Y ahora un
temazo aparentemente nuevo, pero en realidad viejo, la noticia y la
información. Con esto podría echarme a la espalda a muchas personas, sobre todo
a los periodistas, pero en realidad no me importa mucho, estoy acostumbrado a
echarme personas a mis espaldas.
Acabo de leer un corto artículo que
reproduciré al final de mis ideas, que trata por arribita, lo que está pasando
hoy con las noticias, la información, los medios y algunas personas. Lectura
que me ha animado a escribir sobre este tema, al final son ideas que tengo
todos los días, y como seguimos en invierno …
Aclaro que me
gusta estar informado, mejor, bien informado. Esto me he llevado a leer,
estudiar, investigar, escuchar, dudar, pensar y, sobre todo, filtrar lo que me
llega. Dudo y cuestiono y eso me hace aprender. No creo que sea un buen
escucha, ni un buen conversador, sólo hago el esfuerzo.
Recuerdo cuando
fui niño y joven, disfrutaba sentarme entre mis familiares que con
sistematicidad se reunían a compartir y debatir ideas. Mi abuelo y mi tío,
abogados, ambos además de otras funciones, profesores de la Facultad de Derecho
de la U.H.; mi madre varios estudios universitarios y mi padre historiador,
ambos profesores; mi abuela, ama de casa, graduada de contabilidad en el
capitalismo, pero que sabía de la vida mucho más que todos los anteriores
mencionados.
Disfrutaba escuchando
y tratando de meter la cuchareta, cada vez que me daban un chance, pero por
muchos años, nunca logré dar en el clavo. Siempre me decían, eso que dices no
es correcto, piensa; la palabra que estás usando no es la que debe ser usada,
búscate otra.
Esa lucha por
participar, siendo yo amateur en un equipo de grandes ligas, me hizo esforzarme
para aprender rápidamente, primero a escuchar y luego a hablar, en un entorno
donde todos hablaban mucho y una coma, o sea, una pequeña pausa en el discurso
podía provocar 250 000 interpretaciones diferentes.
Luego, dentro
de esa misma liga, que además estaba incorporada 100% al proceso revolucionario
cubano, me tocó definirme a favor o en contra y el escoger la segunda opción
con una declaración formal, me hizo estudiar como un loco, ya no para competir,
sino para defender mi posición, por aquellos años considerada como
problemática.
Como sabemos,
la información objetiva, verídica, oportuna, bien estructurada y utilizada,
ayuda a la toma de decisiones acertadas y evita trastazos. Da poder. Aunque
para muchos pueda parecer nuevo, porque acaban de llegar al tema de las
noticias, los celulares, internet, etc., es tan viejo como el propio hombre.
José Martí escribió, “La ignorancia mata a los pueblos, y es preciso matar a la
ignorancia”.
El hombre en su
desarrollo, muy rápido comenzó a acumular y manejar información sobre los
eventos de la vida; la lluvia, el frío, cómo mantener el fuego vivo, dónde
estaba la cueva para protegerse, etc. A los más sobresalientes, se le entregó
la misión de ser guías para abrir nuevos caminos y localizar al mamut tonto,
perdido o más débil.
Luego se
hicieron famosos el puesto de sacerdote, curandero y vigía. Estos últimos
fueron vanguardias hábiles con 20-20, que hacían guardia en las fortalezas y
murallas, para tratar de anticipar la presencia de los enemigos. Vean Game of
Thrones. Durante siglos fueron importantísimos para ganar las guerras, menos en
la Batalla de Dien Bien Phu en 1954, donde los franceses confiando en que el
fuerte que ocupaban en esa región era impenetrable por estar rodeado de
montañas, colocaron a sus vigilantes que nunca vieron nada imagino porque
pasaban el tiempo tomando vino y comiendo quesos. Lo vietnamitas desarmaron
todo el armamento pesado y lo trasladaron en manos y bicicletas a través de la
selva y lo enterraron casi en las faldas de la muralla. Cuando decidieron
salir, los franceses, bajo la vieja escuela militar, llenos y medios borrachos,
se quedaron ciegos, porque no contaron con que los vietnamitas eran diferentes.
