Demorada esta segunda parte, pero es que otras actividades de mi mundo reclamaron el concurso de mis modestos esfuerzos.
Volvamos al importantísimo discurso del presidente Biden, como resultado de sus 100 primeros días de gobierno. De momento digo que el discurso se lo podía haber ahorrado. Nada relevante, sólo para entender la psicología de un grupo político.
Retomaré muy rápido el tema de los combustibles, porque como sabemos él afecta a todos los que aquí vivimos, demócratas, republicanos, blancos, negros, azules, amarillos, homo, hetero, trans, católicos, budistas, ateos, nacidos aquí, recién llegados, probablemente los que estén por llegar, etc.
Rusia comenzó su ataque brutal e injustificado a Ucrania el día 24 de febrero, Biden dio su discurso a la nación el día 1 de marzo y ya frente a estos dos eventos, el precio de la gasolina venía desde mucho antes elevado. Hoy, marzo 26, en San Antonio, Texas, está a $ 3,87 dólares el galón, lo que resulta no caro, sino carísimo, si sobre todo tenemos en cuenta que Texas es, desde hace muchos años, uno de los bastiones petroleros de la Unión. Puede faltar cualquier cosa en Texas, parece ser, menos el petróleo y el ganado. Luego para falta de justificación, Rusia no es el principal proveedor de petróleo a Estados Unidos, ni aparece en la lista de los primeros exportadores hacia el país. Según datos de noviembre de 2021, o sea, hace pocos meses, Estados Unidos importó de Rusia solo el 3% del petróleo que trae de afuera, sólo algo más de 178 mil barriles diarios.
En su discurso a la Nación, Biden, mencionó, como el que no quiere, casi de soslayo, el tema de los combustibles y prometió, muy suavecito, que estaríamos bien, sólo que no aclaró cuándo.
A partir de eso, recordemos que es importante el tema combustible porque influye determinantemente en todo lo demás de la vida diaria, he escuchado declaraciones de que el gobierno norteamericano ha estado haciendo gestiones para comprarle combustible a Venezuela. Digo he escuchado comentarios de la intención al menos, porque, como saben, no trabajo con Biden, pero esto de ser real me parece una gran locura o una maniobra del gobierno con objetivos muy escondidos.
Por un lado, el gobierno norteamericano, el mismo que preside Biden, anuncia sanciones a Venezuela, acusando a altos funcionarios de su gobierno de narco estado, corrupción, violador de los derechos humanos y otras cosas malas más y al mismo momento parece que se están haciendo gestiones “secretas”, por debajo de la mesa o por detrás del telón, para obtener el petróleo venezolano, con el consabido beneficio para el mismo gobierno y funcionarios a los que se pretende sancionar. ¿Biden, te peinas de una vez o te haces los papelillos?
Al parecer esto estuvo sobre el tintero nada más, “cuando el río suena es porque piedras trae”, pero por las presiones y críticas recibidas, no sólo de legisladores republicanos, sino de muchos demócratas, el gobierno, ahora en voz de su vocera Jen Psaki, la pelirroja, ha salido a aclarar que la idea se quedó sólo en idea y que no se le quitarán las sanciones a Venezuela con tal de poder comprarle el combustible y al parecer se desvió la atención a la importación de petróleo colombiano, o sea, Biden debe haber dicho, “los fósforos”.
Según expertos, primero en política, obviamente republicanos, aseguran que Estados Unidos no necesita salir corriendo a comprarle petróleo a nadie, menos a Venezuela, porque posee una reserva inigualable que le permitiría vivir muchos años sin importar el necesitado “oro negro”. Luego, inmediatamente después que apareció la crisis norteamericana y el encarecimiento del petróleo, Canadá, nuestros primos hermanos, anunció que el gobierno norteamericano no tenía que temer por el petróleo ruso y menos salir a comprarle el combustible a cualquier país, porque el gobierno del país cercano tiene todo el petróleo que Estados Unidos necesita y más. ¿Biden, por qué, si es que necesitamos importar petróleo para no utilizar nuestras reservas, no lo traemos de Canadá, al menos para apalear la crisis momentáneamente? Mejor calidad, mayor garantía, menor costo.
Estados Unidos es el país que más petróleo importa en el mundo, alrededor de casi 14 millones de barriles diarios, casi tres veces más que Japón que es el segundo importador mundial, pero el petróleo que importamos, como ya dije, para nada depende de la producción rusa. Rusia no aparece dentro de los principales países a los que Estados Unidos compra el petróleo, así que de momento Putin se puede meter su petróleo por el …
Lo cierto es que de “estaremos bien”, nada. El petróleo y como consecuencia sus derivados, o sea, la gasolina y el diésel que se venden en los servicentros siguen caros. Dicen que en Miami y otras ciudades importantes y populosas del país, están más caro aún.
Veamos otros puntos importantes del discurso, sobre las palabras textuales de nuestro presidente.
