jueves, 14 de marzo de 2019

Un sueño hecho realidad. La mejor de las satisfacciones

A Martica, Jonathan y el Chino. Podrían trabajar como equipo de las llamadas fuerzas secretas de cualquier país, esas que sólo se dedican a misiones especiales. Gracias.

Llevo muchos años diciendo que no me gustan los regalos. En realidad, la idea de esperar un día señalado y rodeado de personas, abrir un regalo me pone muy nervioso, me saca de paso. Al final no sé si abrir el paquete, romper la envoltura salvaje o delicadamente, reírme, agradecer, etc. No me gustan los regalos honoríficos por muy lindos o caros que sean, siempre he preferido los regalos prácticos, o sea, a veces el mejor regalo puede ser un martillo o un buen cortaúñas y no un perfume, digamos para un tipo como yo, que no los usa. Debo haberlo heredado de mi madre que cada año me regala una agenda o un libro, pienso que por la utilidad de ambas cosas.

Prefiero regalar y regalar un día cualquiera. No soporto comprar y guardar un regalo por días para entregarlo por una conmemoración específica a una hora determinada. No me vienen muy bien las ceremonias obligadas. Veo a mi alrededor personas que esto se les da muy bien y las envidio. Observo que se mueven como pez en el agua, tal como si se pasaran la vida ensayando.

Entonces como al que no quiere caldos, le dan tres tasas, mi hijo Jonathan se las arregla, para en medio de diversión, torturarme con regalos bromas o bromas regalos.

Ayer, por mi cumple, apareció con una bola de papel del tamaño de una pelota de futbol, envuelta cuidadosamente con scotch tape. Lo que me hizo entender que el camino era largo.

Comencé por quitar el papel y la cinta transparente con las manos y como estaba bien construida, tuve que apelar a una tijera para ayudarme en el trabajo de desenvolver. Las personas a mi alrededor reían, mientras yo en voz alta reflexionaba, ahora mismo no sé por qué, sobre el papel blanco que estábamos desperdiciando y las escuelas primarias en Cuba. ¿Me estaré volviendo loco?
Casi ya al final, con ganas de morder el bulto, al apretarlo no encontré nada adentro que pareciera un regalo y comencé a desanimarme. No pude parar, el público pedía un esfuerzo más y tuve que continuar hasta el final, para encontrar un pequeño papelito escrito con la letra de Martica que decía, abre la computadora y busca en la pantalla un icono que no conozcas. Pínchalo.

Ya saben, casi sudando, me viré y muy rápido detecté un icono que nunca había visto, lo pinché y se abrió una página web. Mire asombrado, porque todavía no entendía lo que estaba pasando y como siempre, mientras más quería ver, menos encontraba. Tuvieron que pasar varios segundos para que entendiera de qué se trataba el juego.

Esta historia, que ayer tuvo el mejor de los desenlaces imaginables, comenzó hace más de 6 meses. Estaba un día mirando en la TV un partido de futbol y apareció una joven que anunciaba muy agradablemente la posibilidad de publicar libros. Esa publicidad fue repetida en varias ocasiones como todas, hasta que presté atención y entendí que era una compañía norteamericana que estaba promocionando la posibilidad de publicación y distribución de libros, con, como en todas las publicidades muchos beneficios y garantías.

Me levanté, escribí el número de teléfono que salía en la pantalla y luego, varios días después, desde mi taller de mantenimiento, llamé. Me atendieron muy bien y me pusieron a un especialista para que respondiera mis preguntas.
El especialista me explicó, me convenció y ni corto, ni perezoso, a los pocos días de esta primera conversación, estaba yo enviando la copia de mi libro de ventas para someterla a la evaluación del grupo de expertos. Una semana para la respuesta.

Pues a la semana, me llamó la persona que me atendía y me dijo que los expertos habían dado el OK, que el libro podía ser publicado y que ellos estaban muy interesados en el asunto. Imposible ahora de reproducir el efecto. Yo super contento desde mi taller de mantenimiento, podría tener un libro publicado en Estados Unidos. Ya sé que, las personas que están acostumbradas a esto, podrán decir que no es nada del otro mundo, pero para mí si lo fue.

Conversaciones van y vienen desde Lincoln a New York y viceversa. Final, el especialista vendedor, me envío el contrato para que lo revisara, lo firmara y lo reenviara y así comenzar cuanto antes el trabajo de revisión profunda, diagramación, definición de portada, notas, etc. Mil revoluciones.

Entonces con el contrato en la mano, me fui a ver a mi asesor, entre otras cosas financiero y me dijo, tal como si fuera mi jefe de verdad, déjamelo aquí, luego lo voy a ver y te diré. Asombro.

Ansiedad, hasta que dos días después mi hijo me entregó el contrato marcado por todos lados y me dice, la respuesta es NO. Alas caídas. Me explicó que había investigado y la compañía no era nada del otro mundo, que tenía muy pocos libros publicados en un año y que además y por encima de todo, lo que teníamos que pagar para meternos en el chorizo era impagable por nosotros ahora mismo. Frente a mi cara de desánimo y quizás con un poco de pena, me dijo, no te preocupes déjame ver qué podemos hacer.

Mi asesor me conoce y sabe que por momentos me pongo sentimental, por momento me encabrono para no decir la palabra que usamos en Cuba y por momento me pasan las dos cosas a la misma vez. Yo, que no me doy por vencido fácilmente, me dediqué a pensar cómo podía pagar, siguiendo la frase que encabeza mi blog, “no hay ganancia sin dolor”, porque en realidad las consecuencias económicas no me dan ni mucho frío, ni mucho calor. Estoy decidido a no ser rico. Intenté otras reuniones con mi asesor, pensando que podría conmoverlo y la respuesta fe la misma. NO. Déjame ver.

La vida continuó, me metí en un nuevo trabajo, me fui a San Antonio por fin de año, y aquello de publicar el libro se me pasó, como tantas otras cosas aparentemente importantes que, en un momento, tienen que pasar. Tampoco tengo edad para una pataleta.

Sinceramente había olvidado lo del libro, al final mis nietos, si les interesa, podrían leerse la copia de Word delante de la pantalla de un table o de un celular. Hay otras cosas que tiene que ver con la vida diaria, para paralizarse porque no se pueda publicar un libro.

Como expliqué, miré y miré la pantalla de la computadora y no veía nada. No lograba entender a dónde tenía que mirar, mientras los que estaban reunidos detrás de mí reían. Me costó un tiempecito y entonces caí.

En la página web que miraba, aparecía la portada de un libro de color azul, mi favorito, que tenía el mismo título de mi añorado libro y que abajo, en el espacio del autor decía Rolando Torres Grillo. De momento quedé paralizado, no sabía qué hacer, ni decir. Mi primera reacción fue entonces llorar. Cuando miré hacia atrás, Jonathan también llorando y riendo a la misma vez, tenía en las manos un ejemplar del libro que acababa de ver en la computadora, como diciéndome, no lo dudes, es de verdad.

