viernes, 7 de mayo de 2021

Cada nuevo día se me hace más difícil. (Primera Parte)

Cada nuevo día se me hace más difícil pensar y hablar sobre Cuba y nosotros, los cubanos. Descubro o experimento un sentimiento contradictorio sobre aquel lugar de infancia feliz, de juventud dinámica y productiva, el cual no puedo olvidar y el desinterés real por volver a vivir allí bajo las condiciones que hoy imperan.

Desacuerdo entre la Cuba que me gustaría que fuera, incluso para otros y la Cuba que va quedando luego de décadas de mala administración del gobierno, planes ilógicos y alocados, experimentos y mas experimentos, cada uno de ellos con peores resultados.

Cuba, que es más que todo los cubanos, sufre como nunca, como no lo recuerdo y como resultado de ese sufrimiento, cansados incluso de sufrir, nos dividimos en decenas de manifestaciones y terminamos auto culpándonos y como si fuera poco, culpándonos unos a los otros.

Cuba entonces se convierte en una leyenda, en un lugar mítico, cercano o lejano, del que cada cubano tiene un pedazo de propiedad, ganada o robada. Cuba, hoy más que nunca, deviene en un casi obligatorio contenido patriótico, tal como si lo de patria fuera tan sencillo y fácil como poner un grillete en un tobillo.

Y eres tú mi canto de sirena
Porque con tu voz se van mis penas
Y este sentimiento ya está añejo
Tú me dueles tanto, aunque estés lejos.

Leyendo y leyendo, tratando de encontrar quizás una solución, quizás un consuelo, me he encontrado con una idea, más que eso, toda una filosofía que, al menos para mí, deja claro todo lo relacionado con este embrollo, haciéndolo más ligero. El escritor, novelista, guionista egipcio Naguib Mahfouz, Premio Nobel de Literatura en 1988, asegura que: “tu hogar no es donde naciste; el hogar es donde todos tus intentos de escapar, cesan”. Yo, sustituyendo convenientemente lo de hogar por la aparentemente sólida palabra definida, patria, digo: patria es el lugar de donde no quieres escapar.

¿Patria? ¿Tuvimos una patria que nos permitió amar libremente a Dios, a Shangó, a Buda sin necesidad de escondernos?, ¿Pudimos adoptar el rock o el kung fu como filosofías para la vida sin padecer represión?, ¿Cuba, como patria, nos entendió cuando dijimos que sembrar el inigualable santiaguero mango bizcochuelo en Pinar del Río era un error o nos opusimos a la tala indiscriminada de los hermosísimos arboles frutales para sembrar una mala variedad de café?, ¿La patria nos apoyó o al menos entendió cuando dijimos que no queríamos ir al Servicio Militar Obligatorio o a luchar en la guerra de Angola porque éramos pacifistas y no nos interesaba el continente africano?, ¿Por qué debería interesarnos?, La patria nos llevó a ver bien la casi posibilidad de hacer estallar cohetes nucleares, para la patria por muchos años fue preferible la absurda muerte.

La patria Cuba nos enseñó a valorar la ardua tarea de Martí e incluso del mismísimo Fidel para recaudar fondos, dinero de los obreros, campesinos y también de muchos burgueses, pequeños, medianos y grandes propietarios, para organizar sus revoluciones y hoy nos obliga a ver como mercenarios enemigos a aquellos que reciben apoyo económico para intentar hacer también sus revoluciones. La patria Cuba nos educó valorando la huelga de hambre de Mella, incluso las múltiples de Gandhi, reconociéndolas, no sólo como valientes, sino como justas, sin embargo, hoy quiere que veamos como traidores, entreguistas, anexionistas, delincuentes a cubanos, Zapata, Alcántara, Ferrer, por sólo citar algunos, que han hecho y hacen sus propias huelgas de hambre con objetivos, para ellos al menos, muy bien definidos.

La patria Cuba nos metió a pioneros y nos permitió orgullosa que creciéramos tratando de ser asmáticos como el argentino “Che”, pero no nos dejó conocer y parecernos al cubano Reynaldo Arenas. No nos engañemos más, para muchos de nosotros, para muchos de ellos, no ha existido la patria. Cuba desde hace ya muchos años, más de los queridos y necesitados, es más que todo y por encima de todo una conveniencia.

Hoy yo te invito a caminar por mis solares
Pa' demostrarte de que sirven tus ideales
Somos humanos, aunque no pensemos iguales
No nos tratemos ni dañemos como animales
Esta es mi forma de decírtelo
Llora mi pueblo y siento yo su voz
Tu cinco nueve yo, doble dos
Sesenta años trancado el dominó

¿La patria no nos permitió sentirnos orgullosos de la cubanísima Celia, mientras nos daba a Stierlitz y al tío Stiopa como patrones a imitar?, ¿Por qué la patria Cuba no condecora a Carlos Varela, a Pedro Luis Ferrer, a Mike Porcel?, La patria nombró a Gorbachov como Diablo y al diablo Valdés nos lo presenta como un santo. Cuba, la llamada, la añorada, la inventada e incluso por qué no, la necesitada patria, desde hace ya muchos años es sólo eso, una conveniencia.

