lunes, 18 de noviembre de 2024

597.- ¿Cómo se puede sufrir y estar alegre a la misma vez?

El Terrible vuelve a opinar:

“Daño antropológico, fuimos y somos víctimas de uno de los más grandes manipuladores. No tenemos derecho a la libertad porque somos parásito que nos conformamos y ellos lo saben”.

Cuba es un país que vive sin agua, sin electricidad, sin comida, sin posibilidades de reponer ropas y zapatos, sin posibilidad de arreglar casas. Cuba es un país que, sin ilusión y sin futuro claro, huye, se fuga, escapa. Cuba no, los cubanos.

Y vivimos así desde siempre, desde hace muchas décadas, sólo que hoy esas imposibilidades se hacen más que evidentes, por los fracasos mantenidos y obvio, la desaparición del apoyo internacional que nos condenó. El gobierno de Cuba actual, Díaz Canel, no ha inventado nada, sólo es, como se cansa de repetir, “continuidad”. Continuidad del desastre, de la miseria, de la desesperanza. Díaz Canel, entendible, está sólo luchando por su vida, aunque para eso tenga que hundir a un país entero y con él a sus pobladores.

Los cubanos no tienen vida, eso que se llama vida se les va en ver qué van a comer hoy por la mañana, cosa que se repite por la tarde y la noche, cómo van a cocinar eso que consiguen y como se van a alumbrar. El día se les va en conseguir, increíblemente, hasta en los injustificadamente llamado mercados negros, los medicamentos, los más sencillos y los más complejos, para enfrentar una enfermedad. Los cubanos hoy pasan trabajo incluso para dormir.

Pienso en Cuba y no puedo dejar de pensar en aquel periodo que va desde 1998, con el término de la Guerra de Independencia y el 1902, donde por lo menos quedó inaugurada por primera vez una república independiente.

Creo que en aquellos años Cuba y los cubanos pasaron por un momento muy difícil. Devastación de una parte del territorio debido a la guerra que no fue la única, sino la continuación de 30 años de luchas independentistas divididas en varios momentos, una industria azucarera, base de la riqueza nacional, muy dañada, por lo menos en los territorios que sufrieron la guerra, una población muy diversa, españoles e hijos de españoles, ricos, que apoyaban a la metrópoli como administradora, españoles e hijos de españoles en camino a la pobreza y la ruina, blancos y negros cubanos, ya no sólo por nacimiento o color de la piel, sino por sentimientos, descendientes de esclavos y muchos aun en servicios, sobre todo, domésticos, quizás artesanales, la presencia de las más diversas ideas ideológicas, nacionalismo, independentismo, colonialismo tardío, anexionismo, etc., lo que daría luego paso al surgimiento o desarrollo de muchos partidos políticos. Una religión católica oficial española y otra religión católica cubana, ambas tratando de llevarse a los feligreses y las más diversas religiones o religiosidades de origen africano, francés, norteamericano, etc., luchando por salir a la superficie o a la vida de forma pública.

La Cuba de finales del siglo XIX y principios del XX, debió haber sido un volcán. Es cierto el colonialismo, o sea, la posesión española sobre Cuba debía desaparecer, pero con eso y entre otras cosas, aumentó exponencial y rápidamente la desorientación y la pobreza. Los generadores de riqueza se retiran o empobrecen y los pobres, más pobres se vuelven.

Cuba, además, dominada cinco siglos por una administración, rígida, atrasadas, quizás poco inteligente, española, poco debió saber de cómo dirigirse sola. Es algo así como un niño dentro de la barriga de su madre, cómoda y fácilmente alimentado por el cordón umbilical, al que de momento sacan y tuviera que buscarse la comida y, por tanto, la vida, por él mismo.

Imagino, sólo imagino, aquel momento, como que el cubano desorientado, lo mismo corría para la izquierda, que para la derecha, tratando un poco de descubrir, sin mucho tiempo para investigar porque la vida no se paró, dónde ubicarse.

Creo que debe haber sido un momento de gran confusión, porque incluso la fractura se comienza a ver dentro de los mismos elementos que encabezaron y mantuvieron al ejército libertador y la idea tan soñada de la independencia. Una cosa era liberar a Cuba de España y otra era vivir como cubanos libres. La segunda mucho más difícil que la primera.

