Hace ya cuatro meses, los cubanos se lanzaron a las calles, por más que el gobierno cubano y su presidente Díaz Canel han asegurado que las manifestaciones fueron organizadas y pagadas desde el exterior, argumento que ya nadie cree. Los cubanos que salieron cogieron a todos desprevenidos. El gobierno, acostumbrado a que, de malas caras y protestas familiares nunca se pasaba y seguro de que el miedo era mayor que la necesidad, amaneció con personas gritándoles a las caras que querían cambios, no comunismo, libertad de expresión y organización, libertad para los presos políticos y fuera del gobierno todos los que gobiernan desde hace seis décadas, cuyos logros han sido la miseria, la pobreza, el deterioro económico, pero, además, mucho más, el deterioro humano.
Reorganizado, horas después, el gobierno desató de forma planificada, organizada y pública, la gran represión. Sacaron a las calles a los militares, policías y grupos paramilitares a cazar cubano a cubano, a todos aquellos, jóvenes en su mayoría, que habían salido a manifestarse.
Semanas de represión, madres sin hijos, hijos sin madres, hombres y mujeres jóvenes y viejos están todavía hoy en calabozos y cárceles. Teléfonos cortados, celulares sin servicios, citaciones oficiales, citaciones extraoficiales, o sea, sin papeles, sólo de palabras, personas confinadas dentro de sus casas sin poder salir, sin poder recibir a nadie. Vigilancia 24 horas del día sobre aquellos que se identifican como líderes o miembros de las organizaciones disidentes. Muchos intelectuales, profesionales, artistas, pero además médicos, enfermeras, periodistas, han sido detenidos en medio de la calle, montados en autos de policías e incluso autos civiles y desaparecidos. Miles de acciones de advertencia, chantajes, presiones para intimidar, etc., lo que trata de impedir que las personas se expresen y vuelvan a manifestarse sobre todo en las calles.
El gobierno demostró su incapacidad, pero, además, se quitó la careta. El gobierno anuncia la represión, sin el más mínimo rubor. Ya no hay razones, ya no existen argumentos, hoy el gobierno se mantiene por la fuerza, tal como cualquier otro gobierno dictatorial o totalitario. Estamos aquí, dirán, porque nos da la gana y permaneceremos aquí hasta siempre, así nos cueste meter preso o más preso a la mayor parte de este pueblo. A nadie le importa ya el socialismo, el beneficio, la equidad o el equilibrio, lo que está hoy imperando es, estoy aquí por la fuerza y me da igual lo que ustedes y el mundo entero piensen. Cuba es nuestra y no hay nada que hacer. Cuba es nuestra finca, nuestra propiedad y si la única forma de mantenernos en el poder es ensangrentándola, lo haremos. Total, ese pueblo siempre es el que ha puesto la sangre.
A partir del 11 de julio, que a pesar de que no logró sacarlos del poder, fue un gran triunfo, porque fue la gran primera vez que el pueblo, muchos cubanos, se lanzaron a las calles para gritar “abajo el comunismo”, se viene planificando una nueva marcha pacífica. Siguiendo los manuales de los países democráticos se pidieron todos los permisos, que, siguiendo los manuales de los gobiernos totalitarios, fueron negados sin argumentos o con argumentos que ni ellos mismos creen. Organizaciones democráticas, civiles, pacíficas que han querido hacer razonar a los que jamás han razonado. Dialogo entre sordos, mudos y ciegos.
Sería lindo, pero imposible, hasta cierto punto infantil o romántico, pensar que con una marcha se pueda derribar y hacer desaparecer al gobierno cubano. Para lograr esto, habría que meter una marcha el lunes, otra el martes, otra el miércoles y así sucesivamente, semanas y semanas. Habría que levantar al país entero o a su mayor parte y cuando 1000 cubanos sean puestos prisioneros, otros 2000 aparezcan para sustituirlos. Habría que estar dispuestos a recibir palos, golpes, a tener heridas, a sentir el sabor de la sangre rodando por cabezas y rostros y permanecer en las calles. Habría que no regresar a las casas, pero además habría que paralizar el país, no transportes, no agua, no electricidad, no escuelas. Habría que levantar a las emisoras de radios y de TV, habría que convencer a parte del ejército y policías y eso, aunque no es del todo imposible, jamás se podrá lograr en un día, ni con una marcha, ni con muchos países del mundo observando y marchando también.
