jueves, 18 de noviembre de 2021

¿Estamos los cubanos en ese momento?

Creo que no es necesario, pero me gustaría decir nuevamente, para aquellos, algunos de mis lectores sensibles, que la idea de expresarme a partir de “nosotros” los cubanos, incluyéndome en escenarios y acciones en las que evidentemente no me encuentro, apela o sale de un indiscutible lugar de origen, nací y viví muchísimos años en Cuba y, más que todo, a un sentimiento con el cual he vivido toda mi vida.

A veces pensando en Cuba hoy, cierro los ojos y me vienen imágenes de películas muy vistas. El cine cuando es bueno, ayuda.

Veo imágenes de guerra, sobre todo aquellas guerras antiguas donde se combatía frente a frente. Hoy es más fácil, un cohete se dispara desde una oficina, demora segundos en recorrer miles de kilómetros, se mete por una ventana y explota, destruyendo un pueblo entero, a veces ganando esa batalla. Antes era más complicado.

Bueno, en esas imágenes que me vienen, veo dos bandos parados uno frente a otro o a un grupo apostado frente a los muros de una ciudad medioeval, en espera de la orden de combatir y sobre todo veo a un tipo fuerte y bravo guerrero con una bandera, pedazo de tela, a veces de colores, a veces con letras y números, que identifica, da legitimidad y pertenencia.

Cuando se forma, el abanderado sale corriendo, pues su misión, en realidad no era combatir, sino alentar y motivar a la tropa. A la mitad del camino, recibe el primer impacto, según la época, un tiro o una flecha y el tipo, ahora en cámara lenta, se tambalea, mira a su gente, se incorpora, mira a la bandera y sigue hacia adelante.

Unos metros más y recibe el segundo y el tercer impacto, a veces a los directores se les va la mano y el tipo recibe más impactos o heridas que las que realmente un humano puede aguantar, les recuerdo que las 27 heridas que se dice tenía Maceo, primero, no fueron adquiridas todas el mismo día, luego, hasta donde averigüé en algún momento, parece que la historiografía, a veces mal encaminada, a veces inocente, le ha sumado al Titán, las heridas de otro Antonio Maceo, que fue su medio hermano. Historiadores con calculadoras en mano.

Volvamos a las películas. El amigo tambaleándose, lleno de sangre, mirando a la bandera y al cielo, ahora en cámara más lenta, se desploma y cae de rodillas. Las escenas con caballos son más dramáticas, porque al caballo que le hemos cogido cariño durante las escenas anteriores, también lo hieren y obvio, la escena del animal cayendo frente a la cámara, en movimientos muy lentos y detallados, ocupa más espacio en la pantalla. El combatiente, ya de rodillas y casi sin vida, en un último esfuerzo, encaja la asta de la bandera en la tierra y finalmente cae boca arriba, la música acelera los corazones de los espectadores. En ese mismo momento, otro amigo, casi siempre más joven, no sé por qué, repara en el hecho, se acerca, mira dos segundos a su compañero de combate muerto con mirada de despedida, si fuera un vikingo hay que hacer un tiempo para ponerle una espada en la mano al fallecido para que vaya bien en el viaje, recoge la bandera, mira de nuevo a la tropa y reemprende la marcha hacia el enemigo.

¿Estamos los cubanos en ese momento? Como nada es absoluto, pienso que no y que si, al mismo tiempo.

Lo primero que quiero dejar claro es que creo que para participar en una guerra o tan siquiera en una marcha de las llamadas pacíficas, hay que estar muy convencido o loco. Mejor si es asistido por ambas cosas a la misma vez. No debe resultar nada fácil ir al frente de batalla, sabiendo que existe un por ciento muy alto de, por lo menos, resultar herido. No debe resultar fácil marchar, aunque anunciada la marcha como pacífica, sabiendo que al final de la calle o en un parque se encuentran apostadas las fuerzas contrarias, superior numéricamente, superior en armamento y preparación, a veces rabiosas, cuya misión, anunciada no, pregonada, es reprimir a los marchantes.

Entonces el convencimiento de estar luchando por una causa justa, merecida, arrebatada, tal como la libertad, los más importantes derechos humanos, la independencia, etc., hacen posible lo imposible o sólo una locura, una demencia o una enorme necesidad de protagónico histórico, avalan el enorme sacrificio que se pretende hacer.

Cuba recoge en su historia muchas de estas actuaciones protagónicas, avaladas únicamente por el convencimiento, la locura y por qué no ambas cosas. El mejor de los ejemplos lo tuvimos en Fidel Castro, quien se propuso ser famoso y en vez de Hollywood, lugar a donde quizás pudiera haber llegado por su histrionismo y dinero familiar, escogió luchar para derrocar a la dictadura de Batista, sin que nada, ni nadie lo pudiera detener y luego, se propuso dirigir a su antojo a un país entero y lo logró sin que nada, ni nadie lo pudiera detener, para no hablar de la historia de nuestro Apóstol, quien fue capaz de armar una revolución enfrentando no sólo a enemigos, sino a muchos independentistas con grados militares ganados en las guerras cubanas, para, nada más y nada menos, que independizar a Cuba de España, sin haber montado un caballo en su vida y no haber manejado más armas blancas que un cuchillo de mesa para sólo cortar un bistec o untar la mantequilla en el pan. Convencimiento y locura juntos, se convierten en una bomba.

Por ejemplo, recuerdo imágenes de la última guerra de Viet Nam y veo a jóvenes vietnamitas, menuditas como siempre suelen ser, con sus sombreros de mimbre, metidas de cabeza en la tierra anegada sembrando arroz con un fusil automático en la espalda, que, al escuchar acercarse los cazas o helicópteros norteamericanos, paraban sus faenas agrícolas, disparaban dos o tres ráfagas y luego continuaban sembrando arroz animadamente, tal como si no estuviera pasando nada. Recuerdo las imágenes del pueblo irlandés del norte, 1972, donde simples manifestantes, que se trataban de expresar pacíficamente, tuvieron que aguantar las bombas de gas, las balas plásticas, los chorros de agua y luego la brutal represión del ejército inglés con tanquetas militares y un batallón de paracaidistas incluidos. Y así, podríamos recorrer miles de historias, cada pueblo tiene las suyas.

 NO. Creo que no los cubanos no estamos aún en el momento del total convencimiento o de la total locura, que nos haga salir todos juntos de una vez hasta el final para conseguir lo que queremos, necesitamos y según las leyes humanas más elementales, nos merecemos.

Observemos cualquier acto de repudio de estos últimos que se han efectuado. Ellos están protagonizados por 20, 30, a lo sumo 40 personas, que no conocen al repudiado, sino que son movilizados de lugares cercanos, de centros de trabajo o estudio para ejercer tal, sobre todo, inhumana acción. Suponemos o sabemos que detrás de estas personas existen otros 20 o 30 escondidos, camuflajeados, vestidos de civil esperando por si la cosa se pone mala. También todos sabemos que detrás de esos actos de repudio, existe todo un operativo y puesto de mando, que, a la vuelta de una llamada telefónica, estará dispuesto a aumentar las fuerzas.

¿Dónde están los vecinos que quieren al repudiado?, ¿Dónde están el resto de sus familiares?, ¿Dónde están los amigos?, ¿Dónde están las personas decentes que no tienen por qué sufrir el acto de repudio, malas palabras, gritos, música, etc., que no salen a prohibir el espectáculo? Esos repudiados reciben, al decir de ellos mismos, cientos de llamadas y mensajes de solidaridad, diciéndoles, estamos contigo, eres muy valiente, te apoyamos, etc., pero mientras se está ejecutando el crimen, nadie aparece.

Veamos otro momento. Tres policías flacos, falta de ejercicios y poco hábiles con sus cuerpos, están dándole golpes, agarrando por el cuello, metiendo en un carro de policía, lo mismo a un joven, que, a una joven mujer, a veces no a tan jóvenes y hay 15 personas o más, muchas de ellas hombres fuertes, que están grabando con el celular, a veces se escucha una voz en OFF que dice: abusadores, pero 15 personas o más, no se les tiran a los tres policías arriba y le quitan de las manos al joven reprimido. Las personas observan, pacientemente, ven marcharse el carro con el detenido adentro y después comentan a través de sus celulares. El detenido, el valiente, estuvo todo el tiempo solo, en ambos casos, aquel soldado que corre, recoge la bandera y sigue hacia adelante, no aparece con facilidad.

