lunes, 12 de febrero de 2018

Temas para el invierno. 3.

Y ahora un temazo aparentemente nuevo, pero en realidad viejo, la noticia y la información. Con esto podría echarme a la espalda a muchas personas, sobre todo a los periodistas, pero en realidad no me importa mucho, estoy acostumbrado a echarme personas a mis espaldas.
 
Acabo de leer un corto artículo que reproduciré al final de mis ideas, que trata por arribita, lo que está pasando hoy con las noticias, la información, los medios y algunas personas. Lectura que me ha animado a escribir sobre este tema, al final son ideas que tengo todos los días, y como seguimos en invierno …

Aclaro que me gusta estar informado, mejor, bien informado. Esto me he llevado a leer, estudiar, investigar, escuchar, dudar, pensar y, sobre todo, filtrar lo que me llega. Dudo y cuestiono y eso me hace aprender. No creo que sea un buen escucha, ni un buen conversador, sólo hago el esfuerzo.

Recuerdo cuando fui niño y joven, disfrutaba sentarme entre mis familiares que con sistematicidad se reunían a compartir y debatir ideas. Mi abuelo y mi tío, abogados, ambos además de otras funciones, profesores de la Facultad de Derecho de la U.H.; mi madre varios estudios universitarios y mi padre historiador, ambos profesores; mi abuela, ama de casa, graduada de contabilidad en el capitalismo, pero que sabía de la vida mucho más que todos los anteriores mencionados.

Disfrutaba escuchando y tratando de meter la cuchareta, cada vez que me daban un chance, pero por muchos años, nunca logré dar en el clavo. Siempre me decían, eso que dices no es correcto, piensa; la palabra que estás usando no es la que debe ser usada, búscate otra.

Esa lucha por participar, siendo yo amateur en un equipo de grandes ligas, me hizo esforzarme para aprender rápidamente, primero a escuchar y luego a hablar, en un entorno donde todos hablaban mucho y una coma, o sea, una pequeña pausa en el discurso podía provocar 250 000 interpretaciones diferentes.

Luego, dentro de esa misma liga, que además estaba incorporada 100% al proceso revolucionario cubano, me tocó definirme a favor o en contra y el escoger la segunda opción con una declaración formal, me hizo estudiar como un loco, ya no para competir, sino para defender mi posición, por aquellos años considerada como problemática.

Como sabemos, la información objetiva, verídica, oportuna, bien estructurada y utilizada, ayuda a la toma de decisiones acertadas y evita trastazos. Da poder. Aunque para muchos pueda parecer nuevo, porque acaban de llegar al tema de las noticias, los celulares, internet, etc., es tan viejo como el propio hombre. José Martí escribió, “La ignorancia mata a los pueblos, y es preciso matar a la ignorancia”.

El hombre en su desarrollo, muy rápido comenzó a acumular y manejar información sobre los eventos de la vida; la lluvia, el frío, cómo mantener el fuego vivo, dónde estaba la cueva para protegerse, etc. A los más sobresalientes, se le entregó la misión de ser guías para abrir nuevos caminos y localizar al mamut tonto, perdido o más débil.

Luego se hicieron famosos el puesto de sacerdote, curandero y vigía. Estos últimos fueron vanguardias hábiles con 20-20, que hacían guardia en las fortalezas y murallas, para tratar de anticipar la presencia de los enemigos. Vean Game of Thrones. Durante siglos fueron importantísimos para ganar las guerras, menos en la Batalla de Dien Bien Phu en 1954, donde los franceses confiando en que el fuerte que ocupaban en esa región era impenetrable por estar rodeado de montañas, colocaron a sus vigilantes que nunca vieron nada imagino porque pasaban el tiempo tomando vino y comiendo quesos. Lo vietnamitas desarmaron todo el armamento pesado y lo trasladaron en manos y bicicletas a través de la selva y lo enterraron casi en las faldas de la muralla. Cuando decidieron salir, los franceses, bajo la vieja escuela militar, llenos y medios borrachos, se quedaron ciegos, porque no contaron con que los vietnamitas eran diferentes.