Los vigías y su
información fueron importantes también en los barcos. Se les colocaba en los
palos mayores de las embarcaciones y eran los responsables de dar la noticia,
¡Tierraaaaaaaaaaaaaaa!, para, sobre todo, evitar los arrecifes cercanos que
podían desbaratar las embarcaciones de madera. Creo que la tragedia del Titanic
comenzó precisamente porque los vigilantes nocturnos no vieron o calcularon a
tiempo el pedazo de hielo con que luego chocaron.
En Cuba cuenta
la tradición que, durante la etapa colonial, varias personas caminaban por la
ciudad todas las noches informando a los habitantes con aquello de, 11 de la
noche y sereno, 12 de la noche y lloviendo, etc. Todavía hoy queda la tradición
del cañonazo establecido definitivamente a las 9 de la noche, a través del cual
se anunciaba el cierre de las puertas de la muralla y el canal de entrada de la
bahía. A partir de esa hora nadie podía entrar y/o salir de la ciudad,
vía tierra o mar, oficialmente.
Por el camino
se inventó la imprenta y con ella el oficio de escribir para muchos y el
entretenimiento de leer para otros. Las ideas comenzaron a expandirse más allá
de un grupo de amigos o escogidos, como por ejemplo los monjes. Para esto de la
posesión enfermiza de la información recomiendo leer el libro de Uberto Eco, El
nombre de la Rosa. La versión cinematográfica dirigida por el francés Jean
Jacques Annaud es toda una joya de arte.
La radio, gran
invento, porque con ella se llegaba a los que no podían o sabían leer, incluso
a los ciegos. Muchísimas personas pasaban su tiempo agrupadas alrededor de una
caja de madera con botones que hablaba. Las noticias y la información
comenzaron a caminar más rápido y llegaban más lejos. Desde la Sierra Maestra,
Fidel le hablaba a toda la isla de Cuba, después de aquel anuncio de, Aquííííí
Radio Rebelde.
La televisión,
explosión total. Ya no sólo se escuchaba, sino que se podía seguir el
movimiento, lo que es, entre otras cosas, más agradable y entretenido. Recuerdo
que cuando era niño visitaba la casa de mis bisabuelos en la calle Concordia,
Centro Habana, por aquellos años era costumbre que las familias que tenían
televisores abrían las ventanas del frente de las casas, para que los vecinos
que no lo tenían pudieran, a través de los barrotes, ver las imágenes. Puede
parecer horrible visto desde hoy, pero es lindo recordar aquella solidaridad de
los que tenían con los que no tenían.
La
inconformidad sana y creadora nos llevó a la PC y luego a internet. Con esto la
posibilidad de comunicarnos entre todos todo el tiempo, ha llegado a dimensiones
incalculables. La información que va y viene no creo que pueda medirse y la
inmediatez de la noticia está casi compitiendo con la velocidad de la luz, lo
que tiene mucho de bueno y al parecer un poquitico de malo.
Hoy hemos
agregado a la lucha por la vida, la lucha por estar informados o al menos
aparentar estarlo con la acumulación de noticias sobre noticias. Esta tendencia
ha creado, a mi parecer, personas adictas, en el doble sentido que esto tiene,
emisores y receptores. Tanto es así que muchas personas aseguran que no hace
falta estudiar, ni sentarse en un aula, porque todo está en internet.
Es cierto, todo
está en internet. Hoy tenemos la posibilidad de acceder a un volumen
incalculable e inagotable de información sobre cualquier tema, pero, ojo,
también hay mucha basura y mucha cascara, y es precisamente eso lo que nos
puede dañar. Entonces lo de la idea de que no hace falta ir a una escuela y
subliminar a la red, es, como mínimo, una exageración.
Hemos perdido
la agradable modestia de decir, no sé. Tenemos que saber de todo y más, comentar,
sobre todo, porque eso hoy, para muchos de nosotros, significa existir.