Y hasta cierto punto es entendible o al menos por tradición conocido, porque los cubanos hace muchos años vivimos inactivos sobre estos andares. No queremos poner el muerto, unos por miedo, otros por compromisos, otros porque todavía siguen confiando en las “anécdotas” del gobierno y es más fácil mantenerse en la zona de confort, aunque el confort no exista, otros, como muchos otros pueblos, porque están esperando a que alguien se inmole por ellos para luego, como en muchas otras ocasiones, recoger fácilmente los resultados. Hay descontento y miles de necesidades acumuladas sin solución, mucho no quieren al gobierno, están cansados de todo y todos, pero están esperando pacientemente a Papa Noel para que les entregue personalmente el cambio ya realizado. De una forma u otra, en el momento del repudio, de la manifestación individual, el repudiado o reprimido, frente a 30 personas, furiosas es verdad, pero 30 personas, sigue estando solo.

Y es entendible repito para no caer en falsos triunfalismo y no cometer el error de minimizar al enemigo, o sea, al gobierno y a todos sus lacayos. Es cierto, el gobierno cubano es corrupto, el apoyo que solía tener ya no lo tiene, está desmoralizado frente, no sólo a muchos cubanos, sino a muchos extranjeros amigos incluso en el pasado, pero, aun tiene el poder y la fuerza y sigue moviendo los hilos ocultos de forma experta para la politiquería y para salirse airoso de un momento como este.

Que no quede dudas que estamos luchando contra un monstruo armado, corruptor, revanchista, bajo y sucio, mentiroso como pocos, de más de medio siglo en práctica represiva. No se puede desconocer que estamos luchando contra un monstruo que no dudará en utilizar ningún método, incluso el de sacar a los niños inocentes que forman parte del espectáculo represor para de momento detener o aplacar cualquier manifestación en su contra.

Estamos frente a un gobierno que no se limita, que prohíbe salir a caminar a una monja en nombre del Partido Comunista, que prohíbe salir a personas de sus casas, viejos, niños y que no duda en reprimir brutalmente a padres frente a sus hijos menores de edad, que como resultado resultan reprimidos también. Niños y adolescentes encerrados en sus casas, siendo víctimas de gritos, ofensas, golpes, padres y madres arrastradas por el suelo, incluso asaltos violentos de casas y tiros a las personas delante de sus menores. Personas llevadas por la fuerza, arrancadas de sus familias, ancianos enfermos incluso, por la fuerza.

SI. Creo que si hemos comenzado el camino del abanderado. No todo lo rápido que se quisiera o necesitara, no como en una imagen de una película que transita en minutos, pero si se está caminando.

Por primera vez en nuestra historia, parte de nuestro pueblo se lanzó a las calles y vio correr a la policía. Un pueblo desarmado, sólo con celulares, consignas y piedras, hizo escapar a la fuerza represiva organizada y armada. El pueblo de Cuba ya sabe, por experiencia, que cuando son miles, la policía sale huyendo. Entonces estamos ensayando, tenemos que ser miles y miles, el lunes, el martes, el miércoles, etc.

Creo que se está perdiendo el miedo. Las personas que marcharon y se han continuado manifestando, dicen que se sintieron libres y esa sensación trabaja a largo plazo como una droga. Luis Manuela Alcántara, uno de los lideres del Movimiento San Isidro dijo: “La libertad es un vicio y no podemos renunciar a ella” y eso es verdad.

Estamos comenzando un camino que no tiene marcha atrás, podrá demorar una semana, un mes, un año más, pero el gobierno, mejor que nadie, sabe, aunque lo niegue, que poco le queda.

Hemos vivido momentos donde una sola persona, parada frente a su casa o por una ventana, ha sacado de quicio a los represores. Una persona con una flor y un pullover blanco ha desatado la violencia. Cuando el gobierno reprime una canción, un poema, un color, se sabe perdido.

Como nunca comienzan a aparecer voces de intelectuales cubanos, músicos, artistas, que hasta ahora habían estado en silencio. Ahora no podrán decir que son escorias, delincuentes, mercenarios. ¿Los grandes maestros Leo Brower y Chucho Valdés escorias analfabetas? Han comenzado a aparecer los religiosos. Tras el desastre ocurrido en el Vaticano, donde la policía no dejó manifestarse pacíficamente a los cubanos allí reunidos, los católicos cubanos se han manifestado, la máxima autoridad de esa iglesia en Cuba no sólo ha emitido comunicados, rezos, peticiones, sino que padres católicos salieron a desfilar o caminar por las calles cubanas en cada una de sus congregaciones. Caminaron con una flor blanca en las manos. Esto, a pesar de que la iglesia católica, fue desde 1959 una de las instituciones más agredidas y a pesar de que durante muchos años se ha mantenido callada de forma oficial, hoy los curas y las monjas, finalmente, se han puesto donde deben estar, según sus postulados teóricos, al lado del pueblo y comienzan a reconocer públicamente y eso es lo más importante, que se violan los derechos humanos en Cuba. Bravo por Sor Nadieska Almeida, cubana, que no se dejó intimidar por la orden del partido comunista de que no podía salir y salió, entre otras cosas porque Sor nada más tiene un “jefe” y no es comunista.

Como nunca también, el mundo está participado. En más de 120 ciudades alrededor del planeta, se realizaron marchas de apoyo a Cuba, protagonizadas por cubanos libres, pero también muchas organizaciones internacionales, personalidades, etc., se han manifestado a favor de los cubanos. Antiguos amigos del gobierno cubano, o al menos, activos consentidores, hoy están reculando, cuestionándose lo que está pasando, hablando de represión brutal, violación de los derechos humanos, etc.

La oposición ya no es sólo dentro de los Estados Unidos, mayor foco histórico contra el gobierno cubano, hoy en todos los continentes ha habido y siguen existiendo manifestaciones a favor del pueblo cubano y no se su gobierno.

Es real, aún no es mayoría, aún hay muchos que callan, se esconden o se hacen “los suecos”, pero creo que poco a poco el mundo despierta, poco a poco se va dejando de hablar del “maravilloso paraíso” cubano. Al gobierno cubano le han ido, y eso continuará, quitándole la careta. Cada vez son más voces que lo cuentan.

Estamos ganando. Es cierto, no los hemos expulsado definitivamente o no se han escapado de madrugada, pero estamos ganando y entonces lejos de depresión, mal humor, frustración, tenemos que estar contentos tanto dentro como fuera de Cuba.

Cualquier batalla como esta, contra un enemigo herido, pero aún poderoso, demora meses, años, tiene sus retrocesos, tiene sus fracasos, pero poco a poco se irá ganando espacio y vista. Cada cubano que hable, escriba, camine, se vista del color reprimido, haga una declaración, no importa si en un deporte, en un espectáculo musical, una obra de teatro, cada persona que cuelgue una sábana blanca, que tire la basura, que toque una cazuela, que aplauda, que cante una canción, está construyendo la VICTORIA. Cada detenido, cada prisionero, cada arrastrado o golpeado, a cada persona que le han gritado, que lo han ofendido, hoy es más fuerte, es, a pesar de la carga, más libre.

Si, hasta hoy, 18 de noviembre de 2021, hemos ganado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 15 de noviembre de 2021

Cubanos, tenemos que aprender rápido. (Segunda Parte)

Hace ya cuatro meses, los cubanos se lanzaron a las calles, por más que el gobierno cubano y su presidente Díaz Canel han asegurado que las manifestaciones fueron organizadas y pagadas desde el exterior, argumento que ya nadie cree. Los cubanos que salieron cogieron a todos desprevenidos. El gobierno, acostumbrado a que, de malas caras y protestas familiares nunca se pasaba y seguro de que el miedo era mayor que la necesidad, amaneció con personas gritándoles a las caras que querían cambios, no comunismo, libertad de expresión y organización, libertad para los presos políticos y fuera del gobierno todos los que gobiernan desde hace seis décadas, cuyos logros han sido la miseria, la pobreza, el deterioro económico, pero, además, mucho más, el deterioro humano.

