lunes, 7 de junio de 2021

¿De verdad, los ricos se aburren? (Segunda Parte)

Domingo, nuestro viaje continuó. 


Tercer destino: Playa o Lago de Ozark, (Ozark Beach o Ozark Lake)

Bueno, este lugar podría llamarse lago o océano. Es un lago tan, pero tan grande que nunca ves el otro pedazo de orilla que tienes al frente y por supuesto resulta imposible, creo yo, recorrerlo completo.

Como todo lago de este país, éste tiene una actividad marítima impresionante, marinas, yates, botes, motos de agua, restaurantes sobre el agua o en la orilla del lago, bares con una enorme actividad diurna e imagino con una gigantesca actividad nocturna.

Este lugar suma a su importancia, que una parte de él fue el escenario escogido en el 2017 para filmar la serie del 2017 que lleva el mismo nombre del lago, Ozark, que, si no han visto, les recomiendo verla. Ya tiene, por su éxito, tres temporadas estrenadas.

El Lago Ozark es pura fiesta, no sólo puedes tener allí tu yate, alquilar uno o dejar que alguien te de una vuelta, sino que puedes rentar un helicóptero a un precio pagable, desde donde entonces, si creo que se pueda ver el lago completo.

Allí llegamos, perros incluidos y descubrimos una típica fiesta de jóvenes norteamericanos, 400 metidos todos en una piscina bar, tomando, fumando, bailando. Cómico porque ellos no se conocen todos, sin embargo, el ambiente es tan clásico que unos pasan por al lado de los otros, se hablan, bailan, comparten un trago o una cachada del cigarro, sea cual sea, que tengan. Era una multitud que se veía alegre, en realidad se veía más que alegre. Estaban entretenidos y nada aburridos.

Si esto, que vimos en solo un pedacito del lago, se repite alrededor de todo el lugar, entonces el lago es un fenómeno. Tengo mis cuentos con relación a esto. Soy cubano y el mar es parte de nuestras vidas. La forma estrecha y alargada de nuestra isla hace que no se pase mucho trabajo, sobre todo de norte a sur para chocar con el agua salada. Es cierto, por razones o desrazones más que conocidas, los cubanos a pesar del mar y de poder nadar, no somos muy duchos en actividades acuáticas. La posesión de un viejo bote era algo muy exclusivo, el uso de yates quedó sólo para extranjeros y cubanos asociados, mas los jefes y al pueblo sólo le quedo algunas playas, algunas costas y las cámaras de los automóviles.

Allí los protagonistas fueron nuestros perros. Si no hubo 100 personas que se pararon a tocarlos, a hacerles gracias y hacernos los cuentos de sus perros, unos vivos, otros muertos ya, no hubo nadie. Resulta impresionante repito el amor que estas personas sienten por los perros. Jóvenes, viejos, algunos sobrios y coherentes, otros casi borrachos, todos pasaban y dedicaban un saludo a los perros, los tocaban, los abrazaban, los besaban, les regalaban pañuelos para los cuellos, etc. 

  • Cuarto destino: Branson City.

Allí si se cayó el dinero. Branson es una ciudad total y completamente diseñada para el turismo, que estuvo casi cerrada por tres meses por tema COVID, y que ahora ha vuelto a abrir, entonces miles y miles de norteamericanos la visitan, creándose por momento una masa compacta de autos y personas, difícil de penetrar.



En Branson todo es para la diversión: museos, acuario, plazas, parques de aparatos eléctricos, más parques y más aparatos, salas de juegos, salones con pantallas 3D lo mismo para visitar una selva que para matar bichos, casas de espejos, todos los restaurantes y cafeterías conocidos, más restaurantes y bares locales con una gran vida diurna y una gigantesca vida nocturna, la mayoría con música en vivo.

Miles de personas, familias enteras, caminando, disfrutando de ese lugar donde no hay un hueco vacío, donde no existe un edificio viejo, feo, despintado. Donde a pesar del gran movimiento, no encuentras un papel en el suelo. Lo busqué y no lo encontré.

Tampoco vi guaguas llenas de turistas extranjeros. Los que allí estábamos éramos pueblo norteamericano, pueblo que gracias al trabajo puede darse un fin de semana de ricos. Ese pueblo norteamericano, orgulloso con razón, es el que llena los lugares y mueve el dinero.

Personas de todas las edades, familias con 3 y 4 niños, cosa común en el midwest. Jóvenes bulliciosos, tatuados y con los cabellos azules, verdes y por supuesto, las joyas, o sea, los perros.

Se necesitan de muchos días o repetir varias veces la visita para poder conocer Branson City. Con sólo mirar las chapas de los autos, New York, California, Nuevo México, Nebraska, Texas, Kansas, etc., es fácil descubrir que las personas se mueven.

Siempre me llama la atención y no puedo aún explicar exactamente cómo lo hacen, lo que me entretuvo una noche conversando con Jonathan, es que siempre frente a estos fines de semanas largos o vacaciones, las autoridades de transporte emiten pronósticos de las personas que viajarán por carretera. Para esta ocasión, para estos tres días del experimento, se pronosticó que 34 millones de personas viajarían más de 50 millas sólo por carretera, sin contar otros tipos de transportes. ¿Qué otro país soporta eso?

Por la cantidad de personas que visitan Branson, en todos los lugares hay que hacer filas y esperar para entrar. Branson necesita, como mínimo, una semana entera. La belleza de la arquitectura y los diseños hacen que uno lo quiera ver todo. Las oportunidades son infinitas, incluida también la renta de un helicóptero para ver la ciudad desde el aire.