La presencia norteamericana como interventor organizador, debió haber complicado las cosas algo más, porque en la misma medida que venía a tratar de arreglar y crear las condiciones para que Cuba pudiera adelantar e insertarse en el moderno mundo de ese momento, le agrega un condimento más de fuerza a la sociedad cubana, que, con tanta presencia, hasta ese momento no existía. La imagen del desarrollo norteamericano, alcanzado ya a principios del siglo XX, que logró impresionar al mismísimo José Martí cuando vivió en lo que él llamó "el monstruo" , se debió haber convertido en un motor impulsor, que tuvo que haber llamado la atención de los cubanos, necesitados de olvidarse de España. A partir de ese momento, Cuba, fue dejando de ser española, para ir poniendo sus ojos en la influencia y el modo de vida norteamericanos.

La historia de la revolución de Fidel Castro es más que conocida, por ser incluso más reciente, muchos de los protagonistas y testigos aún están vivos. De cómo llegó al poder, con cara de carnero degollado, de cómo poco a poco, a veces no tan de poco, se fue transformando hasta convertir a Cuba en un feudo y a los cubanos en siervos se ha hablado mucho. De cómo Cuba, la azucarera del mundo, hoy no tiene azúcar para echarle a un vaso de agua y siendo una isla en medio del trópico de largos y calientes veranos, hoy no tiene sal para ponerse debajo de la lengua para calmar la toz, existen estudios y más estudios. Del éxodo casi masivo de los cubanos, ya queda poco por decir. Los cubanos se escapan. Cuba es un país donde hoy cuesta trabajo conseguir una soga para ahorcarse o el combustible necesario para darse candela.

La mejor definición de lo que pasa en Cuba por estos días, se la he escuchado a un cubano de a pie, de esos que caminan por las calles de un lugar a otro sin rumbo fijo, de esos que muestra el deterioro de un sistema socio económico entero en su cuerpo, de esos que a pesar de las posibles consecuencias no tiene miedo en responder osadamente a un periodista osado que con sólo un micrófono y una cámara recorre Cuba, “La libertad cubana es buena, pero eso no ayuda a la barriga”

Mejor definición no existe, nada de academia, nada de politólogos, menos de serios y profundos análisis ideológicos, el hombre de pueblo, ese que quizás no estudió mucho, es la mejor definición. ¿De qué sirve todo, si no podemos comer? Y con la comida, trata de reflejar todo lo demás que no se tiene. ¿De qué puede servir un gobierno, que no es capaz de garantizar lo mínimo a sus gobernados?

Recuerdo también una anécdota que recién me contó Ruso sobre su madre, oriental, de lo que llamamos campo, nacida en una familia muy humilde, con muchos hermanos, revolucionaria, combatiente, casi sin instrucción académica, pero si mucho de la vida, a la que conocí desde siempre y vi morir, Gladys decía refiriéndose a Cuba, “había dictadura, pero no hambre”.

Ya tal puede parecer que los cubanos vivimos con el estómago, pero si, todos los seres humanos vivimos primero y gracias al estómago. Las constituciones, las leyes, los políticos, los líderes, incluso el estado de democracia, vienen después. Mientras hay comida se tiene fuerzas, mientras hay comida se puede pensar en el mañana, mientras hay comida se vive mucho. Lo otro, los sueños, vienen después de la comida, de ahí el famoso dicho popular, que refleja mejor la vida que cualquier teoría, de “barriga llena, corazón contento”.

Entonces, en medio de tantos desastres, todos los que se inventarían en la historia de la humanidad, por qué los cubanos en Cuba no se rebelan y salen a las calles masivamente, si constantemente vemos pueblos que lo hacen.

No tengo una respuesta, porque creo que una respuesta no existe como concluyente. Se habla de miedo, se habla de daño antropológico, se habla de pérdida de valores esenciales, se habla de comodidad y costumbre, se habla y se habla. Sobre todo, todos hablamos desde cómodas sillas, confortables espacios y determinada inmunidad o seguridad, y muy importante se habla desde barrigas llenas. En realidad, la causa podría ser la combinación caprichosa, porque tiene que ver con cada ser humano, de cada una de estas ideas y muchas otras más.