Resulta que Jonathan en Lincoln y nada más y nada menos que mi hijo postizo Yusmay, el Chino, en Guinea Ecuatorial, África, trabajaron semanas juntos por teléfonos y mensajes, en secreto, para poder llevar a vías de hecho mi deseo. No se ahora mucho, cómo no me di cuenta, porque me precio de ser un tipo despierto, pero todo eso se estructuró y fraguó delante de mis narices con toda la complicidad de Martica, que guardó el secreto como toda una profesional.

No creo que exista mejor regalo para un padre. Nunca pude imaginar que aquella idea que surgió en mí y que yo mismo deseché, hoy sea una realidad. Pues sí la es, ahora mismo el libro escrito por mí hace algunos años, revisado en varias ocasiones y consultado con los más cercanos muchas veces es una verdad impresa, que tiene una portada azul, que incorpora todos los gráficos que hice frente a una vieja computadora y que trata de llamar la atención sobre un tema importante, a mi estilo, a mi modo de ser, tal como si estuviera hablando con una tasa de café y un cigarrito en la mano.

No creo que exista una mejor obra de un hijo o de dos, hablo ahora de Jonathan y el Chino, para un padre. No creo que se pueda regalar algo más profundo y que lleve mayor muestra de amor. No hay perfume, carro, trapo que se pueda igualar a este regalo. Lo que ha llevado a varias personas, incluso en diferentes continentes a trabajar, para poder complacer, digamos, un capricho de alguien es inigualable. Quedará grabado en mí, soy un tipo agradecido.

El libro es un texto agradable, que tiene sus orígenes en mis estudios de marketing, mis años de profesor en el Instituto de Comercio Exterior y la Universidad de La Habana en Cuba y en la Universidad de la Tercera Edad en República Dominicana, más la experiencia de haber trabajado o tratado de trabajar como vendedor. En él se reúnen muchas ideas aprendidas por mí de algunos profesores y de algunos de mis alumnos, no es para nada un invento sólo mío.

Tiene una división capitular, lógica, que, partiendo de marketing, trata de organizar la venta, para luego enseñar las técnicas más modernas y digamos clásicas, para poder vender con mayor efectividad, en la misma medida que se piensa en satisfacer realmente las necesidades de las personas, convertidas por momentos en clientes. Creo que es agradable de leer, porque durante toda su escritura, tuve muy presente la idea de no hacer algo tedioso, algo demasiado denso, y entonces pienso que puede enseñar y divertir a la misma vez.

No lo comencé con aquello de, había una vez, creo que lo hice con algo mejor. Una idea que  aprendí en Cuba de mi amigo Celeiro, quien siempre me decía que, "es preferible aguantar a un loco que empujar a un bobo", así que podrán imaginar lo que viene después.

Me hubiera gustado tener muchos ejemplares, para poder enviarle uno a cada uno de ustedes firmado por mí, tal como hacen las celebridades, sobre todo a los que vienen luchando conmigo desde hace años y se mantiene firmes leyendo cualquier cosa que se me ocurra escribir, pero la realidad es más cruda que el deseo. Primero no soy una celebridad y segundo la cantidad de libros que tengo, muy poquitos, ya tienen, desde hace muchos años, nombres y apellidos y eso es algo que no me puedo brincar.

Pero entonces, se me ocurre que pueden entrar en Amazon y poner en el buscador, ¿Sabe usted vender? (Spanish Edition) y podrán ver lo que hoy es realidad. No estoy haciendo un comercial con esto, no estoy tratando de venderles nada, los que me conocen bien saben que no he vendido, ni venderé jamás algo a un familiar o amigo, soy famoso por regalar cosas. Sencillamente les estoy facilitando el camino para que puedan ver que de verdad tienen un amigo importante y para los que invirtieron en mí se sientan orgullosos. JAJAJA.




















miércoles, 13 de marzo de 2019

56 años

Pues sí, después de otros 365 días vividos tratando de sacarle el máximo a las 24 horas, he cumplido 56 años.

Antes me parecía que a esta edad las personas eran ya viejas, pero hoy me doy cuenta de que estaba equivocado, que recién a los 56 años estoy empezando y a no ser por las canas, me siento aún muy joven, quizás mucho más joven que muchos veinte y treintañeros que me rodean.

Siguiendo los pasos de José Martí, por aquello de “viví en el monstruo y le conozco las entrañas” vivo en Estados Unidos, el monstruo, en realidad en un pedacito de este gran país y también estoy conociéndole las interioridades. A diferencia de nuestro Apóstol, vivo aquí voluntaria, consciente y alegremente y creo que no me iría a vivir a otro ningún lugar; a pesar de que a cada rato leo que existen otros países “mejores” para pasar la vida, considero que Estados Unidos es el mejor país del mundo para vivir muchos años y luego morir.

Siguiendo también a Martí, por aquello que dicen que dijo o escribió, que lo importante en la vida era, tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro, puedo decir sin temor a equivocarme que lo he superado, desde mi modesto vivir como un simple mortal.

Supero a Pepe, como debieron llamarle cuando chiquito, porque he vivido más años que los que él vivió, donde para llegar hasta aquí he tenido que navegar, a veces con viento a favor, y muchas otras veces con vientos huracanados en contra.

Martí solo tuvo 1 hijo, por cuya ausencia, al parecer sufrió mucho, pero al que atendió poco, o sea, no hospitales, no pañales, no diarreas y vómitos, no reuniones de padres y tareas, etc. Yo tengo dos hijos a los que me he dedicado, y aunque parezca pretensioso de mi parte tal definición, pues sí, me he dedicado 100%, desde que nacieron hasta este mismo momento en que escribo, con los cuales, por suerte, hoy me une una relación espectacular, lo que no quiere decir que sea babosa y ciega, pero sí creo que digna de imitarse por cualquier papá.

Martí, simbólicamente habló o escribió lo de sembrar un árbol, no creo que haya abierto nunca un hueco en la tierra, pero define con esto el trabajo creativo, el amor por la obra, etc. En eso también lo supero, he sembrado y cortado muchos árboles, he tumbado y construido paredes, he mecaniqueado como un loco, he destupido cientos de tuberías, cocinas, he cambiado muchos bombillos y echo muchos muebles, he cocinado y fregado como el mejor de los chef. He trabajado mucho con la cabeza y las manos, por esa extraña habilidad de combinar las dos tareas, cosa a veces poco común. Muchas veces quien sabe freírse un huevo, no puede leer o escribir dos páginas seguidas y no son pocos los grandes científicos e intelectuales que mueren de hambre por no poder cortar un pedazo de pan.