Los vigías y su información fueron importantes también en los barcos. Se les colocaba en los palos mayores de las embarcaciones y eran los responsables de dar la noticia, ¡Tierraaaaaaaaaaaaaaa!, para, sobre todo, evitar los arrecifes cercanos que podían desbaratar las embarcaciones de madera. Creo que la tragedia del Titanic comenzó precisamente porque los vigilantes nocturnos no vieron o calcularon a tiempo el pedazo de hielo con que luego chocaron.

En Cuba cuenta la tradición que, durante la etapa colonial, varias personas caminaban por la ciudad todas las noches informando a los habitantes con aquello de, 11 de la noche y sereno, 12 de la noche y lloviendo, etc. Todavía hoy queda la tradición del cañonazo establecido definitivamente a las 9 de la noche, a través del cual se anunciaba el cierre de las puertas de la muralla y el canal de entrada de la bahía.  A partir de esa hora nadie podía entrar y/o salir de la ciudad, vía tierra o mar, oficialmente.

Por el camino se inventó la imprenta y con ella el oficio de escribir para muchos y el entretenimiento de leer para otros. Las ideas comenzaron a expandirse más allá de un grupo de amigos o escogidos, como por ejemplo los monjes. Para esto de la posesión enfermiza de la información recomiendo leer el libro de Uberto Eco, El nombre de la Rosa. La versión cinematográfica dirigida por el francés Jean Jacques Annaud es toda una joya de arte.

La radio, gran invento, porque con ella se llegaba a los que no podían o sabían leer, incluso a los ciegos. Muchísimas personas pasaban su tiempo agrupadas alrededor de una caja de madera con botones que hablaba. Las noticias y la información comenzaron a caminar más rápido y llegaban más lejos. Desde la Sierra Maestra, Fidel le hablaba a toda la isla de Cuba, después de aquel anuncio de, Aquííííí Radio Rebelde.

La televisión, explosión total. Ya no sólo se escuchaba, sino que se podía seguir el movimiento, lo que es, entre otras cosas, más agradable y entretenido. Recuerdo que cuando era niño visitaba la casa de mis bisabuelos en la calle Concordia, Centro Habana, por aquellos años era costumbre que las familias que tenían televisores abrían las ventanas del frente de las casas, para que los vecinos que no lo tenían pudieran, a través de los barrotes, ver las imágenes. Puede parecer horrible visto desde hoy, pero es lindo recordar aquella solidaridad de los que tenían con los que no tenían.

La inconformidad sana y creadora nos llevó a la PC y luego a internet. Con esto la posibilidad de comunicarnos entre todos todo el tiempo, ha llegado a dimensiones incalculables. La información que va y viene no creo que pueda medirse y la inmediatez de la noticia está casi compitiendo con la velocidad de la luz, lo que tiene mucho de bueno y al parecer un poquitico de malo.

Hoy hemos agregado a la lucha por la vida, la lucha por estar informados o al menos aparentar estarlo con la acumulación de noticias sobre noticias. Esta tendencia ha creado, a mi parecer, personas adictas, en el doble sentido que esto tiene, emisores y receptores. Tanto es así que muchas personas aseguran que no hace falta estudiar, ni sentarse en un aula, porque todo está en internet.

Es cierto, todo está en internet. Hoy tenemos la posibilidad de acceder a un volumen incalculable e inagotable de información sobre cualquier tema, pero, ojo, también hay mucha basura y mucha cascara, y es precisamente eso lo que nos puede dañar. Entonces lo de la idea de que no hace falta ir a una escuela y subliminar a la red, es, como mínimo, una exageración.

