Uno de los lugares que
más me llama la atención de la ciudad de Lincoln es su Capitolio.
Creo que antes ya he hablado o escrito sobre esto. Me gusta la
arquitectura.
He tenido la
posibilidad de viajar en guagua o bus como se diría en inglés,
varias veces desde que vivo en Estados Unidos. Primero desde San
Antonio a Miami, luego de Miami a Lincoln y recientemente a
finales del 2014 desde ésta, mi ciudad, hasta San Antonio, Texas,
donde vive la otra parte de mi familia. No porque sea un fanático a
las guaguas, sino por un puro y lógico problema económico. En estos
viajes, durante las escalas técnicas y las transferencias no he
podido pasear, pero por lo menos he visto, con ganas de mirar mucho,
varias ciudades y pueblos y puedo asegurar que en muchas de ellas, al
menos en las más importantes, existe un capitolio.
Los capitolios que he visto, algunos son más grandes y lujosos en el exterior y otros son más sencillos, pero no son nada exclusivo aquí. Nosotros en Cuba tenemos el Capitolio, uno solo, por lo que resulta muy fácil hablar de él siempre. Todo el mundo allí, aunque no haya entrado, sabe dónde queda y cómo es. Recordar que el lugar incluso fue escogido por los cubanos del llamado interior, los que cariñosamente reconocemos como guajiros, para fotografiarse y demostrar que habían estado en La Habana. Sin embargo aquí cuando se habla de capitolio hay que ponerle un apellido, o sea, el Capitolio de Lincoln, el Capitolio de Dallas, el de Kansas City, etc, o simplemente el Capitolio de Washington, cede de las dos Cámaras del Congreso norteamericano.
Aprovechamos el paso de nuestro amigo el Chino por Lincoln y su interés por tirar buenas fotos, para visitar el Capitolio de Lincoln por dentro, cosa que por una razón u otra no habíamos hecho. Hasta ahora nos habíamos conformado con pasear y fotografiarlo por afuera, por lo que embullados todos, Jonathan, Victoria, Martica, el Chino y yo, nos dispusimos a entrar para conocerlo. Nos queda muy cerca de la casa, a pocas cuadras, por lo que el viaje fue muy fácil.
Resulta ser que éste Capitolio, última versión construida en 1920, fue antecedida por cuatro construcciones diferentes, hechas en diferentes épocas, más sencillas obviamente. Como dato curioso es que la persona que diseño los pisos y los techos fue una mujer, lo que me parece muy poco común y avanzado para la época. Mi primera impresión cuando entré fue decepcionante. En la planta baja, las paredes y los pisos son de color gris funeraria, y todo muy llano y sencillo. No adornos, no detalles en las paredes y pisos, no esculturas. Solo pisos y paredes como ya dije de color gris y puertas de color carmelita muy oscuro. En realidad parece más eso, una funeraria, que otra cosa.
Está de más decir que casi me retiro tan pronto como crucé la puerta de caoba que separa el lugar del exterior. Me sentí que estaba perdiendo mi tiempo y lo que había que ver, ya lo había visto en la arquitectura exterior del edificio. No obstante, frente a la insistencia de Martica, como soy un tipo dócil, continué el viaje.
Cuando llegué al
segundo piso, morí. Es ahí donde verdaderamente aparece el
Capitolio, o al menos lo que uno aspira que sea.
Los pisos,
espectaculares, son diferentes al Capitolio de La Habana, quizás un
poquito más chiquito el espacio, tienen dibujos muy grandes, a
partir de la técnica llamada taracea, proceso artesanal que se
aplica a revestimientos de pavimentos, muebles y esculturas, que
consiste en la incrustación de madera, marfil, nácar, metales o
piedras, donde se logra el efecto especial en el diseño a partir del
contraste de colores, conocida en el planeta, según leí en
internet, desde el año 3000 a.C. en Mesopotámica y como siempre en
China desde el año 1368.
Las figuras tienen
además del tamaño espectacular, una terminación impresionante, que
cuesta trabajo entender como pudieron ser hechas desde el piso, sin
poder mirarlas y trabajarlas desde una perspectiva superior.
La estructura interna
es parecida a la de una cruz romana, por lo que priman 4 grandes
galerías, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, llenas de
columnas talladas, arcos, vitrales, puertas de un trabajo inigualable
y por supuesto toda una exposición de esculturas que reproducen a
las figuras más importantes de la historia de Nebraska. Hombres y
mujeres, poetas, políticos, militares, que de una forma u otra
ayudaron a la constitución y formación de este Estado.
En el lugar donde se
cruzan las galerías, se abre un espacio interior muy amplio que da
posibilidad de un piso interno, tal como mezzanine o entre suelo,
construido a partir de balcones que dan al interior del edificio.
Balcones bellamente decorados con barandas talladas en mármol, desde
donde se puede apreciar la magnitud de todo el trabajo de taracea que
tiene la planta principal.
La estructura de la torre principal es cuadrada, quizás más simple a la hora de construirla, lo que permite tener cuatro caras que apuntan a diferentes partes de la ciudad. Me parece haber escrito ya que el Capitolio de Lincoln es por ley, la edificación más alta que existe y puede existir en la ciudad, por lo que su altura, creo que de 120 metros, permite una vista completa de la urbanización que se extiende abajo.
Cómico, los elevadores
que existen para subir a lo que llamaríamos mirador, son los
originales, de madera, con aquellos relojes viejos que ya sólo se
ven en las películas. Lo que le da al paseo vertical, cierto
encanto, una vez que confías en que trabajan bien y no se van a
caer. La torre, que está en su interior toda tapizada en mármol veteado de color
verde y negro, termina en una cúpula con vitrales que convierten la
luz del Sol en algo agradable de mirar.
Luego al final, en
camino a la salida, una tienda de souvenir muy discreta, con una muy
agradable vendedora, donde para no dejar de hacer algo diferente, me
compré un collar que hace alusión a los indios norteamericanos.
Recordar que las llanuras de lo que es hoy Nebraska fueron el hogar
de muchas de las tribus que habitaban este lugar antes del movimiento
de los blancos europeos hacia el oeste, por lo que ellos, o al menos
una parte de ellos, tienen muy a bien mostrar o recordar ese pasado,
que además de pasado, reúne todo el encanto de una cultura bien
diferente a la que luego se implantó.
El edificio es fantástico, tanto por fuera como por dentro! Tus fotos tiradas con el teléfono están tan buenas o mejores que las mías! :)
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