martes, 2 de enero de 2024

539.- Perros callejeros en Cuba

Hace unos días escribí un artículo sobre los perros callejeros en San Antonio, o al menos en una parte de él. Problema serio que vive la ciudad y que no oculta, que, por el momento, parece que no va a tener una solución rápida.

Falta de presupuesto, pocas personas especializadas que trabajen en el giro y sobre todo perros que viven en las calles, que se reproducen sin control y que muchos son alimentados por los vecinos, tratando de que no se vuelvan más agresivos. Esto hace que sean callejeros, pero estén bien y parezcan felices.

Son libres y además están bien alimentados, teniendo en cuenta que no comen lechugas, brócolis, o lo que sobra en las casas del vecindario, etc., sino que, como estamos en Estados Unidos, tienen la ventaja de que les brinden, sólo bajo el compromiso de portarse bien, a veces como especie de una mesa buffet, comida especial para perros y agua fresca todos los días.

También en San Antonio existe, sobre todo en las áreas cercanas al centro, la presencia de los llamados “homeless”, cosa que no se puede ocultar porque se ven sentados tranquilos en determinados lugares, caminando de un lugar a otro, algunos parados en las intercepciones de calles principales controladas por semáforos.

He averiguado sobre esto y he preguntado incluso a oficiales de policía, respuesta, casi todas esas personas, primero viven así porque han cometido muchos errores en la vida, juego, alcohol y drogas, prisiones por delitos mayores, familias que se han cansado de soportarlos, etc., pero casi todos están atendidos por las autoridades del gobierno y otras instituciones no gubernamentales como las iglesias. Tienen, al menos en Lincoln, Nebraska, donde viví cerca de 10 años y ahora aquí en San Antonio, albergues donde pueden dormir, agua fría y caliente, aire acondicionado o calefacción, más clínicas con todos los servicios médicos, que los atienden de forma gratuita, más personas que se dedican a apoyarlos, psicólogos, trabajadores sociales, etc. Muchos están en esa posición, porque en esos lugares, albergues y clínicas, no reciben dinero, entonces para poder tomar o consumir drogas necesitan estar en las esquinas, moverse y luchar algo de dinero. Muchos pasan el día afuera de esos albergues y luego regresan en las noches a sus lugares asignados.

No digo que sea bueno, pero viven libres, hasta cierto punto protegidos, atendidos por los servicios de salud y no tienen cargas económicas, ni otros compromisos a resolver. Me place decir que, frente a un homeless tirado en la calle por cualquier razón, muy rápidamente se despliega un mecanismo mediante el cual es recogidos y llevado al servicio de emergencia más cercano que está obligado por ley a recibirlo, atenderlo y tratar de salvarle la vida. Los homeless son atendidos con la misma calidad que yo en cualquier lugar donde lleguen. Los homeless no son perros callejeros, por tanto, reciben el mismo trato humano que recibe alguien que paga impuestos y que tiene que pagar por el servicio que recibe. Sin distinción.

He llegado a preguntar a la policía por qué no son recogidos, ya que afean o complican la imagen de la ciudad, al ser cubano me es imposible apartarme de una condición medio dictatorial y me han respondido que no se puede hacer, salvo que cometan un delito o estén tirados en la calle por alcohol o drogas. Ellos, los homeless, tienen el derecho a moverse libremente y escoger un lugar, incluso a la intemperie, para pasar la noche. Si no son un peligro para la ciudadanía, nadie los puede tocar, porque no están cometiendo un delito o crimen como aquí se le llama. Las organizaciones los recogen “voluntariamente”, los llevan, los atienden, los recuperan si es que están afectados y cuando este proceso termina, ellos vuelven a las calles. No se pueden encarcelar, ser homeless no es un delito, es en muchos casos una elección de vida o la consecuencia de haber vivido mal, en otros es una enfermedad sobre todo del cerebro.

Ya también escribí sobre los perros callejeros que durante mi infancia y juventud existían en las calles cubanas, que en realidad muchos de ellos no eran callejeros, callejeros, sino que eran perros de vecinos con domicilios reconocidos y legales, que gustaban de caminar por las calles libremente. Pasaba igual con los gatos, llegaban, brincaban de techos en techos, comían algo que alguna persona les brindaba o encontraban, se perdían unos días, luego volvían a aparecer, etc. Imagino que hoy, el tema sobre todo de los perros debe estar peor, ya sabemos que los gatos, muchos, cogieron otros caminos. Gato perdido, gato comido.