Hemos perdido la agradable modestia de decir, no sé. Tenemos que saber de todo y más, comentar, sobre todo, porque eso hoy, para muchos de nosotros, significa existir. Encontramos placer con, no sólo la acumulación de noticias adquiridas frente a la TV, una revista, o internet, etc., lo que sería hasta cierto punto lícito porque cada cual hace con su vida lo que quiere, sino con metérsela a los que nos rodean todo el tiempo. Lo que no sería tan complicado, si no fuera porque la acumulación y la divulgación de las noticias viene acompañada de sufrimientos, preocupaciones, lamentos, por eventos que, no sabemos si son verdad o mentira o están tan, pero tan alejados de nosotros, que nada podemos hacer, tales como la muerte de un oso panda en China, los conflictos inter reinos en África, la última muerte ocurrida por ingestión de las cápsulas de cocaína para transportarla, etc. El asunto hoy no es sólo estar informado o al menos ser un almacén de información, con la que, muchas veces no sabemos qué hacer o literalmente no nos sirve para nada, sino mostrar sufrimiento y preocupación por cada uno de los eventos.

Una anécdota. Trabajaba yo en el Museo de la Ciudad, o sea, el de Leal, cuando un día recibí la visita de un adolescente que venía buscando a un historiador. Había pasado por la oficina de mi jefe y de ahí lo rebotaron para la mía.

El joven estaba buscando información sobre los barcos de madera hundidos, porque había visto un documental que aseguraba que la madera debajo del mar duraba siglos sin destruirse y al comentárselo a su papá, éste le había dicho que no era cierto, que buscara información al respecto y que trajera el resumen firmado por un especialista en el tema.

Sin entender mucho lo del padre, le facilité los libros que trataban el tema y cuando terminó su tarea, me hizo poner mi nombre en el papel con que regresaría a su casa.

Tres días después, recibí una llamada desde la puerta del museo, porque había un embajador que me estaba buscando. ¿Embajador a mí?, respondí. Debe ser que está buscando a Leal, le dije a la trabajadora del museo. No, me dijo ella, dice que te quiere ver a ti personalmente. Bueno, dile que pase, pero ni idea tengo de qué se trata el tema.

A los dos minutos y medio, tenía frente a mi realmente a un embajador de un país centroamericano, que después de presentarse muy humildemente, me pidió disculpas y me confesó que era el padre del joven que había estado conversando conmigo días antes. ¡Era el mismísimo padre del adolescente!!!!!!!

Después de una amena conversación, el papá me dijo que conocía lo de los barcos, pero que quería enseñar a su hijo a que no confiara y repitiera ciegamente todo lo que veía o escuchaba. Quería que su hijo desarrollara su pensamiento y la forma de llegar a sus propias conclusiones. Eso, en aquel momento y hoy también, me recuerda mi infancia con aquella casi tortura de, eso no es así, piensa; está mal empleada esa palabra, busca otra. Hábito torturador que luego sin planificarlo apliqué con mis hijos. Torturador porque en esos momentos no queremos pensar, ni buscar nada, sólo estamos interesados en salir del paso.

Otra anécdota. Recuerdo que cuando fui estudiante en la universidad, un día, uno de esos personajes famosos como profesores y que además eran famosos porque participaban en un programa de televisión de competencia semanal sobre cultura e historia universal, le caía atrás a otro profesorazo para mostrarle su trabajo de doctorado. En el medio de la escalera, el segundo tomó el documento, lo ojeó por arriba y le dijo al primero, muchos datos profesor, poco análisis, cosa que a todos los jóvenes que escuchamos nos dejó perplejos. En realidad, después descubrí que era más que todo, eso, una gran acumulación de datos, a veces insignificantes para reconocer o entender un proceso histórico.