Encontramos placer con, no sólo la acumulación de noticias adquiridas frente a
la TV, una revista, o internet, etc., lo que sería hasta cierto punto lícito
porque cada cual hace con su vida lo que quiere, sino con metérsela a los que
nos rodean todo el tiempo. Lo que no sería tan complicado, si no fuera porque
la acumulación y la divulgación de las noticias viene acompañada de sufrimientos,
preocupaciones, lamentos, por eventos que, no sabemos si son verdad o mentira o
están tan, pero tan alejados de nosotros, que nada podemos hacer, tales como la
muerte de un oso panda en China, los conflictos inter reinos en África, la
última muerte ocurrida por ingestión de las cápsulas de cocaína para
transportarla, etc. El asunto hoy no es sólo estar informado o al menos ser un
almacén de información, con la que, muchas veces no sabemos qué hacer o
literalmente no nos sirve para nada, sino mostrar sufrimiento y preocupación
por cada uno de los eventos.
Una anécdota.
Trabajaba yo en el Museo de la Ciudad, o sea, el de Leal, cuando un día recibí
la visita de un adolescente que venía buscando a un historiador. Había pasado
por la oficina de mi jefe y de ahí lo rebotaron para la mía.
El joven estaba
buscando información sobre los barcos de madera hundidos, porque había visto un
documental que aseguraba que la madera debajo del mar duraba siglos sin
destruirse y al comentárselo a su papá, éste le había dicho que no era cierto,
que buscara información al respecto y que trajera el resumen firmado por un
especialista en el tema.
Sin entender
mucho lo del padre, le facilité los libros que trataban el tema y cuando
terminó su tarea, me hizo poner mi nombre en el papel con que regresaría a su
casa.
Tres días
después, recibí una llamada desde la puerta del museo, porque había un
embajador que me estaba buscando. ¿Embajador a mí?, respondí. Debe ser que está
buscando a Leal, le dije a la trabajadora del museo. No, me dijo ella, dice que
te quiere ver a ti personalmente. Bueno, dile que pase, pero ni idea tengo de
qué se trata el tema.
A los dos
minutos y medio, tenía frente a mi realmente a un embajador de un país
centroamericano, que después de presentarse muy humildemente, me pidió
disculpas y me confesó que era el padre del joven que había estado conversando
conmigo días antes. ¡Era el mismísimo padre del adolescente!!!!!!!
Después de una
amena conversación, el papá me dijo que conocía lo de los barcos, pero que
quería enseñar a su hijo a que no confiara y repitiera ciegamente todo lo que
veía o escuchaba. Quería que su hijo desarrollara su pensamiento y la forma de
llegar a sus propias conclusiones. Eso, en aquel momento y hoy también, me
recuerda mi infancia con aquella casi tortura de, eso no es así, piensa; está
mal empleada esa palabra, busca otra. Hábito torturador que luego sin
planificarlo apliqué con mis hijos. Torturador porque en esos momentos no
queremos pensar, ni buscar nada, sólo estamos interesados en salir del paso.
Otra anécdota.
Recuerdo que cuando fui estudiante en la universidad, un día, uno de esos
personajes famosos como profesores y que además eran famosos porque
participaban en un programa de televisión de competencia semanal sobre cultura
e historia universal, le caía atrás a otro profesorazo para mostrarle su
trabajo de doctorado. En el medio de la escalera, el segundo tomó el documento,
lo ojeó por arriba y le dijo al primero, muchos datos profesor, poco análisis,
cosa que a todos los jóvenes que escuchamos nos dejó perplejos. En realidad,
después descubrí que era más que todo, eso, una gran acumulación de datos, a
veces insignificantes para reconocer o entender un proceso histórico.
