De regreso de mi reciente viaje a Cuba, he pensado mucho en ella y su gente, o sea, en nosotros y sé que cualquier idea que hoy se refiera a esto, cualquier posición que se asuma, si se llega a aceptar o, por el contrario, criticar del todo, o sencillamente se trata de encontrar una explicación, puede causar problemas, desacuerdos e incluso incomodidad y desencuentros, salvo que se expresen en un grupo muy reducido de amigos y familia, donde prime el cariño. He pensado tanto, que estoy pensando dejar de pensar.
Querer tener ideas sobre la existencia de un país como Cuba, que por desgracia para unos y suerte para otros, exhibe un mismo tipo de gobierno, más o menos con las mismas caras desde hace décadas, siempre es complicado.
La pregunta sería, ¿quién o quiénes son los culpables?
Encontrar un victimario, es la solución más utilizada por las victimas reales o las victimas imaginarias y entonces como respuesta se abre un diapasón inmenso, tan inmenso como imposible de definir. Es fácil, hasta cierto punto, encontrar un culpable, cosa que por demás es muy común dentro de los seres humanos, a un hecho en concreto, un día, un evento, pero encontrar un culpable al camino seguido por un pueblo entero por más de 50 años, resulta, aunque nos parezca increíble, imposible.
Fidel le echó la culpa a Batista y al imperialismo yanqui. Los yanquis les echaron la culpa a los soviéticos. Nosotros se la echamos a Fidel. Los que se unieron al proyecto desde el principio, culparon a aquellas personas que tenían rezagos de lo que ellos llamaron pasado. Los que clasificaron con esos rezagos, pues les echaron la culpa a las nuevas ideas importadas. Los que se fueron, culparon a los que se quedaron. Los que colaboraron de forma ingenua o por oportunismo, la cogieron con los que no querían avanzar para donde ellos decían. Los que se quedaron, porque se quedaron y los que nos fuimos, porque nos fuimos. Lo intelectuales culparon a la influencia ideológica del capitalismo, incluyendo las papas fritas y la música. Los religiosos afrocubanos culparon a la religión católica por ser, hasta ese entonces, la oficial, y los católicos buscaron la culpa en el Diablo. En fin, la mar de variantes, donde cada cual, desde su posición, trató y aún trata de echar la mierda al otro, destapándose entonces infinidades de protagonismos reales e irreales. Hay un refrán viejo que dice, no se puede orinar frente a un ventilador, porque entonces el orine …
Hablando sobre nuestra historia a partir de 1959, pues no vale ahora retomar la republicana y menos la colonial, el gobierno cubano, llamado revolucionario para eternizar una característica que no es tal, como todo gobierno, a mí parecer, ha tenido sus altas y bajas, sus aciertos y desaciertos. Es imposible llegar a pensar o hacer creer que todo ha sido positivo, pero también es incierto que todo, durante estos últimos casi 60 años, ha sido un fracaso.
Aunque el resultado general de lo general se le parezca, nunca es así. Si nos referimos a una sola vida humana, quizás la nuestra, es fácil concluir que nadie ha podido vivir siempre sobre los éxitos o por el contrario sobre los fracasos. La vida es el resultado de la mezcla de ambas cosas, éxitos y fracasos que se dan, en dependencia de cada ser humano, con un balance determinado, que nos permite morir de viejos. A veces la mezcla es controlada y nos resulta más llevadera, a veces, no pocas, la vida, la circunstancias, el entorno hace de las suyas y por mucha proteína que consumamos, nos afecta. De ahí una de las ideas más sólidas de la teoría del Socialismo Cubano, fue cuando se trató de definir la nueva vida a partir de la relación de juventud y experiencia, que inmortalizara todo aquel símbolo patriótico, precursora valiente de los escotes largos, Farah María.
Entonces si esto es así en una persona, pues es imposible pedir que, a nivel de gobierno, a nivel de un país entero, sea fácil clasificar las cosas en un extremo u otro solamente, cosa que hacemos con mucha frecuencia.
