Era sencillo, hecho como para
bobos, sólo había que marcar por el SI o el No. Más de 7 millones y medios de
cubanos votaron y de ellos el 86.85% votó a favor de aprobar y entonces
establecer el proyecto como Constitución definitiva, después, es de reconocer,
de algunos cambios de colorete que le hicieron, donde entre otras cosas los
homosexuales tendrán que seguir noviando eternamente sin bodas.
Casi el 90 % de los que votaron
dijeron SI, o sea, SI queremos esta Constitución, con lo del partido único y el
socialismo como modo de vida, lo que después de caminar por una parte de Cuba y
hablar con los cubanos de a pie, podría resultar increíbleeeeee. Sólo el 9% de
los votantes fueron los que abiertamente seleccionaron el No como opción,
solamente el 9% de los cubanos que votaron tuvieron el valor, la decencia, la
osadía, la valentía y sobre todo, para mi modo de ver la HONESTIDAD de decir
no. Y hablo aquí de, sobre todo, honestidad, porque ese 9% no se parece a lo
que uno ve en las calles de Cuba, o al menos la parte del país que conozco bien
desde hace muchos años.
Increíble, porque aparentemente
nadie cree en el nuevo presidente, sustituto a la fuerza del segundo
presidente, sustituto a la fuerza del otro presidente. Increíble porque al
cubano de a pie hoy le falta todo para vivir, viví allí muchos años y mantengo
relaciones casi a diario con la parte de mi familia y amigos que aún están
dentro. Increíble porque las personas demuestran “a escondidas” falta de
interés, falta de objetivos, falta de esperanza y sobre todo donde la palabra
futuro no existe o queda clara. Increíble porque Cuba tuvo la posibilidad ahora
a través de celulares, internet, Facebook, etc., como nunca antes, de ver cosas
y realidades que pasan todos los días en todo el territorio nacional y por
supuesto no se publican en los medios oficiales como los periódicos, la TV y la
radio, tecnología y redes sociales que sirvieron para alentar y hacer más grande
los llamados de atención, proponer programas, dar a conocer nombres, violaciones
de derechos, abusos, represiones, etc., pero que al final del final, no
sirvieron para cambiar nada.
Yo no encuentro la explicación que
pueda convencer, más allá de hablar mal por hablar mal. Es sabido, el cubano promedio
desde hace mucho tiene miedo, además del miedo que se siembra y cosecha desde
el poder, el cubano tiene una cuota grande de auto miedo que ha desarrollado
junto al crecimiento de los huesos. El miedo que no hace falta controlar,
porque es el controlador. El miedo que hace que generaciones tras generaciones,
padres e hijos que luego serán padres, traten de protegerse a capa y espada. El
miedo que hace que, las personas hablen bajito y miren para el lado y no
precisamente por educación, el miedo que hace que las personas digan una cosa
en su grupo de amigos íntimos y otra totalmente distinta cuando se trata de
opiniones en público, que se graban o se registran. El miedo que hace que
dentro de una cabina de votación cerrada y sin vigilancia, todavía las personas
se sientan observadas. El miedo de pensar en que luego serán llamadas a contar
y perderán lo poco que tienen, si es que lo tienen. El miedo como nutrición
orgánica.
Conozco que muchas personas quieren
un cambio, y que han dedicado a eso sus vidas, sus estudios, sus familias,
repito, puede ser que sea el despertar y el número hoy, que aparenta ser
insignificante, pueda ir creciendo poco a poco, pero siempre pensé que el
descontento sería mucho mayor y más inteligente y pudiera aprovechar la
votación secreta para manifestarse. Sin embargo, por lo menos por ahora, no fue
así, el 9% sigue siendo ridículamente inferior a lo que uno se imagina que
podría ser.
En medio de tantos problemas de
todo tipo, en medio de tanto desconsuelo, en medio de una población sobre todo
joven que manifiesta no tener esperanza y objetivos definidos, una vez más, la
gran mayoría del pueblo cubano en Cuba ha escogido voluntariamente perpetuar la
misma estructura socio económica que por 60 años ha devorado todo, sin ningún
resultado positivo estable, más allá de la política e ideología, al menos en su
manifestación formal.
