Nunca tuve gatos
durante mi infancia. Mi primer contacto íntimo con gatos fue en
República Dominicana, donde viví
primero con mi hija Jennifer y mi yerno Yordán, hasta que llegaron
Martica y el Jonathan.
Los gatos me hacían
feliz en algunos momentos y en otros no. Ya podrán imaginar, pelos
por todos lados, gatos subidos en las camas y en la cocina. Martica
protestando por el tema higiene y los controles de salud. Cambios constantes de arenas donde todos los gatos orinaban y cagaban. Ritchie
escapado y desaparecido detrás de las gatas y nosotros buscándolo
por el barrio. Ritchie fajado por salir a todo costo de la casa,
incluso cuando para hacérsela más difícil pusimos tela metálica
en las ventanas y el balcón, etc.
Hoy trabajo en un lugar
que está lleno de animales. Muchos residentes tienen mascotas
después de pagar creo que 15 dólares adicionales por vivir con
ellos en los apartamentos. Todos los días veo perros de todas las
razas, colores y tamaños, gatos, ratones en jaulas, y uno que otro
animalito extraño, además de las ardillas y las liebres que andan sueltas y
pululan en el lugar.
Me llama la atención
el tema de los gatos. La mayor parte de ellos está sobre peso y son
muy pocos dinámicos. Muchos parecen almohadas con patas y cabezas.
Acostumbrados a comer bolas de cereal y carne de lata, casi no se
mueven y pueden ver pasar cualquier cosa por su lado y no se inmutan.
Con alguna frecuencia
tenemos problemas con ratones, sobre todo en los apartamentos que
están en los primeros pisos a nivel de la tierra. Los ratones entran
por las puertas de los balcones o algunos huecos de las
construcciones buscando el confort y allí tratan de instalarse, cosa
que no es de extrañar, hace mucho frío afuera. Lo que si me llama
la atención es que en muchos de estos apartamentos hay uno o varios
gatos de los que los ratones se burlan constantemente. Tenemos que
poner trampas con mantequilla de maní para coger a los ratones
habiendo gatos dentro de los apartamentos, a veces son tantos que se
nos acaban las trampas que tenemos y se nos crea un problema. Les
digo a mis compañeros que no necesitamos trampas, que lo que
necesitamos es traer, a lo mejor por la frontera de México, a varios
gatos cubanos y resolveríamos de una vez y por todas el tema de los
ratones.
No es anormal, los
gatos siempre se encaraman y los más amistosos se dejan tocar
incluso. Lo que me llamó la atención de éste en particular fue que
se sentó frente a mi, tal como hace Martica, y estuvo todo el tiempo
mirándome, como si se sorprendiera de lo que estaba pasando o
estuviera evaluando lo que yo estaba haciendo, por momentos parecía
que tenía frente a mí a un jefe y no a un animal.
A lo mejor, él no lo sabe, pero esto me hace cambiar mi percepción sobre estos animales.
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