Yo, por ejemplo, soy, o al menos debería ser un resultado total de la Revolución Socialista Cubana, porque al nacer en el año 1963 "en el seno de una familia revolucionaria", no tuve vínculos sentimentales con el capitalismo seudo republicano y además toda la información que recibí en mi infancia y adolescencia sobre aquel período, fue encaminada a crear en mí una imagen del puro infierno, algo así como lo que podríamos llamar hoy un thriller, contrastada con aquella dulce idea de que de cada cual su trabajo, a cada cual su necesidad, puesta en práctica en la Ciudad de los Cosmonautas en la URSS. Sin embargo, a pesar de no haber triunfado en mi esas ideas, sería absurdo decir que no obtuve e incluso me beneficié o disfruté de algunas de las bondades que como todo gobierno, el cubano dio.
Ahora, reconociendo que mi idea puede ser agresiva, pero ya con determinada edad que me permite pensar y decir lo que quiero, aunque maduramente, me atrevería a decir que una de las cosas que más sólidas logró esa llamada Revolución en las personas, como una características muy común y arraigada, es que, en sentido general, somos unos mentirosos, unos hipócritas y unos oportunistas. Y, obviamente, no estoy tratando de culpar a nadie, sólo que ya a mí edad, pues al que le sirva el sayo, que se lo ponga, no es nada personal.
En medio de culpar al otro, de lo cual repito yo no estoy exento, desarrollamos toda una serie de conductas, algunas para sobre vivir, cosa que es, hasta cierto punto, entendible, otras sencillamente para vivir bien.
Una de las cosas que siempre pasa, o al menos me pasa, es que cuando trato de explicar aquí cómo vivíamos, la pregunta que aparece es por qué soportaron tanto, por qué no lo quitaron y entonces me quedo casi sin respuesta. Por mucho que trato de explicar, buscando los argumentos más convincentes que nos han llevado a la espera, no encuentro primero para mí mismo, una respuesta, porque aquello de que la gente ama el socialismo, ya no lo cree nadie, ni los propios cosmonautas de la ciudad modelo.
Ahora, al calor de los hechos en Venezuela, según lo que he podido conocer, donde la gente, parte del pueblo, está en las calles, luchando y muriendo, contra miembros del ejército y la policía armados hasta los dientes, me pregunto, son los venezolanos más valientes que nosotros los cubanos, es el gobierno bolivariano más débil, los militares y la policía allí son de cartón. Puede ser que el momento histórico influya a favor de los que están reclamando que Venezuela vuelva a ser libre, pero Cuba y los cubanos, también tuvimos esos momentos históricos. Los venezolanos no han encontrado esas oportunidades en una mesa buffet o jugándose un numerito de la Lotería. Los venezolanos que tenían un país rico ayer, hoy casi sin comida, han determinado jugársela en las calles, poner los heridos y muertos, se las están arreglando para movilizarse y ponerse de acuerdo sobre una idea básica, etc.
No creo que la idea de acomodarse y mentir un poquito sea algo exclusivo de los cubanos, pero tampoco creo que estemos salvados de no tenerlas. Para unos la solución es que la presión los obligó, para otros le encontraron su lado positivo y escogieron vivir bien, para los más incrédulos o inadaptados no les quedó más remedio que soportar, para muchos puede haber sido una simple reacción de sobrevivencia, para no pocos fue el camino para salirse y tal como dijo el grandísimo humorista cubano Julito Martínez cuando llegó a Miami y alguien le preguntó la causa de su salida de Cuba, él respondió que si Cuba había decidido construir ahora el capitalismo, el mal capitalismo diría yo, pues él prefería irse para un lugar donde ya estuviera construido. Genial una vez más.
Lo cierto es que todos hemos pecado y como no visitamos mucho las iglesias católicas para confesarnos, esos pecados fueron en aumento y aumento y hoy forman parte de nuestra forma de ser, inclusive aquí en los Estados Unidos. Claro, que entiendo que muchos de ustedes, mis amigos y familiares lectores, me dirán, yo no soy así, y lo creo, pues yo tampoco soy así del todo, pero en realidad, podremos decir que estamos totalmente salvos. No sé, creo que no.
