627.- Hay cosas que entiendo y otras que no quiero entender.
Como en otras ocasiones, me resultas difícil tomar una
posición única, creo que, por momentos, la vida suele presentársenos así. Es
fácil cuando fácilmente se puede escoger entre blanco y negro, lo claramente
bueno y malo, el problema suele presentarse cuando aparecen los grises, o sea,
lo no tan malo o lo no tan bueno. Es posible entonces que este escrito sea más
que todo una catarata de ideas, incluso aparentemente contradictorias, sobre
las cuales habría que volver a analizar con calma.
Como todo buen humano, hay cosas que no entiendo, o que
en realidad las entiendo, pero no las quiero entender.
Trump, haciendo legitimo uso de su cargo de presidente
de los Estados Unidos, acaba de prorrogar por un año más, o sea, hasta el 2026,
la posibilidad de que el país, sus compañías y empresas, continúen vendiendo, lo
que ya está autorizado, al gobierno de Cuba, siempre y cuando el gobierno de la
isla pueda pagar en efectivo en dólares americanos.
Lo que se vende, bajo excepciones de licencias y
compra no es poco o limitado, sólo dependerá de la capacidad del comprador para
pagar. Entre lo que está autorizado y en ejecución, no sólo está el pollo,
aunque es honesto decir que esa ave, para este caso, muerta y congelada, se
lleva el protagónico, sino que existen más renglones y productos, entre ellos:
productos agrícolas y alimentos, artículos médicos,
aparatos para cirugías, automóviles y sus partes, abono, herramientas,
tractores, leche, café, aparatos para de escaneo ultrasónico, equipos para
cirugías dentales y oftálmicas, penicilina e insulina, camiones, scooters,
porcelanas, extintores.
De más está decir que tengo familia cercana y querida
en Cuba, además de un racimo enorme de amigos que gracias a estas medidas
podrán comerse la mitad de un muslo de pollo y quizás un pescuezo una vez al
año. Gracias al todavía llamado enemigo imperialismo norteamericano, los míos
reuniendo todo el pollo que reciben podrán hacer una sopa y eso está bien, pues
podrán comer algo más que el arroz donado circunstancial y puntualmente por
Viet Nan.
Gracias a la prolongación de esa medida, quizás podrán
comprarse, luego de pagar miles de pesos cubanos, un búcaro de porcelana para
poner flores a los muertos o tener la suerte de que le realicen una investigación
cerebral, aunque sea dentro de 10 años, aunque sea después de muertos.
No obstante, siguiendo la lógica, esto me parece una
locura. Trump en su campaña presidencial aseguró que el comunismo o como se
llame, al menos en el hemisferio occidental, desaparecería, no todo de un
viaje, es iluso pensarlo, pero si poco a poco. Trump aseguró que apretaría la
tuerca tratando de limitar a los gobiernos que oprimen y reprimen a sus pueblos,
o sea, hablaba exactamente del gobierno cubano.
Esto le ganó una enorme cantidad de adeptos
convertidos en votos que lo ayudaron a alcanzar, arrasadoramente, de nuevo, la
Casa Blanca. Los cubanos, al menos los nacidos después de 1959, desconocedores
de sistemas democráticos en nuestra reciente historia, desconocedores de la
verdadera importancia del voto, nos motivamos a votar por una persona que entre
otras cosas nos prometió colaborar al menos para debilitar el gobierno que por
casi 70 años, con desastrosos resultados mantenidos, tenemos en Cuba. Los
cubanos votamos republicano y Trump, no sólo por eso, pero con eso, se coronó
ganador.
Está claro que a los norteamericanos no les
corresponde quitar al gobierno en Cuba, ese no es su problema, pero no se puede
desconocer que la sola idea de ayuda resultó ilusionadora. Un pueblo como el
cubano, acostumbrado a protestar para adentro, o sea, en muy baja voz o en silencio,
no puede luchar solo contra un gobierno que está armado hasta los dientes, que
ha practicado por décadas las represiones y que está demostrando estar en
disposición de salir a aplastar la mínima manifestación que les haga daño.
Entonces mientras el ala radical de la emigración
cubana, sobre todo en Estados Unidos, que debería ser reconocida como ala
progresista, no sin problemas, errores, etc., con relación al atraso que
significa apoyar y mantener al gobierno de Cuba, está luchando por lograr
recortes de ayudas, viajes, remesas, paquetería, etc., que lleguen al gobierno
de la isla, mientras que los tres congresista con que supuestamente contamos,
dicen estar dando la pelea para liberar a Venezuela y a Cuba, mientras que
muchos cubanos, convencidos de lo que el envío de dólares significa para el
gobierno cubano, están a favor de apoyar cualquier medida a corto plazo que por
lo menos melle el poder económico del gobierno y con eso el poder político,
Trump mantiene la posibilidad de vender a Cuba, que no es a Cuba, sino a su
gobierno.