No seamos ingenuos, el gobierno cubano, que aún controla fuertemente al ejército, a la policía, a los diferentes departamentos del ministerio del interior y la seguridad del estado, pero además que tiene cogido por el cuello a muchos estudiantes universitarios y a muchos de los trabajadores “privilegiados” que existen dentro de Cuba, como los del turismo, las tiendas en dólares, las firmas extranjeras, los cuerpos diplomáticos, etc., lleva 62 años estudiando, practicando, ensayando para momentos como este, porque ellos, que son incapaces, pero no anormales, desde hace muchos años, saben que este momento llegaría. A lo mejor en realidad se están preguntando cómo había demorado tanto en llegar.
Yo, que nunca he pertenecido a ninguna estructura del gobierno, sé y entonces lo sabe hasta “malanga”, que en Cuba nada funciona, que hace falta muchísimo dinero para desarrollar cualquier sector de la economía hoy en franca crisis, pero si hay algo que siempre ha funcionado es el aparato represivo, las leyes para amparar la permanencia del gobierno y el dinero para apoyar o garantizar cualquiera de estas cosas. Algún día descubriremos cuánto dinero invierte el gobierno en estos cuerpos y ese día, a lo cubano, nos caeremos de culos.
El gobierno cubano, si algo sabe es de reprimir. Siempre lo ha hecho, como ya escribí, en momentos de forma solapada e individual y ahora de forma masiva. El gobierno cubano tiene la fórmula muy bien experimentada y es precisamente echar a fajar a cubanos contra cubanos, es dividirnos dentro de nuestras propias familias, es llegar a introducir en la cabeza de cada cubano que siempre está vigilado y que el familiar más cercano, el amigo más fraterno o el vecino más solidario es quien lo vigila y lo delata.
Ya no existe fortaleza ideológica, lo sé por propia experiencia. Aquellas personas que lucharon por construir un país nuevo, fuerte y poderoso, aquellos que creyeron en Fidel, hoy viven felices en Estados Unidos, el enemigo, o están en listas para llegar. Aquellos que, incluso, trabajaron directamente dentro de los aparatos represivos y militares, hoy caminan por las calles de Miami, Madrid, México y no quieren hablar de su oscuro pasado y no quieren saber lo que está pasando en el presente. Hoy muchos son libres y se arrepienten, hoy muchos son honestos y reconocen que sí creyeron, pero se desilusionaron. Las calles de estos países capitalistas están llenas de exagentes cubanos, de expolicías, de exmilitares incluso de altos rangos, pero además de exfuncionarios, de exdirectores, de ex vice ministros y de muchos amigos, familiares o personas en el pasado, muy cercanas al poder.
El gobierno cubano lo sabe, pero sabe, además, que aún
estamos divididos, que aun estando fuera de Cuba, seguimos enganchados con ella
porque tenemos allí a familiares y amigos cercanos y se aprovecha de esto. El
gobierno cubano sabe que no queremos bombas, que no queremos tiros, que no
queremos muertos, primero, porque no está en nuestra naturaleza hoy, hasta hoy
por lo menos, segundo, porque en realidad tememos que los próximos detenidos o
muertos sean los nuestros.
El gobierno cubano conoce de nuestra doble, triple,
cuarta moral y de nuestro doble pensar, entonces nos utiliza. Sabe que hoy, los
cubanos no pueden irse fácilmente a otro país y que muchos tienen alguna forma
de vida ilegal detrás de la legal, entonces los corrompe, los amenaza, los
compra, los chantajea, los convierte en mercenarios. Si, en verdaderos
mercenarios que por una jaba de comida extra o la posibilidad de luchar algunos
dólares en el restaurante u hotel donde trabajan, son capaces de salir a hacer
un mitin de repudio a un vecino, incluso al vecino que hasta ayer los ayudó a
sobrevivir y/o dar golpes a personas maniatadas, tiradas en el piso, agarradas
por los cuellos, inmovilizadas, etc.
Personas, muchas, que viven de sus familiares “gusanos” que se fueron un día, que se disponen a reprimir a jóvenes amigos de sus hijos, a personas que quieren cambios, a viejos que se están literalmente muriendo de hambre, a los que se les están cayendo las casas arriba, a los que no tienen agua, ni electricidad, pero se les exige que se muestren felices con sus vidas. Personas que viajan a Miami u otro lugar del mundo con frecuencia para vivir bien y vacilar, pero cuando regresan a Cuba, con muchas libras de más en sus cuerpos y con muchas libras de más como pacotilla para vender en el mercado negro, son revolucionarios.