Ver para creer, dijera Santo Tomás,
y así y todo viendo y metiéndole los dedos a los huecos creados por los clavos
en las manos del Hijo de Dios, es difícil de entender lo que ha pasado y mucho
más difícil poder explicarlo coherentemente.
Premios Oscar 2019. Mejor Actor Protagónico Mejor Actor Secundario. Mejor Guion por Constitución 2019. Premio a Mejor Film de Ficción. |
Los vencedores, que son los mismos
de siempre, ahora un poquito más viejos, dicen que queda demostrado que el
pueblo cubano quiere al Socialismo y a su único partido. Podrán decir ahora que
incluso los homosexuales a los que se les negó el derecho de casarse
oficialmente están a favor de la nueva constitución pues ella define de forma
sólida el futuro del país. Es cierto, así los números lo demuestran, pero y qué
pasa con la realidad que uno ve todos los días.
Sobre esto y todo lo demás
relacionado con Cuba, existen miles de variantes que tratan de explicar. Todas
ellas pueden ser válidas o sencillamente ninguna puede llegar a representar lo
que nos ha ocurrido y ocurre como pueblo. Cada cual podrá arrimarse, partiendo
de sus experiencias e intereses a alguna de ellas que aquí menciono o enviarme
la suya como explicación, cosa que puedo asegurar que agradeceré.
Algunos hablan de que los cubanos
tenemos miedo. Es posible, el miedo existe y es humano. Ya dije que sí, y no
sólo tienen miedo los que están allí, cosa hasta cierto punto entendible, sino
que una parte de los que no están allí físicamente, también poseemos ese miedo,
que es más que todo una enfermedad. ¿Y si no me dejan entrar?, ¿Y si tengo problemas para volver?, ¿Y si me paran en el aeropuerto cuando llegue?
Otros aportan que los cubanos no
servimos para nada, que hemos perdido la honestidad y que somos una banda de
hipócritas, demagogos, lame botas, mentirosos. Puede ser posible, llevamos
muchos años jugando al gato y al ratón dentro de un país, incluso dentro de
nuestras propias familias, con nuestros compañeros de trabajo, con nuestros
amigos y peor, con nuestros hijos y esto puede haber creado la desconfianza, la
posible vigilancia y la autovigilancia. Llevamos muchos años viviendo en la
revancha, en lo de quítate tu para ponerme yo. Hemos visto a muchas personas
caer en picada, por un simple comentario de un vecino.
Hay quien dice que, a pesar de las
penurias, las personas allí, o sea, en Cuba, prefieren el socialismo, tal como
se prefiere a un mal conocido en vez de a uno nuevo por conocer. Esto es
posible y es entendible lo de mantenerse en la zona de confort, en la seguridad.
Es preferible tratar de sobrevivir dentro de los mecanismos que ya conocemos, a
arriesgar todo por algo que al final no nos puede salir bien.
Los más teóricos y negociadores
aportan que no sabemos, que la falta de ejercicio verdaderamente democrático,
nos ha llevado a un camino sin salida, que no nos lleva a ningún lugar en
tiempo definido, pero que es seguro y hasta cierto punto agradable caminar por
darnos la impresión de que caminamos.
Se ha hablado mucho de la
discriminación racial, del abuso infantil, de las largas y abusadoras jornadas
de trabajo, de la explotación de la mujer, de la droga y la prostitución, de la
violación de niños, de la contaminación del ambiente, de las huelgas, de los
asesinatos, etc, etc, etc que ocurren “exclusivamente” en el sistema
capitalista y entonces muchas personas, sin conocer y peor, queriendo no
conocer, tiemblan frente a la posibilidad de cambiar, obviamente para este
sistema, porque no creo que a nadie ahora se le ocurra empezar de nuevo por el
esclavismo o el feudalismo, por más que sean lindas las Pirámides de Egipto,
los castillos feudales y las iglesias europeas. No creo que, por ahora
gustarnos el arroz frito, alguien quiera regresar a la época de la construcción
criminal de la Muralla China.
No son pocos los que dicen que una
parte de los cubanos de Cuba quieren vivir sin trabajar, o sea, sin trabajar
oficialmente y se dedican al invento diario y otra parte, que tampoco quiere
trabajar vive cómodamente de las remesas familiares, disfrutando o al menos
disponiendo de un dinero que no producen y por el cual no corren riesgos, ni
sacrificios para producir. Posición que les permite vivir por encima del nivel
de vida del proletariado, sin tener que joderse mucho. Entonces si cualquier
constitución está basada en que yo mantenga mis remesas enviadas con el sudor
de mis amigos y familiares, pues que la constitución diga lo que le dé la gana
y que pongan a dirigir a quien ellos quieran, total para lo que sirve en el
plano diario.