Volvamos a la experiencia en Cuba, la más válida, hace poco he escuchado a otro cubano en Cuba, de esos que se las está viendo muy sería para llegar al final de cada día, porque no es un solo día para vencer. El cubano, obviamente, también de eso que llamamos pueblo, asegura: “Cuba es un país de simuladores; de gente que sufre y tú lo ves alegre del mismo sufrimiento”.

Y creo que esa es una de las mejores ideas que puede concluir el todo. Los cubanos, todos, unos más otros menos, nos hemos convertido en grandes simuladores, en contra de la honestidad e incluso en contra de la más mínima lógica.

La revolución comunista nos enseñó a simular, nuestras familias nos obligaron a simular, la idea de estudiar y trabajar nos obligó a simular. El primer gran simulador fue Fidel Castro. Tuvimos que aprender a simular hasta para simular.

Hemos demostrado que somos un pueblo que aprendió el “Doble Pensar” de Orwell por instintos y lo convirtió en su modo de vida, sobre todo a la hora de expresar opiniones en público, claro en un país donde una simple opinión te puede llevar a la cárcel. Eso tiene un gran peso en las actuaciones de cada uno de nosotros. Todos o casi todos queremos cambios, pero es mejor que los cambios lo hagan otros, cuando esté cambiado, que nos avisen.

El cubano pasa a la historia como un pueblo alegre, mucho se lee de que nos burlamos de nuestras desgracias, pero en realidad, no estamos alegres, eso es mentira, sólo estamos simulando.

Es pura lógica, no se puede sonreír a carcajadas con un brutal dolor de muelas u oídos, no se puede sonreír cuando se tiene las dos piernas, los dos brazos, siete costillas fracturadas, no se puede morir de la risa cuando acabamos de perder a un pequeño hijo, a no ser que se esté totalmente loco. No somos el pueblo más alegre del mundo, somos conformistas por diversas razones y simuladores de alegría.

El sufrimiento y la alegría son, creo, dos definiciones antagónicas. Sufrir es sentir físicamente un daño, un dolor, una enfermedad o castigo o sentir un daño moral. Alegría es un sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con estar contento, sentir júbilo, regocijo, alborozo, euforia, gozo, regodeo, hilaridad.

Entonces, ¿Cómo se puede sufrir y estar alegre a la misma vez? Es sencillo, no estamos alegres o la alegría se perdió, sólo estamos simulando.

sábado, 9 de noviembre de 2024

596.- Curiosidad "trompista".

Trump ganó las elecciones del 2024, eso ya es noticia vieja. No sólo ganó, sino que arrasó. Eso puede doler a muchos, pero es una realidad.

Luchó solo contra muchos candidatos poderosos todos unidos, Kamala, Biden, los Obama, los Clinton, los Pelosi y ganó el voto de los colegios electorales, que ya perece ser un récord o al menos una gran hazaña para las circunstancias existentes y sobre todo la devaluación furiosa que sobre su persona se llevaba realizando durante estos últimos cuatro años y además ganó, a su nombre más que al nombre del propio partido republicano por el cual corrió, el voto popular, que no es el decisivo, se puede ser popular y no ser elegido para presidente, pero si es muy gustoso, porque deja sin muchos recursos a los oponentes.

La candidata oponente demócrata y el presidente actual del país, Biden, que la postuló a dedo y la apoyó, pasándole sus votos, el dinero que tenía recaudado para su nueva postulación e incluso, prestándole el avión presidencial para que se moviera a hacer campaña, ya salieron a reconocer la victoria del candidato republicano. Muchos, quizás aun sorprendidos y dolidos, han comentado que Biden y Kamala, dieron una lección de democracia al reconocer la derrota, pero, qué otra cosa podían haber hecho, lo otro, frente a los números ganados tranquilamente hubiera sido darse candela públicamente.

Los demócratas no tienen más nada que hacer en cuanto a elecciones y la Casa Blanca, sólo les queda reorganizarse y buscar mejores soluciones y probablemente caras para las próximas elecciones presidenciales del 2028.

