lunes, 18 de mayo de 2015

Las 36 Cámaras de Shaolín.

Ya conté que me estoy poniendo sensible.
Hoy veo la vida como aquella película que fue muy famosa en Cuba y que muchas veces vi cuando fui joven, incluso no tan joven, “La Cámara 36 de Shaolín”, donde los aspirantes a monje en la antigua China, tenían que pasar por 35 Cámaras, niveles, estudios, muy difíciles, para luego de aprobarlas todas, lo que significaba poseer una fortaleza física y espiritual descomunal, poder ejercer.
Entonces estoy en esto de pasar por las Cámaras. A veces las he ido cursando de una en una, otras he tenido que batirme con varias de ellas a la misma vez, porque alguna diferencia introduce la vida real.
Acabo de recibir lo que a continuación reproduzco. Es lindo, emotivo y evoca una realidad muy recordada por muchos. El envío fue de Yordan, mi súper yerno. Como es la primera vez que utilizo esta denominación, aclaro para mis suspicaces lectores y para la historia, que lo de súper yerno no es una ironía, ni un sarcasmo, además de que Yordan no me está pagando para que lo haga famoso.
Para un suegro exigente y jodido como soy yo, es un reconocimiento muy sincero. Hasta cierto punto para cualquier suegro es fácil llegar a reconocer que el marido de su hija es un súper o un yerno, pero la realidad de unir a estas dos palabras, sin dinero de por medio, es más que reconocer, hacer justicia. No la de Dios, sino la mía, que es más importante.
Esto que leí y que quizás algunos de ustedes lean, reproduce exactamente la forma en que vivimos los que nacimos en Cuba durante la décadas del 60 y 70, incluso antes. Lo malo que tuvimos, no nos mató, entonces nos hizo más fuertes. Los jóvenes y niños actuales no entenderán cómo sobrevivimos y sobre todo por qué nos sigue emocionando el recordarlo.
Estoy seguro que los que hoy tienen más de 35 años y se encuentran transitando por sus propias Cámaras, o sea, están vivos, lo disfrutaran.
Yo continuo esforzándome. Pienso vencer lo de las 35 Cámaras y antes de ponerme viejo del todo, crear, tal como en la película, mi propia Cámara, la 36.

Nota del Autor.
Pido disculpas a mis lectores creyentes, se me puede haber ido un poco la mano en aquello de la justicia mía más importante que la de Dios, entiéndanme es que ya soy residente permanente en "América". JAJAJA
¿Cómo hiciste para sobrevivir?

De niños andábamos en autos que no tenían cinturones de seguridad,  ni
bolsas de aire...

Ir en la parte de atrás de una camioneta, con baranda baja, era un paseo
especial y todavía lo recordamos.

Nuestras cunas estaban pintadas con brillantes colores de pintura a base de
plomo.

No teníamos tapas con seguro contra niños en las botellas de medicina,
gabinetes, puertas. ..

Cuando montábamos bicicleta no usábamos casco, ni protectores de rodillas

Tomábamos agua de la manguera del jardín y no de una botella de agua cara
que dicen que es mineral...

Gastábamos horas y horas construyéndonos carritos de chatarra y los que
tenían la fortuna de tener calles inclinadas los echaban a andar cuesta
abajo y en la mitad se acordaban que no tenían frenos.

Salíamos a jugar con la única condición de regresar antes del anochecer.

No teníamos celular... así que nadie podía saber dónde estábamos,  y eso…
era impensable.

Nos cortábamos, nos rompíamos un hueso, perdíamos un diente, pero nunca hubo
una demanda por estos accidentes.

Nadie tenía la culpa sino nosotros mismos.

Comíamos bizcochitos, pan y mantequilla, tomábamos bebidas con azúcar que no
tenían marca comercial y nunca teníamos exceso de peso porque siempre
estábamos jugando ,o mejor, "mataperreando"...

Compartíamos una bebida entre cuatro... tomando en la misma botella y nadie
se moría por esto.

Nunca oímos de cólera, giardia o cualquiera de esas

No teníamos Playstations 3; 4  o mil,  canales de televisión en cable,
ipods, iphones, computadoras,  Internet...

Sino que TENÍAMOS AMIGOS.

Salíamos, nos subíamos en la bicicleta o caminábamos hasta la casa del
amigo, tocábamos el timbre o sencillamente, entrábamos sin tocar y allí
estaba y salíamos a jugar.

¡En el mundo cruel ¡Sin un guardián permanente! ¿Cómo hacíamos?

Algunos estudiantes no eran tan brillantes como otros y cuando perdían un
año lo repetían.

Nadie iba al psicólogo, al psicopedagogo, ni había gran crisis familiar,
nadie tenía dislexia ni problemas de atención, ni hiperactividad,
simplemente repetía y tenía una segunda oportunidad.

Teníamos libertad, fracasos, éxitos, responsabilidades...y aprendimos a
manejarlos.

La gran pregunta es

¿Cómo hicimos para sobrevivir, y sobre todo para ser las grandes personas
que somos ahora?

Seguro dirán que éramos unos aburridos pero.....


¡CARAMBA, ÉRAMOS MUY FELICES!”

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