miércoles, 15 de abril de 2020

Pongamos en cuarentena a la información.

No soy chino, no estoy en China y para colmo de males, nunca me ha gustado el gobierno chino, ni incluso sus, hoy, aparentes logros económicos. No estoy deslumbrado por esos, cuatro, cinco, diez puntos de desarrollo productivo, manteniendo a los mismos productores en condiciones de hacinamiento, mal pagados, etc., y sobre todo manteniendo al resto del país, en condiciones casi semi feudales. Me gustan los niños chinos, son lindos con sus pelitos lacios y sus ojos rasgados, pero generalmente cuando crecen ya no me gustan, se ponen feos.

Claro, las imágenes de las ciudades lindas, alumbradas, limpias, etc., que se publican y los chinos riendo dentro de ellas, pueden enamorar y crear la falsa ilusión de que eso es lo que necesitamos para el desarrollo, sobre todo a una gran parte de los cubanos, tan necesitados de ciudades lindas, limpias, alumbradas y sonrisas.

Es cierto, una parte de la población china, de más de 1300 millones de personas, está escapando, algunos millonarios incluso, pero al ser un capitalismo desarrollado dentro de un sistema político comunista, engendro poco explicable teóricamente, el sistema sigue siendo excluyente. Ellos, el partido comunista en el gobierno, seleccionan a quiénes les va a tocar, pienso que les cobra una gran mascada de lo que toca y el resto, pues que se joda. No es de extrañar que muchos de los empresarios y millonarios chinos hoy, ayer campesinos u obreros, estén manejando a nombre propio, como testaferros, el dinero que les da el propio gobierno.

Los chinos son famosos, no de ahora, sino desde siempre, por sus políticas frías represivas internas, muchas de ellas que someten a una gran parte de su población, sin tener muy en cuenta lo que pasa en el exterior, ni lo que dicen amigos o enemigos. Los cubanos nos quejamos y puedo asegurar, por lo que he vivido, que, con razón, pero jamás nuestro entorno se parece al de China, al final el buen ron, la música y el baile, los amigos de la infancia en la policía o la Seguridad del Estado, el sexo, nos han salvado. China fue y sigue siendo un imperio cerrado, sólo abierto a conveniencia y está demostrado que meterle caña a un millón de “amarillos” no representa mucho problema.

Ahora el Coronavirus nos trae, o me trae, muchas dudas sobre el buen actuar del gobierno chino, considerando la información que está a disposición, actuar que no me es extraño, a partir de toda la complejidad de la historia de ese país y su actuación totalitaria. No creo poder definir nada, porque en realidad lo que tengo más que todo son preguntas, dudas, que, para no sumarme a lo que está ocurriendo más allá del virus, prefiero no escribir ahora. Ya luego, con más claridad sobre esto, a lo mejor me anime. Sólo diré que he visto muchas declaraciones de ciudadanos chinos, honestos, de diferentes edades y sexos, al parecer conocedores de lo que ha y está pasando, culpando a su gobierno por lo que ha ocurrido no sólo en China, sino en el mundo y pidiendo disculpas por ello. Es lo más que pueden hacer, están pidiendo que no la cojan con el pueblo chino, pues no es culpable. Saben y aclaran, además, que por sus declaraciones al mundo están seguros de tener que enfrentar consecuencias personales.

China, ha publicado que está fuera o libre del virus y ha comenzado a ayudar a otras naciones afectadas con medicamentos y equipos y paralelamente han comenzado a aparecer informaciones sobre ese país y el Coronavirus, que no puedo asegurar que sean 100% ciertas, pero la historia como ciencia demuestra que “cuando el río suena es porque piedras trae”. El tiempo pasará y entonces, como siempre, personas no involucradas, no actores con cabezas frías, podrán dar una versión objetiva, creíble, con datos e informaciones reales. “No van lejos los de adelante, si los de atrás corren bien”, “Mas fácil se coge a un mentiroso que a un cojo”, “La mentira tiene piernas cortas”.

He leído algo, reconozco que no tanto como otras personas, porque por recursos de sobrevivencia, mi cerebro, ha parado el interés por estar al tanto, minuto a minuto, de lo que está pasando en cada rincón del mundo. Son tantos los infestados, los muertos, las noticias aparentemente reales y sobre todo, las aparentemente falsas; son tantos los que, como dice mi amigo Félix desde España, han aprovechado el momento para criticar a los gobiernos de aquí, a los de allá, para demeritar lo que se está haciendo, para mostrar la inconformidad con sus realidades; son tantos los que pelean con otros para imponer su forma de pensar, para salvar el pedazo de tierra donde viven voluntarios o por necesidad, son tantas y tantas las comparaciones y creo, personas apostadas detrás de sus pantallas para criticar el más mínimo detalle, sin reales o sólidos argumentos, que después de algunos meses, ya no puedo seguir interesado. Sé lo que significa, sé cómo cuidarme mínimamente, estoy al tanto de los míos cercanos, familia y amigos, estén donde estén y entonces espero que todos salgamos de esto y que no demore mucho. No soy político de oficio, no soy médico.