De pronto
amanecemos y escuchamos que están desapareciendo los alacranes en Egipto y por
supuesto, a todo el que se nos cruza en el camino, le contamos lo que acabamos
de escuchar, pero cuando alguien nos pregunta dónde queda Egipto y qué tipo de
alacranes están extinguiéndose no sabemos responder. Al otro día despertamos y
escuchamos que alguien en la TV está hablando de la desaparición de los
dinosaurios, y entonces, como es nuestra práctica, a todo el que se nos cruza
en el camino le decimos que ha desaparecido el último dinosaurio, sin darnos
cuenta, que el reportaje se trataba de un evento que debe haber ocurrido, según
la mayoría de los científicos, hace 65 millones de años.
Esto puede
parecer una exageración, pero no lo es. Yo mismo fui el protagónico de un
evento hace ya algunos años, que todavía mi hijo Jonathan utiliza para burlarse
de mí o torturarme sarcásticamente.
Recién llegados
Martica y Jonathan a República Dominicana, donde yo estaba con Jennifer y
Yordan, nuestros buenos amigos de Miami, para vernos a todos, reservaron en uno
de esos hoteles de Punta Cana, donde todo está incluido en el precio y nos
invitaron. Inigualable semana.
Un día, a media
mañana salía yo del baño, porque en los hoteles todo incluido uno va al baño
varias veces al día, pasé por el frente del televisor que teníamos en nuestra
habitación y escuché había muerto Michael Jackson. Sin salir de mi asombró,
salí corriendo y al acercarme a la piscina donde estaban todos reunidos, casi a
gritos, di la noticia que, según pensé, mis amigos no podían conocer porque
estaban perdiendo el tiempo fuera de las habitaciones.
Para mi más
grande asombro nadie se inmuto, nadie grito, nadie lloró, por el contrario, todos
sonrieron a carcajadas. Sabían que el Rey del Pop estaba muerto, el suceso
había ocurrido justamente 24 horas antes, estaba muerto y frío, sólo que yo por
no ver noticieros no me había enterado.
Recuerdo que
cuando fui joven, ser periodista era una gran aspiración. Todas las muchachas y
muchachos lindos y medio etéreos, con onda, querían estudiar periodismo o
psicología. Nunca entendí el por qué.
Más allá de una
moda, el periodismo en Cuba debía ser una de las profesiones más frustrantes
que existían. El dueño de todos los medios de comunicación, así lo diseñó. Es
cierto, hubo excepciones, pero no nos dejemos engañar, fueron sólo eso,
excepciones.
No dudo que las
muchachas lindas supieran pensar, pero casi todas aprendieron muy rápido lo que
podían decir, a no ser que se dedicaran a hablar de las hormigas, y, así y
todo, les exigían que hablaran de las hormigas locas, esas que caminaban de un
lado a otro sin rumbo definido y que eran débiles por no tener la posibilidad
de picar al enemigo, esas que no servían mucho para defender a la patria.
Ahora todos
tenemos un periodista adentro, no sólo hay que estar informado de todo, sino
que es importante opinar y estar dentro de los primeros en compartir la
noticia, para lo cual vivimos frente al TV o con el celular en ristre,
dispuestos a dispar hacia cualquier cosa. El problema es tener presencia.
En realidad, a
lo mejor el del problema soy yo, no veo los noticieros, creo que, aunque
absurdo, los odio como consecuencia de haber vivido muchos años en Cuba. No
puedo dejar de recordar a aquellos malos periodistas, vestidos ridículamente de
milicianos, anunciando el gran triunfo de la cosecha de plátanos o papas, que
luego no veíamos en nuestras mesas o los fatales comentaristas deportivos, que
siempre hablaban del triunfo del deporte revolucionario sobre el deporte
imperialista.
En eso de estar
informado y tener presencia, aparecen las redes sociales, sobre las cuales
aclaro no tener nada en contra. Asistimos a ellas, tal como si fuera nuestro
trabajo. Tenemos que publicar diariamente algo o incluso varias veces al día,
porque si no lo hacemos nuestros amigos pueden temer por nuestras vidas y
llamar al 911. Tenemos que anunciar cuándo nos vamos a ausentar por vacaciones
y cuándo estamos sin conexión. Nos reportamos tan pronto regresamos y
comenzamos a emitir mensajes, noticias e informaciones nuevamente. Pedimos
disculpas por no haber llegado a tiempo para opinar sobre tal o más cual
evento.
