domingo, 5 de febrero de 2023

477.- Somos como rehenes de un pedazo de historia que condena para siempre al gobierno cubano. (Primera Parte)

Mirando una entrevista al realizador audiovisual cubano Juan “Pin” Vilar, escuché una idea que tengo desde hace mucho tiempo, pero expresada así, nunca la había llegado a conceptualizar y al escucharla me ha impactado. El cineasta y director de programas de TV, afirmó, hablando de sus hijos y los jóvenes de hoy en Cuba, que: “son como rehenes de un pedazo de historia que condena para siempre al gobierno cubano”.

Y es eso lo que exactamente ha pasado, todos o quizás muchísimos, hemos sido rehenes de un momento donde un gobierno, nos utilizó, a sabiendas de la utilidad, para hacer y deshacer. Fuimos rehenes de un grupo de personas, en realidad pequeño, aunque en apariencias apoyado por otros, que se apoderaron, ya no de las riquezas, de la economía, de la geografía de todo un país, sino de las personas que lo integraban para lograr sus caprichosos objetivos, incluso cuando de objetivos cada día quedaba menos y sólo sobrevivía el capricho.

Capricho que devora a la patria, la soberanía y a las personas para defender o mejor imponer forma de vida, que, sobre todo, mantuvo a el gobierno alejado y muy por encima de lo que ese gobierno pudo garantizar al pueblo que decía defender y representar.

Esos caprichos mantenidos han logrado hoy la Cuba que tenemos, lo que, entre otras cosas, da pena. Cuba fue por siglos un lugar de sostenido desarrollo económico, social, cultural y ese despegar, en la colonia vinculado a España, en la república vinculado a los Estados Unidos, es mentira que siempre vino de afuera, como muchos han querido afirmar para restar importancia. Ese desarrollo fue el resultado del interés cubano. Del cubano trabajador, del cubano emprendedor, de esos grandes capitales, pero también de pequeños capitales, que hicieron posible que muchas familias vivieran no solamente bien, sino orgullosas de sus logros. La cubanía fue entre otras cosas el orgullo mayor. No hacía falta irse definitivamente, Cuba, por años fue un destino receptor de inmigrantes.

Juan “Pin” Vilar, que está en Cuba, lo que resulta meritorio, en otro momento de su entrevista, dijo que nunca pensó y nunca quizo que sus hijos se fueran de Cuba, hoy no sólo lo acepta, sino que como papá lo impulsó, en un intento por salvarlos para el futuro, quizás en un intento para que no vivieran más lo que él aún vive.

Acercarse al tema Cuba, sigue siendo difícil, aun cuando se ha vivido o vive dentro de ella. No existe algo que sea fácil de analizar, porque cualquier tema puede tener y de hecho tiene miles de aristas. Tantas que puede parecer que existe una de ella por cada cubano que aún respira dentro y fuera de Cuba.

De ahí que cualquier análisis, además esté plagado de muchos sentimientos, tanto a favor como en contra, lo que imposibilita o dificulta cualquier explicación, a partir de la enorme cantidad de emociones y pasiones bajo los cuales se analiza. El tema se hace agotador, desgastante e incluso hasta desgarrador. Basta sólo ver algunas de las imágenes que sobre Cuba hoy se publican, para descubrir, más allá de los discursos, la lamentable realidad.

Cuba es un problema, muchos en contra de su gobierno, otros que, a pesar de los fracasos evidentes, lo defienden. Una parte del mundo que ha descubierto y trata de evidenciar la mentira, otra parte que aún defiende al gobierno y las ideas que dice que un día logrará, sin aclarar cómo y cuándo. Defensa absurda de los socialistas que disfrutan a plenitud del capitalismo e intentan condenar a un pueblo entero, con tal de probar que una teoría funciona.

Entonces, si las definiciones nacionales son muy difíciles de homogeneizar y a veces hasta de entender, las definiciones con que se trabaja en el ámbito internacional son extremadamente complicadas, al menos para mí, a pesar de que ellas se edifican o se supone edifican, a partir del acuerdo de todos aquellos que intervienen, ya sea a nivel regional, continental o mundial.

Entender, trabajar y guiarse por la política o diplomacia internacional es extremadamente complicado si todo fuera transparente, equilibrado y justo, ahora sumémosle que a veces, al menos en apariencia, de transparencia, equilibrio y justicia real, existe poco. Uno llega a pensar que esas definiciones internacionales, todas las organizaciones y sus integrantes no sirven para nada, o al menos para más nada que ganar mucho dinero y vivir bien.