Reorganizado, horas después, el gobierno desató de forma planificada, organizada y pública, la gran represión. Sacaron a las calles a los militares, policías y grupos paramilitares a cazar cubano a cubano, a todos aquellos, jóvenes en su mayoría, que habían salido a manifestarse.

Semanas de represión, madres sin hijos, hijos sin madres, hombres y mujeres jóvenes y viejos están todavía hoy en calabozos y cárceles. Teléfonos cortados, celulares sin servicios, citaciones oficiales, citaciones extraoficiales, o sea, sin papeles, sólo de palabras, personas confinadas dentro de sus casas sin poder salir, sin poder recibir a nadie. Vigilancia 24 horas del día sobre aquellos que se identifican como líderes o miembros de las organizaciones disidentes. Muchos intelectuales, profesionales, artistas, pero además médicos, enfermeras, periodistas, han sido detenidos en medio de la calle, montados en autos de policías e incluso autos civiles y desaparecidos. Miles de acciones de advertencia, chantajes, presiones para intimidar, etc., lo que trata de impedir que las personas se expresen y vuelvan a manifestarse sobre todo en las calles.

El gobierno demostró su incapacidad, pero, además, se quitó la careta. El gobierno anuncia la represión, sin el más mínimo rubor. Ya no hay razones, ya no existen argumentos, hoy el gobierno se mantiene por la fuerza, tal como cualquier otro gobierno dictatorial o totalitario. Estamos aquí, dirán, porque nos da la gana y permaneceremos aquí hasta siempre, así nos cueste meter preso o más preso a la mayor parte de este pueblo. A nadie le importa ya el socialismo, el beneficio, la equidad o el equilibrio, lo que está hoy imperando es, estoy aquí por la fuerza y me da igual lo que ustedes y el mundo entero piensen. Cuba es nuestra y no hay nada que hacer. Cuba es nuestra finca, nuestra propiedad y si la única forma de mantenernos en el poder es ensangrentándola, lo haremos. Total, ese pueblo siempre es el que ha puesto la sangre.

A partir del 11 de julio, que a pesar de que no logró sacarlos del poder, fue un gran triunfo, porque fue la gran primera vez que el pueblo, muchos cubanos, se lanzaron a las calles para gritar “abajo el comunismo”, se viene planificando una nueva marcha pacífica. Siguiendo los manuales de los países democráticos se pidieron todos los permisos, que, siguiendo los manuales de los gobiernos totalitarios, fueron negados sin argumentos o con argumentos que ni ellos mismos creen. Organizaciones democráticas, civiles, pacíficas que han querido hacer razonar a los que jamás han razonado. Dialogo entre sordos, mudos y ciegos.

Sería lindo, pero imposible, hasta cierto punto infantil o romántico, pensar que con una marcha se pueda derribar y hacer desaparecer al gobierno cubano. Para lograr esto, habría que meter una marcha el lunes, otra el martes, otra el miércoles y así sucesivamente, semanas y semanas. Habría que levantar al país entero o a su mayor parte y cuando 1000 cubanos sean puestos prisioneros, otros 2000 aparezcan para sustituirlos. Habría que estar dispuestos a recibir palos, golpes, a tener heridas, a sentir el sabor de la sangre rodando por cabezas y rostros y permanecer en las calles. Habría que no regresar a las casas, pero además habría que paralizar el país, no transportes, no agua, no electricidad, no escuelas. Habría que levantar a las emisoras de radios y de TV, habría que convencer a parte del ejército y policías y eso, aunque no es del todo imposible, jamás se podrá lograr en un día, ni con una marcha, ni con muchos países del mundo observando y marchando también.

No seamos ingenuos, el gobierno cubano, que aún controla fuertemente al ejército, a la policía, a los diferentes departamentos del ministerio del interior y la seguridad del estado, pero además que tiene cogido por el cuello a muchos estudiantes universitarios y a muchos de los trabajadores “privilegiados” que existen dentro de Cuba, como los del turismo, las tiendas en dólares, las firmas extranjeras, los cuerpos diplomáticos, etc., lleva 62 años estudiando, practicando, ensayando para momentos como este, porque ellos, que son incapaces, pero no anormales, desde hace muchos años, saben que este momento llegaría. A lo mejor en realidad se están preguntando cómo había demorado tanto en llegar.

Yo, que nunca he pertenecido a ninguna estructura del gobierno, sé y entonces lo sabe hasta “malanga”, que en Cuba nada funciona, que hace falta muchísimo dinero para desarrollar cualquier sector de la economía hoy en franca crisis, pero si hay algo que siempre ha funcionado es el aparato represivo, las leyes para amparar la permanencia del gobierno y el dinero para apoyar o garantizar cualquiera de estas cosas. Algún día descubriremos cuánto dinero invierte el gobierno en estos cuerpos y ese día, a lo cubano, nos caeremos de culos.

El gobierno cubano, si algo sabe es de reprimir. Siempre lo ha hecho, como ya escribí, en momentos de forma solapada e individual y ahora de forma masiva. El gobierno cubano tiene la fórmula muy bien experimentada y es precisamente echar a fajar a cubanos contra cubanos, es dividirnos dentro de nuestras propias familias, es llegar a introducir en la cabeza de cada cubano que siempre está vigilado y que el familiar más cercano, el amigo más fraterno o el vecino más solidario es quien lo vigila y lo delata.

Ya no existe fortaleza ideológica, lo sé por propia experiencia. Aquellas personas que lucharon por construir un país nuevo, fuerte y poderoso, aquellos que creyeron en Fidel, hoy viven felices en Estados Unidos, el enemigo, o están en listas para llegar. Aquellos que, incluso, trabajaron directamente dentro de los aparatos represivos y militares, hoy caminan por las calles de Miami, Madrid, México y no quieren hablar de su oscuro pasado y no quieren saber lo que está pasando en el presente. Hoy muchos son libres y se arrepienten, hoy muchos son honestos y reconocen que sí creyeron, pero se desilusionaron. Las calles de estos países capitalistas están llenas de exagentes cubanos, de expolicías, de exmilitares incluso de altos rangos, pero además de exfuncionarios, de exdirectores, de ex vice ministros y de muchos amigos, familiares o personas en el pasado, muy cercanas al poder. 

El gobierno cubano lo sabe, pero sabe, además, que aún estamos divididos, que aun estando fuera de Cuba, seguimos enganchados con ella porque tenemos allí a familiares y amigos cercanos y se aprovecha de esto. El gobierno cubano sabe que no queremos bombas, que no queremos tiros, que no queremos muertos, primero, porque no está en nuestra naturaleza hoy, hasta hoy por lo menos, segundo, porque en realidad tememos que los próximos detenidos o muertos sean los nuestros.

El gobierno cubano conoce de nuestra doble, triple, cuarta moral y de nuestro doble pensar, entonces nos utiliza. Sabe que hoy, los cubanos no pueden irse fácilmente a otro país y que muchos tienen alguna forma de vida ilegal detrás de la legal, entonces los corrompe, los amenaza, los compra, los chantajea, los convierte en mercenarios. Si, en verdaderos mercenarios que por una jaba de comida extra o la posibilidad de luchar algunos dólares en el restaurante u hotel donde trabajan, son capaces de salir a hacer un mitin de repudio a un vecino, incluso al vecino que hasta ayer los ayudó a sobrevivir y/o dar golpes a personas maniatadas, tiradas en el piso, agarradas por los cuellos, inmovilizadas, etc.

Personas, muchas, que viven de sus familiares “gusanos” que se fueron un día, que se disponen a reprimir a jóvenes amigos de sus hijos, a personas que quieren cambios, a viejos que se están literalmente muriendo de hambre, a los que se les están cayendo las casas arriba, a los que no tienen agua, ni electricidad, pero se les exige que se muestren felices con sus vidas. Personas que viajan a Miami u otro lugar del mundo con frecuencia para vivir bien y vacilar, pero cuando regresan a Cuba, con muchas libras de más en sus cuerpos y con muchas libras de más como pacotilla para vender en el mercado negro, son revolucionarios.