Por último, importante es escribir un libro. Bueno, yo libros completos he escrito dos, de principio a fin, coma por coma, punto por punto, pero además he escrito miles de papeles, cientos de clases para mis alumnos, resúmenes, noticas al margen de los libros, recortes de papelitos, mensajitos, papeles que dejo en la cocina para avisar a donde me he ido cuando los míos duermen o no han llegado, tantos que creo que el propio Martí, genio de las letras, se sentiría orgulloso de lo que he hecho. Disfruto conversar y entonces escribo conversando. Sigo manteniendo una relación amorosa, en medio de tanto desarrollo tecnológico, con el lápiz y el papel, tal como los escribanos del medioevo.
Entonces, he llegado a los 56 años, joven, activo, sano, con una relación profunda con la vida. No estoy viejo aún, no estoy al margen, todo lo contrario, claro que en esto me ayuda el mantenerme vinculado a los jóvenes y beber de sus ideas, de su música, de sus momentos, de sus experiencias y fracasos.

La vejez es buena, porque, si miras el vaso medio lleno, te dices, lo he o lo estoy logrando, nada más pensar en los que has visto morir, incluso más jóvenes, para agradecer y sonreír cada día que te despiertas en la mañana. La vejez es buena, cuando se enfrenta sin miedo, sin complejos, porque vives más y más profundo cada momento, cada éxito o fracaso, porque lo que va a pasar, muchas veces ya lo ves venir, porque cuando alguien se va a caer lo puedes agarrar antes de que se caiga, no porque eres mago, ni adivino, sino sencillamente porque también y de igual forma muchas veces te caíste.

¿Qué más se puede pedir? Tener salud, una buena familia, amigos que te quieren de verdad, haber ayudado a alguien que te necesitaba, haber dejado una huella en alguna persona y mirar a tu alrededor y reconocer tu obra, o sea, aquello que hiciste con tus manos para ti o para algunos de los que te rodea.

El marketing dice que hay dos momentos diferentes de satisfacción. Uno, la satisfacción que trae el haber resuelto un problema o una necesidad por la compra, adquisición o posesión de un bien o un servicio. Otro, la satisfacción que se siente mientras se está resolviendo el problema.

Y yo creo en eso. Lo primero queda claro, por eso compramos, pero lo segundo es a veces más importante, o sea, la satisfacción que se siente cuando estás haciendo algo que te gusta, que necesitas para ti o cuando estás ayudando, sin esperar ninguna recompensa a otra persona, quizás para los más desarrollados sentimentalmente a un animal, a una planta, etc.

Entonces, como estoy convencido de que a la juventud no podré regresar, me dedico a disfrutar el momento que vivo. Disfruté todo lo que pude los 55 años y a partir de hoy me dedicaré a disfrutar los 56. Digo a los míos, no me hagan planes para dentro de 5 años, más allá de la teoría de la planificación estratégica, no me sirve de nada. Mis planes son cada día más cortos, más ejecutables, más reales.

Como dicen los americanos de pueblo, si del cielo te caen limones, … pide un tequila o un vodka. Esa experiencia popular es cierta también. A veces no hay tiempo para pasar un curso y aprender a hacer limonada. Como dice mi amigo Ruso siempre, no me hables del futuro, el futuro es hoy. Y creo que eso se aprende con los años. Es cierto, cuando uno es joven, primero piensa que el tiempo no pasa y casi siempre que siempre habrá tiempo. Luego cuando comienzas a caminar por la vida, descubres, si es que lo descubres, aquel refrán popular muy certero de, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

Y como si del cielo te caen limones, pide un tequila, hoy, después de casi 40 años de tradición personal, he cambiado y he ido a trabajar el día de mi cumpleaños. Y esto, que obviamente puede ser la cosa más tonta del mundo, demuestra que todo cambia, incluso a mí, a pesar de que muchos piensan que soy incambiable.

Desde que fui joven, al final de la secundaria básica, convencí a mis padres de que el 12 de marzo era mi día y que ese día no quería ir a la escuela. Mis padres, que además eran ambos profesores, primero se resistieron a entender, pero al final, debo reconocer, cedieron y desde ese momento nunca he ido ni a escuela, ni a centro de trabajo el día de mi cumpleaños. Ese es mi día, y aunque no haga nada y mire para el techo, no se lo concedo a nadie fuera de familia y algunos escogidos amigos.

Es mi día y así lo logré mientras estudié y trabajé en Cuba, luego en República Dominicana y en el primer trabajo que tuve en los Estados Unidos. No me enfermo, no mato a nadie de mi familia, no digo mentiras al respecto. Explico que como mismo se celebran días que no tienen que ver conmigo, pues el día de mi cumpleaños es el más importante para mí y he tenido suerte, hasta ahora todas las personas me han entendido, o al menos me han aceptado sin que yo me haya enterado de consecuencias negativas. Por el contrario, en esta idea mía de compartir, he enseñado a algunas personas a tomarse también ese día como símbolo de que yo me importo.

Pues ahora, hace tres meses transito en un trabajo nuevo y estoy en una fase de entrenamiento, y como acabo de cumplir 56 años, la razón me dijo que no debía faltar para quedarme en mi casa mirando al techo. Hoy me levanté, no tan contento, porque estaba un poco jodido con haber cambiado mi tradición, pero me fui a trabajar. No la pasé mal del todo, aunque los que me conocen pueden saber que por momentos estuve preguntándome a mí mismo, qué hacía sentado detrás de una computadora, habiendo en mi casa tanto techo por mirar.

Nada, cada año es diferente. Espero de continuar en el mismo trabajo, como para el año que viene ya no seré nuevo, poderme echar el día con la justificación orgullosa de que es mi cumple, para lo cual mantendré en caliente la tradición.

He recibido muchos regalos no materiales, muchas llamadas por teléfonos y mensajes de familia y amigos y eso es para mí muy importante. He recibido cariño, reconocimiento y aceptación a pesar de todos los pesares. Esos mensajes más allá del simple feliz cumpleaños para cumplir y quedar bien me han dado sorpresas y me han hecho sentirme querido.

Si el futuro es hoy, además de ganar la Lotería, qué más se le puede pedir a la vida.

domingo, 10 de marzo de 2019

Venezuela. No se puede defender lo indefendible.

Hay cosas que de verdad me cuestan mucho trabajo entender, más allá del trabajo que me cuesta entender todas las cosas.

En medio de mi poco entendimiento actual, aparece el proceso de Venezuela y los sucesos que a última hora vienen ocurriendo. Un país dividido con dos presidentes a la misma vez. Uno que sigue, según dicen, de forma ilegal en el poder sin querer irse, renunciar o retirarse y otro, según dicen, legítimo que está tratando de llamar la atención, primero de los venezolanos en su conjunto y luego del mundo, para establecer la democracia que dicen han perdido en estos últimos años de gobierno, primero chavista y ahora madurista. Soy cubano y no puedo definir exactamente lo que pasa, pero de que deben haber perdido democracia es cierto. Mirar la historia cubana de estos últimos años.

Por principio y determinada coherencia, me declaro en contra de Maduro y del proceso, llamase como se llame, de su gobierno venezolano. Creo además que los cubanos, bien conocedores de lo que ocurre allí, sin estar presente, deberíamos estar en contra y apoyar, otra opción, cuál, no puedo decir exactamente pues el pueblo entero de Venezuela deberá escoger, pero deberíamos por lo menos identificarnos con otra opción.

