domingo, 7 de enero de 2024

540.- Ese es el merecido lugar para la persona fotografiada

Para aquellos que aún preguntan a dónde se ha ido la revolución cubana, no hay mejor respuesta que esta foto que, sin buscarla, me ha llegado a través de internet.

En realidad, no sé si la foto estuvo tirada ahí por mucho tiempo formando parte y siendo ella misma un desperdicio o es un performance que alguien hizo puntualmente para tomar la instantánea. Si es la primera variante, no sólo es el ejemplo de un pueblo agotado que es capaz de tirar a la basura hasta lo que en un momento fue un “gran” símbolo y paralelamente que no apareciera alguien, quizás uno de esos viejos con medallas en el pecho que favorecen las jorobas de la espalda que la recogiera con cariño, la limpiara con dedicación y la colgara de nuevo en una pared al menos dentro de su casa; si es lo segundo, creo que resulta genial, una imagen puede explicar mucho más y mejor, por encima de mil palabras.

Si la imagen es real, es la mejor forma de reflejar la crisis desde todos los ángulos que se vive en ese país. Ese es el resultado de miles de medidas y acciones descabelladas tomadas de forma sistemática durante seis décadas, con camino a ningún lugar. Si la imagen es montada, además de genial en su estructura, pudiera competir por un premio en cualquier galería de arte, en la misma medida que refleja lo que sienten los cubanos, bajo el lema de “arte moderno”.

No hay que ir muy lejos, aunque aún en silencio, los pueblos se vengan.

A veces, hablando conmigo mismo en silencio aún, me digo que, si un gobierno se hubiera propuesto seria, consciente y profesionalmente hacer lo peor que pudiera hacer, no hubieran logrado los resultados que hoy Cuba exhibe. Ni a exprofeso se podría haber logrado algo así, tan malo.

En Cuba, cualquier pelagatos, como dirían nuestros viejos, para no decir cualquier comemierda, se para a hablar en nombre del pueblo. Cualquier comemierda, ahora, una vez más, después de 65 años del mismo gobierno, de las mismas medidas, de los mismos tira y encoge, de los mismos fracasos, de las mismas acciones tomadas para luego rectificar, cuyas rectificaciones tendrán que ser nuevamente rectificadas, hoy sale frente a una cámara hablando de economía, de producción, de costos, de importaciones o exportaciones, sin haber jamás tirado un chícharo en la práctica.

Personas de sobra que siguen hablando de implementar nuevas medidas en el 2024, sobre las malas medidas tomadas en el 2023, que ya venían siendo malas desde años anteriores. Y lo más incongruente de todo esto, es que están repitiendo y repitiendo lo que dicen ahora los que fracasaron ayer. No hay caras nuevas, es una película que sigue sacando a Raúl Castro como lastre a sus 92 años, edad más que suficiente para no saber exactamente si se amanece en Cuba o en Pakistán. Edad suficiente para no poder comer nada sólido o para no poder llevarse una cuchara a la boca, por miedo a que se meta la comida por un ojo o por uno de los huecos de la nariz.

Raúl, asistido sólo por su consanguineidad, pues de él no tenemos una foto que recuerde que sembró una orquídea, le habla a los cubanos de economía, de sacrificio, de producción, a sabiendas de que el día que le den una pala, un pico, un azadón, un martillo, pensará que, como antiguo ministro del ejército, alguien le está regalando, como trofeo, unas armas medievales. Raúl, que acaba de salir a leer un discurso, panfletario, para ratificar al presidente actual, como premio a su “buenísima” gestión en estos años de “combate” y ratificar que el futuro cubano para los cubanos es el mismo que se planificó en 1959.

Imponiendo ahora un nuevo término, y en esto de los términos el socialismo es más fértil que una coneja, “economía de guerra”, que muy rápido el resto de los que están diseñados para repetir, pregonan y pregonan. Ahora, dicen ellos, Cuba está en una economía de guerra.

Parece ser, por lo que he leído, que una economía de guerra, así definida, es cuando un país organiza su industria durante los tiempos de guerra para asegurar la capacidad de producción en, sobre todo, aquellos recursos, armas, municiones, uniformes, tecnologías, que permitan, por un lado, aguantar y sobre todo ganar el conflicto bélico y por otro, garantizar que tanto al ejército como a la población civil que lo apoya, no le falten determinados recursos vitales, digamos medicinas, ropas, etc.

Fueron famosos los ejércitos romanos, que, en las jornadas de expansión y conquista, se nutría de lo necesario en todos los pueblos conquistados. Son más que conocidas en la modernidad, la economía de guerra desarrollada por Alemania, lo que favoreció el movimiento del ejército alemán hacia Europa y paralelamente las economías de guerra implementadas por los Aliados para poder al final vencer al ejército alemán. Más que meritorio es el ejemplo de Viet Nam, donde en los pequeños momentos de paz o en aquellos lugares no arrasados, los vietnamitas todos, civiles y militares, sembraban y cosechaban para comer. En las economías de guerra no es muy frecuente encontrar dulces finos, platos gourmet, bebidas especiales, fabricación de joyas o venta de abrigos de pieles de animales.

La historia recoge que luego de una planificada economía de guerra, las economías de los países se recuperan con cierta facilidad, unas porque crean los mecanismos que luego se adaptan a los tiempos de paz, los inventos y soluciones para la guerra se masifican y porque en eso países destruidos en parte o totalmente, fluyen luego con la paz los capitales tantos nacionales como internacionales. Ejemplos clásicos y fáciles de ver, en el primer escenario, Estados Unidos, en el segundo escenario, nada más y nada menos que Alemania y Japón.

Pero Cuba, ¿de cuál guerra estamos hablando y sobre todo de qué economía se trata?, ¿Estarán los del gobierno hablando de la guerra de independencia que terminó en 1898? No puede ser, estamos ya en el 2024 y Cuba tuvo después de ese momento una recuperación que la llevó a convertirse en uno de los mejores países de Latinoamérica. No imagino que se estarán refiriendo a los pequeños combates y escaramuzas ocurridos con la revolución castrista, porque las imágenes recogen que Fidel y su combo entró en tanques, camiones, etc., por una Cuba, incluso bajo las luces de la Navidad recién concluida de 1958, tal como si estuvieran desfilando en los carnavales de Brasil.

Cuba puede tener el récord del país que más largo tiempo ha vivido bajo una dirección de economía de guerra, 65 años, donde lo que tuvimos de ventaja no era nuestro, sino que nos venía del dinero puesto desde afuera enviado por los “hermanos” comunistas, basados en una “desinteresada” ayuda, desinterés que comprometió hasta hoy el futuro de ese país y convirtió a revoltosos, que en realidad era lo que eran, en dueños de un gran laboratorio humano, para experimentar cualquier cosa, que también nos llega hasta hoy y pretende comprometer el futuro.

Estamos en el 2024 y el gobierno, casualmente bien vestido y alimentado, incluso maquillado, sólo puede prometer a ese pueblo una economía de guerra que jamás se define hasta cuándo llegará. El gobierno no tiene apuros, los que no estén conforme tienen tres caminos, se conforman portándose bien, adelantan la muerte cuyos certificados de defunción en muchos casos ya están redactados o se van “con su música a otra parte”. Nosotros, dicen los del gobierno, estamos aquí para experimentar.

Ahora mirando la foto nuevamente, sin saber exactamente si estaba ahí como parte de la basura o alguien la puso para formar líos, estoy más convencido que nunca, que es dónde tiene que estar. Ese es el merecido lugar para la persona fotografiada, por lo que en realidad dejó.

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