Muchas cosas para estas elecciones fueron inesperadas, muchos divertidamente no confiaban con el triunfo de Trump. Estaban ciegos, era imposible decían, porque el tipo es un fascista, sin embargo, la curiosidad trompista para las elecciones del 2024, para mí la más curiosa y menos esperada, fue que los AMISH salieron masivamente a votar por el candidato republicano.

Los amish son una comunidad minoría norteamericana que no deja de llamar la atención, porque a simple vistas parecen extraños, medio raros, tal como sacados de una película que refleja los siglos XVIII o XIX, aun cuando son norteamericano y viven hoy en el país como tú y como yo. Precisamente, para mal demócrata, de los 300 000 que parecen existir, su mayor asentamiento es en Pennsylvania y Ohio, estados que, según los expertos, junto a otros poquitos, decidirían las elecciones y que, a todas luces por la tradición de no salir a votar mucho, a los demócratas se les olvidó que existían.

¿Quiénes son los amish entonces?

Siempre me han llamado la atención los amish, salvando las comparaciones que nunca son exactas, me parecen que son unos hippies, conservadores, por lo que inversamente hippies, que representan el gran o máximo conservadurismo dentro incluso del conservadurismo norteamericano moderno.

Los amish son un grupo anabautista que tiene sus orígenes en Europa en el siglo XVIII como consecuencia de la Reforma Protestante que había surgido dos siglos antes, que se separó por diferencias teológicas siguiendo a Jacob Ammann, ministro suizo de la iglesia Menonita.

A finales del siglo XVIII, comenzaron a emigrar a Estados Unidos y se asentaron precisamente en Pennsylvania y Ohio como primeros destinos, en busca de determinadas libertades religiosas. La tierra en aquellos lugares sobraba. Territorios donde aún hoy mantienen mayor presencia dentro de todo el país.

La religión es el centro de la cultura Amish. Sus creencias se basan en una interpretación, a la que llaman literal, de la Biblia, digamos su propia interpretación, enfatizando en la humildad, la sencillez y la obediencia a Dios. Extraño, los amish más conservadores gustan de estudiar la Biblia en alemán.

Mantienen entonces una posición pacifista opuesta totalmente a todo tipo de violencia y ejército y son generalmente opuestos a el uso de la tecnología en sentido general. No usan teléfonos, ni computadoras, ni autos, ni tractores. Muchas familias no reciben electricidad del sistema energético del país. Escogen no recibir ayuda externa.

Son fanáticos a las vacas y sobre todo a los caballos, estos últimos como herramienta tradicional para el trabajo y para trasladarse en sus carretas o coches antiguos.

Generalmente no reciben ayuda o apoyo desde el exterior de las comunidades. No aspiran a ser médicos, ni abogados, ni tan siquiera estudiar en la universidad, porque son famosos por mantener las tradiciones y los oficios: herreros, carpinteros, albañiles y sobre todo agricultores.

Mantienen escuelas amish públicas, por las cuales pagan impuestos, escogen a sus propios profesores, generalmente mujeres de la propia comunidad, donde obviamente se prioriza el estudio de la Biblia y del idioma alemán, mezclado con una suerte del idioma inglés. Todos estudian en la misma aula, generalmente se llega hasta el 8vo grado nada más.

Las comunidades amish tienden a ser autosuficientes, o sea, cultivan y producen lo que comen, utilizan sus propios recursos para vivir, maderas, piedras, etc. Ellos mismos se consideran o reconocen como grandes emprendedores, por lo que crean sus empresas, principalmente familiares y venden sus productos al resto de la comunidad.

Los amish tienen divididas las labores como en la antigüedad, los hombres se dedican a los trabajos del campo y la mano, las mujeres se dedican a las tareas domésticas, incluyendo la atención de los hijos, que generalmente desde niños colaboran organizada, disciplinada y “obligatoriamente” con las labores de la casa y luego en la adolescencia comienza a trabajar fuera de la casa en la agricultura, como ayudantes y aprendices en negocios familiares o de amigos, ganando como mínimo 15 dólares la hora, luego con el progreso de conocimiento, pueden llagas a ganar más de 35 dólares por su trabajo. El aprendizaje no está basado en estudios superiores, sino en la tradición y práctica con sus familiares y amigos cercanos. El dinero como resultado del trabajo es un estímulo básico para continuar dentro de las comunidades.