De pronto amanecemos y escuchamos que están desapareciendo los alacranes en Egipto y por supuesto, a todo el que se nos cruza en el camino, le contamos lo que acabamos de escuchar, pero cuando alguien nos pregunta dónde queda Egipto y qué tipo de alacranes están extinguiéndose no sabemos responder. Al otro día despertamos y escuchamos que alguien en la TV está hablando de la desaparición de los dinosaurios, y entonces, como es nuestra práctica, a todo el que se nos cruza en el camino le decimos que ha desaparecido el último dinosaurio, sin darnos cuenta, que el reportaje se trataba de un evento que debe haber ocurrido, según la mayoría de los científicos, hace 65 millones de años.

Esto puede parecer una exageración, pero no lo es. Yo mismo fui el protagónico de un evento hace ya algunos años, que todavía mi hijo Jonathan utiliza para burlarse de mí o torturarme sarcásticamente.

Recién llegados Martica y Jonathan a República Dominicana, donde yo estaba con Jennifer y Yordan, nuestros buenos amigos de Miami, para vernos a todos, reservaron en uno de esos hoteles de Punta Cana, donde todo está incluido en el precio y nos invitaron. Inigualable semana.

Un día, a media mañana salía yo del baño, porque en los hoteles todo incluido uno va al baño varias veces al día, pasé por el frente del televisor que teníamos en nuestra habitación y escuché había muerto Michael Jackson. Sin salir de mi asombró, salí corriendo y al acercarme a la piscina donde estaban todos reunidos, casi a gritos, di la noticia que, según pensé, mis amigos no podían conocer porque estaban perdiendo el tiempo fuera de las habitaciones.

Para mi más grande asombro nadie se inmuto, nadie grito, nadie lloró, por el contrario, todos sonrieron a carcajadas. Sabían que el Rey del Pop estaba muerto, el suceso había ocurrido justamente 24 horas antes, estaba muerto y frío, sólo que yo por no ver noticieros no me había enterado.

Recuerdo que cuando fui joven, ser periodista era una gran aspiración. Todas las muchachas y muchachos lindos y medio etéreos, con onda, querían estudiar periodismo o psicología. Nunca entendí el por qué.

Más allá de una moda, el periodismo en Cuba debía ser una de las profesiones más frustrantes que existían. El dueño de todos los medios de comunicación, así lo diseñó. Es cierto, hubo excepciones, pero no nos dejemos engañar, fueron sólo eso, excepciones.

No dudo que las muchachas lindas supieran pensar, pero casi todas aprendieron muy rápido lo que podían decir, a no ser que se dedicaran a hablar de las hormigas, y, así y todo, les exigían que hablaran de las hormigas locas, esas que caminaban de un lado a otro sin rumbo definido y que eran débiles por no tener la posibilidad de picar al enemigo, esas que no servían mucho para defender a la patria.

Ahora todos tenemos un periodista adentro, no sólo hay que estar informado de todo, sino que es importante opinar y estar dentro de los primeros en compartir la noticia, para lo cual vivimos frente al TV o con el celular en ristre, dispuestos a dispar hacia cualquier cosa. El problema es tener presencia.

En realidad, a lo mejor el del problema soy yo, no veo los noticieros, creo que, aunque absurdo, los odio como consecuencia de haber vivido muchos años en Cuba. No puedo dejar de recordar a aquellos malos periodistas, vestidos ridículamente de milicianos, anunciando el gran triunfo de la cosecha de plátanos o papas, que luego no veíamos en nuestras mesas o los fatales comentaristas deportivos, que siempre hablaban del triunfo del deporte revolucionario sobre el deporte imperialista.

En eso de estar informado y tener presencia, aparecen las redes sociales, sobre las cuales aclaro no tener nada en contra. Asistimos a ellas, tal como si fuera nuestro trabajo. Tenemos que publicar diariamente algo o incluso varias veces al día, porque si no lo hacemos nuestros amigos pueden temer por nuestras vidas y llamar al 911. Tenemos que anunciar cuándo nos vamos a ausentar por vacaciones y cuándo estamos sin conexión. Nos reportamos tan pronto regresamos y comenzamos a emitir mensajes, noticias e informaciones nuevamente. Pedimos disculpas por no haber llegado a tiempo para opinar sobre tal o más cual evento.