El gobierno lo sabe y lo utiliza. No existen ambulancias, ni oxígeno, ni medicamentos en los hospitales, pero se ha incrementado en varias veces el parque de autos y equipos para reprimir. No hay madera ni para las cajas de muerto, pero de pronto se han armado a civiles, jóvenes estudiantes, trabajadores e incluso alguna que otra ama de casa gordita, con palos, como bates, fabricados exactamente para golpear. Los agentes del gobierno están dando golpes con manoplas de hierro en sus manos, instrumentos de tortura, miles de veces criticado en la actuación de los represores batistianos. No hay comida, pero a los militares, a los agentes de la seguridad del estado, a los simples trabajadores del ministerio del interior, se les da semanalmente sendas jabas con comida, bebidas no alcohólicas y bebidas alcohólicas. Mientras las personas están haciendo grandes colas para comprar costillas de vacas sin carne, o sea, huesos pelados, los que son utilizados para reprimir son alimentados y mantenidos contentos, no sólo con botellas de ron de producción nacional, sino con botellas de whisky escocés.

Entonces se anunció una nueva marcha para el 15 de noviembre, hoy, donde de nuevo el objetivo es salir a la calle de forma pacífica a demandar cambios. Salir a las calles con flores blancas, también vestidos del color de la pureza, a gritar consignas como única arma, lo que me parece inteligente y, sobre todo, muy valiente. Estas protestas pacíficas le dan visibilidad a Cuba, a los cubanos, al menos a esa parte que tiene el coraje de inmolarse públicamente, a pesar de las graves consecuencias que puedan correr.

Pero al mismo tiempo, el anuncio anticipado, ha dado tres meses de preparación al gobierno que está decidido a no irse fácilmente. Es como si un ladrón avisara a la casa donde piensa robar, algo así como: querido vecino, mañana día 15 a las 2:00 a.m., voy a forzar la ventana y me voy a meter en su casa a robar todo lo que me pueda robar. Tengo objetivos claves como el dinero y los efectos electrodomésticos. ¿Qué encontrará? Pues como mínimo a toda la familia apostada con palos, escobas, cuchillos, cabillas y machetes, en cada ventana y puerta de la casa. El ladrón que anuncia el robo nunca podrá robar.

El gobierno fue avisado y como “guerra avisada, no mata soldado”, tuvo, después del momento desagradable del 11 de julio, meses para prepararse y fortalecerse y no es de esconder que aprovechó bien el tiempo.

Gobierno inescrupuloso, corrupto y corruptor, que incluso no ha dejado de sacar a los niños para hacer justamente ahora actividades infantiles en todos los puntos neurálgicos del país donde se habían avisado que ocurrirían las marchas. ¿Niños? Si, a los niños.

Paralelamente, en silencio, fue recogiendo a cada posible líder de la marcha. Algunos siguen guardados, otros han sido advertidos, chantajeados e intimidados con largas condenas en prisión. Además, como nueva modalidad puesta en práctica más que nunca, mantiene confinadas a personas dentro de sus casas, con guardias apostadas durante las 24 horas del día en las aceras, esquinas, techos, cuya misión única es no dejarlos salir ni para tomar el Sol. Presos sin juicios, sin delitos, sin condenas, desterrados dentro de sus viviendas con un solo argumento por parte de las autoridades: no me da la gana que salgas, ni tú, ni tu pareja, ni tus hijos, ni tus padres. Están reconcentrados sin existencia de campos de concentración. Si Valeriano Weyler, el triste famoso reconcentrador de la población rural cubana en el siglo XIX, despierta, se vuelve a morir.

La lucha pacífica escogidas, quizás como primer y hoy único recurso para luchar, es fantástica, pero es larga y desgastante y significa la capacidad de poner el cuerpo inmóvil y estar dispuesto a aguantar. Mientras más golpes, más aguante. Mientras más torturas más soporte. Entonces a veces, después de mucho tiempo, heridas y muertos, el represor se desmoralizan, se desespera frente a un reprimido que le dice: sígueme golpeando, torturando, gritándome, ofendiéndome, no voy a ceder.

La lucha pacífica, esa de marchas con flores, necesita de un reprimido especial, con un nivel de convencimiento enorme, con una resistencia fuera de serie, capaz de sonreír a su represor, después de recibir cada golpe. Largo camino.

El gobierno cubano hasta ahora mismo la tiene fácil. Primero, Cuba es una isla, no existen fronteras. Segundo, el gobierno el dueño de todo, ejercito, policía, centros de trabajos, medios de comunicación e información, telefónicas, correos electrónicos, etc. Tercero, las leyes existen en casos como estos, solo para proteger al gobierno. Cuarto, el gobierno conoce nombre y apellidos, dirección, día de cumpleaños, teléfonos y correos electrónicos, gustos, necesidades, historia, etc., de cada persona marcada. Los viejos y los nuevos.

La posible conspiración y organización hoy se ha hecho por las redes sociales, por lo que es muy fácil, luego de disponer como disponen, de un, imagino yo, enorme aparataje tecnológico, conocer qué piensa, qué dice, con quién se relaciona, qué planes tiene, etc., cada opositor e incluso, más allá, si fuera necesario, cada cubano.

Entonces es aquí donde aparece Frank País, no estoy loco. Frank como máximo responsable primero, ya dije, fue casi desconocido para la policía y ejército batistianos, pues vivió y trabajó a partir de determinado momento en la más estricta y discreta clandestinidad; segundo, creó bajo su personal dirección, Fidel Castro estaba en la Sierra durmiendo sobre sábanas blancas, tomando agua fría e imagino que su preferida Coca-Cola de refrigerador, ver las fotos, e imagino comiendo lechón asado, porque mi madre tuvo un marido que bajó capitán del Ejército Rebelde y su gran habilidad era azar puercos, un movimiento secreto por toda Cuba con cédulas estrictamente clandestinas.

Con una muy bien estructurada forma de comunicación entre ellas, para lograr coordinaciones a nivel nacional. Pequeños grupos de combatientes clandestinos que se subordinaban exclusivamente a un jefe de forma secreta y no conocían al resto de los participantes. Se sabía de la existencia de otros pequeños grupos, pero no se conocían quiénes los integraban, ni cómo y dónde operaban.

Las marchas pacíficas son buenas. Claro, pero frente a un gobierno que no duda en poner a los niños como paraban, tienen que conseguir ser mayoría, o sea, tendría que salir a la calle 2, 3, más millones de personas. Habría que paralizar a un país entero. ¿Se puede hacer? Si, claro. El camino es largo.

Es fácil para el gobierno. Hoy los que no están detenidos, amanecieron, 5:00 a.m., con enormes mítines de repudio frente a sus casas. Es fácil para el gobierno, tienen el mecanismo ensayado. Va, moviliza a 20, 30, 40 personas que no conocen a la persona objeto del repudio, los monta en guaguas o camiones, les reparte pullovers, carteles y meriendas, los baja en el lugar escogido y les dice: ven aquella casa azul, es allí y ese grupo, como fieras amaestradas, se paran frente al corazón azul y comienza a gritar, a ofender, incluso algunos con espuma en la boca. Pueblo contra pueblo en lo que es una aparente respuesta voluntaria y espontánea.

Mis queridos lectores, se está marchando por algo muy complicado. No se está demandando un aumento salarial, no se está pidiendo que extiendan hasta 10 años la leche para los niños o que bajen el precio explotador del pasaporte cubano. Se está pidiendo al gobierno que se vaya, en el mismo momento que el gobierno dice que no se va a ir.

Si el objetivo es desestabilizar al gobierno, volverlo loco, que se dividan en sus soluciones, que se empiecen a fajar entre ellos mismos y que no alcancen los carros, el combustible, los policías, tenemos, además de las marchas pacíficas, los de adentro y los de afuera, que hacer algo más, algo diferente a lo que hemos hecho hasta hoy. No se puede esperar resultados diferentes con las mismas acciones.

Si el objetivo es debilitar al gobierno, las rocas son más fuertes y el agua las destruye, hay que hacer acciones que debiliten y entonces es ahí donde vuelve a aparecer aquel joven de 22 años, jefe de la Dirección Nacional y Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, que logró, mientras estuvo vivo, volver loco a los batistianos, al menos en una gran parte del país.

El gobierno cubano es dueño absoluto incluso de un pueblo desarmado que tiene seis décadas fuera de práctica en luchar por los elementales derechos humanos. El gobierno, tal como la familia que ha sido avisada del robo, no va a ceder, ni aceptar, porque ni cree en José Martí, ni cree en las rosas blancas, ni le importa la opinión internacional e incluso utiliza a los niños como herramientas para mantener el poder y aún, aunque nos duela mucho, sea por las razones que sea, tiene el sartén agarrado por el mango.

