jueves, 28 de enero de 2016

Admiro al pueblo norteamericano. (Parte Dos)

El norteamericano promedio existe para trabajar. Tengo en mi residencial dos ancianas extremadamente fuertes, de más de 90 años, ambas viudas viven solas y solas resuelven todos sus problemas, una de ellas aun maneja. Una delgada, que me recuerda a mi cuñada Lourdes, aun da brincos, corre y siempre sonríe, la otra más rechoncha, de mandíbulas grandes no cree en mal tiempo, recoge cartones para donarlos para reciclaje. Ambas caminan por el residencial sobre la nieve y el hielo para resolver cualquier asunto. Ellas me recuerdan a esas mujeres cubanas de la época de mis abuelas que nacieron y murieron trabajando.

El ritmo de trabajo es acelerado es cierto, pero para mi opinión tampoco como muchos lo quieren pintar. Esto tiene más de Hollywood que de realidad. Todo dependerá de la actividad que realices. Si trabajas en la línea de producción de una fábrica el ritmo lo pone la máquina y eso es feo, cosa que conozco porque trabajé en una de ellas, pero en otras compañías y posiciones, pues no es tan brutal. Entiéndase por acelerado el que la gente no va a perder tiempo a su trabajo. Existen objetivos definidos, plazos, etc., y eso se cumple. Los que están para controlar, que a su vez son bien controlados, controlan.

Llevo tres años aquí y puedo asegurar que se conversa, se hacen chistes, se cogen 5 y hasta 10 minutos como en todos los lugares del mundo. En mi lugar, por ejemplo, tenemos días en que la cosa está suave y nos “comemos la yagua” como decía una de mis abuelas. Muchas veces lo que pasa es que muchas personas descubren el trabajo cuando llegan aquí y entonces se traumatizan. Se trabaja, es verdad, pero no se trabaja 18 horas diarias, ni tienes como regla a un tipo con un látigo detrás de ti. Se trabaja, pero sobre todo se trabaja bien, sin “vigilantes”, sin tantas reuniones, sin competencias por ventiladores o casas en la playa. Cada uno sabe lo que tiene que hacer. Entre otras cosas las personas, o la  mayoría de ellas, pienso, cuidan su trabajo.

Nosotros, por ejemplo, a veces trabajamos solos, otras en equipo, todo depende de lo que se tenga que hacer, pero el asunto fluye a partir, digamos, como de una cultura. No he visto en estos años mucha gente sentada con los dedos metidos en la nariz o rascándose el fondillo, al menos por mucho tiempo. JAJAJAJA. Aclaro lo de mucho tiempo, porque para no crear falsas imágenes y engañarnos, si he visto a gente con el dedo en la nariz y rascándose el fondillo durante la jornada laboral.

Creo que esa es la cosa que más admiro, la gente va al trabajo a trabajar. Claro, yo no paso trabajo para trabajar que se pasa en Cuba. Voy a mi trabajo en carro con calefacción o aire acondicionado según la temporada del año después de haber desayunado. En mi trabajo tengo todo lo necesario para trabajar, por lo que no tengo que penar e inventar nada. Si por casualidad necesito un tornillo azul y en ese momento no lo hay, pues lo pido y a más tardar el día siguiente aparece sobre el banco de trabajo. Las herramientas se compran para reemplazar las que se pusieron viejas, no se espera a que se cree el caos por no tener herramientas. Mi taller tiene dos televisores, dos refrigeradores, un bebedero, un equipo de audio donde la música está puesta las 24 horas, calefacción, aire acondicionado, dos carros de golf, más todo lo que se ha inventado para poder trabajar. No trabajo 27 horas diarias, no trabajo bajo presión, apenas tengo reuniones y la evaluación es una sola vez al año. No trabajo más que nadie. Sencillamente trabajo de 9 am a 5:30 pm y me da tiempo para conversar, ver mi celular y responder una llamada, hablar con mis compañeros, hacer un chiste, almorzar, fumarme un cigarro, etc. No soy una máquina, sólo que voy al trabajo a trabajar. Tengo, como todos, días complicados de mucho trabajo y tengo días de poco trabajo que hay que inventar para hacer pasar el tiempo. Y creo, o estoy convencido, de que en todos los lugares pasa igual. Lo de tener mucho trabajo todo el día y todos los días, a veces, es como lo de estar estresado sin saber por qué, es casi una moda.

Aquí la gente trabaja, pero tiene las condiciones para ser eficiente. No hay demoras, no hay interrupciones por tonterías, obviamente no hay excesos de reuniones, no hay movilizaciones y marchas, no se para el trabajo para escuchar un discurso, se va al trabajo a trabajar.

Ahora, lo de trabajar como locos, animales o máquinas tampoco me parece verdad, porque a veces cuando escuchas a algunas personas te puede dar la impresión de que son enfermos al trabajo. Nada de eso. He dicho varias veces que en sentido general el pueblo norteamericano trabaja, y que eso es lo que admiro. Es verdad. Sin embargo y ahora viene mi muy propia opinión, tampoco son súper súper. Mi experiencia es que muchos son buenos para guillarse, aparentar que están trabajando, sacarle el cuerpo sin llamar la atención, etc. Muchos, como en todas partes, le tienen cogida la vuelta al sistema y escapan. Precisamente por conocer el  sistema, acomodan las cosas a su favor y tienes que estar luchando con ellos porque si te haces el bobo, sencillamente te joden. Trabajan pero no dan el extra nunca, trabajan pero te la dejan en la mano cuando menos te lo esperas. Trabajan, pero se han acostumbrado a que mejor trabajes tú. JAJAJA, o sea, lo de pueblo trabajador tampoco es una ley como que los japoneses tienen todos los ojos rasgados y el pelo lacio.

Nada, donde quiera es igual, porque al final, somos seres humanos.

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