Sin embargo, lo que ha aumentado enormemente parece ser, son los cubanos en las calles, sin consuelo, sin solución. Cubanos que duermen a la intemperie, cubanos que registran la basura en busca de cualquier cosa que sirva para vivir incluyendo restos de comida, llamados popularmente “los buzos”, cubanos que piden dinero en las calles, etc. Para no hablar del tema de los robos y asaltos, lo que daría pie a muchos otros artículos.

Y es precisamente un fenómeno que aumenta en un país donde los ciudadanos son considerados como perros. La idea puede ser complicada, pudiera dañar algunos sentimientos, pudiera parecer exagerada o sesgada por algún tipo de animadversión, pero para mí es real. El pueblo cubano, al menos una gran parte de él, entre otras cosas, vive peor que muchos animales.

Es llamativo la aparición de organizaciones y personas que se dedican, con un mensaje extremadamente bondadoso a salvar a animales, frente a personas cuya vida está peor que la de los animales que se promueven salvar. Es llamativo que nos dediquemos a salvar perros y gatos y en ese mismo momento no existan organizaciones dedicadas públicamente a lo largo de toda la isla y incluso de forma internacional a llamar la atención sobre los humanos perros que viven en Cuba.

La idea de salvar humanos perros está dejada al gobierno, que demostradamente nada puede salvar o a uno que otro de los llamados opositores que de forma muy limitada ayudan. La idea de salvar a perros y gatos es menos comprometedora que la de hacer campañas para salvar a los humanos que están viviendo en condiciones casi paupérrimas. La idea de salvar perros y gatos tiene su onda humana y se inserta incluso en corrientes internacionales, la idea de salvar a humanos perros choca directamente con el gobierno que ha vuelto a pregonar sin paños tibios que combatirá a cualquier manifestación que trate de agredirlo o sencillamente cuestionarlo.

Los cubanos, sobre todo, los ya mayores, muchos han llegado a la insospechable categoría de casi indigentes, porque todo aquello de la seguridad social, de la protección, sobre todo a los más vulnerables, de un retiro jubiloso con beneficios, se ha quedado sólo para los discursos politiqueros que ya no convencen a nadie y que no muchos escuchan con atención.

Es duro pensar que aquellos jóvenes que se integraron desde la misma lucha armada o clandestina, que luego dedicaron su vida a hacer una revolución, olvidando incluso la más obligatoria atención a su familia o al menos posponiéndola o cambiándola en nombre de la defensa y protección de las grandes masas de “desposeídos”, hoy se estén comiendo un cable, viviendo muchísimos de ellos, peor de lo que vivían cuando se decidieron como revolucionarios. Es duro pensar que todos los que nacieron bajo la bandera socialista, millones de personas, hoy no tengan futuro, tengan que delinquir, esperar pacientemente a que alguien desde el exterior los “salve” o salirse, sin preparación, sin conocimientos, a veces sin nada que ofrecer desde el punto de vista personal, sólo para probar o bajo la ilusión de que se llegará a estar mejor rápida y fácilmente.

Es triste pensar que esto no tenga solución en el momento exacto que las personas más vulnerables lo necesitan. Es triste ver que se trabajó tanto a cambio de casi nada.

Por una parte, Cuba se convierte en un país de indigentes, porque cuando las personas, en busca de sobrevivencia se ven obligadas a recoger en la basura, están literalmente en la indigencia, por otra parte, el no tener lo que se necesita, después de haber dedicado la vida a trabajar es el mayor fracaso de cualquier sistema, sea de la economía, política o ideología que sea. Es duro llegar a ver como normal que se tenga que vivir de ropa regalada, de comida luchada, de medicamentos recibidos o comprados en el mercado negro, etc., de tener que cambiar dignidad por un color, un sabor, un olor. Nuestros abuelos, muchos, fueron pobres de economía, pero ricos de dignidad.

Yo camino todos los días por un territorio complicado desde el punto de vista económico, la parte más antigua y diríamos pobre de la ciudad de San Antonio, converso mucho con muchas personas de diferentes orígenes, estatus, edades, puedo asegurar que veo muchos perros y gatos callejeros, muchos bien alimentados por los vecinos y puedo asegurar que veo a muchos homeless en mi andar, pero puedo también asegurar que en estos casi 12 años de vivir en Estados Unidos en diferentes ciudades, yo personalmente, no he visto a nadie registrando una basura en busca de comida. No he visto a nadie comiendo de un latón de desechos podridos. Sé que pueden existir, a veces la TV los magnifica y lleva un determinado caso a la generalidad, pero yo, repito, yo, jamás lo he visto. Ser homeless no significa exactamente registrar un tanque de basura para comer comida descompuesta, restos de animales, etc.

