Quizás esa ha sido una
parte de mi vida. Combato todos los días contra mí mismo, para
aprender y mejorarme. Como resultado, a mis 51 años puedo cepillarme
los dientes y abrocharme los zapatos solo.
Mi último reto, en
realidad gran reto, fue hacerle un peinado a mi hijo Jonathan, el
cual confiado en mi mejoramiento y en que puedo lavarme los dientes
solo, me pidió - insistió, en que se lo hiciera.
Desde hace muchos meses
Jonathan venía anunciando que quería hacerse los dreadlocks. Todo
el mundo que lo escuchaba y miraba su lindo pelo largo estaba en
desacuerdo. Soy testigo de que algunas mujeres lo han parado en la
calle para celebrarle su negro cabello y puedo asegurar que ellas no
eran calvas. Sin embargo, él, haciendo galas de sus apellidos,
insistía en su idea.
Las primeras
averiguaciones en Lincoln fueron frustrantes. El lugar más barato
que encontró cobra de 300 a 400 dólares por el peinado. Es mucho
dinero para que alguien te joda el pelo. Entonces pasó a la segunda
opción.
_ Picho tu puedes
hacérmelos, me dijo.
_ Yo???????? Tu estás
loco, le respondí. Es cierto que desde hace años pelo a mis amigos
y familiares. Estoy mejor que Félix, el barbero histórico de Víbora
Park, pues he sido barbero en tres países, Cuba, República
Dominicana y ahora en Estados Unidos. Mi cliente más reciente es el
Chino, al cual le hice un pelado “parecido” al que lleva un
futbolista famoso.
A partir de ese momento, ya pueden imaginar: conferencias, debates, seminarios, sobre dreadlocks y al final, mi
aceptación. Soy un tipo débil.
Entonces le pedí que me
consiguiera dos o tres vídeos de cómo hacerlo y que me trajera en
papel un diagrama de la cabeza dividida, para poder orientarme. Luego
exigí comenzar un viernes en la tarde, para poder calentar los
motores, dedicar a esto todo el sábado y tener el domingo como
colchón por si algo salía mal o me demoraba mucho en cogerle la
vuelta.
Videos en YouTube,
diagrama en papel y el viernes a las 7:00 pm, después de una larga
jornada laboral como trabajador de mantenimiento, comenzamos con la actividad extralaboral.
Los dreadlocks o
rastas, como se conocen en nuestro idioma, es un peinado formado por
singulares trenzas, que al pasar el tiempo se convierten en una
enmarañada forma de tener el pelo. Los más cuidados llegan a verse
lindos una vez que te acostumbras, los menos cuidados terminan
pareciendo raíces de arboles que te cuelgan de la cabeza. Al
principio fue un “peinado” típico de africanos y algunos países del sur de Asia como India. La imagen de dreadlocks mas conocida en América, es la del cantante jamaicano Bob Marley. De seguro porque en ellos resulta más fácil
lograr el desastre en los cabellos. No es un tema racista, sino
racial, que es diferente. Sin embargo hoy lo llevan también los
blancos rubios de pelo lacio, incluso muchas mujeres de caras lindas, artistas, rockeros y por supuesto, para no quedarse atrás, Jonathan.
El comienzo fue
difícil. Jonathan tiene mucho cabello y además muy largo y yo tenía
que dividirle la cabeza en cuadrados para luego comenzar a trenzar.
El viernes hicimos las dos líneas de abajo, partiendo del cuelo hacia
arriba.
Teóricamente es
sencillo. Tienes que coger un mechón de pelo, darle la vuelta o
girarlo y abrirlo hacia arriba. Todo se reduce a eso. Girar el pelo,
separarlo en dos y halar hacia arriba. Sólo que eso hay que hacerlo
miles y miles de veces para lograr que el pelo, sin partirse, se vaya
enredando entre el mismo.
Mi aprendizaje
incorporó un poco de violencia. Cosa inevitable, pues eso de girar
el pelo y halar, no hay maneras de poderlo controlar del todo. Por
momentos pensamos que me quedaría con parte de los pelos en las
manos o vería salir la masa encefálica del Jonathan por un hueco
que le abriría en el cráneo. Pero es así, la belleza duele y cuesta.
Terminanos como a las 11 de la noche y decidimos dejarlo para el
otro día.
El sábado nos
levantamos y volvimos a cogerla con el asunto. La sesión empezó
alrededor de las 10:00 am y luego de algunas paradas para café,
almuerzos y pequeños descansos, terminamos totalmente a las 11 de la
noche. Un maratón de 13 horas seguidas. Jonathan sentado en una
silla, tratando de aguantar mis alones de pelo y yo parado detrás de
éĺ, dándole vueltas al pelo, dividiéndolo en dos y halando hacia
arriba. Cuántas veces pude haber hecho este proceso? No tengo idea,
pero en 13 horas de trabajo a ritmo acelerado para terminar, fueron
algunos cientos de veces.
Utilizamos ligas
especiales para dreadlocks compradas por internet, ya saben, estamos
en América, otras ligas menos especiales, e incluso alambres, cosa
que para mis manos resultaba mas cómodo de manejar. No jugué mucho con muñecas cuando fui niño. Peines de
diversas formas y pinzas de corte para los alambres. El trabajo
resultó ser un híbrido entre la cosmética moderna y el
mantenimiento al que me dedico todos los días, pero al final, con
más alones de pelos que los que le hubieran dado en una peluquería
especializada, pero casi sin costo alguno, los dreadlocks fueron
terminados.
Hoy después de
algunos mejoramientos que Jonathan se ha continuado haciendo, se ven
bien. Tiene en la cabeza 55 trenzas dreadlocks, lo que para mí debe ser un record para unos principiantes. A pesar de los alones de pelo, nunca llegó a sangrar. Ya ha tenido la
experiencia de que personas en la calle también se lo han celebrado, coincidentemente negros. Él está contento con su peinado y yo me siento contento con haberlo
conseguido. Aprendí algo más, lo cual me hace sentir bien, para no decir orgulloso.
Siempre le digo a mis
hijos que ellos están mejor que Jesús, pues éste a la hora de su
muerte en la cruz, de su familia de sangre sólo tuvo a María. José
no sé dónde estaba en ese momento, pero como todos sabemos que no
era el padre biológico del crucificado, a lo mejor aprovechó ese día para vengarse de la madre, así somos los hombres.
Los míos están salvos, ellos
tienen un papá.
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