sábado, 22 de mayo de 2021

Cada día se me hace más difícil. (Cuarta Parte y Final)

 Mira. Del tema Cuba, quienes podemos saber mejor lo que pasa somos los que por acá vivimos. Vuelvo a pedirte que no quisiera comentarios sobre el tema del país, no quisiera equivocaciones al respecto con mi persona, ni con la tuya. Por supuesto, esto lo dice todo. No vale la pena hablar de esos temas, que los atiendan los decisores que es a quienes les corresponden, yo sé que te mortifica que pasemos trabajo y no poder ayudarnos todo lo que podría ser, pero hay que tener fe en que vendrán tiempos mejores.

Yo sé que no es tu propósito, pero al leer tus comentarios, es como si nos dieran un mazazo más. El tema es bien complejo y tu ante todo debes protegernos en todos los sentidos incluso en el sentimental. Sigo con esperanzas de que los tiempos de mañana quizás sean menos difíciles…”

 Autor conocidísimo, pero imposibilitado a identificar.

 “Lo peor que hacen los malvados es hacernos dudar de los buenos”

Jacinto Benavente.
Español. Destacado dramaturgo del siglo XX.
Premio Nobel Literatura 1922.

Cada día se me hace más difícil pensar y hablar sobre Cuba, pero paralelamente más necesario. Los cubanos tenemos que hablar sobre Cuba, nuestro país, estemos dónde estemos, tengamos cualquier definición política, religiosa, color, sexo e incluso cualquier edad. Nunca es mejor la opinión de un anciano que ha vivido mucho. Nunca es mejor la opinión de un joven que comienza a vivir.

Cuba no tiene un dueño particular, no es un lugar que alguien compró, no está entonces condenada a vivir siempre de la misma forma. Los cubanos tenemos que hablarnos, con respeto, pero hablarnos, es precisamente en esa diversidad de opiniones y criterios, donde puede aparecer la verdad para el futuro.

Si seguimos divididos, unos denunciando a los otros, algunos quitándole la autoridad ciudadana que tiene cualquiera, si seguimos subordinados a una idea, que pudo haber sido linda, pero que de ella no queda absolutamente nada, no podremos avanzar. Cuba, la tierra más linda que vieran los españoles a finales del siglo XV, la Llave del Golfo, el punto de reunión y partida de la flota española en su regreso a Europa. La reina de la azúcar, el tabaco, el ron, por muchos siglos. Cuba el país que recibió miles de inmigrantes, la isla taza de oro de la primera mitad del siglo XX, la Cuba que fue capaz de expulsar a una dictadura asesina, hoy sufre, hoy no tiene que comer, hoy no tiene medicamentos y de aquellos servicios que un día exhibió como ejemplo al mundo, hoy casi no queda absolutamente nada. Los maestros renuncian, los médicos se van fuera, los deportistas prefieren jugar bajo otra bandera. Los cubanos que se quedan se quejan, otros, muchos, prefieren irse.

Cuba, a la que nadie quiere anexarse a pesar de sus lindas playas, su tierra fértil, sus mujeres encantadas y encantadoras. Cuba, a la que sólo corresponde a los cubanos de allá, de aquí; a los nacidos, a los que se han naturalizado, a los que se han enamorado y quedado, definir el futuro, más allá de constituciones, códigos penales, regulaciones, papelitos amarillos, recados, chismes.

A veces es tanta la contradicción que frente a Cuba me digo, es mejor no hablar, es mejor no responder, pero es todo lo contrario, tenemos que hablarnos, tenemos que respondernos, tenemos que, incluso, gritarnos, porque no somos noruegos y no podemos tener miedo. Tanto los que se quedaron, como los que se fueron lo han hecho bien, cada uno a su posibilidad, entonces todos tenemos derecho. No nos puede comer el complejo de que yo estoy aquí, tu estas allá, yo soy más cubano, tú eres menos cubano, etc.

Entonces, finalmente, llego al punto A de mi lista: "en 2021 la defensa de un proyecto o experimento, convertido en sistema socio económico del desarrollo humano". Lo he dejado para el final, a pesar de haberlo mencionado como primero, porque creo que él, por sí solo, contiene todos los demás problemas que conocemos tenemos e incluso los que no sabemos que tenemos.

