Como saben, vivo en
una región donde se observan, disfrutan y padecen las cuatro estaciones del año.
No he sido un tipo
enormemente sensible. Con relación a temas como este, durante muchos años me
dio igual que “crecieran los niños o los accidentes”, sin embargo con el paso
de los años, los tropiezos, triunfos y fracasos, en fin la vida, mi
sensibilidad ha ido en aumento. Al menos eso pienso.
No llego a los
niveles de no comer carne para evitar que sacrifiquen a los animales, o de
querer, como mi amigo Chino, llevarme a la casa a cada perro que veo abandonado
en la calle, que por cierto, mientras escribo esto, me doy cuenta que no he
visto perros callejeros aquí. No sé si es que la gente es más responsable o si los
depositan en algún lugar cuando ya no los quieren o pueden con ellos o es que
el gobierno de la Ciudad los recoge sistemáticamente. Lo que aquí abundan son
las ardillas y las liebres, más que abundan, pululan.
Hasta hace muy poco
todo mi entorno estaba pelado, seco, oscuro y en muy pocos días, casi sin que
uno pueda darse cuenta,
todo se ha ido cubriendo de un verde muy intenso. Los árboles
se han llenado de hojas y las flores de colores inimaginables comienzan a
llenar los canteros y jardines de los parques, casas y edificios.
Todo en este orden
cambia muy rápido. Las plantas, tal como si estuvieran apuradas, comienzan a
recuperar lo que perdieron en el último otoño. Ahora todo es verde, de un verde
muy intenso, fuerte, que no recuerdo haberlo visto anteriormente en los lugares
donde ha estado.
Los animales también se
animan. Muchos, imagino, se embullan y entran en la fase de apareamiento. He
visto a más de una ardilla, la cual asumo que son los machos, caerle atrás
desesperadamente a otra ardilla, presumiblemente hembras y pájaros que juegan
unos con otros como si se estuvieran fajando.
Ahora como una
curiosidad, tengo un nido de pájaros justo sobre el bombillo que está encima de
la puerta de entrada de mi taller. Durante todos estos días he podido observar
cómo esta pareja de Robin, que no es el ave de Nebraska no sé por qué, pues son
los pájaros que más abundan, han venido construyendo su nido pedacito a
pedacito, ramita a ramita. He sido testigo, como nunca antes de este proyecto,
que desde lejos o en un libro, puede parecer insignificante, pero que habla muy
bien de la sabiduría de la madre
naturaleza.
Los animales son
inteligentes más allá de lo que diga el Discovery Channel. El lugar escogido por
la familia Robin, es ideal. Primero, porque está cubierto por el alero del
techo del taller, lo que los resguarda de las lluvias. Segundo, está en la
pared de Sol, por lo que el lugar es muy cálido, a veces demasiado por el día.
Tercero, el bombillo permanece encendido por las noches, lo que debe mantener
el calor en el nido incluso en las noches más frescas o húmedas.
El único
inconveniente podría ser el ruido que hacemos cuando cerramos o abrimos la puerta,
lo que hemos tratado de minimizar para hacer la estancia de la madre y los
pichones lo menos traumática posible, a tal punto que los pájaros se han
acostumbrado a nuestros movimientos.
El nido es medio
cónico, o sea, más ancho en la base, lo que dice que los egipcios no eran los
únicos inteligentes y tiene un alto que permite solamente a los padres sacar
las cabezas, así los pichones estarán siempre protegidos.
Ha sido lindo pues he
estado parado debajo del nido cuando han estado poniendo pedacitos de ramas
secas y en determinado momento he visto al macho con una rama seca en el pico
posarse casi al alcance de mi mano y mirarme como diciéndome, necesito que te
quites, tengo que terminar de construir mi casa.
Evidentemente, esto
de hacer nidos y copular, pasa desde los tiempos de Adán y Eva, no me lo tienen
que decir, pero en realidad, antes yo no era tan sensible.
Esto de la
sensibilidad no sé exactamente de qué dependerá. Pienso que hay personas que se
desarrollan más sensibles que otras desde la propia infancia, por un asunto de
personalidad, temperamento, gustos, etc. Creo que hay pueblos a los que les es
más fácil esto de la sensibilidad, por ejemplo, debe ser más fácil en Canadá,
de forma general, proteger a los gatos o interesarse por las ballenas que están
siendo cazadas en los mares. Creo además que hay personas que importan una
dosis de sensibilidad para parecerse al entorno donde viven, por ejemplo,
algunos escogemos los teléfonos o los autos para diferenciarnos y/o parecernos
y otros escogemos una cuota de “ultra” sensibilidad tal como en los reality
show de la TV.
Mi amigo Ruso me
cuenta que cuando llegó a este país y fue a parar a un pequeño pueblo que está
cerca de Lincoln, hubo un pequeñito problema porque un grupo de vietnamitas que
fueron enviados allí, descubrieron que había un pequeño lago lleno de patos
medios bobos y por supuesto, allí fueron a cogerlos para comérselos. Poco a
poco los patos, que en realidad no es que fueran bobos, sino que eran
americanos y estaban acostumbrados a vivir tranquilos entre vecinos también americanos,
fueron desapareciendo hasta que hubo que llamar a la policía para que
interviniera y explicara a los vietnamitas que los patos, aquí en “America”,
eran parte del patrimonio de la ciudad y estaban para adornar, si querían comer
patos tenían que comprarlos en el súper.
Son los vietnamitas
menos sensibles que yo? Para nada, sencillamente en Viet Nam, los patos son
para comer y si están en un estanque y pueden ser cogidos fácilmente, por qué
no.
En medio de esto,
descubro que mi sensibilidad ha venido aumentando. Tengo un nido casi al
alcance de mi mano, el cual he disfrutado como si fuera el abuelo de los
pichones que van a nacer. Trataré de preservar a los nuevos pajaritos hasta que
puedan levantar el vuelo. Mi sensibilidad es
enorme. Es una lástima que los Robin sean tan pequeños, de ser un poquito más
grande nada más, me hubiera sido fácil cogerlos y … sensiblemente comérmelos. JAJAJA
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