Tenemos que estar presente, no importa si publicando una foto de hace dos años, que Face, que tampoco tiene mucho que hacer, nos recuerda, lo que tiende a confundir porque nunca sabemos en realidad donde están los amigos, sobre todo los menos íntimos, o diciéndole a la persona con que dormimos todos los días, te amo, lo que desencadena que ella responda, yo también te amo mucho, y que todos los amigos participen diciendo, si es cierto se aman mucho, o repitiendo una dieta especial para limpiar el hígado o acabar con el hongo de las uñas, o la imagen de un santo, o la famosa historia de Keanu Reeve, que debe ser la historia más repetida en la red. ¿Será verdad?

Antes, creo yo, era más difícil y se necesitaba más tiempo para esto de las noticias y la información. Se necesitaba trabajar para un periódico, una revista, un canal de televisión, una productora, donde existía corrección, edición, evaluación y hasta cierto punto responsabilidad y ética. Ahora, creo yo, todo eso está violado. Cualquiera se inventa una noticia y cuando digo se inventa, es literalmente eso, un invento, que se publica fácilmente y que luego, miles o millones de consumidores ávidos devorarán y peor, reproducirán a otros millones de devoradores.

No estoy parado en una posición extremista, aunque pueda parecerlo. No estoy exento de tener muchos de estos problemas que he descrito. Creo que una buena foto y un lindo mensaje sobre que se me partió una pata de mis espejuelos puede ayudar a muchos a descubrir problemas, sentimientos, etc. Colocar una nota de cómo freír un huevo, puede salvar a muchos del hambre, porque no saben qué hacer con ese producto de la gallina.
Con estas ideas trato de hablar de los que vivimos inmersos en la era de la tontería, donde cualquier tontería la convertimos en noticia. Roly se afeitó. Roly le dio la mano a Martica cuando salían del supermercado. Roly se tomó un café y le echó azúcar. Martica se tiñó el pelo. Fotografiamos ayer a Jonathan porque es un príncipe y se ha tomado un refresco y lo fotografiamos hoy porque sigue siendo un príncipe y se ha tomado un jugo de naranja. La perrita, después de ser cogida por un perro, ha tenido perritos. Roly tiene 54 años y le han salido canas, etc.

Recuerdo que la revista People pagó 4.1 millones de dólares por las fotos exclusivas de la primera hija de Brad y Angelina. Cifra que tiene que haber multiplicado por 10 o por 100, porque los simples mortales, que tampoco tenemos nada más útil que hacer, estábamos desesperados por verle la cara a la bebita para debatir si es que se parecía al bello padre o a la fea madre. Los fotorreporteros que asediaban a Lady Di para asegurarnos que estaba con su novio, no dudaron en filmar hasta el último detalle de su mortal accidente, en vez de tirarse a socorrerla. Lo importante en ese momento fue ganar dinero para llevar completo el accidente a los desesperados consumidores. Lo que vende es la noticia y no la sensibilidad de ayuda o asistencia.

Miles de personas se concentraron histéricamente frente a un hotel, con todos los medios citados, para presenciar que Michael Jackson sacó por la ventana y descolgó como una almohada a uno de sus hijos aún bebito con un trapo tapándole la cara, para que la gente no descubriera que no se parecía a él, porque él en ese momento no se parecía a lo que él era de verdad. Lo de los terremotos, volcanes, tsunamis, sequía, deshielos, muerte o suicidio masivos de animales, problemas entre los negros, problemas entre los blancos y los negros, problemas con los indígenas, droga, violencia, desaparecidos, vida loca, fiestas, estrellas y personalidades de todos tipos, comidas tradicionales y exóticas, Paris Hilton, las hermanitas Kardashian, y por supuesto Keanu Reeve ha llegado a su máxima expresión.

