en que se lo hiciera.

Desde hace muchos meses Jonathan venía anunciando que quería hacerse los dreadlocks. Todo el mundo que lo escuchaba y miraba su lindo pelo largo estaba en desacuerdo. Soy testigo de que algunas mujeres lo han parado en la calle para celebrarle su negro cabello y puedo asegurar que ellas no eran calvas. Sin embargo, él, haciendo galas de sus apellidos, insistía en su idea.

Las primeras averiguaciones en Lincoln fueron frustrantes. El lugar más barato que encontró cobra de 300 a 400 dólares por el peinado. Es mucho dinero para que alguien te joda el pelo. Entonces pasó a la segunda opción.

_ Picho tu puedes hacérmelos, me dijo.

_ Yo???????? Tu estás loco, le respondí. Es cierto que desde hace años pelo a mis amigos y familiares. Estoy mejor que Félix, el barbero histórico de Víbora Park, pues he sido barbero en tres países, Cuba, República Dominicana y ahora en Estados Unidos. Mi cliente más reciente es el Chino, al cual le hice un pelado “parecido” al que lleva un futbolista famoso.

A partir de ese momento, ya pueden imaginar: conferencias, debates, seminarios, sobre dreadlocks y al final, mi aceptación. Soy un tipo débil.


Entonces le pedí que me consiguiera dos o tres vídeos de cómo hacerlo y que me trajera en papel un diagrama de la cabeza dividida, para poder orientarme. Luego exigí comenzar un viernes en la tarde, para poder calentar los motores, dedicar a esto todo el sábado y tener el domingo como colchón por si algo salía mal o me demoraba mucho en cogerle la vuelta.

Videos en YouTube, diagrama en papel y el viernes a las 7:00 pm, después de una larga jornada laboral como trabajador de mantenimiento, comenzamos con la actividad extralaboral.

Los dreadlocks o rastas, como se conocen en nuestro idioma, es un peinado formado por singulares trenzas, que al pasar el tiempo se convierten en una enmarañada forma de tener el pelo. Los más cuidados llegan a verse lindos una vez que te acostumbras, los menos cuidados terminan pareciendo raíces de arboles que te cuelgan de la cabeza. Al principio fue un “peinado” típico de africanos y algunos países del sur de Asia como India. La imagen de dreadlocks mas conocida en América, es la del cantante jamaicano Bob Marley. De seguro porque en ellos resulta más fácil lograr el desastre en los cabellos. No es un tema racista, sino racial, que es diferente. Sin embargo hoy lo llevan también los blancos rubios de pelo lacio, incluso muchas mujeres de caras lindas, artistas, rockeros y por supuesto, para no quedarse atrás, Jonathan.



El comienzo fue difícil. Jonathan tiene mucho cabello y además muy largo y yo tenía que dividirle la cabeza en cuadrados para luego comenzar a trenzar. El viernes hicimos las dos líneas de abajo, partiendo del cuelo hacia arriba.

Teóricamente es sencillo. Tienes que coger un mechón de pelo, darle la vuelta o girarlo y abrirlo hacia arriba. Todo se reduce a eso. Girar el pelo, separarlo en dos y halar hacia arriba. Sólo que eso hay que hacerlo miles y miles de veces para lograr que el pelo, sin partirse, se vaya enredando entre el mismo.


Mi aprendizaje incorporó un poco de violencia. Cosa inevitable, pues eso de girar el pelo y halar, no hay maneras de poderlo controlar del todo. Por momentos pensamos que me quedaría con parte de los pelos en las manos o vería salir la masa encefálica del Jonathan por un hueco que le abriría en el cráneo. Pero es así, la belleza duele y cuesta. Terminanos como a las 11 de la noche y decidimos dejarlo para el otro día.

El sábado nos levantamos y volvimos a cogerla con el asunto. La sesión empezó alrededor de las 10:00 am y luego de algunas paradas para café, almuerzos y pequeños descansos, terminamos totalmente a las 11 de la noche. Un maratón de 13 horas seguidas. Jonathan sentado en una silla, tratando de aguantar mis alones de pelo y yo parado detrás de éĺ, dándole vueltas al pelo, dividiéndolo en dos y halando hacia arriba. Cuántas veces pude haber hecho este proceso? No tengo idea, pero en 13 horas de trabajo a ritmo acelerado para terminar, fueron algunos cientos de veces.


Utilizamos ligas especiales para dreadlocks compradas por internet, ya saben, estamos en América, otras ligas menos especiales, e incluso alambres, cosa que para mis manos resultaba mas cómodo de manejar. No jugué mucho con muñecas cuando fui niño. Peines de diversas formas y pinzas de corte para los alambres. El trabajo resultó ser un híbrido entre la cosmética moderna y el mantenimiento al que me dedico todos los días, pero al final, con más alones de pelos que los que le hubieran dado en una peluquería especializada, pero casi sin costo alguno, los dreadlocks fueron terminados.

Hoy después de algunos mejoramientos que Jonathan se ha continuado haciendo, se ven bien. Tiene en la cabeza 55 trenzas dreadlocks, lo que para mí debe ser un record para unos principiantes. A pesar de los alones de pelo, nunca llegó a sangrar. Ya ha tenido la experiencia de que personas en la calle también se lo han celebrado, coincidentemente negros. Él está contento con su peinado y yo me siento contento con haberlo conseguido. Aprendí algo más, lo cual me hace sentir bien, para no decir orgulloso.

Siempre le digo a mis hijos que ellos están mejor que Jesús, pues éste a la hora de su muerte en la cruz, de su familia de sangre sólo tuvo a María. José no sé dónde estaba en ese momento, pero como todos sabemos que no era el padre biológico del crucificado, a lo mejor aprovechó ese día para vengarse de la madre, así somos los hombres. 

Los míos están salvos, ellos tienen un papá.

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