Conozco que existen estudios, al parecer aceptables, sobre los daños antropológicos en nosotros, los cubanos. Estudios que no he podido leer a profundidad, por lo que no me arriesgaré a hablar de ellos aquí, sin embargo, si puedo hablar de daños, de esos que con sólo recordar o pasar la vista es fácil detectar que existieron y existen.

No sé, ya dije, lo que afirman los investigadores, para mí todos hemos sido dañados. Unos más, unos menos. Unos de forma permanente, otros de forma transitoria. En algunos los daños, después de ser bien atendidos, no han dejado grandes secuelas, en otros, las consecuencias son irreversibles.

Todos hemos sido dañados. Lo fueron los que ya murieron, lo somos los que aún estamos vivos. Los daños cubren a los viejos, a los casi viejos, a los niños. Los beneficios obtenidos, no se puede dejar de reconocer que para muchos existieron beneficios, son muchos menores que los daños que esos beneficios causaron. Nunca existió beneficio sin precio y ese precio con el tiempo se convirtió en dañino.

Desde muy al principio de esta larga etapa, fuimos divididos de muchas formas, las más importantes y antagónicas, revolucionarios y no revolucionarios. Los clasificados dentro de la segunda, cosa que por momentos sigue siendo muy fácil, para aguantar y sobrevivir al fuerte impacto, escondieron su no revolución, inaugurando con fuerza lo que hasta hoy se mantiene como uno de los mayores logros del comunismo cubano, la mentira como forma de vida individual y colectiva, convirtiéndose en una de nuestras características sociales más sólidas.

He contado antes que vi desfilar la “inofensiva” pintura del Corazón de Jesús, muy común en muchísimas casas cubanas, de la sala de mi casa, al pasillo, luego al cuarto de Mama Yuya, más tarde fue a parar a la oscuridad dentro de su closet y, por último, después de su muerte, la encontramos debajo del colchón de la cama donde mi abuela dormía. ¿Dejó de creer? No, sólo escondió su creencia.

Fuimos dañados. Un médico, incluso un muy buen médico, era igual que un vago o delincuente. Todos éramos compañeros, todos vivíamos iguales, se valoraba estar vestido de miliciano o verde olivo y paradójicamente muchos vagos y delincuentes eran “furiosos” revolucionarios. La palabra “señor” fue desterrada, por ser una palabra burguesa. No era necesario dar los buenos días, podría ser considerado un acto de flojera.

La revolución en sus representantes decentes y convencidos, pero también en la mugre que apoyó oportunistamente, aplastó la diversidad, la pluralidad. Aplastó la otra idea, el otro criterio, no importó la forma o contenido que tuviera. Tengo un amigo que fue mandado a afeitar por su familia, porque su barba no era revolucionaria. Increíble, hicieron hasta de los pelos de las caras, símbolos ideológicos y partidistas. ¿Familia extremista? Si, claro, pero como esa existieron millones. La de mi amigo, la mía, la tuya, la del vecino, los compañeritos de escuela, la del compañero de trabajo, la de la novia, luego esposa, la de los militantes del partido comunista y los aspirantes, la de los llamados personal de confianza, los antes reconocidos como chivatos, en cada cuadra, en cada edificio, en cada centro de trabajo, etc.

El extremismo se convirtió en la mejor de las estrategias para dirigir un país y entonces en la más grande acción a evadir. Cualquiera podía denunciarte, cualquiera podía “serrucharte el piso”, ponerte “una zancadilla”. Todos éramos vigilados, muchos se prestaron para vigilar con la única explicación de no ser vigilados. Comenzamos los cubanos a hablar por seña, a mirar hacia atrás antes de hablar, a hablar muy bajito cuando el tema era complicado, a poner sobre nombre a los del gobierno, a no menciona determinados nombres y por supuesto, a definir que todo lo que se tenía que hacer de forma obligatoria venía “de arriba”.