“Compraremos productos estadounidenses para asegurarnos de que todo, desde la cubierta de un portaaviones hasta el acero en las barandillas de las autopistas se fabrican en los Estados Unidos” (…) “Conseguimos que más de 130 países acordaran una tasa impositiva mínima global para que las empresas no puedan dejar de pagar sus impuestos en su país, enviando empleos y fábricas al exterior”.
Parece que a Biden se le olvidó aquí que precisamente fueron los demócratas los que más apoyaron, facilitaron o incentivaron las producciones fuera de Estados Unidos, digamos en China. Se le olvido o al menos por un asunto de ética, mencionar a Donald Trump, su antecesor, porque precisamente fue ese uno de los pilares de su campaña presidencial y luego de sus cuatro años de gobierno, o sea, dejar de comprar productos baratos y de mala calidad en el extranjero y regresar las fábricas a Estados Unidos, con la creación como consecuencia de miles de nuevos empleos. Biden y sus demócratas ahora quieren aparecer como los inventores de la sopa de ajo.
Y entonces como conclusión, empezó a sacar cuentas de lo que cuestan las cosas, los salarios, las importaciones y la dependencia del exterior y aseguró que ya se estaba resolviendo, por los que Biden y su “combo”, no solo se promueven como los inventores absolutos de la sopa de ajo, sino también del ajo.
Frase célebre de Biden en su discurso: “Yo lo llamo construir un mejor Estados Unidos”. Aquí apretó con el descaro y dejó de mencionar nuevamente a su antecesor, porque si recordamos, el más famoso slogan que ha tenido este pueblo por muchos años, lo anunció Trump con su “Make America Great Again”. Slogan que no sólo se convirtió en arma de campaña política y luego en ideología de gobierno, sino que, siendo Trump un empresario y no un político, la idea fue acogida de forma general por los norteamericanos como un sentimiento patriótico. Ese sentimiento hizo ver bien que Trump se reuniera con el “monstruo” coreano, que pusiera en su lugar a los chinos y que tuviera contenido al mismísimo Putin.
Biden debía haber mencionado a Trump y no solamente cambiar las palabras de, quizás, su más famosa frase. Tenía que haber sido serio y no querer aparecer como el inventor de nada. Tenía que haber dicho, nos hemos dado cuenta de que el camino fue señalado por el presidente anterior y lo que estamos haciendo es retomarlo o continuarlo. ¿Trump tuvo razón o no?
Afirmó que su intención era inmediatamente: “reducir el costo de los medicamentos prescritos. “Nosotros pagamos más por la misma medicina por la misma compañía que en cualquier otro país en el mundo”. Y eso es verdad, es inexplicable, es inentendible, es abrumador y abusador, pero es que viene así desde hace años, no es un problema nuevo. Creo que cada vez que un político trata de hacer campaña, menciona el tema de los medicamentos, a sabiendas de que es un tema neurálgico. Promesas y más promesas, bajaremos los precios, produciremos más aquí y luego … ¿Trump no se reunió con las principales farmacéuticas del país? ¿Trump tuvo razón o no?Recuerdo lo del seguro de salud que promulgó Obama en su gobierno, reconocido popularmente como el ObamaCare, que, aunque es difícil ahora de resumir, porque para hablar de seguros médicos hay que pasar una carrera universitaria, una maestría y un doctorado, si conozco que, al menos en nuestro caso, no resolvió nada, tampoco resuelve nada para las personas que no reciben ingresos, obviamente muchas las más desprotegidas.
Continuó Biden con algo increíble. “Sé lo que funciona: invertir en la prevención del delito y policías comunitarios que seguirán el ritmo, que conocerán el vecindario y que pueden restaurar la confianza y la seguridad. Así que no abandonemos nuestras calles. (…) Unámonos para proteger a nuestras comunidades, restaurar la confianza y responsabilizar a las fuerzas del orden público. (…) Es por eso por lo que el Plan de Rescate Económico proporcionó $350 mil millones que las ciudades, los estados y los condados pueden usar para contratar más policías e invertir en estrategias comprobadas como la interrupción de la violencia comunitaria: mensajeros confiables que rompen el ciclo de violencia y trauma y brindan esperanza a los jóvenes. Todos deberíamos estar de acuerdo: la respuesta no es quitarle fondos a la policía. La respuesta es FINANCIAR a la policía con los recursos y la capacitación que necesitan para proteger a nuestras comunidades”.
Aquí apretó y se hizo el nuevo. Si recordamos, a raíz de la muerte de Floyd como resultado de la violencia que le aplicó un policía y no toda la policía, los demócratas, el mismo partido que hoy representa Biden en el gobierno, respaldó la idea de ciertas organizaciones “supuestas” civiles, el más famoso por su protagonismo fue Black Lives Matter, que desencadenaron una demanda nacional a partir de la idea “Defund de Police”, o sea, quitarles fondos a las policías estatales.
Todos los días mueren
policías a manos de delincuentes, todos los días los policías salen a la calle
a jugarse sus vidas, aquí las armas no la tienen nada más los buenos y cumplidores
ciudadanos y eso no importaba, lo importante fue echarle leña al fuego para
desmoralizar a un gobierno, cogiéndola nada más y nada menos que con la policía
de este país. Los políticos demócratas y sus apoyadores, dentro de ellos
fuerzas identificadas públicamente como marxistas, se aprovecharon de un hecho
muy particular para desarrollar parte de su campaña política y crear un ambiente
de caos.
