Ver
para creer, es una de las frases más utilizadas por algunos de nosotros, cuando
algo nos parece muy insólito e increíble. La idea viene de lo que, según la
Biblia, dijo Tomás, uno de los discípulos de Jesús Cristo, cuando le dijeron
que su maestro regresaría de la muerte. Dicen que Tomás, que luego devendría en
apóstol, dijo que tendría que meterle los dedos en los huecos de los clavos
para creer que era Jesús y que había regresado de los muertos.
Entonces
esa frase es la mejor que encuentro para definir lo que a continuación pretendo
analizar desde mi modesto ángulo de conocimiento.
Quiero
escribir sobre Cuba y la recién votación de una nueva constitución, pero en
realidad no sé por dónde voy a empezar. Tengo muchos pedazos de ideas en mi
cabeza, que no encuentro el orden que les puedo dar para poder explicar lo que
quiero y entonces dudo si lo que me salga sea entendible o no.
Desde
hace algunos meses, la idea de votar una nueva Constitución en y para Cuba, que
sustituyera a la de 1976 vigente aún, ocupó noticias y pensamientos y me
imagino que acciones dentro de los cubanos, tanto los que estaban a favor, como
los que no lo estaban.
Después
de haber vivido muchos años en Cuba, me da la impresión de que para nosotros
una constitución, no es más nada que un poco de hojas que alguien o algunos se
dedicaron a escribir, pero que en realidad no significa mucho para nuestras
vidas diarias. Sabemos que existe, pero no sabemos para qué se utiliza y menos
sabemos en el plano personal, cómo hacer uso de ella. Creo, me arriesgo a
decir, que la mayor parte de nosotros, nunca le ha echado una ojeada
detenidamente.
En
Cuba, la constitución casi siempre se enuncia, sobre todo, cuando el Gobierno
quiere hacer de las suyas, de ahí que creo, y me arriesgo a decir, que ese
documento tiene una explicación formal, teórica, para uso de estudiosos, como
cubierta de modernidad, para uno que otro abogado pueda hacer sus trámites sin
molestar mucho, pero para la vida diaria, para enarbolarla como defensa u
orientación, para tenerla como guía, poco nos ha servido y peor, poco nos
servirá.
Me
arriesgo a decir que no existe en nuestras casas una copia de la Carta Magna,
cuando debía ser lo contrario. Entonces, en realidad no se puede utilizar algo
que se desconoce y que, a mi entender, el gobierno maneja como mi mujer maneja
una receta de cocina, la cual conoce que existe, pero no utiliza la mayor parte
de las veces porque prefiere cocinar por el instinto, el olfato, la
experiencia, etc.
Crecí
en una familia de abogados e historiadores, por lo que al menos escuché con
alguna frecuencia de la existencia de ese documento, pero ni así tan siquiera
puedo decir que fui o soy un estudioso del escrito. No sé entonces qué pasó en
las casas o familias de constructores, choferes, macheteros, simples
trabajadores de la mano o amas de casa, jugadores de “la bolita” los jugadores
de chapitas, los anexos a los bares y las “pilotos”, etc. Todavía hoy no sé
exactamente a dónde dirigirme o cómo orientar a alguien que quiera comprar un
ejemplar, a no ser que pase como con las banderas cubanas, que la única
posibilidad que había a última hora para adquirir una era comprarla, muy cara,
en las tiendas en divisas, o sea, en dólares o su más bochornosa imitación, los
CUC.
En
mi última visita a Cuba el pasado mes de agosto, estaba la población cubana,
cuadra por cuadra, centro de trabajo por centro de trabajo, escuela por
escuela, metida en la discusión, por ponerle algún nombre a lo que ocurría, de
los artículos que una comisión había escrito para la nueva constitución.
La
idea más novedosa que descubrí y la que parece había movido más a la opinión
pública nacional, creo que por el morbo que detrás de ella siempre hay, fue el
tema relacionado con la posibilidad de bodas entre personas del mismo sexo, lo
que me dio a entender que todo lo demás que dijera la Carta Magna, eran puntos
de segunda categoría. Todo estaba cuadrado.
El
matrimonio entre personas del mismo sexo, que al final de la historia no se
aprobó para que se incluyera en el documento, pero que, por unas semanas, dio a
los vecinos cubanos, a uno que otro emigrado y sobre todo a las parejas del
mismo sexo, la posibilidad de hablar sobre este tema, pero que a mí entender
para nada es importante en la real intención de decidir el futuro de un país
como Cuba, donde hay tantas otras cosas por arreglar, encaminar y cambiar. Fue
más la intención de entretener y pasar un buen rato juntos. Cómico, porque como
un toque sentimental, se alentó y permitió a los emigrantes cubanos regados por
el mundo, a que opinaran sobre el documento que se discutía, pero luego esos
emigrantes no tenían el derecho a votar. ¿Entendible?