Vemos a dos personas que se agreden y no intervenimos para evitar males mayores, filmamos con nuestros celulares. Presenciamos un accidente de autos, filmamos con nuestros celulares. Nos tomamos un café, filmamos con nuestros celulares. Nuestra vaca parió como era de esperar, un ternero, filmamos con nuestros celulares. Vemos a un homeless cantando en una esquina, no le damos dinero, no lo ayudamos, pero lo filmamos con nuestros celulares. Ridículamente llamamos a nuestros hijos príncipes y reyes, porque eso es sinónimo hoy de ser buen padre y los filmamos porque ayer se tomó un refresco y hoy se tomó un jugo de naranja. Todo eso lo enviamos al mundo, porque el objetivo fundamental es mostrar que existimos a través de nuestras publicaciones, convertidas en noticias.

Cada uno de nosotros podrá tener sus propias experiencias, sus historias. Yo puedo asegurar que he visto como noticias una inmensidad de tonterías, irrealidades e inventos. Yo que no tengo estómago, no padezco de los nervios, ni crecí en una mansión en Miramar, he visto no sólo noticias tontas, sino súper desagradables, asquerosas, absurdas e incluso locas, que no las cuento para no seguir agrandando este escrito innecesariamente.

Les dejo entonces, como prometí, el artículo que leí sobre las noticias. No es un escrito concluyente, para nada tiene la intención de convertirse en un material obligatorio de consulta. Es sólo una opinión, que no tiene por qué coincidir en todo con la nuestra o tener razón en todo lo que dice, pero puede hacer pensar y entonces, cada uno de nosotros, podrá sacar sus propias conclusiones.
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La Toxicidad de las Noticias
                                                                                          Jesse D Luévano

Las noticias que emiten los medios son al cerebro lo que el azúcar al cuerpo. Son fáciles de tragar, no requiere ningún esfuerzo integrarla en la mente y nos acaban perjudicando. Aunque pareciera que nos mantienen informados, la realidad es que únicamente llenan el cerebro de hechos que carecen de utilidad práctica o teórica para nuestras vidas, que se escapan de nuestro ámbito de acción y que, a menudo, no nos conciernen en absoluto.
Está científicamente demostrado que el 95% de las enfermedades son psicosomáticas, es decir, de origen emocional y que la acumulación de noticias a nivel mental y cerebral es una de las principales fuentes de emociones catalogadas como negativas y estresantes.
Todas estas informaciones son enormemente tóxicas para nuestra mente y van generando creencias limitantes y estados emocionales tóxicos en nuestro ser. Esto provoca que reaccionemos más temerosos o agresivos.
Está demostrado que dejar de leer los periódicos y ver los noticieros, aumenta el estado de paz y alegría.
Ante el protagonismo de los medios, se llega a estar más preocupado por el riesgo de morir en un acto violento, y, sin embargo, no se es consciente de que se está generando un estado de estrés crónico por el que si es muy factible que enferme y con el tiempo muera.
Al leer sólo los titulares de los diarios o ver los noticieros podemos llegar a tragarnos, de forma pasiva e inconsciente una cantidad ilimitada de toxinas mentales como si de caramelos multicolores para el subconsciente se tratara, con el enorme perjuicio que ello conlleva para nuestra salud.
La acumulación de noticias es toxica ya que basta leer una frase o escuchar una noticia para que se liberen enormes cantidades de cortisol, alterando el sistema inmunológico y reduciendo la producción de hormonas del crecimiento.
Si además de esto, consideramos que la mente inconsciente no distingue entre lo propio y lo ajeno, entonces, aquello que leemos y escuchamos, nuestra mente y todo nuestro cuerpo lo interpreta como propio. Todo lo que se lee y escucha en realidad nos ocurre a nosotros.
Por tu bien, ¡No te vuelvas adicto a las noticias!











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