Tenemos que
estar presente, no importa si publicando una foto de hace dos años, que Face,
que tampoco tiene mucho que hacer, nos recuerda, lo que tiende a confundir
porque nunca sabemos en realidad donde están los amigos, sobre todo los menos
íntimos, o diciéndole a la persona con que dormimos todos los días, te amo, lo
que desencadena que ella responda, yo también te amo mucho, y que todos los
amigos participen diciendo, si es cierto se aman mucho, o repitiendo una dieta
especial para limpiar el hígado o acabar con el hongo de las uñas, o la imagen
de un santo, o la famosa historia de Keanu Reeve, que debe ser la historia más
repetida en la red. ¿Será verdad?
Antes, creo yo,
era más difícil y se necesitaba más tiempo para esto de las noticias y la
información. Se necesitaba trabajar para un periódico, una revista, un canal de
televisión, una productora, donde existía corrección, edición, evaluación y
hasta cierto punto responsabilidad y ética. Ahora, creo yo, todo eso está
violado. Cualquiera se inventa una noticia y cuando digo se inventa, es
literalmente eso, un invento, que se publica fácilmente y que luego, miles o
millones de consumidores ávidos devorarán y peor, reproducirán a otros millones
de devoradores.
No estoy parado
en una posición extremista, aunque pueda parecerlo. No estoy exento de tener
muchos de estos problemas que he descrito. Creo que una buena foto y un lindo
mensaje sobre que se me partió una pata de mis espejuelos puede ayudar a muchos
a descubrir problemas, sentimientos, etc. Colocar una nota de cómo freír un huevo,
puede salvar a muchos del hambre, porque no saben qué hacer con ese producto de
la gallina.
Con estas ideas
trato de hablar de los que vivimos inmersos en la era de la tontería, donde cualquier
tontería la convertimos en noticia. Roly se afeitó. Roly le dio la mano a
Martica cuando salían del supermercado. Roly se tomó un café y le echó azúcar.
Martica se tiñó el pelo. Fotografiamos ayer a Jonathan porque es un príncipe y
se ha tomado un refresco y lo fotografiamos hoy porque sigue siendo un príncipe
y se ha tomado un jugo de naranja. La perrita, después de ser cogida por un
perro, ha tenido perritos. Roly tiene 54 años y le han salido canas, etc.
Recuerdo que la
revista People pagó 4.1 millones de dólares por las fotos exclusivas de la
primera hija de Brad y Angelina. Cifra que tiene que haber multiplicado por 10
o por 100, porque los simples mortales, que tampoco tenemos nada más útil que
hacer, estábamos desesperados por verle la cara a la bebita para debatir si es
que se parecía al bello padre o a la fea madre. Los fotorreporteros que
asediaban a Lady Di para asegurarnos que estaba con su novio, no dudaron en
filmar hasta el último detalle de su mortal accidente, en vez de tirarse a
socorrerla. Lo importante en ese momento fue ganar dinero para llevar completo
el accidente a los desesperados consumidores. Lo que vende es la noticia y no
la sensibilidad de ayuda o asistencia.
Miles de personas
se concentraron histéricamente frente a un hotel, con todos los medios citados,
para presenciar que Michael Jackson sacó por la ventana y descolgó como una almohada
a uno de sus hijos aún bebito con un trapo tapándole la cara, para que la gente
no descubriera que no se parecía a él, porque él en ese momento no se parecía a
lo que él era de verdad. Lo de los terremotos, volcanes, tsunamis, sequía,
deshielos, muerte o suicidio masivos de animales, problemas entre los negros,
problemas entre los blancos y los negros, problemas con los indígenas, droga,
violencia, desaparecidos, vida loca, fiestas, estrellas y personalidades de
todos tipos, comidas tradicionales y exóticas, Paris Hilton, las hermanitas
Kardashian, y por supuesto Keanu Reeve ha llegado a su máxima expresión.