Otros dicen, cosa que me parece
posible también, que el exceso de política en todos estos años nos ha convertido
en apolíticos, aunque no estoy muy convencido de que el término sea aplicable a
los humanos. Es cierto, después que el gobierno escogió el camino del
Socialismo, que oficialmente fue por allá por el 1961, todo en Cuba,
exactamente todo, estuvo matizado por ese aspecto. No nos engañemos buscando
soluciones acomodadas para nuestras vidas, todo en Cuba fue derivado e
interpretado a partir de la política y la ideología, o mejor de la única
política e ideología que emana desde el poder.
No recuerdo un aspecto que no
pasara por ese filtro. Conozco casos extremos, es verdad, pero casos, donde en una
de las más que utilizadas verificaciones, se manejó que la esposa de un amigo
gritaba cuando hacia el amor y eso afectaba a la comunidad.
He escuchado muchas razones para
justificar el por qué nos hemos ido de Cuba. El oficialismo por conveniencia
impuso una, los cubanos no son emigrantes políticos, son sólo emigrantes
económicos y así nos comparan con el resto de las personas que se mueven en el
mundo. A muchos de nosotros nos ha convenido esa definición, porque, en medio
de tanto desastre, queremos vivir en el capitalismo, disfrutando de sus
bondades, que también las tiene, pero al mismo tiempo disfrutar de las bondades
del sistema ideológico que no soportábamos, o sencillamente nos echó. Con tantas playas lindas en el mundo, sigue siendo Varadero nuestra máxima aspiración, quizás porque viviendo allí, trabajando allí todos los días, nunca pudimos ir.
No soportamos la ideología
comunista, pero queremos ir a “nuestra” Cuba que en realidad si pensamos un poco no lo es, alquilar un auto, tomar cervezas
baratas durante 15 días seguidos, hospedarnos en un lujoso hotel de Varadero o
mejor ahora de los cayos y acostarnos con una chica de 20 años por, a veces, el
precio módico con el que en nuestros países de trabajo pagamos una cajetilla de
cigarros. Entonces, es real, para ese grupo,
que no creo que sea pequeño, no se tiene nada en contra del Comunismo y su
ideología, sólo lo que queremos es comer
helados con galleticas y por eso nos mudamos para Estados Unidos, por ejemplo.
Pobre Santo Tomás con su ver para
creer. Debía haber dicho ver para infartarme. La variante más alocada, por no
llamarla descarada, hipócrita, oportunista, demagoga, etc., es la ahora puesta
de moda Repatriación. Entonces, muchos de los cubanos que abandonaron Cuba, es
cierto por problemas económicos, pero también y junto a ellos por discrepancias
irreconciliables con la política y la ideología que dominan de forma absoluta todo,
ahora, sin abandonar sus puestos de trabajos, sus salarios, sus carros, sus
casas, etc., en los países donde han logrado llegar, se van a Cuba y recogen un
nuevo carnet de identidad y comienzan a “disfrutar” de los derechos ciudadanos.
Ahora pueden comprar casas, alquilar hoteles, disfrutar de las maravillas de la
naturaleza, visitar a hospitales, hacerse cirugías y tratamientos médicos,
montar negocios, etc., con la condición de que además de españoles,
norteamericanos, mexicanos, canadienses, italianos, angolanos, australianos,
chilenos, y de cuántas otras nacionalidades existan, también son ciudadanos
oficiales cubanos. Aquí se dicen libres y allí se acogen a la condición condicionada de repatriados. Aquí critican a Trump incluso por su color de cabello, por ejemplo y allí toman cervezas, bailan y toman en Sol en una piscina delante de una foto de Díaz Canel y Raúl agarrados del brazo en muestra de triunfo y un poquito el segundo agarrándose del primero para no caerse.