Quizás sea yo la mayor muestra del daño antropológico, sencillamente tenga buena memoria o soy muy hijo de puta. ¿Alguien recuerda cuando estaba prohibido que entráramos a los hoteles y que increíblemente un portero, por cierto, cubano, sintiera placer con decirnos “no se puede entrar es solo para extranjeros” ?, ¿Alguien recuerda cuando las guaguas dejaron de entrar en la playa Santa María para impedir que los cubanos utilizáramos esa parte del litoral porque las casas y los hoteles eran rentadas exclusivamente a extranjeros o las llamas “firmas”, empresas, extranjeras o estaba prohibido caminar por la arena frente algunos hoteles de playa y la policía cubana ponía multas o impedía el paso a otros cubanos?, ¿Los hoteles y las playas eran patria?

Alguien recuerda estar parado en Coppelia o en un restaurante y de pronto desembarcar una, dos guaguas de turistas capitalistas en short, chancletas y sombreritos, a los que nos pasaban por delante, cosa que ni ellos mismos entendían, por supuesto acabándose con ellos el helado de chocolate?, ¿Alguien recuerda que a los prostitutas, las llamadas por todos jineteras, las policía las podía detener, multar, llevar a calabozos mientras estuvieran solas o cazando, o sea, trabajando, pero cuando ellas mismas paseaban del brazo de los extranjeros y se burlaban de los policías, de los custodios, de los porteros, no se les podía tocar y había que saludarlas respetuosamente?, ¿Alguien recuerda que la jinetera era una puta a la que había que reprimir el lunes, pero el miércoles después que se casaba con el extranjero, había que nombrarla, recibirla y tratarla como señora? La misma persona, a sólo dos días de diferencia, cuál de las dos era la patriota.

¿Alguien recuerda cuando el gobierno cerró los moteles, conocidos popularmente como “posadas” y los cubanos tuvimos que comenzar a hacer el amor dentro de los carros, en los parques, dentro de los matorrales, en casa de un buen amigo que nos prestaba su cuarto en horario de trabajo o pagando muy caro en casas particulares convertidas convenientemente en hoteles clandestinos?, ¿Dónde hacían el amor los jefes?, ¿Alguien recuerda cuando se sancionó a privación de libertad a cubanos por poseer dólares y después se nos puso a todos los cubanos a caerle atrás a esa moneda como única forma de poder vivir?, ¿El peso cubano, nuestra moneda nacional, era patria?, ¿El dólar norteamericano es parte de nuestro patriotismo?

¿Alguien recuerda cuando los que se fueron, regresaron y llenaron de pacotilla a sus familiares y amigos?, ¿Alguien recuerda dónde quedaron los revolucionarios sin familiares en el extranjero? ¿Quiénes fueron los verdaderos patriotas, los que se quedaron pasando “el Niagara en bicicleta” o los que se fueron y regresaron llenos de dólares a salvar a los que se quedaron?, ¿Alguien puede explicarme cómo se puede ser revolucionario comunista, aspirar a la igualdad y luchar por la equidad, teniendo los bolsillos llenos de dólares, cuotas especiales de comida, autos con tanques llenos de gasolina, hospitales especiales, viajes al exterior, ahora incluso con familia, lo que permite obviamente tener acceso a una vida totalmente diferente a lo que los estatutos y teóricos tienen definida?

¿Hasta cuándo la familia cubana va a ser deshonesta?, ¿Quién envía los dólares hoy?, ¿Quién pone las recargas a celulares?, ¿Quién envía alimentos, medicamentos, productos de aseo, ropas?, ¿Quién está ayudando a reparar las casas, los carros, a celebrarle las fiestas de 15 años a la niña de la familia?, ¿Quién está financiando los viajes al exterior?, ¿Quiénes son los que están haciendo los trámites para sacar a los familiares cubanos de Cuba?

Si los cubanos fuéramos un poquito honestos, sólo un poquito, por lo menos estaríamos en las calles hoy diciendo: está bueno ya de hablar de gusanos, de apátridas y traidores, de mercenarios. Esos a los que se trata todos los días de demeritar, están manteniendo a Cuba en una buena parte. Esos denigrados, están logrando la subsistencia de los suyos y con eso el gobierno comunista sobrevive. Gracias a esos que un día se fueron, hoy los cubanos en Cuba tienen TV, refrigeradores, casas, ropas, medicinas, comidaaaaaaaaaaaaaa, etc.