En medio de tanta modernidad, a mí me siguen pareciendo medio extraños, pero no, para ellos todo esto es muy normal. Hoy algunos han comenzado a abrirse a alguna tecnología, como electricidad, equipos electrodomésticos, bicicletas eléctricas, etc., lo que no ven en contradicción o traición a sus clásicos postulados. Existen los amish más conservadores dentro de los conservadores, o sea, extremos y rígidos que se mantiene fieles a las tradiciones más antiguas.

Si algo fuerte aparece en la tradición amish parecer ser que se declaran anti guerreristas y pacifistas y sobre todo antipolíticos, no confían en la política porque dicen que “el que con la espada mata, por la espada muere”, sin embargo, se consideran y estimulan el respeto absoluto a las leyes y los funcionarios del gobierno pues los reconocen como “envío de Dios”.

Preceptos de la comunidad y fe Amish.

  • Bautismo de adultos: Solo los adultos que han experimentado una conversión personal pueden ser bautizados.
  • Pacifismo: Rechazan la violencia en todas sus formas, incluyendo el servicio militar.
  • Separación del mundo: Se esfuerzan por mantener una vida separada del mundo exterior, evitando la tecnología moderna y el consumismo.
  • Orden social estricto: La comunidad Amish se rige por un conjunto de reglas y normas que regulan la vida de sus miembros.
  • Una vida simple y espiritual: El estilo de vida Amish, basada en:
  1. Agricultura y oficios tradicionales: La mayoría de los Amish trabajan la tierra y practican oficios como la carpintería, la herrería o la fabricación de muebles.
  2. Vestimenta sencilla: Los hombres Amish suelen vestir pantalones de color oscuro, camisas de manga larga y sombreros de paja. Las mujeres usan vestidos largos y sencillos, con sombreros o pañuelos en la cabeza.
  3. Rechazo a la tecnología: Los Amish evitan el uso de electricidad, automóviles, teléfonos, computadoras.
  4. Importancia de la comunidad: Las comunidades Amish son muy unidas y se apoyan mutuamente en todos los aspectos de la vida.

¿Toda esta historia quiere decir que los amish son perfectos o podrían convertirse en imagen a imitar para toda una sociedad?

Ellos mismos consideran que no, nada de perfectos tienen. Como en todo grupo humano tienen problemas, incluyendo a personas que abandonan la comunidad por no soportar vivir así y nunca más regresan.

Así que nada de modelo, es sencillamente una variante a voluntad, escogida a conciencia, que tiene sus ventajas para aquellos que quieren vivir ese estilo, cuyos pilares fundamentales están en el emprendimiento y la autosuficiencia mayor probable y posible, la familia y el apego a una variante rígida o al menos fuerte a la religión y a Dios.

¿Por qué los Amish votaron por Trump como nunca habían votado por otro político?

Creo:

  • Los amish son fanáticamente defensores de la familia a la forma más antigua, o sea, padre varón u hombre, madre hembra o mujer e hijos. La familia amish como promedio puede tener hasta 6 hijos. Familia como centro de todo, dinero, decisiones, crecimiento, etc.
  • Los amish están total, monolítica, y hasta furiosamente en contra del aborto. Tiene que estar prácticamente muriendo la madre como para aceptar tal decisión y así y todo no deja de ser complicada. Por lo que el jueguito con que estoy embarazada y me lo voy a sacar, siendo incluso menor de edad, al menos de forma pública con ellos no funciona.
  • Son enemigos declarados de la llamada “cultura woke”, surgida hace décadas dentro de una parte de la comunidad negra para vigilar, denunciar y luchar contra el racismo y que hoy se asocia a las políticas de izquierda o liberales, identificada con los demócratas y mantienen una percepción de que los valores tradicionales están siendo amenazados por políticas progresistas en temas de género, religión y educación.
  • Los amish se consideran emprendedores, hombres y mujeres de negocios, por lo que Trump, como hombre emprendedor y de negocios, probablemente alentará y buscará mejores soluciones para los negocios internamente, lo que lo hizo, en forma general, el mejor candidato al cual apostar, que significa votar.
  • Evidentemente a la campaña de Kamala Harris, quizás a ella misma, se les olvidó que ellos existían, porque al final la tradición decía que no salían a votar, pusieron más esfuerzo, por ejemplo, en la comunidad latina y en la más popular, la negra y se comieron el millo.