Todos estamos de acuerdo y hasta medio acostumbrados a que muchos países de África están mal y lo damos, sin conocer exactamente cuánto mal, por aceptado. Es fácil acordar que Haití es uno de los países más pobres de América, al que desde hace años hay que soportar con ayudas internacionales, para por lo menos, tratar de apalear su desaparición total como pueblo, aunque luego se escucha que esas donaciones internacionales muchas veces no llegan a dónde tienen que llegar.

Ahora al pensar y referirnos a Cuba, lo primero que pasa es la entendible confusión. Cuba es, de hecho, lo ha sido desde hace muchos años, un país, cuyo discurso propagandístico, que encubre los verdaderos resultados y la vida de su pueblo, ha confundido y confunde a no pocos.

Por un lado un discurso de gobierno que sigue retomando los nombres de los muertos hasta llegar a nuestro aborigen más famoso Guamá, tratando de agarrarse a la historia pasada como de un madero en el medio del océano, que no sólo se niega a reconocer el fracaso absoluto en todos los sectores de la vida económica, social y hasta política, sino que sigue hablando de logros a los que podíamos nombrar fantasmas y por otro un trabajo de pasillo en el exterior del país, tratando de seguir convenciendo a políticos, diplomáticos, empresarios y emigrantes del apoyo a la revolución cubana, camuflageándola con sobrenombres de patria, familia cubana y pueblo. Política de gobierno y lobbies a los que sólo se le puede prometer la continuidad, que ahora apellidan “Creativa” y la disponibilidad de resistir más, resistir sin límites, resistir sin pensar en las consecuencias y desgastes reales, resistir hasta la muerte.

Al acercarme al tema he encontrado varias definiciones que pueden orientarme en relación a la realidad, para yo no inventarme mis propias definiciones.

Crisis Humanitaria. La crisis humanitaria, incluidos los conflictos provocados por el hombre, las catástrofes naturales, las pandemias, a veces combinadas, dan lugar a problemas de derechos humanos y exacerban las vulnerabilidades preexistentes en esa materia.

Situación Humanitaria. Una crisis humanitaria es una situación de emergencia en la que se prevén necesidades masivas de ayuda humanitaria en un grado muy superior a lo que podría ser habitual, y que si no se suministran con suficiencia, eficacia y diligencia, desemboca en una catástrofe humanitaria.

Diferencia entre crisis y emergencia humanitaria. Según la Comisión de Derechos Humanos en 2017, la diferencia está en que las crisis humanitarias pueden venir por desastres naturales muy puntuales, las emergencias complejas son fundamentalmente por carácter político.

¿Cuándo se interviene con ayuda humanitaria en un país?

Según los organismos internacionales encargados del tema, una emergencia humanitaria, combina las necesidades de una crisis con el desmoronamiento de la economía formal y las instituciones del Estado. Se caracteriza por conflictos civiles, crisis sanitarias, migración y hambrunas. Este concepto se refiere a una violación masiva y deliberada de los derechos humanos.

Cuba, hay que recordar que, por muy extraño que nos parezca, aún está enclavada en el planeta Tierra y pertenecemos al Sistema Solar dentro de la Vía Láctea, única que se conoce y su gobierno es signatario, por tanto, está de acuerdo, con todas las ideas que emanan de los organismos internacionales, entonces mi genial pregunta es, ¿se escapa o está por encima de ellas?

Quisiera comenzar por decir, antes de responderme la pregunta, sobre todo para los posibles lectores perspicaces, que no hablaré aquí de una intervención militar. Creo que a nadie hoy se le puede ocurrir y pueda desear que su país sea invadido por una fuerza o ejército externo, aunque sea la representación de un acuerdo internacional “salvador”. Se sabe que cualquier intervención militar crea muchos problemas, heridos, muertos, destrucciones de todos tipos, que marcan a los pueblos por muchos años a futuro.

No hablo de una intervención militar que pueda matar a mi familia, a un amigo, o sencillamente a cualquier persona cercana o lejana a mí. No hablo de muerte masiva de cubanos. Cuba, es un país cuya población aún no está en guerra, por lo que lo de la fuerza debería ser la última después de la última opción.

Ahora, tampoco quiero ser hipócrita conmigo y escribir algo a medias o que no me convenza a mí mismo cuando lo vuelva a leer. Creo que de verdades a media estamos llenos. No se puede estar siempre en la parte fría de la tortilla. Si me enterara de que existe una variante interna coherente y organizada, con apoyo del exterior, como casi siempre suele ocurrir en las acciones modernas, que diera al traste, que expulsará o prendiera a los culpables de nuestra triste realidad como pueblo, la apoyaría.