De más está decir que el Coronavirus ha devenido en un campo de batalla ideológico absurdo, donde los partidarios de diferentes bandos están aprovechando lo mínimo para derrotar al otro bando. ¿Qué es mejor ahora el capitalismo o el comunismo?, ¿Quiénes son mejores en Estados Unidos los demócratas o los republicanos?, ¿Europa socialdemócrata es más efectiva que el capitalismo norteamericano?, ¿Se vive mejor en Finlandia, país con 6 millones de personas a los que se les quita en impuestos hasta el 40% de su salario para obras y actividades sociales o en Estados Unidos con 327 millones de personas, donde de forma general la atención médica es pagada y los medicamentos, también generalmente, son caros?, ¿China, potencialmente locomotora financiera del mundo hoy, tiene mayores ventajas para vivir que España, Italia, Reino Unido, Japón y los propios Estados Unidos, países evidentemente muy afectados por la pandemia?, ¿Tendría que aprender el gobierno de Trump del sistema de salud del gobierno de Cuba y a cada ciudadano, echarle bajo la lengua tres goticas de un medicamento homeopático para elevar la inmunidad humana?

La estrategia personal que recomiendo es no coger lucha con cada actuación de cada gobierno, todos o casi absolutamente todos, a lo largo de la historia, han manejado y manejan la información, los recursos, las acciones, etc., a conveniencia. Desde la Antigua Grecia, en la llamada ciudad-estado, Atenas, no fue la única, pero si la más sólida, allá por el siglo VI a.C., donde los representantes que votaban se dedicaban a meter muela, comer, fraguar algunas traiciones y conspiraciones y participar en fiestas, etc., hasta hoy en Estados Unidos y en Cuba, ejemplo de dos gobiernos modernos diferentes, los políticos son todos parecidos, salvo, claro, muy honrosas excepciones.

A los que no estamos sentados tomando las decisiones, nos cuesta siempre trabajo entender el por qué de cada cosa, de cada segundo, de cada milímetro y casi siempre queremos, apelando a la lógica y el sentido común, que muchos suponemos tener, pero a veces no tenemos, que las cosas evolucionen rápido y efectivamente, tan rápido y efectivo como a nuestra conveniencia personal le convenga. Si esto fuera tan fácil, pues el planeta Tierra tendría un solo gobierno, jugaríamos en un columpio cantando canciones de amor todo el día y nos sentaríamos, imitando a Adam y Eva, a comer los frutos del Paraíso.

Las noticias sobre Estados Unidos son alarmantes, claro, pero son más porque muchas televisoras de aquí y luego del mundo entero, se han dedicado, a mí modo de ver, a multiplicar los problemas y presentarlos como el caos, la Apocalipsis, más que todo como una forma de pasarle las cuentas viejas a los políticos que no gustan.

Tal es así, que, de todos lados, incluyendo a Cuba, nada más y nada menos que de Cuba, recibo mensajes de preocupación extrema. Todos allí están preocupados por lo que estamos pasando aquí. Se dicen que los muertos están en las calles, que el sistema norteamericano de salud, o sea, hospitales, médicos, enfermeras, técnicos, personal de apoyo, etc., está totalmente colapsado, que ya nadie puede atender a los enfermos, que la economía está al derrumbarse, que todos pasaremos hambre y por supuesto, que el Sr. Presidente Trump es culpable de todas y cada una de las cosas que están pasando, da igual que se hable del fatídico virus como de un niño que nació sietemesino, da igual que se esté calculando los muertos por el Corona hasta de que ayer se disparó un transformador y se fue la electricidad en tres cuadras de un barrio de Iowa. Se dice que a Trump sólo le importa la economía, el dinero, aunque para eso tenga que “matar” a millones de los ciudadanos de este país. Señoresssssssssssss!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Trump, le ha venido bien a todos aquellos que necesitan un culpable, un malo de la película, a muchos que están aquí y a otros que nunca han venido. Trump le puede caer bien a muchos y mal a otros, pero por favor, amigos, no es el culpable de que, ahora en medio del Coronavirus, un lobo salvaje, aprovechando la madrugada se meta en el gallinero y se coma unas gallinas.

No trato de tirarle un cabo a Trump, sólo estoy tratando de llamar la atención sobre la enormidad de quejas, criticas, burlas, etc., que el tipo recibe diariamente, de personas que viven aquí y no les gusta, de personas que viven en Cuba y prefieren hablar del presidente de Estados Unidos para no hablar del presidente que ellos tienen y personas que viven en otros lugares del mundo y como parte de una ola gigantesca  y de moda, se suman a las críticas, sin conocer, creo yo bien, las interioridades del gobierno, personas poco críticas con otras realidades, pero extremadamente criticas con la realidad norteamericana.