Decía que si hay personas que sabemos lo que ocurre en Venezuela somos los cubanos. Cuba viene viviendo un proceso medio parecido desde hace 60 años. Un gobierno que, aprovechando las estructuras democráticas, fue poco a poco, cambiando la manera de funcionar, hasta llegar a lo que ese país tiene hoy, que, entre otras cosas, tampoco se sabe exactamente qué es, porque han ido experimentando y experimentando durante los años, y ahora mismo cuesta trabajo identificar un estado coherente y sobre todo con un plan organizado a futuro, más allá de la obvia permanencia en el poder de los que están y con ello, la buena vida para el grupo distinguido que los sustenta.

Fidel siempre lo decía sin pena, ni pudor, tenemos una dictadura, pero del proletariado, del pueblo, reconociendo casi públicamente que llamaba proletariado y pueblo a aquella parte de la población cubana que apoyaba su gobierno y ciegamente sus decisiones y como entonces esos millones de personas no podían dirigirse ellas mismas, él, que nunca se nombró solo, fue el escogido para representar a esa masa.

Un poco por el apoyo, otro por las maniobras inteligentísimas y las alianzas estratégicas que hizo, se fue quedando solo con el trono, apoyado por los que lo soportaban ciegamente y al quedarse en el protagónico de las decisiones, lo de democracia fue quedando atrás años tras años, hasta transformarse y construirse un escenario al mejor estilo faraónico, adornado con el premio de la popularidad.

Es cierto, había diferencias en 1959. Existía pobreza, sobre todo en el campo cubano. Había insalubridad, desniveles económicos y falta de instrucción académica. Había extranjeros vacilando, prostíbulos con, como mínimo prostitutas, dinero sucio, etc.
¿La pregunta es, y qué tiene Cuba hoy? Para mí, después de los primeros cambios democráticos y populares, que garantizó al gobierno la permanencia, poco ha cambiado el panorama de ese país, o lamentablemente después del camino recorrido, se ha llegado al mismo lugar, sólo que un poquito más moderno. Viene bien el chiste de que el socialismo es una etapa difícil entre capitalismo y capitalismo.

Sigue existiendo la diferencia clara, sólo que muchas veces los que peores están son aquellos que creyeron en la opción socialista, los que trabajaron y confiaron en que el gobierno se encargaría del bienestar y beneficio social. Han aparecido los nuevos ricos, a veces por el trabajo y el sacrificio por cuenta propia, a veces no y han aparecido y aumentado los pobres, los que no tienen nada, los que no pueden acceder, los que están allí porque no les queda otro remedio.

Del campo cubano ni hablar, baste decir que no hay comida y el campesino está dependiendo de la bodega y de la ciudad baste decir que la han convertido en grandes solares con barrios enteros de “llega y pon”. Donde antes había repartos lindos y organizados, hoy existen edificios mal construidos donde las personas viven, muchas veces, hacinadas. El propio Vedado, otrora vitrina del desarrollo cubano, donde estaban los mejores restaurantes, los mejores hoteles, y vivían los más nobles cubanos, en resumen, la parte más importante y famosa de toda la Isla, hoy es un gran desastre, poseedor de algunos de los barrios marginales más connotados de la capital.

El gobierno y sus malas decisiones sin mucha ayuda del imperialismo, ha logrado sembrar en la cabeza de una parte de los cubanos, que “afuera” se vive mejor, sin importar si ese afuera es en África cazando leones, en Australia batido con los canguros o en Alaska trabajando en una fábrica de enlatar pescado. Afuera se vive mejor y entonces queremos irnos definitivamente. Contrario a lo que pasaba antes donde el cubano en busca de mejorar salía, trabajaba como un mulo sobre todo en trabajos de la mano y luego regresaba a su pedazo de Cuba para poner su negocito y mejorar. Al cubano, en sentido general, no le gustaba emigrar, lo de la carne de puerco, la yuca, el buen ron, las buenas mujeres, el clima, la buena música y sobre todo el español, los retenía. Hoy, una de las opciones más contempladas es irse para cualquier lugar, ya después en territorio extranjero, se verá. Cualquier cosa es, para una parte de los cubanos, mejor que quedarse.

¿Injerencia y dependencia de extranjeros? Mucha más que antes del triunfo. Cuba pasó por los hermanos socialistas todos, con nuestros padres adoptivos al frente, los soviéticos, luego por los capitalistas definidos por Fidel un día como buenos, españoles zapatudos como diría mi cuñada Baby, italianos quebrados o busca vidas, mexicanos cabezones, panameños confundidos por no saber si son panameños o norteamericanos, etc, etc, etc. Para luego que esos buenos capitalistas se fueron o los fueron, caer en manos de los chinos, que aparecieron con sus sonrisitas aparentemente inofensivas, pero con su mentalidad moderna de conquista, otro poco los ya no soviéticos, sino rusos y como última variante, los bolivianos de Evo, los brasileños de Lula y los venezolanos de Chávez, hermanos a los que descubrimos después del mal llamado Período Especial cuando ya no nos quedaban puertas donde tocar. Los hermanos latinoamericanos aparecieron en nuestras vidas como una gran banda de música, con Chávez como director y cantante principal y ahora Maduro como segundo administrador del combo.

La prostitución continúa y me arriesgaría a decir que mejor y mayor que nunca, sólo que se tiene a bien no inaugurar prostíbulos públicos con carteles y vitrinas hacia la calle, sería muy difícil de entender lo de “prostíbulo revolucionario”.

¿Escasez? Ya no existe la escasez, porque ella se refiere a algo que de momento falta, sino que la escasez es tan generalizada para todo, que forma parte de la vida diaria, o sea, las personas viven dentro de la escasez como un estado natural de vida. Ya no existe nada que no falte, ya no hay un solo producto en existencia permanente y estable, ni en moneda nacional, regulado a no, ni en divisas convertibles. Todo está en las manos de Jesús, al que algunos consideran el primer revolucionario de la historia.

Hoy 2019, éste es el presente de un país tan lindo como Cuba, entonces, cómo los cubanos podemos estar a favor de Maduro. Entiendo un poquito a los que están allí, porque no les queda más remedio que mentir y por lo menos TeleSur está mejor que la programación nacional de televisión, otros que están pensando en los apagones y rezan porque el petróleo venezolano siga llegando, a otros porque les gustaba como Chávez cantaba, cosa que para mi gusto era horrible y que frente a la falta de programas humorísticos se divierten con los errores garrafales y las barbaridades de Maduro, pero que los cubanos que hoy residen en el exterior apoyen a Maduro, me resulta increíble.