Vemos a dos
personas que se agreden y no intervenimos para evitar males mayores, filmamos
con nuestros celulares. Presenciamos un accidente de autos, filmamos con
nuestros celulares. Nos tomamos un café, filmamos con nuestros celulares.
Nuestra vaca parió como era de esperar, un ternero, filmamos con nuestros
celulares. Vemos a un homeless cantando en una esquina, no le damos dinero, no
lo ayudamos, pero lo filmamos con nuestros celulares. Ridículamente llamamos a
nuestros hijos príncipes y reyes, porque eso es sinónimo hoy de ser buen padre
y los filmamos porque ayer se tomó un refresco y hoy se tomó un jugo de
naranja. Todo eso lo enviamos al mundo, porque el objetivo fundamental es
mostrar que existimos a través de nuestras publicaciones, convertidas en noticias.
Cada uno de
nosotros podrá tener sus propias experiencias, sus historias. Yo puedo asegurar
que he visto como noticias una inmensidad de tonterías, irrealidades e
inventos. Yo que no tengo estómago, no padezco de los nervios, ni crecí en una
mansión en Miramar, he visto no sólo noticias tontas, sino súper desagradables,
asquerosas, absurdas e incluso locas, que no las cuento para no seguir
agrandando este escrito innecesariamente.
Les dejo
entonces, como prometí, el artículo que leí sobre las noticias. No es un escrito
concluyente, para nada tiene la intención de convertirse en un material
obligatorio de consulta. Es sólo una opinión, que no tiene por qué coincidir en
todo con la nuestra o tener razón en todo lo que dice, pero puede hacer pensar
y entonces, cada uno de nosotros, podrá sacar sus propias conclusiones.
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La Toxicidad
de las Noticias
Las noticias que emiten los medios son
al cerebro lo que el azúcar al cuerpo. Son fáciles de tragar, no requiere
ningún esfuerzo integrarla en la mente y nos acaban perjudicando. Aunque
pareciera que nos mantienen informados, la realidad es que únicamente llenan el
cerebro de hechos que carecen de utilidad práctica o teórica para nuestras
vidas, que se escapan de nuestro ámbito de acción y que, a menudo, no nos
conciernen en absoluto.
Está científicamente demostrado que el
95% de las enfermedades son psicosomáticas, es decir, de origen emocional y que
la acumulación de noticias a nivel mental y cerebral es una de las principales
fuentes de emociones catalogadas como negativas y estresantes.
Todas estas informaciones son
enormemente tóxicas para nuestra mente y van generando creencias limitantes y
estados emocionales tóxicos en nuestro ser. Esto provoca que reaccionemos más
temerosos o agresivos.
Está demostrado que dejar de leer los
periódicos y ver los noticieros, aumenta el estado de paz y alegría.
Ante el protagonismo de los medios, se
llega a estar más preocupado por el riesgo de morir en un acto violento, y, sin
embargo, no se es consciente de que se está generando un estado de estrés
crónico por el que si es muy factible que enferme y con el tiempo muera.
Al leer sólo los titulares de los
diarios o ver los noticieros podemos llegar a tragarnos, de forma pasiva e
inconsciente una cantidad ilimitada de toxinas mentales como si de caramelos
multicolores para el subconsciente se tratara, con el enorme perjuicio que ello
conlleva para nuestra salud.
La acumulación de noticias es toxica ya
que basta leer una frase o escuchar una noticia para que se liberen enormes
cantidades de cortisol, alterando el sistema inmunológico y reduciendo la
producción de hormonas del crecimiento.
Si además de esto, consideramos que la
mente inconsciente no distingue entre lo propio y lo ajeno, entonces, aquello
que leemos y escuchamos, nuestra mente y todo nuestro cuerpo lo interpreta como
propio. Todo lo que se lee y escucha en realidad nos ocurre a nosotros.
Por
tu bien, ¡No te vuelvas adicto a las noticias!