Sé que puede parecer fácil escribir esto detrás de mi PC en mi cómoda Nebraska, pero no nos queda más remedio a los cubanos de Cuba y los cubanos de fuera, que incendiar el sartén hasta que sea imposible sostenerlo y es ahí donde Frank nos puede ayudar.


Si queremos los cambios antes de morirnos, tenemos que aprender muy rápido

domingo, 14 de noviembre de 2021

Cubanos, tenemos que aprender rápido. (Primera Parte)

Como ya he escrito en varias ocasiones, nací y crecí en una orgullosa familia santiaguera, a la que le costó algún trabajo adaptarse a la vida de la capital. Aquellos santiagueros, no “palestinos”, que vinieron a La Habana, según ellos mismos, a “proteger” a Fidel, porque nadie lo podía querer como ellos.

En los primeros años de la revolución, crecer en una familia como aquella, era casi siempre, vivir en una familia revolucionaria de extrema, convencida, dedicada a trabajar para respaldar el gran sueño. Los santiagueros tienen, dentro de sus características, esa, el extremo, son o muy para la izquierda o muy para la derecha, son demasiado rojos o demasiados azules. Para muchos, lo digo por experiencia, no existe mucho el medio, el equilibrio. La pasión, el orgullo, el valor que daba haber nacido en Santiago, una de las ciudades que más aportó a la última lucha revolucionaria, sino la que más, marcó a muchísimas personas.

Cuentan que una vez el Partido Comunista, a través de la figura de Almeida, dio la orientación de poner una tarja conmemorativa en aquellas casas donde las familias habían tenido un muerto en acciones de combates en la Sierra o en la clandestinidad y el propio partido tuvo que cambiar la idea, porque en cada casa, en cada edificio, en cada plaza y parque, hubo que poner tarjas o placas con nombre de mártires. Contaba mi abuelo Papá Felo, que cuando él tenía que salir echando de Santiago, porque la policía de Batista lo estaba buscando para, ya saben, pasarle la cuenta, se escondía en La Habana, que por aquellos años siempre estaba de fiesta, incluso de carnavales. Si, es cierto, Santiago puso muchísimos hombres y muchísima sangre y eso, entonces, acabó de configurar las características de los santiagueros, que ya venían orgullosos. Los Maceos eran también de allí.

Al ser santiaguero, obviamente se terminaba queriendo a Fidel Castro, pero antes, primero y más importante, más fuerte, se tenía que amar a Frank País García.

Yo, como bue santiaguero, crecí admirando a Frank, conocí su historia contada por mis familiares, dentro de ellos, viví orgullosamente conociendo que mi tío abuelo José Antonio Grillo Longoria, abogado penalista de gran prestigio y revolucionario mucho antes de que apareciera Fidel y sus muchachitos jóvenes en el Moncada, lo había defendido varias veces frente a los tribunales y lo había sacado absuelto.

Leí y conocí tanto sobre Frank, su historia, sus características personales, sus acciones, los lugares donde vivió y actuó como revolucionario, el lugar de su muerte asesinado brutalmente por batistianos, el lugar donde descansa en paz, que, por aquellos años, yo, todavía adolescente, podría haberme convertido en uno de sus biógrafos. En cada visita a Santiago, era obligatorio, una y otra vez, recorrer todos aquellos lugares, tal como dicen hacen los peregrinos con la Meca. Mi padre, historiador, conocedor y dominador de la palabra, nos llevaba por todas aquellas calles llenas de historia y nos hacía ver, en medio de un Santiago moderno, la lucha clandestina, los jóvenes de su época, los tiros, la sangre y, sobre todo, a Frank. Debo reconocer que nunca Fidel me convenció, me siento orgulloso de nunca haber sido uno de sus fanáticos, a lo mejor porque su personalidad no encajaba con la mía, pero si quise a Frank.

Luego, mientras crecía, leía y pensaba, más ruido me creaba aquella figura y su vinculación, según dicen los historiadores postrevolucionarios, "amorosa" con el “gran líder”. Siempre tuve grandes dudas. ¿Cómo un joven como Frank, absolutamente religioso, maestro reconocido y amado por sus alumnos, fuerte de carácter pero sencillo, discreto, que conocía y enseñaba idiomas, que tocaba el piano, que escribía poemas, que siendo muy joven, murió con 22 años, se había convertido en la figura más grande de la lucha insurreccional y clandestina, no de Santiago de Cuba, como han querido encasillarlo, sino de toda Cuba, podía congeniar, entenderse y subordinarse conscientemente, ciento por ciento, con “la bestia”?

La historiografía, claro la que existe después del triunfo de la revolución, ha tenido que apologizar a la figura de Fidel, hasta tal punto, que podría parecer que no existió más nadie, para eso, han tenido que disminuir a exprofeso, la actividad e importancia de Frank País. Para halagar al “líder” que sobrevive y se adueña, han escondido la verdadera actuación del joven santiaguero y sobre todo sus conflictos éticos y estratégicos con Fidel y el Che, ambos por aquellos años de una actuación escondida, pero totalmente inclinada hacia el totalitarismo. 

¿Cómo Frank, religioso de sólida formación, su padre fue pastor hasta que murió, podría estar de acuerdo con las ideas del comunismo, que sí, ya estaban presentes solapadamente en los lideres de la Sierra Maestra?, ¿Fue Frank solamente el Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de julio como lo han querido encasillar para disminuir su importancia? No, eso no es cierto, sólo que, si se reconoce su verdadero cargo y más, su verdadera actuación, la figura del “jefe” sufriría en su protagonismo. ¿Tuvo que ver Vilma Espín, santiaguera, que al parecer tuvo cierta relación amorosa con Frank y luego, finalmente, esposa de Raúl Castro en la Sierra Maestra, con la muerte de Frank País, con aquella llamada telefónica que no debía haber hecho e hizo a sabiendas que los teléfonos estaban tomados, lo que provocó un registro extraordinario exactamente y urgente en las casas donde Frank se escondía? Parece que sí.

Me acabo de leer un nuevo libro sobre Frank País, escrito y publicado fuera de Cuba, que tiene la originalidad de entrevistar a muchas personas que salieron del país después del triunfo, por lo tanto, no entrevistadas antes y que estuvieron relacionados directamente con el joven santiaguero, incluyendo a su hermano Agustín, el que siempre luchó junto a su hermano hasta el último momento, pero como narra Orwell en su magistral obra “1984” fue “vaporizado” o convertido en una “no-persona”, o sea, que nunca había existido, tal como ha pasado con otras muchas personas, por la sencilla razón de que salieron del país o no estuvieron de acuerdo con los caminos seleccionados y muchas de mis dudas, mis desacuerdos, etc., fueron aclarados.

Frank muere con 22 años, asesinado, mientras trababa de escapar de un cerco de policías y militares batistianos, debido a un registro que venían haciendo exactamente dirigido a la casa donde se escondía. Se equivocó quizás, pues podía haber salido antes junto a dos compañeros que despidió y lograron escapar o podía haber cogido hacia el lado opuesto. Mientras caminaba por la acera en la misma dirección al registro, un antiguo compañero de su vida estudiantil, que formaba parte del operativo, lo delató, lo apresaron, lo arrastraron hasta el Callejón del Muro y junto a Raúl Pujol fue masacrado.

Hasta ese momento, el más grande de los méritos de esa joven figura, fue que, a pesar de su gran actividad, a pesar de que era realmente la persona que movía todo el Oriente del país, a pesar de que su actividad se extendió a toda Cuba, a pesar de que no sólo dirigió lo de los sabotajes, sino que se convirtió en el Jefe de la Dirección Nacional de aquel movimiento, etc., era una persona desconocida, que actuó, casi todo el tiempo en la clandestinidad y en la más alta discreción. La policía y el ejercito batistiano, a penas lo conocían, no sabían dónde se escondía, cómo actuaba y cómo se movía de un lugar a otro, sobre todo, dentro de las calles de Santiago de Cuba. Gran mérito, Frank País, una de las figuras más grandes de la lucha armada que dio con el fin de la dictadura de Batista, vivía dentro de una hermética clandestinidad, diseñada personalmente por él mismo.