Les dejo un documental que vi hace ya algún tiempo, creo que puede ilustrar mejor quiénes son nuestros “extraños” vecinos.

https://www.youtube.com/watch?v=YHkyUpFKkM8

miércoles, 6 de noviembre de 2024

595.- Nadie es perfecto, pero …

“Nobody´s Perfect” se titula una canción, con cuya versión acústica, mi hijo Jonathan, hace algunos años, me dio a conocer a la cantante inglesa conocida como Jessie J, de la cual hoy soy fanático.

Nadie es perfecto, ni a la hora de escoger, ni a la hora de ser escogido, entonces un antiguo refrán español asegura que “para gustos, colores”, que, a pesar de lo antiguo, sigue reflejando que cada persona es libre de opinar o desear y libre de escoger e incluso que cada persona puede buscar algo diferente, porque no a todos nos tiene que gustar lo mismo. Hoy, más que nunca, es casi un milagro coincidir totalmente con otras personas.

Entonces no me desgastaré en escribir sobre lo que creo malo y bueno, porque todo y todos tenemos cosas buenas y malas, sobre el ya actual nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Su historia es más que conocida.

Sería tonto convencer más a los convencidos, que estas recién terminadas elecciones demuestran que son muchos millones o tratar de convencer a los que mantienen una antipatía absoluta a ese hombre, que a pesar de todos los esfuerzos individuales y colectivos no lograron apartarlo del camino al triunfo.

No convertiré este espacio en una biografía de Trump, porque estoy convencido de que es, por mucho, el personaje más famoso, querido y, a la vez, más odiado del mundo en este justo momento. Mas famoso que cualquier multimillonario, más famoso que cualquier dictador actual, más famoso que cualquier actor, músico, escritor, más famoso que el más premiado deportista y más famosos que cualquier bellísima mujer con decenas de premios por su belleza. Entonces escribiré como simple ciudadano, como simple votante, hoy contento porque soy ganador de lo que creo que mejorará este país y si mejora un poquito, hemos ganado.

Hoy, más allá de simpatías, preferencias gustos e incluso fanatismo, puedo asegurar que este hombre tiene una fortaleza, al menos de carácter, inmensa, incalculable, lo que lo hace de por sí, diferente.

Desde que abandonó la Casa Blanca ha sido sometido a todo tipo de críticas que pueden frisar con lo inhumano. Por menos que eso, muchos, hasta a lo mejor yo, hubieran renunciado.

Primero fue abandonado por parte de algunos de sus “hermanos” de partido, al considerarlo políticamente no correcto. Todos los medios de comunicación, prensa, televisión, imagino que radio, más muchos de los llamados “influencer”, fabricadores de opiniones, en internet, se dedicaron, con cierto ensañamiento y disfrute en destruirlo, no como político, cosa que hubiera sido entendible, no como empresario, lo que hubiera sido también entendible, sino como ser humano.

Sin considerar mínimamente que ese hombre tiene esposa, hijos, incluso uno menor de edad aun, nietos, vecinos, amigos, etc., no ha faltado un adjetivo para destruirlo. Se le ha acusado de acosador de mujeres, violador, ladrón, racista, antinmigrantes, violento, autosuficiente, prepotente, traidor, políticamente no correcto, mentiroso, antidemócrata, loco, peligroso, dañino para el país, peligroso para la estabilidad norteamericana, dictador, ridículo, viejo y, para colmo, fascista, denominación ella sola que puede desestabilizar a cualquiera, por la que creo que se debería enjuiciar a quien la anuncie sin justificación alguna. Sólo hay que saber lo que el fascismo significó para el mundo, como para tener mucho cuidado como para tratar de identificar o definir a alguien con ella.