Cuba está deshecha. He visto a cubanos, niños incluidos, lavando tripas de cerdo para comerlas luego. He visto a viejos comer un mango por no tener nada más que comer, he visto a personas sacando clarias de una alcantarilla de las llamadas aguas negras o albañales, son “famosas” las imágenes de cubanos peleando por coger un costillar de animal totalmente desprovisto de carne, para por lo menos hacer una sopa y sentirse triunfadores, he visto a cubanos, a muchos, revisando la basura en busca de comida, vuelven a aparecer aquellas recetas de comida hechas con cascaras de cualquier cosa. Y todo eso, yo que no soy más sensible o humano que nadie, duele. Imagino a mis abuelos, a mí mismo, o alguno de mis conocidos.

Nada nuevo en la historia de la humanidad. Por ejemplo, los mexicanos, los vietnamitas, en general todos los que forman parte de esa inmensa inmigración que vive hoy en Estados Unidos, originales y sus descendencias, también ayudan a sus familias desde aquí, cada año salen por esa vía millones y millones de dólares para los países “vecinos”, pero mandan dinero, no mandan aguacates, no envían tornillos, no se desgastan enviando pasta de diente o aspirinas, menos carne cruda dentro de las maletas de equipaje, como se ha puesto de moda hoy dentro de los emigrados cubanos.

Todos nos concentramos en la comida y las medicinas como si fuera eso sólo lo que necesita un ser humano para vivir. Es cierto, son de las cosas más importantes, pero, ¿Es lo único?

¿Qué hay de un par de zapatos, no para asistir a una recepción, sino para ir al trabajo o escuela?, ¿Qué hay de la ropa interior, medias, calzoncillos, blúmer o ajustadores, no para usar en una noche de pasión, sino para vivir todos los días?, Qué hay de clavos o tornillos para reparar un mueble, una puerta, una ventana, no para impresionar al vecino, sino para que funcionen adecuadamente?, Que hay de un poco de arena y cemento, no para construir mansiones, sino para reparar una pared, un techo y evitar que se caigan?, Qué hay de un bombillo, no para luces de Navidad, sino para no quedarse ciego frente a la oscuridad?, ¿Qué hay de platos, vasos, cubiertos, etc., para ejecutar una comida humana?, Que hay de un poco de pintura para limpiar las pareces?, ¿Qué hay de la posibilidad de cambiar el colchón para dormir y reponer el que se tiene usando por más de 50 años? ¿Cómo se puede sustituir una tasa de baño, un lavamanos?, ¿Cómo lograr que el agua llegue a la ducha para olvidar el bañarse con el famoso cubito? ¿Cómo lograr comer pannnnnnnnnnnnnnnn, tomarse un heladoooooooooooooooooo?

¿Cómo vencer 8 horas de colas para conseguir alimentos, combustible para autos, pero también para cocinar? ¿Cómo entender que tengo que llevar un regalo al médico para que me atienda bien o me consiga de su propiedad determinado medicamento?, ¿Cómo comprender que tengo que ir a buscar al mercado negro la anestesia, la amalgama, el antibiótico, etc., para resolver un problema con los dientes? ¿Cómo superar el momento de llamar a mi tío en el exterior para que me envíe hasta lo absurdo, o sea, un poco de electricidad convertida en una planta generadora?, ?Cómo entender que hay que enviar, no bombones o turrones para agradar a nuestras familias, sino sal y azúcar?, ¿Qué hay de los condones para el sexo seguro y poder evitar hijos no deseados, pero además todas las enfermedades de transmision sexual que existen y crecen en Cuba y que el cubano se ve obligado a pedírselos a su abuelita que vive en...? 

La comida es importante, pero es ahí dónde está, a mi entender, el primer problema conceptual, los cubanos no somos perros, menos cerdos a los que el dueño determina cuándo, con qué frecuencia, en qué cantidad echarnos un poco de comida y nos ponemos contentos. Los cubanos somos seres humanos. No somos menos que nadie, no somos anormales, no necesitamos de un papá Estado que nos custodie toda la vida.

Una parte de San Antonio tiene un problema grande, los perros callejeros, Cuba tiene un problema mayor, humanos convertidos en perros.

Nota Aclaratoria: Las fotos que acompañan este escrito, no son tomadas de Bolivia, Haití o algún país africano, esas que estamos acostumbrados a ver porque no han dejado de mostrárnoslas. Las fotos son de Cuba y las personas que aparecen en ellas son cubanos de hoy.

 

 



















No hay comentarios:

Publicar un comentario