Claro, sé que muchos o todos se preguntaran: ¿Y, este se volvió loco?, ¿A qué viene esta muela ahora sobre Frank País? Es más, cabe la pregunta de: ¿A quién le importa hoy esa historia de Frank, la clandestinidad, Santiago de Cuba, etc.? Y créanme que los entiendo, sé que puede resultar difícil en un momento como este, donde una parte de Cuba se prepara para marchar contra el gobierno, donde miles de cubanos están presos ya sancionados o detenidos para sancionar, donde el gobierno ha preparado y anunciado estar dispuesto a reprimir, incluso con armas largas, a aquellos que se arriesguen a protestar, puede parecer, por lo menos loco, una muela que se remonta a más de 60 años. Sin embargo, no es tan así y es por eso por lo que escribo, como mí única vía de apoyo a los que sufren directamente miserias y represiones dentro de mí país.

En la segunda parte, te cuento.

Continuará

viernes, 12 de noviembre de 2021

No importa nada ya. SALGAMOS A LAS CALLES.

No importa ahora si fuiste revolucionario o no.

No importa si amaste y seguiste a Fidel Castro o no.

No importa si creíste en el comunismo o no.


Ya no importa si incluso en algún momento, en nombre de aquella mentirosa revolución, hiciste daño a otro cubano.

Es el momento de unirnos, es el momento de luchar por nuestros DERECHOS y nuestro FUTURO.

El enemigo es uno y está señalado. No sigamos siendo nuestros propios enemigos.

No importa si estamos fuera de Cuba o dentro de ella, SALGAMOS A LAS CALLES.

El fin del MAL GOBIERNO ha COMENZADO.

Los del gobierno tienen MIEDO, por eso tratan de aparentar valentía.

Pobre de aquel cubano que levante la mano para reprimir a otro CUBANO.

No más comunismo.

No más represión.

No más engaño.

No más miseria.

CUBANO, nosotros, TODOS, somos la SOLUCIÓN.

PATRIA y VIDA



jueves, 4 de noviembre de 2021

Hace falta que sean cientos de miles de personas a lo largo de toda la isla.

El próximo 15 de noviembre, una parte del pueblo de Cuba propone salir a marchar de nuevo y el gobierno ha anunciado que lo reprimirá.

Hace falta que sean miles o cientos de miles para que la policía, los militares y las tropas preparadas de esa parte de los cubanos que dicen proteger y respaldar al gobierno, se vean imposibilitados a llevar a cabo la represión que está ordenada, o que sencillamente se vean obligados a usar la brutal fuerza que desencadenará más fuerza.

Hace falta que sean cientos de miles para que el mundo vea la realidad de Cuba, sobre todos, jóvenes nacidos y formados dentro del comunismo, que están pidiendo, libertad, que desaparezca el partido comunista, que se liberen a los presos que están sancionados y detenidos por pensar y manifestarse diferente. Sobre todos jóvenes que, sin conocer el capitalismo, sin tener experiencias pasadas dentro de él, sin ser pagados u obligados por alguien, quieren cambiar total y radicalmente la realidad desastrosa que hoy viven. No son los sectores acomodados de la Cuba socialista, los políticos de alto nivel, los jefes militares, los trabajadores del turismo o las firmas extranjeras y sus familiares, ellos aún, en medio del desastre que se vive, mantiene sus privilegios, a veces grandes privilegios, sino ese pueblo olvidado, que vive en barrios marginales, en los tan famosos criticados por la ideología los “llega y pon”, ese pueblo negro y mestizo, que a pesar de que le dicen que es libre, no lo ve. Es esa parte del pueblo que no tiene familia que le mande dólares, que no viaja como “mula” para transportar y vender “pacotilla” en el mercado negro, que incluso, aunque ha estudiado, no ha logrado sus sueños.

Desde hace 6 décadas, Cuba viene en caída libre, momentos más holgados dentro del desastre, gracias al soporte internacional, que hoy se ha demostrado que ni tan siquiera se ha podido pagar. Cuba desde muy rápido se convirtió en un laboratorio de prueba para expandir el comunismo por el mundo. Cerca de Estados Unidos, los soviéticos descubrieron las ansias de protagonismo de aquel joven, Fidel Castro y su necesidad de permanecer en el poder, entonces lo compraron, lo apoyaron para convertir a la isla en una base ideológica y sobre todo militar, como equilibrio en aquella guerra entre los dos sistemas políticos que prevalecen en el planeta.

Nunca fuimos fuertes, nunca estuvimos absolutamente convencidos, sin embargo, mientras fui joven fue más fácil para el gobierno. Cuba es una isla y durante muchas décadas vivió cerrada al exterior, sólo se abría para aquellos líderes o seguidores que hablaban el mismo idioma y que actuaban para apologizar lo que ocurría dentro. De esta forma, por muchos años, ya no los cubanos, sino el mundo fue engañado sobre aquello que se llamó revolución, que no era más nada que un gobierno común que intentaba vivir bien, a costa de “esclavizar” a un pueblo.

Fidel no fue ni mejor ni peor que los de hoy. Fue lo mismo, sólo que contó con el poder casi absoluto, que se supo agenciar y el silencio de los comprometidos o la mentira para no sólo endulzar sus acciones, sino que casi elevarlo a la condición de dios intocable. Fidel es el escultor, artífice absoluto de lo que hoy tenemos. Los que lo han sustituido no han podido hacer el bien y menos hacer más mal. La posibilidad de hacerlo más mal es casi imposible.

Díaz Canel, alumno de Fidel y Raúl, otro come vaca desde muy joven dedicado a lo que en Cuba se reconoce como vida política, escogido precisamente por los hermanos Castros como heredero para el trono, no lo ha podido hacer más mal, sus padres ideológicos le dejaron trazado el camino que él solamente se ha dedicado a caminar.

Ahora se le acusa de haber tomado la decisión pública de reprimir al pueblo y eso puede parecer nuevo, para nada lo es. Fidel lo hizo siempre, sólo que la información caminaba de forma diferente y la mitad de las veces no nos enterábamos, a no ser del caso específico de un amigo o el primo de un conocido o el problema que tuvo un amigo, de un amigo, de un familiar lejano. Fidel siempre reprimió, llenó las cárceles de personas, fusiló, sacó a personas de su caprichoso camino, pero mantuvo esa imagen de “bueno” para con la población. Mientras fusilaba a Ochoa y dejaba a sus hijos sin padre, celebraba sus cumpleaños públicos con los niños, quienes le picaban un cake y le cantaban felicidades. Imagen más dulce no existe. Los niños, la inocencia absoluta, amaban a su líder.

No hay nada peor para cualquier gobierno, que quedarse sin argumentos frente al pueblo que dirige. Entonces solo le queda la mentira y la represión violenta.

El asunto hoy no es la falta de comida y de medicamentos, no es los encarcelamientos con causas amañadas, fiscales corruptos y abogados incapaces y maniatados. Esto siempre ha existido. Hoy el gobierno no tiene nada que decir para convencer.

Los cubanos siempre hemos vivido con alimentos regulados, donde el gobierno nos daba lo que podía. Siempre hemos tenido dificultad con medicamentos y hospitales, para qué hablar de los dentistas. El mercado negro nos funciona para todo, incluso para conseguir flores para nuestros fallecidos. Ese mercado negro siempre ha sido una opción, muchas veces, la única opción.

Durante las primeras “décadas revolucionarias”, comenzamos a sufrir los racionamientos y los recortes de todos tipos, no sólo alimentos, sino ropas, casas, transportes, electricidad, agua, lugares donde pasear y divertirnos, libros para leer, programas de televisión y radio para ver y escuchar, etc., pero Fidel tenía un argumento, quería convertir a Cuba en una potencia mundial y ese sueño o locura, fue, no solo aceptado, sino respaldados furiosamente por millones de personas que renunciaron a casi todo y se dedicaron a trabajar incansablemente por lograr en vida, una vida mejor.

Fidel fue el padre de todas las ideas locas y sobre todo de la represión en Cuba. Las cárceles, sólo contando la de adultos, durante su largo gobierno, aumentaron de 15 en 1959 a más de 250, sin embargo, el pueblo “encantado” lo apoyó. Mis abuelos y padres todo los veían bien, porque al final se estaba reprimiendo a aquellos que entorpecían conseguir el “gran sueño”.

