Foto enviada por Jenny |
Todo comenzó hace como cuatro meses,
cuando un día hablando con Jenny sobre Mía y entre otras cosas, el
reguero constante de libros y juguetes por toda la casa, a mi hija se
le ocurrió decirme que había visto, no sé exactamente dónde, un
librerito para niñas en forma de casita, lo que le parecía bueno
para tratar de organizar, al menos al final del día, lo que la niña
desorganizaba en sus juegos.
Mi hija me preguntó si yo podía hacer
algo parecido y me envió una foto por correo electrónico, sabiendo
que el reto a mí me gustaría. Estamos en Estados Unidos y la idea
puede parecer loca, pues el querer algo resulta tan sencillo como
tener el dinero o parte de el para comprarlo. En las tiendas, por TV,
en internet, etc, te venden hasta lo inimaginable. Sin embargo, la
petición, nada difícil en principio, se remonta a la tradición,
quizás a la necesidad, de hacer las cosas por uno mismo.
Entonces como soy uno de los abuelos y
ahora soy profesional de mantenimiento, enseguida me dispuse. Trabajo
en un lugar donde tenemos un taller con miles de clavos y tornillos,
maderas, herramientas, etc., cosas que sin dudas ayudan.
Asesora Martica detrás de la base del librero - casita |
El diseño no era complicado, lo
complicado fue llevarlo a la práctica, pues como deben imaginar, no
me pagan por ser buen abuelo. Tuve que diseñar, medir, calcular las
piezas en mi casa y luego al otro día, en los pocos ratos libres que
tuve, sin llamar mucho la atención, hacerlas, lo que me costó tener
que llevar y traer varias veces algunas de las maderas. Los que
conocen del tema saben que un milímetro de diferencia o una madera
que no encaja perfectamente en la otra, puede acabar con el mejor
diseño y la mejor intención, incluso de un abuelo.
A pesar de la cantidad de cosas que
existen en la modernidad, todavía embobezco frente a aquellos
muebles y construcciones, que fueron hechas con las manos, sobre todo
aquellas que se hicieron cuando ni herramientas prácticamente
habían.
Detalle |
De yo poder llevarlo no habría
problemas, pues de tanto manosear las maderas, podría ensamblarlas
fácilmente, pero si lo enviaba por correo, tenía entonces que
diseñar casi un manual para que Yordan pudiera armarlo él solo.
Cada madera y cada tornillo tienen una ubicación y un orden específicos, que de no conocerlo, pudiera ocasionar la rotura o la
demora a la hora del ensamblaje.
Detalle |
Algunos reirán y dirán, pero
buenoooooo, un manual. Si, así mismo, un manual. He visto a person
as leídas, a las que al final he ayudado, sufriendo al borde del
llanto, con todas las partes de un mueble que han comprado tiradas en
el piso y uno de esos diagramas de IKEA, de esos que pudieran parecer
hechos para bobos.
Detalle |
Al final llegó diciembre y Martica y
yo decidimos ir a San Antonio en guagua, Jonathan no pudo ir porque
acababa de comenzar en un trabajo nuevo, por lo que tuve entonces que
diseñar la caja para el traslado que soportara el bájate y súbete
de una guagua para otra. El viaje resultó en 28 horas con cinco
transferencias.
Diseñé una caja que podía haber
llegado a China. Caja y librero – casita pesaban 46 libras, 4
libras menos de las que están autorizadas a llevarse en este tipo de
transporte, sin tener que pagar extra. Al final, la caja llegó a San
Antonio intacta. Ni me preguntaron que es lo que llevaba adentro.
Caja de cartón |
Pasamos allí la última semana del
2014 y antes de regresar dejé armado el famoso librero y con esto di
por terminada la tarea. Tiré varias fotos para la posteridad.
El objetivo fue cumplido. En realidad tengo que decir que fui ayudado por la asesoría de Martica y la habilidad manual del Chino para la confección de la caja. Siempre es bueno tener una contraparte. Ni idea tengo
de si a mí nieta le gustó, ella aún es muy pequeña. Ni idea tengo
si algún día recordará o conocerá, que ese mueblecito se lo hizo
su abuelo. A lo mejor cuando se entere y pueda entender, le parezca
todo una ridiculez, en medio de tantas cosas que se venden y se
venderán en éste país.
La obra como tal, tampoco es nada del
otro mundo, sólo un poco de madera, tornillos y pinturas bien
coordinadas. Sin embargo, estoy muy orgulloso. Primero, porque me parece
que el mío está mejor que el que aparece en la foto que Jenny me
mandó como muestra. Segundo, porque fue la posibilidad de hacer algo
para mi nieta y para sus papas que hoy son los que recogen su reguero
y a través de este algo, pienso haberles dejado una cosa, que por
mucho dinero que tengan en ésta vida, no la podrán comprar en una
tienda, porque esa cosa no puede ser comprada.
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