Entonces muchos de los cubanos, que
fueron aceptados hasta con agrado y ayuda, en los países a donde pudieron
llegar, se dedican a criticar todo lo que los rodea, a veces sin razón, ni
conocimientos, y ahora se van a medir la vista en Cuba, pasándole por arriba a
la larga cola de cubanos, pues son repatriados y aunque eso no les da una
condición especial, los médicos se las arreglan para ayudarnos, porque nos
presentamos en los hospitales con regalos, carros, ropas diferentes y sobre
todo cuentos diferentes. Si, yo a cada rato escucho, no puedo dejar de ir a
Cuba tengo mi casa allí alquilada, tengo que ir a Cuba a operarme una oreja
porque es gratis, tengo que ir a Cuba soy dueño de un paladar que puse a
nombre de mi hermano, tengo que ir a Cuba porque mi sobrina cumple 15 años y
llevo todo desde aquí para la fiesta que tiene que ser mejor que la de la vecina, tengo que ir a Cuba porque puedo llevar
como mula todas las libras que me den la gana porque me las cobran en pesos
cubanos, etc, etc, etc. ¿Qué nos estará pasando, nos estaremos volviendo locos
o hemos parado en la variante más desarrollada de la hipocresía?
No sé, cada una de estas cosas,
todas juntas, un pedazo de una ligado con un pedazo de la otra u otras muchas
variantes que no puedo contemplar por desconocimiento, pueden hacer hoy, o
están haciendo hoy al CUBANO, que por demás, de forma general, a mi modo de
ver, ha dejado de ser aquel amigo solidario, desprendido, desinteresado,
honesto, valiente, arrojado, comprometido, etc., que describen los poemas
cuando se nos menciona.
Para colmo, creo que siempre, pero
más ahora, los cubanos estamos interesados en resolver, cualquier problema,
menos los nuestros y nos hemos convertido en expertos en asuntos
internacionales. Somos como la vecina que vive en un infierno, pero viene a tu
casa a decirte cómo debes resolver tus problemas. Somos como las personas que
ocultan sus verdaderos padecimientos y están recondenadas, pero vienen, se ríen
y te recomienda que vivas como ella, porque son felices.
Creo que una parte de nosotros está
a la caza del mínimo problema internacional, para arrojar nuestra, incluso
hasta a veces, extremista o radical posición crítica. Esperamos la primera
mueca de un presidente o el primer catarro de alguien para arremeter con
críticas y sobre todo enseñanzas de cómo se debería resolver el asunto tal en
el país más cual, del que no sabemos nada. Nos bajamos con definiciones
políticas, manejos de informaciones repetidas sin análisis, criticas y más
críticas de problemas en el mundo entero, sin embargo, ese mismo grupo
entusiasta, hace mutis total frente a los problemas de Cuba. ¿Somo en realidad
tan críticos?
La misma amiga con la que he
hablado de estos temas, todavía como consuelo frente al resultado de la
votación, me preguntó desde cuándo confiaba yo en lo que el gobierno cubano
decía. La idea no es que yo confíe o no, no creo que signifique y cambie nada,
menos estando yo viviendo voluntariamente donde vivo, lo cierto es que hoy en
el 2019, Cuba es una nación moderna, que tiene una Carta Magna moderna y nueva,
que no fue impuesta, que no fue obligada. Fue redactada por una comisión desde
el gobierno y el único partido que existe, cosa normal en Cuba desde hace
muchos años y que luego fue aprobada por casi el 90% de los que fueron a votar,
que fueron casi 8 millones de personas, en un país que tiene un poquito más de
11 millones dentro de su territorio nacional, mediante el voto voluntario y
secreto. Esto, aunque nos duela es la realidad y es la realidad que el Gobierno
Cubano mostrará al mundo para justificar y consolidar, al menos formalmente su
permanencia, o sea, no estamos aquí porque queremos, estamos aquí porque nos
quieren.
Una parte de nosotros, sin poder
explicar mucho, seguiremos pensando que el descontento existe, que hay muchas
personas que quieren un cambio. Seguiremos pensando que poco a poco ese número
crecerá y que la auto vigilancia se debilitará para dar pasos a posiciones más
coherentes. Una parte de nosotros seguirá tratando de entender las actuaciones
detrás de los discursos y seguiremos ayudando a los nuestros, familia y amigos,
sabiendo que de esa ayuda también se nutren los que redactan las
constituciones, todo esto en espera de mejores tiempos, tal como dicen los
abuelos.
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