sábado, 9 de mayo de 2015

La naturaleza es sabia. Los animales son inteligentes. Yo soy un tipo sensible.

Como saben, vivo en una región donde se observan, disfrutan y padecen las cuatro estaciones del año.

No he sido un tipo enormemente sensible. Con relación a temas como este, durante muchos años me dio igual que “crecieran los niños o los accidentes”, sin embargo con el paso de los años, los tropiezos, triunfos y fracasos, en fin la vida, mi sensibilidad ha ido en aumento. Al menos eso pienso.

No llego a los niveles de no comer carne para evitar que sacrifiquen a los animales, o de querer, como mi amigo Chino, llevarme a la casa a cada perro que veo abandonado en la calle, que por cierto, mientras escribo esto, me doy cuenta que no he visto perros callejeros aquí. No sé si es que la gente es más responsable o si los depositan en algún lugar cuando ya no los quieren o pueden con ellos o es que el gobierno de la Ciudad los recoge sistemáticamente. Lo que aquí abundan son las ardillas y las liebres, más que abundan, pululan.


Hasta hace muy poco todo mi entorno estaba pelado, seco, oscuro y en muy pocos días, casi sin que uno pueda darse cuenta, 
todo se ha ido cubriendo de un verde muy intenso. Los árboles se han llenado de hojas y las flores de colores inimaginables comienzan a llenar los canteros y jardines de los parques, casas y edificios.


Todo en este orden cambia muy rápido. Las plantas, tal como si estuvieran apuradas, comienzan a recuperar lo que perdieron en el último otoño. Ahora todo es verde, de un verde muy intenso, fuerte, que no recuerdo haberlo visto anteriormente en los lugares donde ha estado.

Los animales también se animan. Muchos, imagino, se embullan y entran en la fase de apareamiento. He visto a más de una ardilla, la cual asumo que son los machos, caerle atrás desesperadamente a otra ardilla, presumiblemente hembras y pájaros que juegan unos con otros como si se estuvieran fajando.


Ahora como una curiosidad, tengo un nido de pájaros justo sobre el bombillo que está encima de la puerta de entrada de mi taller. Durante todos estos días he podido observar cómo esta pareja de Robin, que no es el ave de Nebraska no sé por qué, pues son los pájaros que más abundan, han venido construyendo su nido pedacito a pedacito, ramita a ramita. He sido testigo, como nunca antes de este proyecto, que desde lejos o en un libro, puede parecer insignificante, pero que habla muy bien de la sabiduría de la  madre naturaleza.


Los animales son inteligentes más allá de lo que diga el Discovery Channel. El lugar escogido por la familia Robin, es ideal. Primero, porque está cubierto por el alero del techo del taller, lo que los resguarda de las lluvias. Segundo, está en la pared de Sol, por lo que el lugar es muy cálido, a veces demasiado por el día. Tercero, el bombillo permanece encendido por las noches, lo que debe mantener el calor en el nido incluso en las noches más frescas o húmedas.


El único inconveniente podría ser el ruido que hacemos cuando cerramos o abrimos la puerta, lo que hemos tratado de minimizar para hacer la estancia de la madre y los pichones lo menos traumática posible, a tal punto que los pájaros se han acostumbrado a nuestros movimientos.

El nido es medio cónico, o sea, más ancho en la base, lo que dice que los egipcios no eran los únicos inteligentes y tiene un alto que permite solamente a los padres sacar las cabezas, así los pichones estarán siempre protegidos.

Ha sido lindo pues he estado parado debajo del nido cuando han estado poniendo pedacitos de ramas secas y en determinado momento he visto al macho con una rama seca en el pico posarse casi al alcance de mi mano y mirarme como diciéndome, necesito que te quites, tengo que terminar de construir mi casa.

Evidentemente, esto de hacer nidos y copular, pasa desde los tiempos de Adán y Eva, no me lo tienen que decir, pero en realidad, antes yo no era tan sensible.

Esto de la sensibilidad no sé exactamente de qué dependerá. Pienso que hay personas que se desarrollan más sensibles que otras desde la propia infancia, por un asunto de personalidad, temperamento, gustos, etc. Creo que hay pueblos a los que les es más fácil esto de la sensibilidad, por ejemplo, debe ser más fácil en Canadá, de forma general, proteger a los gatos o interesarse por las ballenas que están siendo cazadas en los mares. Creo además que hay personas que importan una dosis de sensibilidad para parecerse al entorno donde viven, por ejemplo, algunos escogemos los teléfonos o los autos para diferenciarnos y/o parecernos y otros escogemos una cuota de “ultra” sensibilidad tal como en los reality show de la TV.

Mi amigo Ruso me cuenta que cuando llegó a este país y fue a parar a un pequeño pueblo que está cerca de Lincoln, hubo un pequeñito problema porque un grupo de vietnamitas que fueron enviados allí, descubrieron que había un pequeño lago lleno de patos medios bobos y por supuesto, allí fueron a cogerlos para comérselos. Poco a poco los patos, que en realidad no es que fueran bobos, sino que eran americanos y estaban acostumbrados a vivir tranquilos entre vecinos también americanos, fueron desapareciendo hasta que hubo que llamar a la policía para que interviniera y explicara a los vietnamitas que los patos, aquí en “America”, eran parte del patrimonio de la ciudad y estaban para adornar, si querían comer patos tenían que comprarlos en el súper.

Son los vietnamitas menos sensibles que yo? Para nada, sencillamente en Viet Nam, los patos son para comer y si están en un estanque y pueden ser cogidos fácilmente, por qué no.

En medio de esto, descubro que mi sensibilidad ha venido aumentando. Tengo un nido casi al alcance de mi mano, el cual he disfrutado como si fuera el abuelo de los pichones que van a nacer. Trataré de preservar a los nuevos pajaritos hasta que puedan levantar el vuelo.   Mi sensibilidad es enorme. Es una lástima que los Robin sean tan pequeños, de ser un poquito más grande nada más, me hubiera sido fácil cogerlos y … sensiblemente comérmelos.  JAJAJA




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