Los cubanos que vivimos en el exterior, salvo los que siguen siendo parte del sistema y gobierno cubano, por ejemplo, los agentes del Ministerio del Interior y sus diferentes departamentos y que tienen como misión trabajar en los países donde se han radicado para “romper el bloqueo” y defender a la revolución, todos salimos de Cuba bajo y por el mismo objetivo macro.

Entiendo, no obstante, que cada cual se ha buscado una justificación específica para su caso, tal como, yo no quería quedarme, mis hijos me trajeron y dejaron engañada, me enamoré y el amor fue más fuerte, a mí la política no me interesa, yo sólo quería viajar y conocer el mundo, quería ver las novelas colombianas y brasileñas de moda, yo vine por un celular, etc, etc, etc. Justificaciones todas entendibles a la hora de avalar actuaciones pasadas y presentes. Nada nuevo, justificaciones como estas las recoge la historia por montones. La más famosa en Cuba, aquella de “yo no sé nada, yo vine como cocinero” frente al fracaso de la invasión por Playa Girón en 1961

Lo que no me queda claro y me es difícil de entender, es cómo los cubanos en el exterior podemos apoyar al gobierno de Maduro, luego de que se tiene alguna información de lo que es Venezuela hoy. ¿Cómo se puede apoyar a un gobierno que según dicen y se puede ver, ha puesto al pueblo venezolano a huir desesperadamente y a pasar necesidades, sobre todo hambre? ¿Cómo, después de conocer y haber vivido el ejemplo de Cuba, alguien puede apoyar a un gobierno que ha acabado con la economía y la estabilidad de un país entero?

Recuerdo cuando fui niño y joven, ver a muchas familias cubanas emigrar hacia Venezuela. Era un país rico, donde para ejemplificarlo se decía que el agua era más cara que la gasolina. Era un país poderoso, donde las personas tenían un alto nivel de vida. Venezuela petrolera, Venezuela ganadera, con reservas de minerales para muchos años, con una clase media fuerte. Venezuela que acogió a muchas familias de cubanos y les dio espacio para insertarse y llegar a vivir mejor que en su país de origen.

Cómo apoyar a un gobierno, que con tal de defenderse de los propios suyos, ha sacado al ejército a la calle y que hoy tiene varios muertos civiles a sus espaldas, tal como hizo el gobierno chino un amanecer de 1989 en el trágico suceso de la Plaza de Tiananmen. Estamos apoyando a Maduro, estamos también apoyando esa opción represiva contra civiles, no contra un ejercito armado que combate en las calles. Esa opción represiva ha ido contra mujeres, hombres, estudiantes, que forman parte del pueblo y que sólo aspiran a un cambio. Estamos apoyando a Maduro, entonces estaremos apoyando esa opción también para nuestro país de origen.

No he visto declaraciones de los ricos venezolanos, no me refiero a ellos, sin embargo, he visto a muchos venezolanos pobres llorando en las calles, pueblo que huye, que registra las basuras para comer, que hace interminables filas para acceder a poca comida. He visto al pueblo venezolano gritar por necesidades.

Ahora, siguiendo el manual clásico de las víctimas, Maduro busca un culpable externo y habla de un ataque del imperialismo yanqui, el mismo imperialismo que es su mayor cliente en el petróleo, para tratar de sembrar la idea de una invasión armada, a tal punto que nosotros los cubanos, que también fuimos victimas del mismo manual y crecimos con la noticia diaria de que venía el lobo, nos convertimos en eco de la preocupación de una invasión norteamericana a Venezuela. Es una estrategia vieja para echarle la culpa al otro, entretener a las masas, ponerse de víctima y, sobre todo, ganar tiempo.

Los cubanos nacidos después de 1959 y todos los que ya estaban nacidos desde antes, crecimos atacados, en pie de guerra constante, haciendo entrenamientos dominicales para cuando se diera la invasión, crecimos como pioneros milicianos, obreros milicianos y amas de casas milicianas. Vimos y ayudamos a llenar las ciudades y los campos de túneles, las llamadas con humor negro tumbas populares, que servirían de refugio frente al ataque yanqui, que, por momentos, parecía que sería al próximo día en la mañana. Los cubanos crecimos bajo la influencia de un mago en el manejo de las masas y la opinión pública que, cuando la olla tenía mucha presión, abría la válvula de escape y culpaba al imperialismo hasta de los huracanes.

Nos acostumbramos a la imagen de una persona media histérica dando gritos de que preferíamos morir antes de entregar a los yanquis el territorio cubano que sería atacado y frente a ella, una multitud también histérica y poseída que gritaba que sí, que preferíamos morir. Gran parte de esa multitud hoy está aquí en Estados Unidos disfrutando de las “bondades” del imperialismo y se alegra de que lo de morir fuera sólo un juego de palabras.

Cómo nosotros los cubanos que vivimos en el exterior, con más acceso a la información y por tanto a la posibilidad de análisis soportada por la carne de res, podemos caer en el mismo juego que muchas veces criticamos mientras vivíamos en Cuba. Cómo se puede creer que las vacas dejaron de parir, la tierra dejó de ser fértil, los productos de primera necesidad escasean, gracias a la acción del imperialismo yanqui. Cómo entender que después de tantos años de gobierno, chavista y madurista, hoy Venezuela esté necesitada de ayuda humanitaria del exterior para llevar comida o medicinas y que los culpables sean únicamente los burgueses que no se resignan al poder del pueblo y el imperialismo, yanqui sobre todo, que depende del petróleo venezolano para hacer mover su maquinaria.

Cómo entender que ese gobierno, que está a todas luces necesitado, baste sólo pensar en la venta de oro de última hora para obtener dólares, ponga en las fronteras al ejército para impedir la entrada de comida y medicinas enviadas por una parte de la comunidad internacional. No eran bombas, no eran armas, no era un ejército intervencionista, era sólo comida y medicamentos para una población que a gritos dice que le hace falta. Cómo se puede ser tan hijo de puta de no querer dar su brazo a torcer y con tal de no aceptar la derrota preferir que una parte del pueblo, al menos una parte, pase trabajo, necesidades, más aún, calamidades y no aceptar la ayuda por llamarla imperialista, cuando en realidad no es más nada que eso, ayuda.

Hasta dónde las mismas justificaciones, repetidas a partir del uso del mismo manual de procedimientos, pueden enajenar a las personas y hacerlas repetir ciegamente los mismos argumentos, tales como, el pobre Maduro, ahora los norteamericanos lo van a invadir, para lo cual se apoyan en actuaciones norteamericanas de hace muchos años atrás, tal como decir que todos los curas son pedófilos y las monjas medias putas, porque, es cierto, la propia máxima dirección católica lo reconoce, han habido casos de pedofilia dentro de la iglesia católica y alguna que otra monja salida del plato, con abortos incluidos.

Muchos estamos a la caza de la noticia sensacionalista, nos unimos a determinada causa solo por unirnos y participar y comenzamos a adelantar nuestras opiniones, nombrando a víctimas y victimarios a nuestra conveniencia. Como todo, muchos defendemos al gobierno cubano, pero no vivimos en Cuba, ahora defendemos a Maduro, pero no se nos ocurre irnos a Venezuela, es sólo parte de un show.