Y aquí lo inentendible, Trump metió al gobierno cubano
en la lista de países terroristas y en otra lista de países que no colaboran
claramente con atacar al terrorismo internacional, como consecuencia Trump está
clasificando al gobierno cubano como enemigo y por otro lado apoya, soporta,
colabora con la permanencia de ese gobierno en el poder, imagino que, envestida
esta colaboración con cierta lógica humanitaria, o sea, el pollo dirá Trump, no
es para el gobierno, es para que el cubano, o sea, mi familiares y amigos
puedan hacerse una sopa. Entonces me parece que el presidente no escucha, o se
está mandando un mensaje incorrecto o los mensajeros escogidos, digamos los congresistas,
no llevan bien el mensaje. Quizás todo quede en un chisme. Quizás el mensaje y
los mensajeros deben ser cambiados.
Cuba compra y no compra más porque no tiene dinero
para pagar más, de lo contrario, o sea, de poder pagar, podría comprar, por
ejemplo, todo el pollo que quisiera, que aquí en Estados Unidos sobra, como
para que cada cubano pudiera comerse un pollo entero cada día del año.
Ignora Trump y su equipo y quizás no, que, de ese
pollo, al cubano llamado de a pie, o sea, ese que integra una parte de eso que
se llama pueblo, le llega la mitad de un muslo y quizás el pescuezo en marzo y
luego en septiembre. La gran cantidad de ese pollo primero llega al gobierno de
forma oficial y luego al gobierno de forma extraoficial, secreta y escondida,
dentro de las facturas que mensualmente reciben, luego llega a todas las
unidades militares, policías y de la Seguridad del Estado, instituciones que
tienen que estar bien alimentadas, porque son ellas las que reprimen, llega además
a los hospitales que venden sus servicios en dólares, llegan primero a los
eventos que el gobierno cubano utiliza para luchar y crear conciencia contra el
mismismo gobierno norteamericano o para lavar su imagen como los fastuosos
festivales de comida gourmet que organiza la Primera Dama, que dicen no es
primera dama.
A los norteamericanos que no se ven, a esos de la “America”
profunda, a esos grandes productores de alimentos, medicamentos, autos,
camiones, equipos agrícolas, etc., que mantienen entre otras cosas al gobierno
y los políticos, esos que en silencio ponen y quitan hasta a los presidentes, tienen
evidentemente otra lógica. Esos norteamericanos, senadores, congresistas,
agentes de influencia, ricos todos, son no sólo los que ponen los votos, sino
toda la inmensa cantidad de dinero necesario, a veces públicamente, la mayor de
las veces, en silencio y obvio, Trump como presidente tiene que respaldarlos,
no digo obedecerlos, pero sí respaldarlos.
A esos norteamericanos no les interesa el tema Cuba,
ni los cubanos, porque sencillamente no los afecta. La acción de venderle a
Cuba no es un tema humanitario, menos de solidaridad, es sencillamente negocio
y Trump es un negociante. Si el dinero entra en la caja, todo está bien, después
hablaremos de democracia y libertad. Más práctica y pragmatismo, menos teoría.
En 2023 Estados Unidos vendió más de 350 millones de dólares
y no fue más porque el comprador no puede comprar. No es mucho, pudiera pensarse,
pero es muchísimo, sobre todo porque el comprador, una vez con dinero, es fácil
de convencer. Hay poco que negociar cuando el cliente está desesperado.
Repito, que el cubano pueda comer pollo, aunque sea dentro
de una sopita, es bueno, pero porcelana e incluso carros de lujo que aquí
cuestan mucho trabajo comprar y mantener, es difícil de entender.
Poco falta para que Cuba pida comprar carros para la
policía y productos para la represión, que también encontraran aquí hábiles productores
y vendedores.
Hay cosas difíciles de entender. Mientras el
gobierno cubano sigue incendiando las ideas con aquello del imperialismo norteamericano asesino,
levantando las banderas para apoyar cualquier cosa que esté en contra de los
Estados Unidos, mientras que este país se llena de agentes encubiertos y
agentes públicos de influencia, más empresas que a la cara trabajan para el
gobierno cubano, que están jugando con los cubanos de allí y explotando a los cubanos de aquí, probablemente con dinero del gobierno cubano, mientras que Cuba apoya abiertamente a Nicolás Maduro y a todos los locos que existen o aparecen en el mundo,
declarados enemigos de los Estados Unidos, mientras terroristas se han formado en
Cuba durante todos estos años y se mantienen allí escondidos a buen recaudo, el
gobierno norteamericano autoriza la venta de productos a Cuba, carros y camiones que no son comida y medicinas.
¿Alguien le habrá dicho a Trump que en no pocas
ocasiones ese pollo que se compra, va a parar a las tiendas en dólares donde el
mayor por ciento de la población cubana no puede comprar o tiene que pagarlo
como si fuera langosta?
Hay cosas que entiendo y otras que no quiero entender. Me da repugnancia ahora escuchar a los de allá y a muchos aquí, que se está defendiendo a la familia cubana.
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