Si
las personas del mismo sexo que ya viven en parejas públicas se casan oficialmente,
pueden heredar una de otra e incluso llegar a adoptar o parir hijos, cosas que
me parecen muy buenas, vendría siendo un problema relacionado con un por ciento
mínimo de la población cubana y se relaciona con algo extremadamente
específico. Claro, entiendo que lo específico y mínimo también puede ser importante,
pero el llevarlo a ese plano hasta casi convertirse el tema en el punto más importante
del proyecto de constitución que se debatía, me parece un circo. Primero no
queríamos a los homosexuales, fueron reprimidos, encarcelados y sacados del
país, ahora, para que todos vean que hemos cambiado, los queremos casar
legalmente. ¿No se aprobó? Qué lástima, nosotros no teníamos nada en contra.
Habría
que calcular cuál es la población homosexual en Cuba, por mucho que haya
crecido públicamente, que creo que sí, ha crecido, y compararlo con la
población heterosexual para darnos cuenta de que, aunque merecen el derecho, es
un tema de segunda importancia, no porque los homosexuales lo sean, sino porque
existen otros millones de personas y muchos temas de importancia para tomar en
cuenta, que sí tienen que ver con el fututo, la economía, la política, etc., de
un país entero, dentro del cual, después vivirán los homosexuales felizmente
casados. Podría haberse dejado ese tema para una decisión administrativa, como
otras tantas o para el Código de Familia derivado de la constitución que se
acordara.
Creo
que fue una idea empujada por la directora del centro que se dedica a
investigar estos temas y la cercanía que ella tiene con el poder, quizás una
intención para demostrar que se está trabajando en estos asuntos modernos, pero
que, en realidad para la decisión histórica de una nueva constitución y un
país, no significan mucho.
Algo
así observé en República Dominicana con relación al aborto. La sociedad
dominicana “oficialmente” católica plasmó en su Constitución que era ilegal y
por tanto prohibido el aborto y de esa forma se quedó bien con las fuerzas
influyentes de la sociedad, por supuesto, los ricos, los políticos, la iglesia,
etc. Creo que existen unos pocos países que recogen esto como una definición
constitucional, sin embargo, todo el mundo allí sabe que los abortos se hacen y
se seguirán haciendo. Los pobres en sus pueblos, arriesgando muchas veces la
vida por las malas prácticas, la falta de higiene, el negocio deshumanizado y
los ricos entrando por atrás de las clínicas privadas o sacando pasajes en las
aerolíneas con la justificación de que la niña se va de turismo a Europa o a
Estados Unidos.
Luego,
cuando uno trata de hablar sobre Cuba, tanto con los amigos de allá y los
amigos de aquí, la idea que prevalece es el descontento generalizado de una
población que sufre carencias económicas de todo tipo y más importantes,
carencias de libertades civiles, muchas de ellas, las que nunca, al menos a mi
entender hemos disfrutado.
Esta
situación que se ha ido agravando con el paso del tiempo, puede dar la
impresión de que frente a un proceso de votación individual y además secreta
sobre la posibilidad o no de perpetuar el sistema socialista con su tan
envejecido y desmejorado Partido Comunista el frente, la respuesta de ese
pueblo que puede votar, pudiera reflejar la realidad que aparentemente se
respira en las calles.
Yo,
después de haber hablado con todo el que me pasó por el lado mientras estuve en
Cuba y puedo asegurar que hablé mucho, pensé que podría ser un momento para que
las personas, cansadas de vivir como viven, dijeran y con esto trataran de
llamar la atención al gobierno, que están cansadas de confiar en algo que lleva
seis décadas prometiendo un futuro mejor y que por el contrario sólo ha logrado
que el futuro no exista. Futuro que, desde 1959, ha pasado ya por más de tres
presidentes, todos los inversionistas extranjeros que se han presentado,
primero los comunistas del CAME, luego los capitalistas “buenos”, los chinos,
los venezolanos, etc., diferentes fórmulas para que las vacas den más leche y
para aumentar la cuota de café con chícharo, trigo, etc., y la carne molida con
todo lo que se le podía agregar, incluyendo la tan perjudicial soya y que ha
llegado a compartir solamente el número 0.