No sé cuál será la solución de Venezuela. Creo que transita por una crisis grande, donde, al parecer la gestión del “gobierno popular” ha fracasado. Veo a un gobierno que no quiere ceder, sin tener soluciones a corto plazo para resolver las demandas de TODOS los venezolanos. Veo, una vez más, la incapacidad rodeada de mediocridad, que depende de consignas, discursos y marchas populistas y que puede ser que tenga un programa de gobierno a lograrse en el corto plazo de 350 años. Veo a un gobierno echarle la culpa de sus fracasos al lobo, contradictoriamente al mismo lobo que le vende la mayor parte de su mejor rubro exportable y que hasta hace muy poco disfrutaba.  Veo a un presidente que ha engordado y come en restaurantes de lujo, con show del chef incluido, que permite que sus colaboradores se hagan ricos, en el mismo momento que su pueblo, o una parte de él, huye por hambre y miseria.

Los chinos, a pesar del repudio internacional, muy pocos países los apoyaron en aquel momento, paradójicamente Cuba envió una felicitación, pudieron reponerse de lo de Tiananmen, entre otras cosas porque les interesa poco lo que piensen de ellos, pueden cerrar sus fronteras y vivir eternamente apartados como lo hicieron muchos siglos, “China es una gran patria”, pero Maduro y Venezuela no es China. Hoy el presidente obrero tiene muy poco apoyo internacional y por algo debe ser y no creo que el lobo pueda comprar todas las almas a la misma vez.

Los países más cercanos y parecidos a Venezuela no lo apoyan cosa que puede llamar la atención. Parece que China, Rusia y Cuba se mantienen a su lado, habrá que ver si se lo quieren llevar en el supuesto caso de que tenga o pueda salir vivo, porque ninguno de los tres gobiernos mencionados son jamón a nada y parece que poco a poco ha ido perdiendo el apoyo interno, incluso parte del ejército, cansado y necesitado, ha comenzado a rendir reconocimientos a Juan Guaido.

Maduro, al que no evalúo como persona, pues puede ser un muy buen tipo para tenerlo de vecino, pero que su gestión como político ha sido funesta, todavía sigue manejando al ejército, los altos militares comedores de vacas como siempre, lo apoyan, entre otras cosas porque están sucios y no van a tener mucho a dónde ir, ahora trata de crear el miedo por una posible invasión norteamericana, en el mismo momento que el gobierno norteamericano declara públicamente que no tiene idea de invadir a Venezuela.

Maduro logra ganar tiempo y paralelamente dice estar dispuesto al dialogo, incluso con su mayor enemigo, el gobierno americano, tratando de quedarse a todo costo, mientras que el pueblo venezolano, ricos, pobres, obreros, intelectuales, campesinos, vagos y desempleados voluntarios e involuntarios, mujeres, hombres, niños y niñas, se desgastan.

A dónde llegará lo de Venezuela, no sé, ni me arriesgaría a poder establecer una mínima salida al futuro, sólo soy un simple observador internacional con muy pocos conocimientos específicos sobre los acontecimientos venezolanos.

Si algo pudiera recomendar, sobre todo a los cubanos que apoyan a Maduro, es que piensen en la experiencia cubana, que estudien lo que era y es hoy Cuba, sin fanatismo, reconociendo incluso lo positivo del proceso revolucionario cubano, vean y experimenten lo que es hoy nuestro país de origen y lo que ha quedado, miren en que se ha convertido la más grande de Las Antillas después de 60 años de un mismo gobierno, una misma dirección, un mismo programa. Eso mismo es ya y será Venezuela, no se puede entonces defender lo que es a todas luces indefendible.

domingo, 3 de marzo de 2019

Ver para Creer. (Parte 2)

Hace pocos días intercambiaba ideas sobre el resultado de la votación con mi amiga Lissy y le decía que el triunfo del gobierno cubano era inmenso, gigantesco, quizás por eso planificaron la votación. Con sólo mirar estos numeritos, cosa que, por supuesto, los inventores exhiben con orgullo y se preguntan entre ellos, quiénes son los que están en contra, tratando, una vez más de minimizar y ridiculizar a esa fuerza que existe, que quizás hoy sea más fuerte que en décadas anteriores, pero que evidentemente por las razones que sean, no logran sumar muchos seguidores públicos.

Era sencillo, hecho como para bobos, sólo había que marcar por el SI o el No. Más de 7 millones y medios de cubanos votaron y de ellos el 86.85% votó a favor de aprobar y entonces establecer el proyecto como Constitución definitiva, después, es de reconocer, de algunos cambios de colorete que le hicieron, donde entre otras cosas los homosexuales tendrán que seguir noviando eternamente sin bodas.

Casi el 90 % de los que votaron dijeron SI, o sea, SI queremos esta Constitución, con lo del partido único y el socialismo como modo de vida, lo que después de caminar por una parte de Cuba y hablar con los cubanos de a pie, podría resultar increíbleeeeee. Sólo el 9% de los votantes fueron los que abiertamente seleccionaron el No como opción, solamente el 9% de los cubanos que votaron tuvieron el valor, la decencia, la osadía, la valentía y sobre todo, para mi modo de ver la HONESTIDAD de decir no. Y hablo aquí de, sobre todo, honestidad, porque ese 9% no se parece a lo que uno ve en las calles de Cuba, o al menos la parte del país que conozco bien desde hace muchos años. 

Increíble, porque aparentemente nadie cree en el nuevo presidente, sustituto a la fuerza del segundo presidente, sustituto a la fuerza del otro presidente. Increíble porque al cubano de a pie hoy le falta todo para vivir, viví allí muchos años y mantengo relaciones casi a diario con la parte de mi familia y amigos que aún están dentro. Increíble porque las personas demuestran “a escondidas” falta de interés, falta de objetivos, falta de esperanza y sobre todo donde la palabra futuro no existe o queda clara. Increíble porque Cuba tuvo la posibilidad ahora a través de celulares, internet, Facebook, etc., como nunca antes, de ver cosas y realidades que pasan todos los días en todo el territorio nacional y por supuesto no se publican en los medios oficiales como los periódicos, la TV y la radio, tecnología y redes sociales que sirvieron para alentar y hacer más grande los llamados de atención, proponer programas, dar a conocer nombres, violaciones de derechos, abusos, represiones, etc., pero que al final del final, no sirvieron para cambiar nada.

