viernes, 20 de octubre de 2023

528.- Soy un mogol de Spectrum. Soy un mongol feliz.

Tengo un nuevo trabajo, entonces soy feliz.

No es de engañar, porque parece que ni en el paraíso prometido se podría vivir sin trabajar. Cuando no se tiene trabajo en economías como esta, pues tienes pocas opciones. Te queda el remedio de vivir temporalmente del gobierno, con una ayuda limitada que te dan, luego de que tú la produjiste en tus años laborales o pasar mucho trabajo por no poder acceder a la vida normal, no hablo obviamente de comprar yates, mansiones, aviones, etc. De más está decir que no puedes aquí vivir revendiendo ajos, leche en polvo o carne robados. No dudo que algunos casos existan, pero no es la generalidad. El camino de “homeless” no es ni medianamente recomendado.

Luego está el tema psicosocial porque las personas que te rodean, digo las personas normales que te quieren y se preocupan por ti, se alarman y empiezan a hablar del futuro y complicaciones. En los casos más exigentes te someten a un “bloqueo” o “embargo”, dejo las definiciones a elección, donde a poco puedes acceder y con poco puedes soñar. Suelen ser momentos difíciles, que muchas veces están más allá de la economía.

Hoy, a partir de la gran, desplanificada y casi violenta inmigración que enfrenta Estados Unidos, con la llegada de miles y miles de personas, sobre todo por la frontera sur, se ve mucho de lo que significa no tener trabajo. Personas viviendo en lugares no adecuados, como, por ejemplo, dentro de los automóviles de amigos o seis en el mismo cuarto, resolviendo sus necesidades dentro de gimnasios, supermercados, pasando trabajo para consumir hasta lo más mínimo y, por tanto, deprimidos y decepcionados. Muchos tomando el camino del “crimen”, definición que los norteamericanos usan para cualquier cosa fuera de la ley, da igual que mates a alguien, manejes sin licencia de conducción, como que te robes un caramelo en una tienda.

A veces somos duros con ese tipo de personas y los evaluamos críticamente por tratar de sobrevivir el día, pero habría que ver qué haríamos cuando llevamos tres días sin comer, sin bañarnos, sin esperanzas de encontrar rápidamente un trabajo decente y bien pagado. No estoy justificando al que trafica drogas o al que asesina, esas personas no deberían existir o existir encerradas de por vida, estoy hablando de personas que buscan y buscan y no encuentran, pasan los meses y se deterioran, nadie les dice hasta cuándo tienen que esperar y tienen varias bocas, además de la suya, que alimentar. Hoy el paso por la frontera y la aplicación a uno de los diversos estatus que existen no garantiza en corto tiempo la inserción fácil. La idea de obtener un permiso de trabajo y con él la posibilidad de laborar legalmente puede demorar más de dos años. Esa es una realidad no escondible.

Entonces tener un trabajo hoy y además estar más menos bien remunerado, es una bendición, tal como se ha puesto de moda decir incluso por los para nada religiosos. Llamo la atención que, para los norteamericanos, un trabajo es eso, algo que permita vivir y pagar por la vida, donde se incluye la diversión y el disfrute. Ningún trabajo es malo, no he visto a nadie denigrar a otra persona porque trabaja en un almacén, dentro de una tienda, en la construcción, etc. El pueblo norteamericano es un pueblo trabajador, para mi impresionantemente trabajador.