Esperaba
que los que pudieran votar, de más está repetir que los que vivimos en el
extranjero, aunque estemos muy interesados no podemos e incluso los que se han
repatriado, apelando a una opción sentimental y más aún oportunista, no fueron
aceptados para ejercer su derecho al voto, tuvieran la oportunidad de decir, NO
queremos más. Miren amigos del gobierno, en realidad no es nada personal, puede
ser que no sepamos lo que queremos, no sabemos para dónde ir, no sabemos, cosa
lógica por la falta de ejercicio, qué gobierno escoger, pero no queremos más de
este experimento. La vida es una, nos dura aproximadamente 80 años sobre La
Tierra para las personas más sanas y queremos tener otra opción, queremos
probar otra cosa. ¿Cuál? Somos sinceros, no sabemos, pero otraaaaaaaaaaa.
Sin
embargo, el aparente descontento de la población solo existe y sigue existiendo
en secreto, para conversaciones de esquina entre amigos, para congraciarse con
un que otro extranjero y pienso que, para entretenerse, de forma general. No
desconozco y no quiero desconocer que existen personas serias, capaces,
entregadas, que han hecho un esfuerzo diario exponiendo sus comodidades e
incluso su integridad personal para cambiar las cosas. Conozco que existen
personas que marchan pacíficamente por las calles de la ciudad y son reprimidas,
la mayoría de las veces brutalmente reprimidas, otros que se reúnen y discuten
y acuerdan temas, otros que, con acciones aparentemente independientes, salen a
la calle y gritan cuatro cosas, para lo cual hay que tener valor, pero esos,
siguen siendo la minoría de la minoría, frente a los datos que hoy el gobierno
exhibe. Minoría que sigue pasando como loca, como inconforme e inadaptada, y
sobre todo como pagada por intereses foráneos, etc.
Las
votaciones son, incluso en Cuba, secretas, o sea, no existen cámaras dentro de
las cabinas donde se ejecuta el voto. Las boletas, al menos en mi experiencia
de votar en contra siempre, no están marcadas como muchas fichas de dominó de
tramposos, cosa que hace que los que dirigen y coordinan, pueden saber el
nombre y apellido del que votó, pues se lleva un conteo en Cuba y en cualquier
parte del mundo, pero no puedan conocer si votó a favor o en contra. No creo
que se puedan violar todas las urnas groseramente y llenarlas de boletas a
conveniencia y no creo que ese gobierno hoy necesite que voten los muertos y
los mongólicos.
Las
votaciones, en cualquier lugar del mundo y por tanto en Cuba también, se pueden
observar, al igual que el conteo de votos, por lo que a nadie se le puede
prohibir que esté presente cuando se abran las urnas y se ejecuten los conteos,
lo que puede garantizar cierta presión para los posibles malditos.
Entonces
ver para creer. Aún con todo esto que he tratado de resumir desde mi modesto
conocimiento sobre este particular, más el aparentemente creciente
“descontento”, la enorme y abrumadora mayoría de los votantes este 24 de
febrero, dijeron SI a la nueva Constitución y con ello, dentro de lo más
importante, SI a la existencia exclusiva del Partido Comunista, el mismo de los
tantos fracasos y el camino irreversible e irrevocable hacia el Socialismo,
sistema, no sólo obsoleto en el mundo, sino demostradamente incapaz de crear
una vida a futuro digna, más allá de las llamadas conquistas de la educación y
la atención médica gratuitas, que a estas alturas del juego, también son
cuestionables.
Reproduzco
aquí la información oficial con gráfico y todo, que he encontrado sobre el
proceso. De esta forma no corro el riesgo de inventarme o equivocarme con los
números y luego continuaré escribiendo.
“La nueva Constitución de la República
de Cuba fue aprobada popularmente con el 86.85 por ciento de los
votos emitidos según datos preliminares, informó hoy Alina
Balseiro Gutiérrez, presidenta de la Comisión Electoral Nacional.
En el referendo, 7 millones 848
mil 343 cubanos acudieron a los colegios para decidir (sí o no) sobre
el nuevo texto constitucional. Del total de boletas depositadas en
urnas, 7 millones 522 mil 569 fueron válidas (95.85%), 127 mil
100 nulas (1.62%) y 198 mil 674 en blanco (2.53%).
Balseiro Gutiérrez aseveró
que 6 millones 816 mil 169 electores votaron SÍ (86.85%)
y 706 mil 400 optaron por el NO (9.0%). Por lo que —de
acuerdo con el artículo 137 de la carta magna vigente— ha sido ratificada
la Constitución de la República de Cuba, sometida a referendo constitucional el
pasado 24 de febrero de 2019, por la mayoría de los ciudadanos con derecho electoral,
confirmó la presidenta de la Comisión Electoral Nacional”.
De
p… queridos amiguitos. Otra frase super conocida por el pueblo cubano, la cual no tengo que explicar, al igual que los números, ella se explica sola.
Continuará en la Parte 2.
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