Branson tiene una enorme e impresionante oferta culinaria. Restaurantes y más restaurantes, unos al lado de otros. Platos desde 8, 9 dólares, ricas hamburguesas con muchas papas fritas, hasta 35 dólares por langostas y camarones y por supuesto, Krispy Kreme donde están las mejores rosquitas y los Starbucks para el mejor café expreso.

Conclusiones parciales:

1.- El gran mérito de este país, no es su ejército, su política interior o exterior, los viajes al Cosmo, ni la cantidad de pollo que se vende diariamente. El éxito es haber logrado que un país tan grande como este, con más de 300 millones de personas reconocidas, funcione de norte a sur y de este a oeste, de la forma en que funciona.

He recorrido algunas millas por carretera y cada metro de calle, independientemente de si es autopista o una calle secundaria, está pintado, señalizado hasta el mínimo detalle, con una definición de señales todas iguales donde quiera que estés. Las estaciones de servicios y combustibles existen siempre cada X millas, lugares con baños, agua caliente y fría, papel sanitario y papel para las manos, que son obviamente por sus funciones diferentes, jabones líquidos y sólidos, comidas, bebidas, cigarros, espejuelos, más venta de todo tipo de souvenirs y artículos para viajes, desde fosforeras y baterías hasta luces para auxilios, líquidos para frenos y motores y herramientas.

Ya sea en Nebraska o en Alaska, Washington o San Francisco, los teléfonos funcionan, los bancos funcionan, las tarjetas plásticas, débito y crédito, de cualquier color, funcionan. Las carreteras están protegidas por hoteles, restaurantes, servicios de grúa y por la policía. Manejas millas y más millas y las soluciones siempre están a la mano y son las mismas. Ya hables inglés, español, chino o sanscrito. No se sufre.

2.- Estados Unidos no depende del “bendito” turismo internacional. Los norteamericanos y yo somos los protagonistas de ese sector. Lo que vi a mi alrededor en estos tres días, nada tiene que ver con guaguas llenas de españoles o canadienses. No dudo que existiera alguno, pero lo que vi fueron ciudadanos alegres de todas las edades disfrutando. No vi a nadie sacar un pan con tortilla de una jaba o sacando un pomito ámbar de los senos de alguna mujer para darse un buche de café.

Vi familias enteras gastando, comprando de todo, incluyendo souvenirs, entrando a los museos y parques para ver figuras de cera, peces de agua salada, anemonas y caballitos de mar. Si, todo de agua salada en el medio de este país donde cualquier costa está a más de 20 horas de camino.

3.- Este último viaje fue compartido con los perros, a los que les pedimos que no pagaran nada, entonces los gastos fueron divididos más menos a la mitad entre dos parejas, mi hijo y su esposa y mi mujer y yo. Cuando he chequeado mi tarjetica roja, mi vida de rico en estos tres días, me salió en 560 dólares. Tres días y dos noches en un hotel con desayunos incluidos. Gasolina. Durante todo el viaje me tomé los alcoholes que quise y disfruté de los cafés que deseé. Nadie me organizó cuándo o qué podía tomar. Durante todo el viaje comí sin mirar los precios, sólo me dejé llevar por las descripciones del bistec o las foticos que ponen en las cartas de los restaurantes.

Sentí sed, había mucho calor. Sentí cansancio, a pesar de mis zapatos cómodos, caminé mucho. Sentí sueño, cuando llegaba al hotel en las noches necesitaba dormir. Todo, no me importó lo que fuera, vino acompañado de papas fritas, muchas papas fritas. No comí brócoli, ni hongos. Los dejé para Martica.

Conclusiones generales:

Para aquellos que dentro de Cuba siguen apelando a la IDEA DE MIERDA de que los ricos se aburren y por eso el sistema capitalista va a desaparecer e incluso peor, para los que viviendo bien fuera de Cuba, siguen apostando a que la pobreza eterna es la única capaz de divertir y entretener a los seres humanos, búsquense OTRA IDEA DE MIERDA, porque esa de que los ricos se aburren y por aburridos se suicidan, es totalmente mentira.

Fui rico por tres días y experimenté muchos sentimientos. Recordé cuando fui papá de dos niños pequeños. Recordé lo mucho que nos costó lograr un entretenimiento agradable y pagable con nuestros salarios. Pensé en muchas personas con las que me hubiera gustado compartir esos momentos. Deseé poder disfrutar con mi nieta todo lo que vi y conocí. Me quedé con ganas de ver más, de volver, pero lo único que NO EXPERIMENTÉ en mis tres días de rico, fue aburrimiento, menos los deseos de endrogarme para enajenarme, mucho menos los deseos de morir.

Los ricos que se aburren, es porque son aburridos. Los que se suicidan es porque les falta un tornillo o los que tiene están flojos. El aburrimiento no es un sentimiento que se experimenta por pertenecer a una determinada clase social, menos por la cantidad de dinero y riquezas que se posea. 

Resulta nada cómico, sino casi ofensivo, pretender hacer creer que sólo los pobres y, sobre todo, los muy pobres, disfrutan alegremente de su pobreza y desean mantenerla eternamente como símbolo de felicidad.

Curiosidad.

Mientras me encontraba en el experimento, otro grupo de humanos cercano a mí, sin previa coordinación, se encontraban haciendo su propia investigación. No conozco los resultados exactos, pero les dejo unas foticos seleccionadas al azar y una pregunta:

¿Parecen ellos aburridos?





 

 

 

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