He escuchado que el presidente de Cuba se retira del cargo voluntariamente en febrero del 2018 y en una entrevista que le hicieron a su hija, la no tan joven ya que casualmente está casada con un exitoso empresario italiano porque el amor tiene esos caprichos, ella dijo frente al tema del nuevo presidente, que tendríamos sorpresa.
¿Sorpresas? ¿Es así como se trata el tema del futuro nuevo presidente de la República de Cuba? ¿Sorpresas, qué quiere decir? ¿Que buscaran a un monje de Shaolín, o a la Sirenita Ariel?, ¿Sorpresa será que “volverán las oscuras golondrinas? ¿Es así como se respeta a un pueblo, donde una especialista en temas de género, que no forma parte del gobierno, más allá de su vínculo consanguíneo, dice al mundo y a Cuba, les daremos sorpresas? Sorpresas es lo que se puede esperar cuando uno va a una función del Cirque Du Soleil, pero sorpresas cuando se trata del futuro de muchos millones de personas. Creo que al final, visto desde el lado bueno, se siguen equivocando.
He estado en Cuba y muchas veces cuando traté de preguntar, con esa madurez que me caracteriza, sobre algún temita complicado, las repuestas eran evasivas o sencillamente me decían, esas son cosas del pasado, ya no hace falta hablar de ellas. Y entonces eso además de que me jodía, evidenciaba una enorme contradicción o sencillamente las personas con las que conversé, pues no estaban interesadas en hablar de temas “complicados”
Ya eso pasó, no hay que seguir hablando de eso, me decían. Recuerdo que cuando Obama fue a Cuba, entre los discursos que dio, en uno de ellos dijo que el gobierno norteamericano no era enemigo de Cuba, lo que evidenciaba su presencia allí, pues para comer arroz con frijoles negros y carne de puerco no hay que ir a la Isla. Dijo que ambos países podrían trabajar juntos, que no era la hora de seguir hablando del pasado, sino del futuro y que el futuro para ambos pueblos era de luz.
Lindo mensaje, sin embargo, no había bajado Obama del escenario, todavía no le habían servido el café y las voces autorizadas del pueblo cubano y sabemos lo que significa autorizadas, para quitarle importancia, dijeron que Obama necesitaba conocer más sobre la historia de Cuba, que parecía que estaba desinformado, que daba pena su poco conocimiento, que cómo se le ocurría decir que la historia no era importante, que había que hablar del pasado, de las luchas de independencia, de Girón, de los muertos de La Coubre, etc., etc., etc.
¿Entonces, el pasado es importante o no?, ¿Se debe hablar de él o no? ¿Puedo o debo yo utilizarlo cuando me da la gana, para mí conveniencia? El pasado existió, tanto para Obama como para cada uno de nosotros, por lo que no puede ser que cuando se quiera sea importante y cuando se quiera no lo sea.
He regresado de Cuba y he dejado a un pueblo que vive en la calle todos los días, no con manifestaciones como los venezolanos, sino calladamente, luchando para poder sobre vivir. He visto a un pueblo cuya vida depende, en un por ciento muy alto, del mercado negro. He dejado a personas que necesitan, hoy más que nunca, de la remesa en dólares del exterior para acceder a cosas tan elementales, como por ejemplo, el papel higiénico. He dejado a personas que no son más pobres, pero sin son tan pobres como antes de 1959. He visto a una parte de ese pueblo, no saber para dónde va y lo que es peor no interesarle, pues confían en que vayan para donde vayan, siempre será lo mismo.