Hoy Díaz Canel, no solo recibió un país en ruinas, sin posibilidades de hacer nada, sino que, con cada acción que ha tomado, lo único que ha logrado hacer es crecer de forma negativa, no sólo la economía, sino cada uno de los aspectos de la vida de los cubanos. Entonces lo que ya era una ruina, hoy lo es más.

Entonces se quedó sin argumentos, ya no puede seguir pidiendo tiempo, mucho menos hablar de sueños. El pueblo cubano o una gran parte de él, ya no cree en esa historia, el pueblo cubano ha aprendido que patria es una cosa y partido comunista y gobierno es otra y quiere recuperar la primera. Los cubanos por primera vez en muchos años, estamos siendo honestos públicamente, no confiamos, no queremos seguir apoyando lo absurdo, la mentira, la locura, el capricho, la cada día más grande diferencia y lo estamos gritando dentro y fuera de Cuba. Honestidad que molesta. Honestidad que pone en peligro el modo de vida suntuoso de los altos políticos, los altos militares y todo lo que les cuelga.

A partir del 11 de julio, el gobierno ha definido muy bien sus pasos, para beneficio obviamente del gobierno. Por un lado, desencadenó una búsqueda y captura de muchas personas que participaron en la marcha espontánea de aquel día, se plantea que hay más de mil detenidos y se les está pidiendo a muchos hasta 20 años de privación de libertad por participar en la manifestación. Por otro lado, ha detenido en calabozos, en casas extraoficiales y nuevo, en las propias residencias de los implicados, a muchos de los líderes tradicionales y los nuevos que han aparecido en la vida social cubana. Detenciones arbitrarias, sin causas, sin delitos, sin juicios y sanciones, que imposibilitan que muchas personas puedan salir de sus casas y recibir la visita de los familiares y amigos. Casas sitiadas con agentes de la seguridad del estado apostados frente a ellas las 24 horas del día, los 7 días de la semana y por supuesto, los tradicionales mítines de repudio de personas citadas para dar discursos, mostrar carteles, ofender, denigrar, incluso agredir físicamente.

Todo esto y ahora más. El gobierno anuncia y publica videos y fotos de la preparación y decisión del pueblo para combatir a los marchantes. Batallones de trabajadores, jóvenes del servicio militar y estudiantes de las universidades, policías, agentes de la seguridad del estado, etc. Todos armados con armas rústicas, palos y cabillas de fabricación doméstica, pero, además, con armas fabricadas para las guerras convencionales entre ejércitos.

El gobierno cubano, sin el más mínimo decoro, diariamente amenaza a esa parte de la población que quiere cambios. Trata de mantener la idea de que revolución y gobierno es igual a patria. Recalca el enunciado de que el que intente cambiar, será agredido, reprimido y sancionado por traición a la patria, una de las sanciones más severas obviamente del actual código penal.

Los dirigentes del gobierno no van a ser mártires, ni van ellos a salir a combatir a nadie. Díaz Canel no es Salvador Allende, aquel médico político chileno que defendió con su vida, salvando a muchos de sus más cercanos colaboradores, su puesto de presidente constitucional electo democráticamente. En Cuba el gobierno, utilizando la vieja fórmula de divide y vencerás, está llamando al enfrentamiento pueblo contra pueblo.

Los filipinos quizás no sepan, pero los cubanos sabemos que esa mecánica siempre se ha utilizado. Militares y policías, comprados, jóvenes estudiantes chantajeados, trabajadores de algunos organismos y empresas comprometidos por los beneficios por la derecha y por la izquierda que reciben.

Miremos estas fotos y descubriremos la misma acción de muchos otros gobiernos totalitarios anteriores, incluyendo el fatídico famoso de Adolfo Hitler.

 

Ambas son fotos como para Halloween, o sea, fotos para meter miedo. En la foto de la izquierda, más parecida a las típicas fotos de los terroristas árabes, al menos en su diseño, habría que ver si esas muchachas, probablemente madres, hermanas, que se exhiben con palos amarrados a las muñecas, como armas, estarán dispuestas realmente a morirse por defender a Díaz Canel y sus muchachitos y su forma súper burguesa de vida, para nada parecida a lo que hoy el pueblo cubano vive. Habría que ver qué pasará cuando ellas se encuentren solas frente a un grupo de los ya hoy titulados traidores, que están pidiendo libertad y que dentro de ellos identifiquen a sus hermanos, sus sobrinos. ¿Serán capaces de levantar los palos y tirar golpes a matar?

En la otra, es fácil de entender, oficiales preparados como tropas especiales según los delata sus uniformes negros, pasando revista o quizás arengando a jóvenes, quizás estudiantes o reclutas, la mayor parte de ellos, me arriesgo a decir que forzados a participar.

En estas dos fotos que expongo, existen miles que se pueden ver en internet, no logro entender si esto es serio, si es parte de una comedia o si el gobierno las está exhibiendo a falta de buenos programas humorísticos, etc.

En la grande aparece tirada en el suelo una mujer cubana, cuyo cuerpo la delata, nadie que tenga ese peso corporal vive de la libreta de la comida. Es muy probable que ella reciba dólares del exterior, tenga algún negocio semi legal y semi ilegal o que sea beneficiada por el gobierno, quizás como jefa de cocina de una de las casas de protocolo del gobierno o de algún hotel. Luego, observen la ropita que exhibe. Para nada esa ropa se encuentra en las tiendas para el pueblo, por lo que probablemente sean compradas a las mulas del mercado negro o ella misma sea una de ellas. Ropita bien poco adecuada para participar en una guerra interna.

Ella, probablemente hija, hermana y sobre todo madre, está apostada apuntando con un fusil AKM con mirilla telescópica, de fabricación soviética, nada más y nada menos que reconocido como uno de los mejores rifles de asalto, utilizado alrededor del mundo en las guerras convencionales, en los actos de terrorismos, en las bandas de narcos, etc. El AKM es un arma con una enorme capacidad para matar.

¿Habrá ella disparado alguna vez con un AKM? No lo sé, pero no importa, sencillamente la imagen publicada dentro y fuera de Cuba, dice que ellos, los represores están dispuestos a usarlas para contra el pueblo, porque al final están respaldados por la constitución vigente, la cual autoriza el uso de las armas contra los traidores. ¿Armas de guerra contra el pueblo?

La otra pequeña es peor, en ella aparecen a exprofeso, personas que por sus uniformes parecen médicos, enfermeros, intensivistas, cuya misión incluso en una guerra debe ser salvar vidas, incluso si la guerra es honesta hasta de los enemigos, más sumada al conjunto artístico una abuela, decidida, al parecer, a caerle a tiros de AKM a sus propios nietos para defender a un tipo sin historia y gris como Díaz Canel, todos exhibiendo también fusiles AKM.

Si alguno de mis lectores ha tirado alguna vez con un AKM, en alguna maniobra, en las prácticas de tiro de las universidades, etc., recordará lo complicado y peligroso de lo que estoy diciendo. Si no han disparado con ese fusil, pues pueden imaginar que, si la gordita que está acostada con el juego de short y pullover colorido y cómodo, si no se afinca bien el arma al hombro, puede recibir un impacto que le deje afectado el hombro, el pecho y las tetas por mucho tiempo.

En realidad, hoy es diferente, antes, Fidel hacía y deshacía a su antojo y todo quedaba en secreto o tenía muy poca repercusión e incluso en los momentos donde se filtraba alguna información que no gustaba o convenía, él tenía 8 horas para explicar frente a las cámaras y si no le alcanzaba o creía que no había sido suficientemente persuasivo, pues tenía otras 8 horas y otras y otras, hasta que al final, su versión se imponía como única versión.

Hoy cada cubano tiene un celular y está filmando, pero, además, existe un apoyo internacional tan grande como nunca había existido. En cada país, en cada ciudad, en cada pueblo donde existen cubanos fuera de Cuba, están dando gritos frente a embajadas, consulados cubanos, iglesias o sencillamente en cualquier esquina a favor de la libertad de Cuba, la democratización y la libertad de los detenidos políticos. Muchos cubanos hoy están transmitiendo en vivo lo que ven y piensan. Existen algunos “influencer” dentro de Cuba y fuera de ella que son visto diariamente por miles de seguidores y que cuentan algunos con un gran poder de convocatoria.