Yo no encuentro la explicación que pueda convencer, más allá de hablar mal por hablar mal. Es sabido, el cubano promedio desde hace mucho tiene miedo, además del miedo que se siembra y cosecha desde el poder, el cubano tiene una cuota grande de auto miedo que ha desarrollado junto al crecimiento de los huesos. El miedo que no hace falta controlar, porque es el controlador. El miedo que hace que generaciones tras generaciones, padres e hijos que luego serán padres, traten de protegerse a capa y espada. El miedo que hace que, las personas hablen bajito y miren para el lado y no precisamente por educación, el miedo que hace que las personas digan una cosa en su grupo de amigos íntimos y otra totalmente distinta cuando se trata de opiniones en público, que se graban o se registran. El miedo que hace que dentro de una cabina de votación cerrada y sin vigilancia, todavía las personas se sientan observadas. El miedo de pensar en que luego serán llamadas a contar y perderán lo poco que tienen, si es que lo tienen. El miedo como nutrición orgánica.

Conozco que muchas personas quieren un cambio, y que han dedicado a eso sus vidas, sus estudios, sus familias, repito, puede ser que sea el despertar y el número hoy, que aparenta ser insignificante, pueda ir creciendo poco a poco, pero siempre pensé que el descontento sería mucho mayor y más inteligente y pudiera aprovechar la votación secreta para manifestarse. Sin embargo, por lo menos por ahora, no fue así, el 9% sigue siendo ridículamente inferior a lo que uno se imagina que podría ser.

En medio de tantos problemas de todo tipo, en medio de tanto desconsuelo, en medio de una población sobre todo joven que manifiesta no tener esperanza y objetivos definidos, una vez más, la gran mayoría del pueblo cubano en Cuba ha escogido voluntariamente perpetuar la misma estructura socio económica que por 60 años ha devorado todo, sin ningún resultado positivo estable, más allá de la política e ideología, al menos en su manifestación formal.

Ver para creer, dijera Santo Tomás, y así y todo viendo y metiéndole los dedos a los huecos creados por los clavos en las manos del Hijo de Dios, es difícil de entender lo que ha pasado y mucho más difícil poder explicarlo coherentemente.

Premios Oscar 2019.
Mejor Actor Protagónico
Mejor Actor Secundario.
Mejor Guion por Constitución 2019.
Premio a Mejor Film de Ficción.
Los vencedores, que son los mismos de siempre, ahora un poquito más viejos, dicen que queda demostrado que el pueblo cubano quiere al Socialismo y a su único partido. Podrán decir ahora que incluso los homosexuales a los que se les negó el derecho de casarse oficialmente están a favor de la nueva constitución pues ella define de forma sólida el futuro del país. Es cierto, así los números lo demuestran, pero y qué pasa con la realidad que uno ve todos los días.

Sobre esto y todo lo demás relacionado con Cuba, existen miles de variantes que tratan de explicar. Todas ellas pueden ser válidas o sencillamente ninguna puede llegar a representar lo que nos ha ocurrido y ocurre como pueblo. Cada cual podrá arrimarse, partiendo de sus experiencias e intereses a alguna de ellas que aquí menciono o enviarme la suya como explicación, cosa que puedo asegurar que agradeceré.

Algunos hablan de que los cubanos tenemos miedo. Es posible, el miedo existe y es humano. Ya dije que sí, y no sólo tienen miedo los que están allí, cosa hasta cierto punto entendible, sino que una parte de los que no están allí físicamente, también poseemos ese miedo, que es más que todo una enfermedad. ¿Y si no me dejan entrar?, ¿Y si tengo problemas para volver?, ¿Y si me paran en el aeropuerto cuando llegue?

Otros aportan que los cubanos no servimos para nada, que hemos perdido la honestidad y que somos una banda de hipócritas, demagogos, lame botas, mentirosos. Puede ser posible, llevamos muchos años jugando al gato y al ratón dentro de un país, incluso dentro de nuestras propias familias, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros amigos y peor, con nuestros hijos y esto puede haber creado la desconfianza, la posible vigilancia y la autovigilancia. Llevamos muchos años viviendo en la revancha, en lo de quítate tu para ponerme yo. Hemos visto a muchas personas caer en picada, por un simple comentario de un vecino.

Hay quien dice que, a pesar de las penurias, las personas allí, o sea, en Cuba, prefieren el socialismo, tal como se prefiere a un mal conocido en vez de a uno nuevo por conocer. Esto es posible y es entendible lo de mantenerse en la zona de confort, en la seguridad. Es preferible tratar de sobrevivir dentro de los mecanismos que ya conocemos, a arriesgar todo por algo que al final no nos puede salir bien.

Los más teóricos y negociadores aportan que no sabemos, que la falta de ejercicio verdaderamente democrático, nos ha llevado a un camino sin salida, que no nos lleva a ningún lugar en tiempo definido, pero que es seguro y hasta cierto punto agradable caminar por darnos la impresión de que caminamos.

Se ha hablado mucho de la discriminación racial, del abuso infantil, de las largas y abusadoras jornadas de trabajo, de la explotación de la mujer, de la droga y la prostitución, de la violación de niños, de la contaminación del ambiente, de las huelgas, de los asesinatos, etc, etc, etc que ocurren “exclusivamente” en el sistema capitalista y entonces muchas personas, sin conocer y peor, queriendo no conocer, tiemblan frente a la posibilidad de cambiar, obviamente para este sistema, porque no creo que a nadie ahora se le ocurra empezar de nuevo por el esclavismo o el feudalismo, por más que sean lindas las Pirámides de Egipto, los castillos feudales y las iglesias europeas. No creo que, por ahora gustarnos el arroz frito, alguien quiera regresar a la época de la construcción criminal de la Muralla China.

No son pocos los que dicen que una parte de los cubanos de Cuba quieren vivir sin trabajar, o sea, sin trabajar oficialmente y se dedican al invento diario y otra parte, que tampoco quiere trabajar vive cómodamente de las remesas familiares, disfrutando o al menos disponiendo de un dinero que no producen y por el cual no corren riesgos, ni sacrificios para producir. Posición que les permite vivir por encima del nivel de vida del proletariado, sin tener que joderse mucho. Entonces si cualquier constitución está basada en que yo mantenga mis remesas enviadas con el sudor de mis amigos y familiares, pues que la constitución diga lo que le dé la gana y que pongan a dirigir a quien ellos quieran, total para lo que sirve en el plano diario.

Otros dicen, cosa que me parece posible también, que el exceso de política en todos estos años nos ha convertido en apolíticos, aunque no estoy muy convencido de que el término sea aplicable a los humanos. Es cierto, después que el gobierno escogió el camino del Socialismo, que oficialmente fue por allá por el 1961, todo en Cuba, exactamente todo, estuvo matizado por ese aspecto. No nos engañemos buscando soluciones acomodadas para nuestras vidas, todo en Cuba fue derivado e interpretado a partir de la política y la ideología, o mejor de la única política e ideología que emana desde el poder.

No recuerdo un aspecto que no pasara por ese filtro. Conozco casos extremos, es verdad, pero casos, donde en una de las más que utilizadas verificaciones, se manejó que la esposa de un amigo gritaba cuando hacia el amor y eso afectaba a la comunidad.