Mi opinión es que hay muertos y habrá, es innegable, pero ninguno está tirado en las calles, no caminamos por encima de los cadáveres, es mentira, no estamos pasando hambre, no estamos nerviosos porque el fin del mundo llegó. A diferencia de un señor muerto en la acera, donde por horas nadie lo vino a buscar y ni tan siquiera pudieron tapar el cuerpo sin vida con un trapo viejo y que cuando enviaron a un trabajador de salud, lo enviaron sólo, sin equipos, el que se negó a recogerlo porque tenía dos hijos, frente a un grupo de policías y funcionarios del gobierno municipal que sólo observaban, que se están dedicando a evitar que las personas filmen con sus teléfonos y publiquen fotos y videos, pero que tampoco se brindaron a recogerlo y hubo que esperar a que una vecina, mujer cubana, guapa, sin uniforme, sin trajes especiales, sin mascarilla N95, autonombrada hija de San Lázaro, Babalú Ayé, lo cogió por los pies para meterlo dentro de una caja de madera, en un pueblo de la provincia Pinar del Río, toda esta escena frente a vecinos y niños.

El manejo de la información, de forma consciente o inconscientemente tiene en momentos como estos su máxima complicación. Todo se presta para el manejo, a veces inescrupuloso. Hoy sólo hay que dar un clic para que, la información real, buena, ilustrativa, que ayuda, pero también la falsa, la que alarma, la amarillista, la que desinforma y crea desinformación, vuele y llegue a millones de personas. El mundo está alarmado por el Coronavirus y muchos están muy entretenidos mostrando su preocupación, preocupando a otros.

Desde Cuba, representando la información oficial o la tendencia del gobierno, me llega algo como este mensaje publicado por Mariela Castro, una persona que forma parte del gobierno en su función profesional y política, que espera la ocasión exacta para hablar, a pesar de que puede callar frente a muchos y más complicados problemas internos que sí le debiesen interesar:

“! Que desastre! Me duele el pueblo estadounidense. # Trump sigue maltratando a su pueblo cuando más atención necesita de su presidente. # Covid19 #CubaSalva”

Por supuesto, con mensajes como estos, muchas personas que viven en Cuba, sinceramente preocupadas, se hacen eco del bombardeo consciente, de la información sacada de contexto, de la repetición y repetición de que los problemas están en otro lugar y me hacen llegar mensajes como este que reproduzco:

“Hola querido Roly. ¿Cómo andan de salud ustedes hoy?......Lo que veo que está pasando por allá es terrible… muchos enfermos y muertos… Yo hasta ahora normal… La pandemia sigue avanzando por doquier…y por acá hay más medidas de contención y prevención. Y el Sr. que manda por allá está loquísimo, más ahora, tomando medidas contra la OMS y otros países, cuando tiene que componer el suyo…"

¿Qué decir? Amigos y familiares cercanos, denle un golpe de cuarentena a la información, saldremos del Coronavirus, pero luego quedaremos enfermos, nerviosos, estresados, histéricos. Seleccionemos fuentes confiables y afiliémonos a ella. Existe mucha mentira, mucha mala intención, mucha desinformación que presume de estar informada. 
Apaguemos nuestras pantallas un rato cada día. Es un buen momento para regresar a los libros de papel, sentir la inigualable sensación de mojarse un dedo para pasar una página, regresemos o aprendamos sobre las labores manuales, da igual pasar un trapo húmedo a los muebles, hacer origamis o regar las plantas. Volvamos al entretenimiento sano.  

Los religiosos cristianos pueden volver a leer el Viejo y el Nuevo Testamento. A los cubanos musulmanes les recomiendo el Corán en su versión en árabe. A los patriotas les recomiendo las Obras Completas de José Martí, la edición de 20 tomos. Para los revolucionarios pueden empezar a leer todos los discursos, intervenciones, declaraciones, reflexiones de Fidel Castro, empezando por su alegato histórico en el juicio por el asalto al Moncada. A los que les gusta la ciencia ficción pueden seleccionar algún escrito de Marx o los que luego hiciera Lenin. Para aquellos que gustan de los detalles mínimos e inacabables pueden escoger a García Márquez y sus “Cien años de Soledad” y si quieren sentir lo que significa el aplastante no paso del tiempo, les recomiendo el documental del más francés de todos los cubanos, Alejo Carpentier, sobre La Habana, también pueden retomar las cinco partes de Liberación, sobre la Gran Guerra Patria de los Soviéticos, o la inigualable serie de espionaje, sólo un poquito lenta por la factura, “17 Instantes de una Primavera”.

Estaremos bien, cualquier de estas acciones serán mejores que aprender de memoria el nombre y la edad de cada uno de los fallecidos. El virus que nos ha tocado vivir, es eso, nos ha tocado vivir y lamentablemente ha afectado a muchos a la misma vez. El no se resuelve criticando, ni sobre inflando noticias o estados de ánimos. El virus no se resuelve con depresión. Preocupémonos por ocuparnos.





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