Si los cubanos fuéramos un poquito honestos, madres, padres, hermanos, hijos, esposas, estuvieran defendiendo públicamente a aquellos que los mantienen o ayudan. Sería bueno empezar por nosotros mismos y dejar la definición de enemigos de la patria para aquellos que intenten envenenar el agua de un círculo infantil, destruir una hidroeléctrica que deje sin agua a ciudades y pueblos, asesinar a médicos, profesores, por sólo asesinar. Sería bueno que, por primera vez, al menos, los cubanos TODOS, los de aquí y allá, nos pusiéramos de acuerdo en esto:

Los cubanos no somos enemigos de los cubanos. Si existe un cubano hijo de puta, él es el enemigo por ser hijo de puta, no por ser cubano e hijos de putas han existido desde siempre.

Estar en contra de un gobierno que además es malo y ya no tiene tiempo, ni mecanismos para mejorar, no es estar en contra de Cuba como patria. Los que estamos en contra del gobierno, estamos definidamente en contra del gobierno y la forma de ejecutar las acciones, estamos en contra de determinadas personas dentro del gobierno, existen otras que son fichas para hacer bultos, que no opinan, ni deciden nada.

Cuba es más que un, dos, tres o infinitos gobiernos, Cuba es el país de origen de TODOS los cubanos y, por tanto, TODOS los cubanos tienen sobre Cuba el mismo deber y derecho. Sobre Cuba, no sobre el gobierno de turno. El gobierno debe desaparecer de inmediato por malo, corrupto, incapaz, oportunista, delincuente, Cuba tiene que existir y hacerlo mejor. El gobierno ya no puede más, ha agotado todos los mecanismos, ahora enfrascado en reordenar el reordenamiento que demoró 10 años en estudio, tal como si la vida fuera eterna. Al gobierno cubano actual, como a todos los gobiernos, se les acabó el tiempo. A nadie se la puede ocurrir defender ahora a los faraones egipcios, menos tratar de restituirlos, porque mandaron a construir las pirámides o al emperador chino Qin Shilhuang, quien ordenó la construcción de los primeros 5000 kilómetros de la Muralla China o a sus otros tres sucesores que la terminaron.

Seamos una vez honestos y llamemos por su nombre lo que es. Los que se fueron de Cuba, no traicionaron a nadie, menos son cobardes, incluso aquellos que por algunos años contribuyeron a la “noble” idea de construir una sociedad nueva, socialmente avanzada.

Los que se fueron, son extremadamente valientes, osados, arriesgados, intrépidos, audaces y algún día tendrán que ser reconocidos como tal. He contado en otros momentos aquel cartel enorme que me recibió en el aeropuerto de República Dominicana en diciembre de 2007, que decía sin pena, sin rubor, que casi gritaba: “Bienvenidos Hermanos Dominicanos” para todos aquellos dominicanos que regresaban a visitar su país, no el país del gobierno.

Los que se fueron abandonaron sus cómodas zonas de confort, dejaron atrás sus pertenencias, sus casas, sus autos, a veces su dinero, renunciaron a sus profesiones y a lo que sabían hacer, muchas veces después de muchos años de estudio. Dejaron atrás su historia, sus conocidos y algo más que importante, fueron capaces de separarse de sus padres, sus hermanos, sus parejas e hijos.

Los que se fueron llegaron a países donde no conocían a nadie, donde no encontraron apoyo, por el contrario, muchas veces encontraron rechazos o lastimas. Los que abandonaron Cuba, llegaron a lugares donde no conocían el idioma que se hablaba, no podían entender, no podían explicar. Los que se fueron, muchos, pasaron hambre, tuvieron que dormir en parques, en estaciones de metro. Pasaron frío, a veces mucho frío. Los que se fueron, llegaron a lugares como Egipto, Tokio, Alaska y tuvieron que coger el primer trabajo que se les dio, tuvieron que limpiar nieve, limpiar baños, trabajar en fábricas, en mataderos, en la construcción, a veces por muy bajos salarios.