Un trabajo es siempre bien venido. Recuerdo con frecuencia que el más que admirado por mí Steve Perry, con una voz que podía haberse sentado a esperar un multimillonario contrato, trabajó en la construcción y en una granja de pavos, trabajos que odiaba, pero tenía que hacer para vivir. Como él, aquí en Estados Unidos, millones, hasta que poco a poco, las personas que luchan por ubicarse se ubican. Los jóvenes americanos comienzan a trabajar desde muy temprano, es, por un lado, la necesidad o aspiración por independizarse, de poder consumir sin depender o pedir, por otro la posibilidad o necesidad de ayudar a sus familias. Es sobre todo la realización de una cultura sobre el trabajo. Así trabajando, estudian, se gradúan, se casan, forman familias, etc. Recuerdo que algo parecido pasaba en Cuba antes del accidente, los abuelos cuentan que no se podía robar, ni prostituirse, cualquier trabajo, incluso los más malos o difíciles, eran bien valorados. Hoy todo en ese país es diferente, donde se puede vivir pintando uñas mejor que de cirujano de corazones, donde es más conveniente hacer colas para luego revender lo comprado cinco veces por encima de su real precio ya caro o sencillamente levantarse hoy vender ajo, mañana leche en polvo, al otro día flores e incluso estampillas religiosas. Todas esas formas garantizan mejor vida que trabajar por un salario, sea de la profesión que sea.

Entonces, repito, estoy feliz. Claro que, para no engañarnos, de seguro sería más feliz paseando sin preocupación en un yate por el Mediterráneo, comiendo naranjas de una mata que sembré yo mismo o recibiendo el pan del día de una panadería escogida, tal como dicen hacia Aristóteles Onassis, pero de esa felicidad nunca he padecido.

Ahora trabajo en una mega compañía con presencia en 41 estados del país, Charter Communications, que compró a la muy conocida compañía Spectrum, vinculada al mundo de las comunicaciones tecnológica, o sea, internet, canales de TV y telefonía, móvil y para hogares, que ofrece ciertos seguros beneficios a sus trabajadores, salarios agradables, comisiones mejoradoras, imágenes de pertenencia, servicios gratuitos, etc.

Para comenzar he pasado un curso de entrenamiento que dejaría boquiabierto a cualquier profesor del mundo. Instructores, videos, aparatos, todo funcionando a la perfección y sobre todo la estrategia de establecer una imagen super sobre la compañía y los productos. Cuando terminas en esos entrenamientos, no sólo eres la Coca Cola, sino que llegas a pensar que es cierto, eres la última Coca Cola del desierto, por la que todos hacen colas y se fajan para poder consumir. Si no estás muy claro en este tipo de entrenamiento, sales y te ves más joven, más apuesto e imaginas un futuro grande y sobre todo fácil. Si eres religioso, cosa que no soy, llegas a pensar, “si Dios está conmigo, o sea, para este caso específico Spectrum, quién contra mí”. JAJAJA.

Entonces un día, termina el fértil entrenamiento y a trabajar.

Mi posición es de esas que más rimbombancia no puede tener. Soy un Residential Connectivity Sales Specialist, o sea, en español que es más fácil y directo, un vendedor puerta a puerta, experiencia muy nueva para mí, por lo que mi misión es muy concreta, tocar puertas 8 horas para tratar de vender alguna de las cosas de mi cartera de productos: internet, celulares con conexión a la red de Spectrum, paquetes de canales de TV. Lo más fácil del mundo probablemente hace 20 años atrás, pero hoy …¿ ????? Es como el ejemplo clásico de los libros sobre ventas, del vendedor puerta a puerta de enciclopedias o diccionarios, que nadie compra, pero, además, puertas donde nadie te llamó y muy pocos necesitan de esa famosa última Coca Cola porque la tienen por cajas o saben que pueden adquirirla fácilmente con sólo dar un click o ir a una tienda, si hay algo que aquí nunca, pero nunca es nunca, falta, es precisamente la Coca Cola y casi todo lo demás.

Ya he dicho que estoy contento y trabajando, entonces, ¿Quién soy en realidad y cómo funciona mi trabajo?

Bueno, en realidad soy un mongol del siglo XIII o a lo mejor la mismísima reencarnación del gran Genghis Khan, sólo que por la modernidad he cambiado el caballo por el automóvil.