El gobierno lo sabe y lo utiliza. No existen ambulancias, ni oxígeno, ni medicamentos en los hospitales, pero se ha incrementado en varias veces el parque de autos y equipos para reprimir. No hay madera ni para las cajas de muerto, pero de pronto se han armado a civiles, jóvenes estudiantes, trabajadores e incluso alguna que otra ama de casa gordita, con palos, como bates, fabricados exactamente para golpear. Los agentes del gobierno están dando golpes con manoplas de hierro en sus manos, instrumentos de tortura, miles de veces criticado en la actuación de los represores batistianos. No hay comida, pero a los militares, a los agentes de la seguridad del estado, a los simples trabajadores del ministerio del interior, se les da semanalmente sendas jabas con comida, bebidas no alcohólicas y bebidas alcohólicas. Mientras las personas están haciendo grandes colas para comprar costillas de vacas sin carne, o sea, huesos pelados, los que son utilizados para reprimir son alimentados y mantenidos contentos, no sólo con botellas de ron de producción nacional, sino con botellas de whisky escocés.
Entonces se anunció una nueva marcha para el 15 de noviembre, hoy, donde de nuevo el objetivo es salir a la calle de forma pacífica a demandar cambios. Salir a las calles con flores blancas, también vestidos del color de la pureza, a gritar consignas como única arma, lo que me parece inteligente y, sobre todo, muy valiente. Estas protestas pacíficas le dan visibilidad a Cuba, a los cubanos, al menos a esa parte que tiene el coraje de inmolarse públicamente, a pesar de las graves consecuencias que puedan correr.
Pero al mismo tiempo, el anuncio anticipado, ha dado tres meses de preparación al gobierno que está decidido a no irse fácilmente. Es como si un ladrón avisara a la casa donde piensa robar, algo así como: querido vecino, mañana día 15 a las 2:00 a.m., voy a forzar la ventana y me voy a meter en su casa a robar todo lo que me pueda robar. Tengo objetivos claves como el dinero y los efectos electrodomésticos. ¿Qué encontrará? Pues como mínimo a toda la familia apostada con palos, escobas, cuchillos, cabillas y machetes, en cada ventana y puerta de la casa. El ladrón que anuncia el robo nunca podrá robar.
El gobierno fue avisado y como “guerra avisada, no mata soldado”, tuvo, después del momento desagradable del 11 de julio, meses para prepararse y fortalecerse y no es de esconder que aprovechó bien el tiempo.
Gobierno inescrupuloso, corrupto y corruptor, que incluso no ha dejado de sacar a los niños para hacer justamente ahora actividades infantiles en todos los puntos neurálgicos del país donde se habían avisado que ocurrirían las marchas. ¿Niños? Si, a los niños.
Paralelamente, en silencio, fue recogiendo a cada posible líder de la marcha. Algunos siguen guardados, otros han sido advertidos, chantajeados e intimidados con largas condenas en prisión. Además, como nueva modalidad puesta en práctica más que nunca, mantiene confinadas a personas dentro de sus casas, con guardias apostadas durante las 24 horas del día en las aceras, esquinas, techos, cuya misión única es no dejarlos salir ni para tomar el Sol. Presos sin juicios, sin delitos, sin condenas, desterrados dentro de sus viviendas con un solo argumento por parte de las autoridades: no me da la gana que salgas, ni tú, ni tu pareja, ni tus hijos, ni tus padres. Están reconcentrados sin existencia de campos de concentración. Si Valeriano Weyler, el triste famoso reconcentrador de la población rural cubana en el siglo XIX, despierta, se vuelve a morir.
La lucha pacífica escogidas, quizás como primer y hoy único recurso para luchar, es fantástica, pero es larga y desgastante y significa la capacidad de poner el cuerpo inmóvil y estar dispuesto a aguantar. Mientras más golpes, más aguante. Mientras más torturas más soporte. Entonces a veces, después de mucho tiempo, heridas y muertos, el represor se desmoralizan, se desespera frente a un reprimido que le dice: sígueme golpeando, torturando, gritándome, ofendiéndome, no voy a ceder.
La lucha pacífica, esa de marchas con flores, necesita de un reprimido especial, con un nivel de convencimiento enorme, con una resistencia fuera de serie, capaz de sonreír a su represor, después de recibir cada golpe. Largo camino.
El gobierno cubano hasta ahora mismo la tiene fácil. Primero, Cuba es una isla, no existen fronteras. Segundo, el gobierno el dueño de todo, ejercito, policía, centros de trabajos, medios de comunicación e información, telefónicas, correos electrónicos, etc. Tercero, las leyes existen en casos como estos, solo para proteger al gobierno. Cuarto, el gobierno conoce nombre y apellidos, dirección, día de cumpleaños, teléfonos y correos electrónicos, gustos, necesidades, historia, etc., de cada persona marcada. Los viejos y los nuevos.