Los que se fueron vivieron años sin papeles, caminando por las sombras como ilegales, sin nombre, sin dirección. Los que abandonaron su país de origen, fueron engañados por otros, fueron utilizados, incluso en la prostitución, los que se fueron se vistieron con ropas sacadas de basureros. Los que se fueron vivieron extrañando todo lo que durante toda la vida habían tenido, a veces a un perro, a veces a familias y amigos, otras a una planta, un olor, un sabor.

Y así, con todo esto en contra, teniendo que escapar de mafias, de ejércitos de drogas, de explotadores, han echado adelante, se han crecido, se han hecho profesionales nuevamente y hoy no sólo viven mejor que cuando salieron de su origen, sino que una gran parte ayuda a los que dejó atrás. Los que se fueron hoy están aquí o allá trabajando muchísimo, dejando la vida en camiones que atraviesan los países con lluvia, nieve y hielo, extremos calor. Los que se fueron, mujeres y hombres, hoy tienen dos y tres trabajos y muchas veces tienen que bajar la cabeza, tragarse el orgullo, por la sencilla razón de que de ellos dependen sus familiares aquí y peor, sus familiares en Cuba.

No existen historias dulces dentro de la emigración cubana. Las historias son el resultado de mucho esfuerzo, de mucho valor, de echarles muchas ganas. Son historias de no dormir, de no comer, de inventar para poder dedicarse a alquilar camellos cerca de las pirámides egipcias, o entender un noticiero o una película en japonés o pasar tres y cuatro meses pescando o cazando cangrejos centolla en las gélidas y tormentosas aguas de los mares del norte.

¿Creen que es fácil? Pues no, no lo es. Es siempre más fácil quedarse en lo conocido, comer poquito lo que dan o se consigue, esperar a que el primo pueda poner una recarguita. Seguir asistiendo a un hospital donde no hay que pagar y emplear el tiempo libre en tomarse un “planchao” en la esquina jugando dominó. Es más cómodo o menos arriesgado esperar que otros arreglen lo que está mal. Es, por supuesto, más rico soñar con una sociedad donde se tenga mucho dinero, haya que trabajar poco y todo sea gratis. Es más rico pensar que podemos tener los bolsillos llenos de dinero, ser dueños de empresas y no sacrificar nada. Es hasta cierto punto rico soñar con servicios de primera calidad, calles hermosas, parques lindos, repartos tranquilos sin delincuencia y sin drogas, sin violencia, para lo cual otros trabajen y repartan las grandes ganancias, sin tener que cogerla.

A eso hemos llegado los cubanos, a imaginar tener derechos a una sociedad altamente desarrollada, donde todos recibamos lo que queramos, sin trabajar mucho, que trabajen los otros. Que trabaje el primo que tenemos limpiando carros o trabajando de madrugada en un supermercado de Miami.

Y es esto, precisamente lo que me parece increíble, o sea, que todavía hoy en el 2021, a pesar de todos los pesares, a pesar de que no hay nada que contar, ni exhibir, a pesar de que el gobierno actual, autonombrado continuación del mismo gobierno que se ha tenido por más de seis décadas, se ha mostrado incapaz hasta más no poder, reinaugurando acciones ya probadas, más otras acciones aparentemente nuevas porque las han disfrazado de otros vestidos y colores, más otras evidentemente improvisadas, que no han dado el mínimo resultado.

“Un gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio, enseña a los oprimidos a usar la fuerza para defenderse”

Nelson Mandela.

 Entiendo a los cubanos que aún están en Cuba y no pueden o quieren salir a gritar y se mantienen en los comentarios bajitos, en las caras de desahucio, en las miradas de reojo, o en las posiciones irónicas. Entiendo a los cubanos que aún sienten miedo y se refugian para no padecer represiones y sufrimientos. Quizás a ellos aun no les ha llegado la hora del gran salto, pero a los que no entiendo es a los cubanos dentro de Cuba que defienden un llamado proyecto, que no existe, que hace muchos años dejó de funcionar. Que hoy más que democracia, igualdad y beneficios, lo que queda es autoritarismo, represión, cada día más desigualdad, cada día unos más ricos, los menos y otros más pobres, los muchos. Cubanos que siguen hablando de un socialismo sin saber, estoy seguro, lo que significa esa palabra.