Mi misión transita dentro de mi automóvil, el que, por cierto, pienso que me estoy comiendo aceleradamente por el desmedido uso. Si al Khan mongol se le moría o enfermaba un caballo, pues le aseguraban otro probablemente mejor, para eso era el jefe mongol, si se me rompe el automóvil estoy embarcado. Cada vez que meto la llave para arrancar, cosa que hago mil veces en 8 horas de cada día, me pregunto, cuándo va a reventar. Pienso que el motor de arranque, el cual me duele cada vez que lo acciono, es el primer candidato para decirme, ya no puedo más, hasta aquí llegué.

Como estoy en el modernísimo mundo de la tecnología, pues que menos, tengo un table y un celular asignado. Maravilla dirían muchos, pero en realidad es una salación. Primero tengo reuniones y entrenamientos constantes, todos los santos días, la tecnología moderna permite reunirte con muchas personas estando dentro de un carro, en un parque, caminando por un supermercado e incluso estando en el baño. Luego la tecnología moderna permite a los jefes el control, por lo que a través del GPS se puede conocer exactamente por dónde caminas, por dónde andas parado, cuál recorrido haces, el tiempo que demoras de un punto a otro, cuándo paras para almorzar, cuándo paras para echar gasolina e incluso, imagino, cuándo vas al baño, por lo que resulta difícil, aunque como soy cubano, no imposible, tumbarse unos minutos o desviar el camino para ver a una novia.

Como buen mongol, entonces, me bajo y subo del carro mil veces al día, me reúno con personas incluso manejando, almuerzo dentro del carro buscando casi siempre la sombra de un árbol, lleno planillas y como buen mongol durante 8 horas de trabajo hago mis necesidades en servicentros y supermercados, que por suerte existen.

Mi trabajo fuera de las reuniones que ocurren a cualquier hora del día, comienza a la 1:00 pm hasta las 8:00 pm. Como soy un mongol recién llegado a la tropa, pues tengo mi territorio asignado en el sur de San Antonio, la zona más vieja y pobre de la ciudad, que para más complicación me queda a 45 minutos de manejo a 80 millas por horas. Para los que conocen la ciudad de La Habana, salvando la diferencia en kilómetros y otras muchas diferencias, imagines que yo vivo en Miramar, zona aquí también reconocida como de ricos, mi oficina central, a la que tengo que ir algunas veces en la mañana, queda en el Vedado y yo estoy trabajando en la Güinera, Párraga, Mantilla. Los ambientes son extremadamente diferentes.

En realidad, el terreno es nuevo para mí y por lo que pregunto, también para muchos de los que me rodean. Al ser la zona más antigua de la ciudad, la mayor parte de la población es mexicana o de origen azteca, la mayoría de las casas son muy viejas y están en muy mal estado, a tal punto que en muchas parecería imposible vivir, personas de bajos recursos económicos, incluyendo a personas muy viejitas que viven solas, casas con muchos perros y muchísimos perros en las calles, gatos por dondequiera, personas con caras y aptitudes extrañas, zona de reunión de “homeless” o muchas de esas personas caminando por donde quiera, mucha música mexicana a alto volumen, etc.

Yo llevo un table todo el día pegado a mi mano, donde tengo una base de datos de los clientes a visitar. Genial, todo está organizado, nombres, direcciones, fechas, etc., pero lo complicado es que esa base de datos es de personas que cancelaron el servicio de Spectrum en el pasado, por lo que de la última Coca Cola del desierto nada. Para muchos, cosa que no dicen en el entrenamiento, Spectrum es como la buja de la escoba.

Durante muchos años trabajé como profesor en Cuba y República Dominicana y precisamente uno de mis cursos estrellas fue el de Técnicas de Ventas, incluso como resultado de esos años de experiencia teórica logré escribir y publicar un libro, luego también en ambos países tuve experiencias prácticas como vendedor, sobre todo de ese vendedor especialista que hacía grandes negociaciones y hoy, cuando pienso en eso, y puedo decir que pienso constantemente, me río, cosa que me pasa además cuando escucho a uno de mis entrenadores. En las aulas, las grandes negociaciones transcurren de forma “edulcorada”.