La posible conspiración y organización hoy se ha hecho por las redes sociales, por lo que es muy fácil, luego de disponer como disponen, de un, imagino yo, enorme aparataje tecnológico, conocer qué piensa, qué dice, con quién se relaciona, qué planes tiene, etc., cada opositor e incluso, más allá, si fuera necesario, cada cubano.
Entonces es aquí donde aparece Frank País, no estoy loco. Frank como máximo responsable primero, ya dije, fue casi desconocido para la policía y ejército batistianos, pues vivió y trabajó a partir de determinado momento en la más estricta y discreta clandestinidad; segundo, creó bajo su personal dirección, Fidel Castro estaba en la Sierra durmiendo sobre sábanas blancas, tomando agua fría e imagino que su preferida Coca-Cola de refrigerador, ver las fotos, e imagino comiendo lechón asado, porque mi madre tuvo un marido que bajó capitán del Ejército Rebelde y su gran habilidad era azar puercos, un movimiento secreto por toda Cuba con cédulas estrictamente clandestinas.
Con una muy bien estructurada forma de comunicación entre ellas, para lograr coordinaciones a nivel nacional. Pequeños grupos de combatientes clandestinos que se subordinaban exclusivamente a un jefe de forma secreta y no conocían al resto de los participantes. Se sabía de la existencia de otros pequeños grupos, pero no se conocían quiénes los integraban, ni cómo y dónde operaban.
Las marchas pacíficas son buenas. Claro, pero frente a un gobierno que no duda en poner a los niños como paraban, tienen que conseguir ser mayoría, o sea, tendría que salir a la calle 2, 3, más millones de personas. Habría que paralizar a un país entero. ¿Se puede hacer? Si, claro. El camino es largo.
Es fácil para el gobierno. Hoy los que no están detenidos, amanecieron, 5:00 a.m., con enormes mítines de repudio frente a sus casas. Es fácil para el gobierno, tienen el mecanismo ensayado. Va, moviliza a 20, 30, 40 personas que no conocen a la persona objeto del repudio, los monta en guaguas o camiones, les reparte pullovers, carteles y meriendas, los baja en el lugar escogido y les dice: ven aquella casa azul, es allí y ese grupo, como fieras amaestradas, se paran frente al corazón azul y comienza a gritar, a ofender, incluso algunos con espuma en la boca. Pueblo contra pueblo en lo que es una aparente respuesta voluntaria y espontánea.
Mis queridos lectores, se está marchando por algo muy complicado. No se está demandando un aumento salarial, no se está pidiendo que extiendan hasta 10 años la leche para los niños o que bajen el precio explotador del pasaporte cubano. Se está pidiendo al gobierno que se vaya, en el mismo momento que el gobierno dice que no se va a ir.
Si el objetivo es desestabilizar al gobierno, volverlo loco, que se dividan en sus soluciones, que se empiecen a fajar entre ellos mismos y que no alcancen los carros, el combustible, los policías, tenemos, además de las marchas pacíficas, los de adentro y los de afuera, que hacer algo más, algo diferente a lo que hemos hecho hasta hoy. No se puede esperar resultados diferentes con las mismas acciones.
Si el objetivo es debilitar al gobierno, las rocas son más fuertes y el agua las destruye, hay que hacer acciones que debiliten y entonces es ahí donde vuelve a aparecer aquel joven de 22 años, jefe de la Dirección Nacional y Jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, que logró, mientras estuvo vivo, volver loco a los batistianos, al menos en una gran parte del país.
El gobierno cubano es dueño absoluto incluso de un pueblo desarmado que tiene seis décadas fuera de práctica en luchar por los elementales derechos humanos. El gobierno, tal como la familia que ha sido avisada del robo, no va a ceder, ni aceptar, porque ni cree en José Martí, ni cree en las rosas blancas, ni le importa la opinión internacional e incluso utiliza a los niños como herramientas para mantener el poder y aún, aunque nos duela mucho, sea por las razones que sea, tiene el sartén agarrado por el mango.
Sé que puede parecer fácil escribir esto detrás de mi PC en mi cómoda Nebraska, pero no nos queda más remedio a los cubanos de Cuba y los cubanos de fuera, que incendiar el sartén hasta que sea imposible sostenerlo y es ahí donde Frank nos puede ayudar.
Si queremos los cambios antes de morirnos, tenemos que
aprender muy rápido
No hay comentarios:
Publicar un comentario