domingo, 13 de marzo de 2022

443.- El mejor regalo de cumpleaños.

Durante muchos años, mientras fui joven e imagino para hacerme el diferente, no presté atención a los cumpleaños. Decía que era un día normal y aunque siempre me reusé a asistir a clases o trabajos ese día, me negaba a los regalos, fotos y celebraciones especiales. De los regalos más extraños que he recibido están las agendas que mi madre cada año me entregaba, sabiendo claramente que odio las agendas y que nunca he tenido nada que escribir en ellas. Las agendas me recuerdan a los comunistas.

Sin embargo, cuando he empezado a envejecer, los que me rodean, me han demostrado que ese día hay muchas personas que quieren compartir y agradar. Cosa que hoy agradezco. Entonces han empezado a aparecer las fiestas, las fotos, las salidas a comer o pasear y los regalos. Y reconozco, a pesar de que me sigue siendo difícil, que es lindo.

Este año, no ha sido diferente. Amigos, comidas, música y dominó, que entre gente que se quiere, es más una diversión, que una competencia.

Pero este año también fue diferente. Mi nieta Mia, en determinado momento de la noche me entregó sus regalos, que eran todos suyos.

Entonces me dijo:

_ "Mira abuelo, como te gusta la arquitectura, te he hecho este regalo". 

Y me entregó una construcción en cartulina con muchos colores, que, a mí, caprichosamente, se me parece al “Sydney Opera House” de Australia y un gorro tejido con hilo de estambre amarillo y azul, el cual entendí, porque sin explicarme para qué, ella hace como dos semanas me había medido el diámetro de mi cabeza.


La idea me dejó sin palabras y pasé unos minutos para recuperarme, pues no me asombró su capacidad para hacer obras manuales, conozco que las tiene porque he construido algunas cosas con ella, sino su capacidad con solo 9 años para reparar en que a mí me gusta determinada manifestación artística. Mia, además de linda e inteligente, es una niña muy sensible, cosa que, a pesar de la belleza física y la inteligencia de cerebro, no siempre se logra.

Luego me entregó un paquetico, que como siempre, a pesar de mis hábiles manos, pasé mucho trabajo para abrir, pues me cuesta romper la envoltura que alguien cuidadosamente ha hecho para la ocasión. A veces las envolturas son reales obras de arte que representan incluso a determinada cultura. Cuba, antes en las tiendas, envolvía los regalos. En Japón cualquier regalo es necesario ponerlo dentro de tres envolturas diferentes.

No he sido muy dado a hacer regalos por fechas significativas, sin embargo, siempre me ha sido fácil regalar un libro, un disco de música, etc., para lo cual pasaba mucho trabajo a la hora de envolver. Un día, trabajando yo en el Museo de la Ciudad, una compañera de trabajo, María Emilia, me vio pasando un trabajo enorme y sudando a chorros para envolver un cassette de música. Necesitaba para aquello cuatro manos, la boca, quizás un codo y ella sonriendo se me acercó y me ayudó - enseñó, pues había trabajado en una tienda antes de la revolución y entre otras cosas vinculadas a la vestimenta, al maquillaje, etc., era obligatorio aprender a envolver regalos u otra cualquier cosa que el cliente necesitara. No era tan fácil como meter un producto dentro de una jaba plástica.

Además, mi nieta, sin comentarlo a nadie, ni tan siquiera a sus padres, con $ 5.00 dólares que tenía ahorrado, se fue a la tienda de souvenirs que tienen en su escuela y me compró, un bolígrafo, una goma de borrar y dos llaveros bordados, uno que dice: “Happy Birthday” y otro que tiene una inscripción que dice: “World´s Best GRANDPA”, calificación que aun creo no merecer.

Me está gustando celebrar mis cumpleaños. No importa haber llegado casi viejo a esto.

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