Esto a todas luces
fue una locura, que sólo logró, por una parte, que la policía se disgustara,
manifestara que estaba en desacuerdo con muchos de los procedimientos del poder
judicial, acusándolo de flojo, que se sentían desprotegidos y que muchos
apoyaran a Trump y por otra, que los índices de delincuencia y actos criminales
en varios estados del país crecieran aceleradamente. Fue la época, semanas y
meses, donde se saquearon los negocios, se rompieron las tiendas, se
incendiaron edificios, se agredió a las personas por el sólo hecho de agredir.
Los demócratas, con tal de hacerle daño a Trump, trataron de desmoralizar y
más, de desproteger a la policía.
Ahora, Biden que
lleva más de 40 años en la política de este país, dice que no se le puede retirar
los fondos a la policía, por el contrario, lo que su gobierno hará es financiar
con fondos a la policía para que esté más preparada. Acción hipócrita que trata
de “enamorar” al brazo que nos debe cuidar y proteger, el cual se conoce está
muy disgustado. Hace unos meses los protagonistas decían que había que quitarle
los fondos a la policía, ahora los mismos protagonistas, dicen que han descubierto
que hay que financiarla. ¿En cuál de los dos protagonistas o momentos creer?
Tema neurálgico, la frontera con México, sobre eso dijo: “Y si queremos promover la libertad y la justicia, necesitamos asegurar la frontera y arreglar el sistema de inmigración”. Frontera por la que él no se ha portado ni de lejos
Aquí
se le olvidó también mencionar a Trump, quien, interesado en asegurar la
frontera, la entrada ilegal de droga y personas fue acusado de xenófobo,
racista, machista, loco, abusador, etc. El gobierno anterior hizo énfasis en
reforzar la frontera con tecnología, más hombres, terminar y asegurar el muro
divisorio y todo el mundo lo criticó. Trump llamó a contar a los gobiernos
centro americanos y al de México y les aseguró que el tema de la frontera
norteamericana era también responsabilidad de ellos, pues estaban haciendo nada
para evitar el movimiento de personas. Ahora Biden pretende que su gobierno se
lleve el mérito de asegurar la frontera. Apretó.
El resto
de su discurso fue paja seca. Historias sentimentales, casos traídos por los
pelos, promesas de siempre, esas de reparar puentes y carreteras, agua potable
para todos en las casas, mejorar la educación, mejorar a los maestros, bajar el
costo de los medicamentos, etc. Creo que las mismas ideas de siempre que se
repiten con un gran interés populista, pensando que esas promesas lanzadas al
aire sin estar ancladas en la tierra van a seguir convenciendo a las personas.
Estamos
viviendo un momento difícil. La vida cara, los salarios por tanto rinden menos,
muchas personas sin trabajar, algunas porque han perdido sus trabajos, otras, aunque
parezca mentira, porque prefieren vivir de la “famosa” ayuda que les da el
gobierno sin salir de sus casas. Ayuda que el gobierno utiliza como esqueleto
para mostrarse bueno.
Biden
ha logrado desencantar muy rápido a una gran parte de la población
norteamericana. Si no hace algo muy grande, pasará a la historia como un
presidente gris, blando, que ha afectado no sólo al norteamericano, sino a la
reputación política y diplomática de los Estados Unidos en el mundo.
Biden
se queda dormido, es incoherente, responde cosas que nadie entiende o no
responde. He escuchado que una buena parte de los que votaron por él, si es que
fue realidad que votaron, hoy están llevándose las manos a la cabeza.
Biden,
su equipo de apoyo y remadores, tratando de desprestigiar a Trump, arruinar su
carrera como presidente, desmoralizarlo, acusarlo de todo lo malo que
humanamente se puede acusar a alguien, sólo han logrado que la idea y la
persona de Trump tenga hoy más fuerza que antes y continue viviendo entre nosotros. Lo de “Fuck Joe Biden” que se
corea a veces con risas burlonas, otras con gritos de rabia, es más que un chiste de pueblo.
Los demócratas y sus fracasos o al menos sus promesas irrealizables o irrealizadas, sólo han logrado que una gran parte del pueblo norteamericano esté pensando en el nuevo presidente para el periodo que viene y ese puesto puede ser asumido nuevamente por Donald, quien hoy aparece más fuerte que nunca, ya no por lo que hizo o prometió, sino porque sus antagónicos lo han hecho muy mal. Los demócratas en eso se parecen a los comunistas, que ellos solos, con el fracaso de todas y cada una de sus ideas y acciones, sólo logran que las personas, a pesar de la inmensa propaganda las 24 horas del día, sólo piensen, añoren y luchen por vivir en el capitalismo.
Donald, al que no le falta dinero para echar gasolina, parece estar mirando con su risita picaresca y preguntando, sobre todo a los
que no lo querían, ¿me recuerdan?
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