Han ido sembrando la duda sobre su integridad humana, no sólo los noticieros, los artículos de periódicos, sino los políticos, muchos de sus excompañeros y por supuesto, sus oponentes, los que, con el paso del tiempo, convirtieron en una fiesta, no criticarlo por sus ideas, sino dedicar horas y horas a enjuiciarlo, sin juicio, como persona.

No ha habido un mes, en estos tres años, que Trump no haya tenido que asistir a juicios en diferentes partes del país y diferentes niveles de acusaciones. Juicios tras juicios que han mantenido entretenidos a una buena parte de este país, porque además es un entretenimiento gratis.

Como si fuera poco, muchas personas que no viven en Estados Unidos, periodistas, políticos e incluso gobiernos, han tratado de crear la imagen del más malo de todos los malos de nuestra época moderna. Creo que no ha existido un novelista, ni un director de cine que haya podido representar el mal tanto como se trató de lograr con Donald Trump. La imaginación del arte no llega a tanto.

Durante estos casi cuatro años, el tipo ha luchado solo, contra la mitad más uno del mundo. Su batalla es sólo comparada, pienso yo, como la de escalar el Pico Everest sin ropa, ni oxígeno, la de bajar a ver el Titanic a pulmón, la de batirse él solo sin armas, ni armaduras contra una legión del Ejercito Romano, la de ganar él solo la II Guerra Mundial contra Alemania, Japón e Italia.

Se han, muchos, regocijados en contar sus asuntos íntimos, llegando a disfrutar la descripción de “supuestos” actos sexuales, a dedicarle tiempo a la relación con su esposa, si la besa, si le da la mano, si la está engañando, a contar que usa medias rotas o se echa polvo en la cara. Muchos han tratado de evaluar una supuesta condición de salud de su hijo menor, con el objetivo de maltratar al padre.

Trump, que no es santo, ni creo que pueda presumir de incólume, ha tenido que sortear, nada más y nada menos, que dos intentos de asesinato, uno de ellos casi lo mata. Intentos provocados, quizás, por locos, pero que inevitablemente pueden estar avalados dentro de mentes enfermas, con la necesidad de eliminarlo físicamente por el daño que dicen significa para la humanidad.

Ningún otro político ha sido tan dañado, a ningún otro político se le ha tratado de quitar la vida, más allá de los cuatro o cinco casos que dentro de toda la historia de este país conocemos.

Creo que tiene que ser un hombre muy fuerte para poder haber convivido con este fuego cruzado desde miles de flancos a la misma vez, sin necesidad, más allá que la que puede traer su ego personal. Ego que nos mueve a una parte de los seres humanos. Ego por el cual hacemos pequeñas o grandes cosas todos los días. Ego humano, de un tipo que el dinero no le hace falta, que a lo mejor quiere dejar una huella, más allá de sus cuentas multimillonarias.

Trump, que no es perfecto, no lo es Dios que permite que niños mueran todos los días por hambre, enfermedades y guerras que no provocan, ni lo es Jesús, que aún estamos esperando que regrese para que nos cuente, es un campeón. Gústenos o no nos guste, simpaticemos o no con él, el amigo es un campeón, me arriesgaría a decir que con C mayúscula, porque entre otras cosas, Trump tuvo que luchar sólo, su abuela no lo pudo ayudar, contra la candidata demócrata, pero además y paralelamente contra figuras actuales de la política norteamericana, el presidente en activo Biden, el expresidente Obama y su ex primera dama Michelle, contra el expresidente Clinton y su más que reconocida y conocedora esposa Hillary, contra los Pelosi y su más que conocida influencia, todos unidos haciendo valer su poder. Fue una pelea de leones a mono, todos furiosamente contra uno.

Después de haber tenido que competir con sus compañeros de partido y salir ganador para candidato presidencial en el 2024, acaban de celebrarse las elecciones presidenciales hace 24 horas, y contra todo pronóstico, contra todos los enemigos, contra todos los que dudaron, contra las miles y miles de imágenes tratadas de crear en Estados Unidos para denigrarlo, Trump ganó las elecciones.