Personas que demagógicamente, o mejor a lo cubano, descaradamente, repiten que sí que se está haciendo un esfuerzo, que vamos por un camino correcto y seguro, que ahora si se va a construir la sociedad más justa que pueda existir.

¿Qué decir de los cubanos que viven fuera de Cuba defendiendo al gobierno cubano?, ¿En qué tipo de persona nos hemos convertido que somos capaces de disfrutar del esplendor de Paris, de la maravillosa y sólida antigüedad de Londres, de la inigualable Madrid o Barcelona y por supuesto del único, del insuperable, del grandísimo Estados Unidos en todos y cada uno de los aspectos, pueblos, campos y ciudades y seguir defendiendo el comunismo cubano que hoy sólo significa destrucción, derrumbes, enfermedades, calamidades, desunión y hambre?, ¿Cómo es que se pueda desear que eso continúe, que los jóvenes sientan la necesidad de escapar, que los viejos no tengan un pedazo de pan y un café con leche para las noches, que muchos profesionales se prostituyan por una recarga de un celular?, ¿Cómo superar que se tenga que tener dólares para poder comer?, ¿Por qué no tenemos yuca, boniatos, azúcar para comer y regalar?

Hay que defender a Cuba, sus tradiciones, su cultura. Hay que defender y explicar nuestra historia verdadera. Somos los responsables de salvar nuestras músicas, nuestras comidas. Somos los responsables de enseñar nuestros valores. Pero nada de eso tiene que ver con el gobierno, ni el partido comunista único. El real desgobierno y el contra revolucionario partido comunista que tiene Cuba, tienen que desaparecer, cuanto antes mejor. Es mentira que el capitalismo engendra la pobreza. Yo emigrante, llegado aquí ya nada joven, después de haber cruzado la frontera entre México y Estados Unidos con una pequeña maleta y sin dinero ni para un café, hoy soy más rico y vivo mejor que casi la mayoría de la población cubana. Hoy, yo, que para nada trabajo detrás de un escritorio, menos como un profesional del cerebro, puedo tener la vida que deseo y me sobra para ayudar a familia y amigos. Yo, trabajando con las manos 8 horas, puedo hacer turismo dentro de mi país y fuera, incluyendo a Cuba, uno de los países más caros del mundo. El capitalismo no engendra esa pobreza de la que se quiere hablar, la parte de China que hoy se exhibe con éxitos, que está invadiendo y comprando al mundo, no es precisamente la parte, ni los métodos comunistas.

Les dejo unas preguntas serias, quisiera que alguien con información, con datos económicos, etc., sin muela ideológica o politiquería, sin palabras como anexionismo, traidores, socialismos o muertes, me pueda convencer o enseñar. Soy un cubano, cubano, no me parezco o quiero parecer a los norteamericanos, que vive fuera de Cuba y me creo con el derecho de pensar y opinar sobre mi país de origen. No reconozco dueños. No creo que por vivir allí adentro se conozca más o se tenga más posibilidad.

  • ¿Qué es lo que este grupo de cubanos dentro de Cuba y fuera de ella están defendiendo?, ¿Cómo se llama el proyecto realmente que se pretende rediseñar?
  • ¿Hacia dónde va?
  • ¿Cuál es el tiempo que se define para lograr lo que se piensa lograr?
  • ¿Cuáles son hoy los resultados y beneficios que se tienen?
  • ¿Qué se pierde con un cambio de forma de vida, con el pluripartidismo, la diversidad de opinión, la economía de mercado, la potencialización de la economía con verdaderas y fuertes inversiones en sectores claves de la economía cubana?
  • ¿Podemos seguir hablando y sobre todo echándole la culpa al embargo de todo, incluso de los mosquitos que se alteran en verano?
  • ¿Los que han dirigido y viene dirigiendo, tienen alguna solución clara, cuando después de 10 años de estudio e investigación, han inaugurado un reordenamiento económico que lo único que ha conseguido a todas luces es desordenar más la economía?
  • ¿Los que hoy dirigen han podido eliminar o disminuir el descontento popular o por el contrario, cada medida, cada discurso, cada programita de televisión, sólo ha logrado que el número de descontentos aumente?

 

 

 

 

 

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