La venta tiene sus características, entre ellas, una cosa es atender o ir a ver a un cliente nuevo, que no tiene idea del producto que tú vas a vender y está dispuesto, incluso cariñosamente, a escucharte; otra es atender a un cliente que viene a verte, casi decidido a comprarte porque ya conoce su necesidad y quiere resolverla y otra, muy diferente, es ir a ver a alguien que no te ha llamado y para peores, tiene una mala imagen de ti y tus productos, pero además que se tomó el tiempo y canceló los acuerdos que tenía con la compañía para la que trabajas.

En la primera opción te da tiempo a lucirte, traes la última Coca Cola; en la segunda es casi una panacea, tienes la Coca Cola y muchas veces sólo tienes que ofrecerla: la tercera es la más complicada, ni tienes la Coca Cola, ni el cliente está decidido a comprar y en muchos casos no quiere la Coca Cola porque ya la tuvo, la probó, no le gustó, no le interesa y en el mejor de los casos, ya ha seleccionado otro refresco con el que se siente muy a gusto. En medio de eso, yo, mongol, tengo que vender, porque tampoco me pagan para hacer visitas amistosas con los clientes. No soy un voluntario del ejército de los “Adventistas del Séptimo Día”.

Entonces mi día transita en, bájate del carro y trata de acercarte a una casa, que generalmente tiene rejas, por lo que lo de tocar puertas se convierte en dar golpes en una reja que está a varios metros de la puerta de la casa para ver si alguien se entera que estás afuera y te quiere abrir la puerta para atenderte. El Sol en San Antonio quema. En muchas de esas casas hay perros, a veces grandes y furiosos, que dificultan incluso que puedas tocar la reja, por lo que a veces me veo dando gritos desde la acera.

Muchas veces las personas miran por una ventana y como te ven vestido del lindo uniforme azul que dice Spectrum, no se molestan en abrir o personas que abren la puerta, te dicen no me interesa y vuelven a cerrar, dejándote sin poder ni mencionar el famoso; hola, qué tal está hoy, mi nombre es …, etc. Te has bajado del carro, has planificado el encuentro, has buscado tu cara más agradable y seleccionado tus primeras palabras claves y todo se congela cuando alguien, incluso en no muy buena forma, te dice, no me interesa y cierran la puerta, dejándote “quemado” al otro lado de la reja.

Las tradiciones tienen su peso, entonces descubro que en Cuba estamos acostumbrados a abrir de par en par la puerta y casi siempre invitar a pasar, sentarse y al menos antes se le brindaba agua y lo menos, un café, a una persona que viene sudada. Aquí muy pocas personas abren las puertas, por lo que cuando logras que te atiendan, es a través de una literal rendija, donde muchas veces sólo puedes ver la nariz del potencial cliente o te atienden detrás de la puerta de malla contra insectos, que muchas casas en esa zona tienen, lo que hace que, por momentos, yo bajo la luz del Sol, no vea la cara de la persona con que estoy hablando por la oscuridad que la ampara dentro de su casa. En algunas zonas las personas tienen miedo, es cierto que cualquiera puede venir vestido con una camisita azul que dice Spectrum y …

No todo es malo obviamente, entonces por momentos se accede y se contacta, como ya dije trabajo con antiguos clientes que cancelaron, entonces cuando logro el contacto y menciono la palabra Spectrum lo primero que aparece es un rosario de problemas: mal servicio, internet lenta, precios que suben y suben sin avisos, engaños, servicios pagados y nunca recibidos, etc., etc., etc., por lo que mi misión primera, antes de vender nada, es pasarme 10, 15 minutos tratando de desmontar y lavar esa imagen, decir que eso ya no pasa, que Spectrum ha cambiado, que ahora sí es todo nuevo y mejor, etc., muchas veces me veo diciendo cosas de las que no estoy ni medianamente seguro y no conozco a exactitud. Muchas veces los clientes saben más de Spectrum que yo.