No las ganó, sino que arrasó con ellas, se les echó a la espalda, se las tragó. Trump ganó a su oponente en aquellos lugares donde se suponía que ese oponente tenía el triunfo garantizado. Trump ganó el voto dentro de los hombres negros, segmentos más que explotado por los demócratas y que aparentemente tenían a su lado. Trump ganó entre el voto latino, a pasar del cuento de las deportaciones, pero, además, mucho, además, Trump no sólo gana el voto de colegios electorales, que es la condición para llevarlo nuevamente a la Casa Blanca, sino que ha ganado el famoso y deseado voto popular, o sea, el voto que los norteamericanos directamente dan como aceptación a determinado candidato. El voto de aceptación y reconocimiento. El voto que sumado uno a uno, dice, sí, te queremos.

Esto tiene varias lecturas e incluso la combinación de muchas o de todas ellas:

1.  El tipo no es tan malo como lo han intentado pintar o al menos la percepción del pueblo norteamericano no lo ve como el más malo de todos los malos. Lo que significa que el pueblo o una gran parte de él, sabe lo que quiere, más allá de nombramientos.

2.  El tipo pudo explicar los problemas y proponer soluciones, el tipo habló con el idioma que el norteamericano entiende, el tipo creo la imagen, como candidato, de que el futuro bajo su mandato será mejor y que él resolverá, entre otros, los graves problemas creados a mansalva por la administración actual.

3.  El tipo es malo de verdad y entonces millones y más millones de norteamericano son brutos, anormales, desvergonzados, y más malo que el mismo Trump. Cosa que resulta imposible de creer.

4.  El periodo que antecede a estas elecciones, cuatro años de presidencia demócrata ha sido tan malo o la percepción es que es malo, que el pueblo está cansado de esa opción, está harto de problemas sin solución, está tratando de buscar otra opción, al menos, nueva.

5.  La carrera a la presidencia de la candidata demócrata, a todas luces, sacada de un sombrero de mago a últimas horas, cuya vinculación con el norteamericano medio es casi ninguna, y su papel como vicepresidenta más mediocre no pudo ser, empujó a los votantes con un voto de cualquier menos tú, al candidato republicano. Baste decir que Kamala Harris obtuvo 15 millones de votos menos que su antecesor el presidente Biden.

6.  El voto, puede ser considerado de venganza, de castigo, lo que demuestra, en silencio, a través de un simple voto, el verdadero sentimiento de una parte de los norteamericanos. Una cosa es la llamada “marea roja” resultado a la hora de los colegios electorales ganados y otra es sencillamente el voto cariñoso y popular. Los republicanos jamás habían ganado estas dos formas en el mismo momento. Ni el mismo Trump en su primera presentación en el 2016, compitiendo frente a Hilarie Clinton, lo había logrado.

7.  Muchos norteamericanos albergan la idea de que todo contra Trump ha sido como una especie de cacería de brujas, con argumentos inventados y exagerados, sólo con el objetivo de dañar al político y no creen en la mayoría de ellos o sencillamente no le dan la importancia debida para imposibilitarlo a competir.

En fin, “para gustos, colores”. Lo cierto es que tenemos un nuevo presidente, al que ya conocemos por sus primeros cuatro años, sobre el cual aspiramos que haya madurado como político.

Tenemos de nuevo a Donald Trump en la Casa Blanca, rompiendo todos y cada uno de los pronósticos sobre su persona.

Tenemos a un líder con un plan o programa que necesitará cumplir para quedar bien con los millones que le dieron la posibilidad y también con los otros millones que no lo quieren, pero viven aquí.

Tenemos a Trump de nuevo en la presidencia diciendo que ama a los Estados Unidos y que Estados Unidos está primero y esa, su primera propuesta, todos los que aquí vivimos, la necesitamos.

A los demócratas, muchos de mis amigos, sólo les diré para ayudarlos a pasar estos próximos cuatro años, tal como dice Serrat en su canción Fiesta:

“Vamos bajando la cuesta
Que arriba en mi calle
Se acabó
La fiesta”.