La estrategia, se me ocurre, es no seguir buscando un culpable, no vale la pena desgastarnos, porque quizás seamos muchos los que tenemos la culpa. Es cierto puede joder, en el plano muy personal, que los mayores responsables mueran en paz o vivan con inmunidad, pero tenemos que cortar para todos lados, el mío y el del otro, el seguir montados en el pasado que tampoco resuelve mucho. Yo crecí en medio de la gran importancia de nuestra historia, era lindo conocer e investigar sobre nuestro pasado, no solamente político y de lucha, sino cultural, arquitectónico, culinario, etc. Eso tenía valor. Lamentablemente hoy a pocos esos aspectos interesan. Las personas allí no quieren saber sobre los mambises, los de allí quieren tener dinero para pagar un celular.
Entonces el pueblo cubano, los de allí, los de aquí, los que están en Egipto alquilando camellos, los que están en Alaska pescando cangrejos, los de Australia que se especializan en canguros, en fin todos, lo que merecemos es una gran disculpa.
Entonces el pueblo cubano, los de allí, los de aquí, los que están en Egipto alquilando camellos, los que están en Alaska pescando cangrejos, los de Australia que se especializan en canguros, en fin todos, lo que merecemos es una gran disculpa.
Fidel murió y no se disculpó, y creo que no le hubiera venido mal una disculpa, no se logra muy fácil dejar un país casi en la ruina, para lo que pienso que hay que ser muy inteligente. Raúl ahora, según palabras de su hija, está preparando una sorpresa para la jubilación oficial de su cargo, cuando lo que debería es estar preparando una disculpa, sabemos que con menos inteligencia, lo que ha logrado es profundizar la ruina que le dejó su hermano mayor. Nuestros padres, muchos de ellos, nos deben una disculpa, por no escucharnos cuando teníamos la razón, por mandarnos a callar, por escondernos, por llegarnos a decir que comer papas fritas era un asunto de definición ideológica y quizás, muchos de nosotros, le debamos todavía hoy una disculpa a nuestros hijos.
La idea sin rodeos sería, si, esto es un fracaso, no nos fue bien, hicimos lo posible, hicimos lo que nuestros corazones y nuestraa conciencias nos dictaron. Hicimos lo que nos pareció que era mejor, pero saben qué, no funcionó y saben qué, peor, no va a funcionar.
La idea sin rodeos sería, si, esto es un fracaso, no nos fue bien, hicimos lo posible, hicimos lo que nuestros corazones y nuestraa conciencias nos dictaron. Hicimos lo que nos pareció que era mejor, pero saben qué, no funcionó y saben qué, peor, no va a funcionar.
¿La disculpa resolvería la economía? No. ¿Le podría devolver la vida a los que murieron por errores, o por pases de cuenta, o por limpieza de cuadros, etc.? Tampoco. ¿Le quitaría los años que muchos pasaron en las cárceles y les devolvería la alegría perdida a sus familiares? Menos. Pero la disculpa reconocería que tantos no pudieron estar equivocados, que más que todo la idea se convirtió en capricho, que lo que pasó pasado está para todos y que, como dijo Obama, lo que cuenta, sin menospreciar la historia, es el futuro.
Acabaría con aquello de los cubanos de aquí, los cubanos de allá, con los cubanos de antes y los de ahora. Con aquellos que se beneficiaron, apoyaron, reprimieron y hoy se nombran empresarios particulares, peor, con aquellos que ahora disfrutan, sin atorarse, del bienestar de Estados Unidos, acabaría con todas nuestras miserías del cerebro. Los muertos quedarían en paz y los que aún vivimos podremos mirarnos de frente, sin tener que inventarnos una vida que no tenemos en realidad.
Acabaría con aquello de los cubanos de aquí, los cubanos de allá, con los cubanos de antes y los de ahora. Con aquellos que se beneficiaron, apoyaron, reprimieron y hoy se nombran empresarios particulares, peor, con aquellos que ahora disfrutan, sin atorarse, del bienestar de Estados Unidos, acabaría con todas nuestras miserías del cerebro. Los muertos quedarían en paz y los que aún vivimos podremos mirarnos de frente, sin tener que inventarnos una vida que no tenemos en realidad.
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