Crear una imagen sobre determinada compañía o producto no es fácil. Llegar a pensar que todo el mundo está desesperado por comprar es incierta. Extremadamente difícil es tratar de cambiar una mala imagen, sobre todo con clientes que están disgustados o no creen en lo que dices e incluso, no todos, pero algunos, que llegan a burlarse. La idea, muchas veces adquirida de los libros, de que los clientes son entes dulces, cariñosos, que sonríen siempre, te invitan a un café y aceptan felizmente todo lo que dices, es mentira. Los clientes, sobre todo, los que han sido dañados en el pasado, son jodidos y aprovechan la oportunidad, a sabiendas que tu no eres el culpable, para vengarse.

Para aquellos borrachos con la tecnología, para aquellos que hoy piensan que no se puede vivir sin internet, sin 200 canales de TV, sin celulares “atómicos”, puedo asegurarles lo contrario. Paseo entre muchas personas que su economía no les permite tener internet, pero además que no les interesa, no la necesitan. He conocido en todo este tiempo a personas que ni idea tienen de compañías tecnológicas, de servicios de la red, de las ventajas de los servicios en “la nube”, que no saben nada de precios porque sus hijos o familiares son los que pagan, personas que todavía hoy sólo tienen y ven los canales de TV que vienen a través de la atmosfera y mantienen un teléfono en la casa en el mejor de los casos, pero, además, declaran que no les interés más nada. Esas personas existen, esas personas son millones de personas.

Ser vendedor puerta a puerta o, en mi experiencia, reja a reja, es difícil, no importa si vienes por primera vez o estas trabajando con clientes que han cancelado en el pasado. La idea de tocar en algún lugar donde no te han llamado, que no te esperan, pero además que no tienen tiempo o ganas de atenderte es muy, pero muy complicada. No obstante, como soy genial, JAJAJA, he logrado vender en varias ocasiones ya y así he pasado a la historia de Spectrum, mi foto está en los murales electrónicos y he dejado de ser el “ultimo de los mongoles contratados” sin resultado. Por lo menos he logrado que no me miren con lástima o que a mi paso digan: el pobre, es un recién llegado. Soy un vendedor con resultados. JAJAJA

A veces me siento frustrado, a veces muy frustrado. Comienzo a trabajar a la 1:00 pm y llegan las 8:00 pm y no sólo no he logrado vender, sino que he visto a muy pocas personas, unos no están, otros no abren las puertas. Descubro que esta actividad necesita de una cuota de auto recarga grande, tienes que continuar y continuar y volver mañana y volver al siguiente día. Hay que tocar puertas o rejas todo el día. He visitado la misma casa 3 y 4 veces y lo más “cómico”, para no decir jodido, es que mientras no defina, o sea, interesado y compró o no interesado, tengo que volver a visitar. Es tan complicado, que cuando logras vender, tus jefes y compañeros, casi hacen una fiesta. El día que vendo algo, llego a mi casa contento, sólo que casi cerca de las 9:00 pm.

Todo transita desde las aceras o en el mejor de los casos en los portales. Aún no he logrado entrar a la sala de una casa, nadie me ha invitado a sentarme. El contacto personal, cuando se logra, puede demorar un segundo, o sea, gracias no estoy interesado o una hora, cuando logras escuchar, explicar, demostrar, vender, llenar formularios, etc., pero todo eso transita, al menos hasta hoy ha transitado, como mejor, en los portales de las casas. Nada de pasa y siéntate, nada de quieres un agüita fría o un café. No es que los norteamericanos sean diferentes, es que son diferentes. JAJAJA.

Ya dije que estoy feliz, como mongol acabado de entrar al ejército del gran Khan estoy realizado. Tengo un trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Tus vivencias narradas son muy interesantes , útiles y oportunas para poder conocer un poquito mas el mundo de las ventas por San Antonio . Pero ante todo esa labor merece felicitación por iniciar un nuevo empeñó profesional, Te fe que tendrás éxitos.

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