Luego como la mentira ha roto los marcos internos, existen también muchos países y sus gobiernos incluyendo a los presidentes, organizaciones políticas, intelectuales, políticos, artistas, senadores, etc., que hoy conocen lo que está pasando y que están atentos a lo que va a pasar el próximo 15 de noviembre. Hoy ya no es tan fácil engañar.

El 11 de julio fue un levantamiento espontáneo que sorprendió a los de adentro de Cuba, al gobierno, a la emigración cubana y a todos los que de una forma u otra observan o trabajan sobre la isla. Hoy, el 15 de noviembre y la marcha pacífica de una buena parte del pueblo cubano, está avisada y existen, diría yo, millones de personas esperando.

Hace falta que sean cientos de miles de personas a lo largo de toda la isla los que salgan a marchar, de esa forma no serán fáciles de contener y si tratan de hacerlo, la represión tendrá que ser violenta. Hoy Cuba ya no está sola, hay muchos apoyándola.

sábado, 30 de octubre de 2021

El 15 de noviembre puede y debe ser un día hermoso.

Sintiéndolo casi como una obligación, reproduzco íntegramente una carta pública que el joven dramaturgo cubano, Yunior García, creador de Archipiélago, grupo de debate político, que pretende ser un laboratorio para una Cuba distinta y plural, ha dado a conocer para desmentir la ola de difamaciones y los mítines de repudio, la represión y detenciones que, desde el pasado mes de julio, el gobierno viene dirigiendo, alentando e implementando contra él sistemáticamente, cosa agravada por el liderazgo de Archipiélago y el propio autor en los planes para la próxima marcha cívica y pacífica el próximo 15 de noviembre.

Yunior, muy valiente, pues vive en Cuba, es parte de esas personas que se han cansado de vivir de la forma que viven y tratan desde posiciones pacíficas, de impulsar el cambio tan necesario para la sociedad cubana. No es el único, existen miles de cubanos, existen decenas de jóvenes intelectuales, preparados, que han dejado claro que no son pagados, ni cumplen ordenes de alguien dentro de Cuba o de alguien, institución o gobierno fuera de ella. 


También existen miles de cubanos fuera de Cuba, creo que como nunca, se han unido, a pesar de las distancias de los diferentes países y continentes donde viven, para mostrar un apoyo sólido y mantenido al pueblo que está dentro de la isla.

Yunior, a través de esta carta pública, recorre nuestra historia y resume exactamente lo que nos ha pasado y pasa, creo que agregarle una coma o un punto más, sería innecesario. Más claro, como dice el viejo refrán, ni el agua.

No conozco a Yunior personalmente, no se nada de su pasado, si fue malo o bueno, si fue incluso revolucionario, sencillamente creo que es muy meritorio lo que está hoy haciendo por nosotros todos los cubanos.

“En el año 2022 el país donde nacimos cumplirá 70 años sin democracia. Mis padres jamás han podido elegir de forma libre su ideología, su partido o su presidente. Han debido resignarse a la decisión de otros y han tenido que ratificar esas decisiones para evitar buscarse problemas. En Cuba, por desgracia, callar lo que pensamos es visto por muchos como un signo de inteligencia. Siempre nos piden esperar un “momento” y un “lugar” que en realidad nunca llegan. Casi toda mi generación creció escuchando la frase: “por tu bien, habla bajito”. La mayoría de mis amigos ya se fue del país y otros sueñan con hacerlo pronto. Yo no quiero que me recarguen el teléfono ni que me envíen un par de zapatos. Quiero que Cuba sea la nación a la que todos puedan regresar cuando quieran, piensen como piensen, y de la que nadie más quiera marcharse.

La Revolución prometió derechos, justicia, libertad y elecciones libres, pero en su lugar nos convertimos en un apéndice soviético. Prometió ser verde como las palmas, pero se envolvió en un manto rojo con una hoz y un martillo custodiando la estrella solitaria. El pensamiento único, la censura y la persecución política han sido el pan de cada día para cualquier cubano que no se someta al control de los mayorales. Y el fin de la Guerra Fría solo aumentó nuestra miseria.

Somos sobrevivientes de una guerra inconclusa, en la que no fuimos ni vencedores ni vencidos, solo rehenes de un dogma obsoleto, de un clan de funcionarios aferrado al poder y a sus privilegios, de un capricho apuntalado con fusiles de fabricación rusa. Es cierto que hubo algunos logros y conquistas, no todo es gris. Pero de qué sirven las gratuidades si luego van a chantajearme con ellas. ¿Qué valor tiene mi educación si luego me prohíben pensar con mente propia? También muchos esclavos aprendieron a leer. Y no pagaban con dinero su rinconcito en el barracón ni su almuerzo, lo pagaban con obediencia y con el sudor de sus espaldas. Si a alguno se le ocurría exigir un cambio de régimen, le esperaban con certeza el látigo, el cepo y el grillete. Yo ya pagué todos mis estudios. Sépanlo. Fui a todas las escuelas al campo, corté caña, recolecté papas en Artemisa y café en Pinares de Mayarí. Cumplí dos años de servicio social cobrando un salario de “espejitos”. Les debo mucho a mis maestros, pero con el Estado ya saldé mis deudas. No me lo saquen más en cara. Tampoco sigan usando como chantaje mi trabajo con las instituciones culturales. Trabajar es un derecho, no un privilegio. Y yo he entregado tanto o más de lo que he recibido. Escribo estas palabras bajo una campaña cobarde de mentiras contra mí y contra los organizadores de la marcha. La bajeza es tal que nos han cortado los servicios de Internet para que ni siquiera podamos defendernos desde nuestras redes. Pero no voy a victimizarme. El ingenio cubano también sabe cómo burlar estos bloqueos internos. Mi única preocupación eran mis padres. Sé cuánto les duele, sé cuánto temen, pero también sé que ellos conocen a su hijo. Ambos se han sobrepuesto al miedo y me han llamado solo para decirme que sea fuerte, y que están orgullosos. Es obvio que nadie nos paga un centavo. Nadie sería tan idiota de enfrentarse a todo esto (y a la furia que vendrá) por dinero. Lo hacemos por convicciones, y eso tiene al poder desesperado. Tampoco nadie nos da órdenes desde ninguna parte. Hay mentes maravillosas en este país y ya vamos aprendiendo a debatir y a encontrar consensos, sin falsas unanimidades, ni líderes máximos. Lo que ellos llaman “alianzas”, no es más que un diálogo honesto con todos los cubanos, sin discriminar a ninguno. Ningún régimen volverá a decirnos jamás con cuál cubano podemos hablar y con cuál no. No vamos a reproducir su esquema de prejuicios, estigmas y satanizaciones.

Agradezco infinitamente la enorme solidaridad que hemos recibido. Si hubiese justicia y tuviéramos 15 minutos en televisión nacional, toda la mentira que el poder ha fabricado se derrumbaría al instante. Pido con respeto que cese el linchamiento contra cualquier cubano que defienda honestamente sus principios, sea del color político que sea. Cuando decimos “con todos y para el bien de todos”, hablamos en serio. El 15 de noviembre marcharemos sin odio. Estamos conquistando un derecho que jamás se nos ha respetado en 62 años de dictadura, pero vamos a conquistarlo con civismo. Todo el mundo estará mirando hacia Cuba ese día.

Sabemos que el poder juega sucio, que da órdenes de combate contra su propio pueblo, que nos miente en la cara, que sería incluso capaz de infiltrar a sus paramilitares en la marcha para generar violencia y echarnos la culpa. Cada ciudadano deberá ser responsable de su conducta y defender la actitud pacífica y firme que hemos convocado.

El 15 de noviembre puede y debe ser un día hermoso. Donde quiera que viva un cubano, sabemos que su corazón va a estar en Cuba. Ojalá que los poderosos no insistan en comportarse de manera cobarde contra sus propios ciudadanos.

No repitan el crimen del 11 de julio. Ojalá que oficiales y soldados comprendan que no hay honor alguno en obedecer órdenes inmorales. Ojalá también que ninguna potencia extranjera interfiera en un asunto que debemos resolver con verdadera soberanía, la de los ciudadanos. Apostemos por el coraje, la dignidad y la franqueza. Es tiempo ya de decir lo que pensamos en voz alta. Un abrazo”.