¿Qué celebramos si la gente anda deprisa?
Cambiando al Che Guevara y a Martí por la divisa
Todo ha cambiado ya no es lo mismo
Entre tú y yo hay un abismo
Publicidad de un paraíso en Varadero
Mientras las madres lloran por sus hijos que se fueron.

Para los entendedores e informados, no vale la pena hacer más leña del árbol caído, porque incluso el árbol que un día pudo ser frondoso y fuerte hoy está no sólo caído, sino que su madera podrida, ni para leña sirve. Quizás a un tibetano o a un indonesio haya que hacerle el cuento con todos los detalles, creo que a los cubanos no.

Son los cubanos y sobre todo las gloriosas madres y abuelas cubanas las que están luchando para llevar algo de comer a la mesa después de hacer 8, 10 horas de largas colas. Son los cubanos, sobre todo las valientes madres y abuelas cubanas las que están viendo a sus familiares enfermos sin poder recibir una adecuada atención médica o el apropiado medicamento. Hoy son los cubanos los que están viendo caerse los edificios, derrumbes causantes de heridos y muertos. Los cubanos son los que, con sus títulos universitarios “gratuitos”, se siguen tirando al mar entre la isla y Estados Unidos, siguen saliendo a caminar por las selvas latinoamericanas o consiguiéndose un pasaje para cualquier destino en el planeta Tierra.

Muchos cubanos hoy están apelando a las más diversas formas de sobrevivencia, incluyendo la pornografía informática de ambos sexos. Son los cubanos los que desesperadamente llaman a sus familias y amigos en el exterior para que los ayuden con unos pocos o unos muchos dólares, moneda del enemigo que odiamos para terminar amando, por aquello de que el odio también es amor.

Creo que hoy, en vía de la unidad y el entendimiento, es poco conveniente y agradable seguir buscando culpables, porque en realidad, aunque la culpabilidad también tiene sus rangos, como dice la máxima popular, culpables fuimos casi todos, da lo mismo los que mataron a la vaca, como los que en silencio le aguantaron las patas.

Recientemente he leído el libro, “Memorias de un guerrillero desconocido”, de Juan Juan Almeida, residente en Miami e hijo del nombrado jocosamente “negrito de la Caridad del Cobre” papá que, por muchos años, décadas, fue uno de los hombres más poderosos dentro del gobierno cubano, sólo decir, amigo íntimo y confiable de Fidel desde que se reunían en la casa de María Antonia. Existieron los que mataron a la vaca, los que le aguantaron las patas, pero por encima de ellos estuvieron los que idearon darle muerte al animal.

En su libro, flojito para mi gusto, Juan Juan, aporta la mejor idea que le leí, ahora no sé si por real compromiso, demagogia o sencillamente hábil limpieza. Afirma que en Cuba Desgraciadamente el robo fue aplaudido e institucionalizado como una vía de escape, y nadie lo criticó ni advirtió sobre los riesgos morales. Los religiosos y los abuelos olvidaron los consejos, las buenas costumbres y nos enseñaron a disimular o a disfrazar las cosas ilegales o inmorales con el vocablo «resolver». La Revolución nos enseñó a mentir, y, como era de esperar, no quedó títere con cabeza porque usted, si es cubano, fue tan culpable como yo”.

Somos la dignidad de un pueblo entero pisoteada
A punta de pistola y de palabras que aún son nada
No más mentiras
Mi pueblo pide libertad, no más doctrinas.

No vale la pena seguir hablando del pasado, ni encontrar a los más culpables. Como dice Juan Juan, si usted es cubano, algo de culpa también tiene sobre sus espaldas. El pasado no se puede cambiar, los más culpables están muertos o son tan viejos que ahorita ningún código penal los puede sancionar. Paralelamente es muy arriesgado tratar de adivinar el futuro. Llevamos diseñando futuros dentro del futuro y casi ninguno de los diseños se adaptan a la realidad vivida o sufrida. Sin embargo, creo que es bueno tratar de explicarnos el presente, o sea, el hoy mismo.

Para mí existen, dentro de las muchas cosas que existen, tres puntos importantes que se distinguen a escala insospechadas. Es cierto Cuba tiene problemas de alimentos, de medicamentos, de apagones, de falta de agua, de derrumbes, etc., pero es que estos problemas siempre los hemos tenido, en mayor o menor escala, sólo recordar el mal llamado Período Especial, del cual ahora no me queda claro si se salió, si se terminó, o si esto que se vive ahora es una etapa superior del desarrollo hacia el fracaso.

Esos tres aspectos a los que me refiero son, a mi entender: a) en 2021 la defensa de un proyecto o experimento, convertido en sistema socio económico del desarrollo humano; b) la intención de dialogar con un gobierno que se niega a dialogar; c) la represión que ha pasado de sutil, enmascarada, hasta cierto punto profesional, más psicológica que física, a violencia pública, dirigida, autorizada, uniformada, contra parte de la población civil cubana como pocas veces antes ocurrió.

 



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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