He escuchado muchas razones para justificar el por qué nos hemos ido de Cuba. El oficialismo por conveniencia impuso una, los cubanos no son emigrantes políticos, son sólo emigrantes económicos y así nos comparan con el resto de las personas que se mueven en el mundo. A muchos de nosotros nos ha convenido esa definición, porque, en medio de tanto desastre, queremos vivir en el capitalismo, disfrutando de sus bondades, que también las tiene, pero al mismo tiempo disfrutar de las bondades del sistema ideológico que no soportábamos, o sencillamente nos echó. Con tantas playas lindas en el mundo, sigue siendo Varadero nuestra máxima aspiración, quizás porque viviendo allí, trabajando allí todos los días, nunca pudimos ir.

No soportamos la ideología comunista, pero queremos ir a “nuestra” Cuba que en realidad si pensamos un poco no lo es, alquilar un auto, tomar cervezas baratas durante 15 días seguidos, hospedarnos en un lujoso hotel de Varadero o mejor ahora de los cayos y acostarnos con una chica de 20 años por, a veces, el precio módico con el que en nuestros países de trabajo pagamos una cajetilla de cigarros. Entonces, es real, para ese grupo, que no creo que sea pequeño, no se tiene nada en contra del Comunismo y su ideología, sólo lo que queremos es comer helados con galleticas y por eso nos mudamos para Estados Unidos, por ejemplo.

Pobre Santo Tomás con su ver para creer. Debía haber dicho ver para infartarme. La variante más alocada, por no llamarla descarada, hipócrita, oportunista, demagoga, etc., es la ahora puesta de moda Repatriación. Entonces, muchos de los cubanos que abandonaron Cuba, es cierto por problemas económicos, pero también y junto a ellos por discrepancias irreconciliables con la política y la ideología que dominan de forma absoluta todo, ahora, sin abandonar sus puestos de trabajos, sus salarios, sus carros, sus casas, etc., en los países donde han logrado llegar, se van a Cuba y recogen un nuevo carnet de identidad y comienzan a “disfrutar” de los derechos ciudadanos. Ahora pueden comprar casas, alquilar hoteles, disfrutar de las maravillas de la naturaleza, visitar a hospitales, hacerse cirugías y tratamientos médicos, montar negocios, etc., con la condición de que además de españoles, norteamericanos, mexicanos, canadienses, italianos, angolanos, australianos, chilenos, y de cuántas otras nacionalidades existan, también son ciudadanos oficiales cubanos. Aquí se dicen libres y allí se acogen a la condición condicionada de repatriados. Aquí critican a Trump incluso por su color de cabello, por ejemplo y allí toman cervezas, bailan y toman en Sol en una piscina delante de una foto de Díaz Canel y Raúl agarrados del brazo en muestra de triunfo y un poquito el segundo agarrándose del primero para no caerse.

Entonces muchos de los cubanos, que fueron aceptados hasta con agrado y ayuda, en los países a donde pudieron llegar, se dedican a criticar todo lo que los rodea, a veces sin razón, ni conocimientos, y ahora se van a medir la vista en Cuba, pasándole por arriba a la larga cola de cubanos, pues son repatriados y aunque eso no les da una condición especial, los médicos se las arreglan para ayudarnos, porque nos presentamos en los hospitales con regalos, carros, ropas diferentes y sobre todo cuentos diferentes. Si, yo a cada rato escucho, no puedo dejar de ir a Cuba tengo mi casa allí alquilada, tengo que ir a Cuba a operarme una oreja porque es gratis, tengo que ir a Cuba soy dueño de un paladar que puse a nombre de mi hermano, tengo que ir a Cuba porque mi sobrina cumple 15 años y llevo todo desde aquí para la fiesta que tiene que ser mejor que la de la vecina, tengo que ir a Cuba porque puedo llevar como mula todas las libras que me den la gana porque me las cobran en pesos cubanos, etc, etc, etc. ¿Qué nos estará pasando, nos estaremos volviendo locos o hemos parado en la variante más desarrollada de la hipocresía?

No sé, cada una de estas cosas, todas juntas, un pedazo de una ligado con un pedazo de la otra u otras muchas variantes que no puedo contemplar por desconocimiento, pueden hacer hoy, o están haciendo hoy al CUBANO, que por demás, de forma general, a mi modo de ver, ha dejado de ser aquel amigo solidario, desprendido, desinteresado, honesto, valiente, arrojado, comprometido, etc., que describen los poemas cuando se nos menciona.

Para colmo, creo que siempre, pero más ahora, los cubanos estamos interesados en resolver, cualquier problema, menos los nuestros y nos hemos convertido en expertos en asuntos internacionales. Somos como la vecina que vive en un infierno, pero viene a tu casa a decirte cómo debes resolver tus problemas. Somos como las personas que ocultan sus verdaderos padecimientos y están recondenadas, pero vienen, se ríen y te recomienda que vivas como ella, porque son felices.

Creo que una parte de nosotros está a la caza del mínimo problema internacional, para arrojar nuestra, incluso hasta a veces, extremista o radical posición crítica. Esperamos la primera mueca de un presidente o el primer catarro de alguien para arremeter con críticas y sobre todo enseñanzas de cómo se debería resolver el asunto tal en el país más cual, del que no sabemos nada. Nos bajamos con definiciones políticas, manejos de informaciones repetidas sin análisis, criticas y más críticas de problemas en el mundo entero, sin embargo, ese mismo grupo entusiasta, hace mutis total frente a los problemas de Cuba. ¿Somo en realidad tan críticos?

La misma amiga con la que he hablado de estos temas, todavía como consuelo frente al resultado de la votación, me preguntó desde cuándo confiaba yo en lo que el gobierno cubano decía. La idea no es que yo confíe o no, no creo que signifique y cambie nada, menos estando yo viviendo voluntariamente donde vivo, lo cierto es que hoy en el 2019, Cuba es una nación moderna, que tiene una Carta Magna moderna y nueva, que no fue impuesta, que no fue obligada. Fue redactada por una comisión desde el gobierno y el único partido que existe, cosa normal en Cuba desde hace muchos años y que luego fue aprobada por casi el 90% de los que fueron a votar, que fueron casi 8 millones de personas, en un país que tiene un poquito más de 11 millones dentro de su territorio nacional, mediante el voto voluntario y secreto. Esto, aunque nos duela es la realidad y es la realidad que el Gobierno Cubano mostrará al mundo para justificar y consolidar, al menos formalmente su permanencia, o sea, no estamos aquí porque queremos, estamos aquí porque nos quieren.

Una parte de nosotros, sin poder explicar mucho, seguiremos pensando que el descontento existe, que hay muchas personas que quieren un cambio. Seguiremos pensando que poco a poco ese número crecerá y que la auto vigilancia se debilitará para dar pasos a posiciones más coherentes. Una parte de nosotros seguirá tratando de entender las actuaciones detrás de los discursos y seguiremos ayudando a los nuestros, familia y amigos, sabiendo que de esa ayuda también se nutren los que redactan las constituciones, todo esto en espera de mejores tiempos, tal como dicen los abuelos.