Está demostrado que los gobiernos totalitarios se emborrachan en el poder. Si algo ha anunciado y pregonado el gobierno cubano desde siempre, es que el poder no se entrega y han alardeado de que se los quiten. Entonces, frente a esta opción, sólo queda quitárselo y la acción de quitar para este caso, está probado, no va de conversaciones. Frente a la última salida del pueblo cubano a protestar pacíficamente por su realidad de la que se cansó, el gobierno de Cuba dio una “orden de combate” y sacó a la calle a sus tropas armadas para liquidar a quien tuviera que liquidar, sin considerar edad, sexo, color, etc. De esto las organizaciones internacionales hicieron mutis total.

¿Un gobierno que declara la guerra contra una parte de su pueblo, puede pretender que se le considere? No. Para ser sincero conmigo mismo, merecen ser prendidos, enjuiciados, tal como se enjuició a los batistianos con hechos de sangre en sus manos y que paguen lo que tengan que pagar.

No todos tendrán la misma responsabilidad, sabemos que siempre existen personas que están “como cocineros”, pero algunos merecen más que un pelotón de fusilamiento. Merecen que los atrape “El Acariciador”, una especie de oficinista filósofo verdugo que vivió en el Imperio Mongol bajo las órdenes del Khan Kublai. Artista de las torturas magistralmente descrito por Gary Jennings en su genial novela “El Viajero” publicada por primera vez en 1984, donde reconstruye parte de la vida y viajes de Marco Polo.

Según recoge la historia, “El Acariciador”, personaje real, fue el torturador más cruel que ha existido en la historia de la humanidad, cuya misión, considerada por él mismo como un “arte” consistía en matar a partir de un manual, llamado “La Muerte del Millar”, donde se describían filosóficamente mil acciones diferentes contra un cuerpo humano, que se seleccionaban aleatoriamente, donde se incluían incisiones, raspados, quemaduras, cortes, etc., con diferentes intensidades a la hora de sus aplicaciones, para las que usaba una serie de herramientas, muy bien diseñadas para utilizar creativamente en cada una de sus mil acciones.

Su “trabajo artístico” cuentan que garantizaba al final que no se pudiera identificar los restos que quedaban con un ser humano. “El Acariciador” tenía un equipo de apoyo cuya misión era mantener vivo, con suturas y remedios, al acariciado, tratando de que se pudiera aplicar sobre él, de principio a fin, el manual de instrucciones hasta llegar al paso número mil. Matar de una vez, hubiera sido más sencillo, pero “El Acariciador”, en post de su fama, necesitaba prolongar las torturas por muchos días, porque la idea era además de la tortura, el disfrute y el entretenimiento.

El gobierno cubano no puede estar o no debería estar por encima, ni fuera de las declaraciones internacionales, a no ser que pueda convencer o comprar a los funcionarios encargados, lo que, a nivel de pasillo, se comenta hace.

Si observamos lo que está pasando, es fácil concluir que no estamos en presencia de un huracán, terremoto u otro accidente o desastre de la naturaleza, que pudieran de forma muy puntual complicar el funcionamiento de un país completo, gobierno y pobladores. Tampoco somos los únicos poseedores o afectados por estos tipos de desastre en el planeta. Volcanes, tornados, tsunamis, sequías, inundaciones, etc., afectan anualmente a muchos puntos de la geografía terrestre.

Lo que está pasando en Cuba con ciclones y cuando no los hay, está más relacionado a la otra parte de las definiciones internacionales, o sea, una emergencia humanitaria donde se mezclan o combinan la casi desaparición total de una economía formal o legal, para el caso cubano mayoritariamente controlada por el gobierno y sus instituciones encargadas de ejecutarlas para beneficios de todos. Este momento se caracteriza por estallidos sociales, que pueden ser aislados, desorganizados en cuanto son espontáneos, una evidente crisis sanitaria, falta de una correcta atención médica y de muchísimos medicamentos, comienzos del hambre como institución, o por lo menos la capacidad disminuida diariamente de obtener alimentos y la aparición, ahora más masiva, de una parte de la población que ve como única opción la emigración para cualquier lugar fuera de las fronteras nacionales.

Comienzan, como nunca antes, a verse en Cuba imágenes de personas comiendo de la basura y totalmente desnutridos, noticias de niños abandonados en basureros, asesinatos frecuentes para robar, muertes por malas prácticas o irresponsabilidades en centros de atención a la salud, más muertos en mares y selvas tratando de escapar, la destrucción de casas y edificios, muchos de ellos causantes de fallecidos y heridos y al mismo tiempo un gobierno que se empeña en desconocer públicamente todo esto y por un lado reprime pública y escondidamente y por otro sigue hablando de crecimiento, mejorías, planes de desarrollo, resistencia ahora creativa y muerte antes de ceder, cambiar y encontrar una salida, que todos sabemos que no puede ser por vías del socialismo, porque por vías de esa ideología llevan más de seis décadas buscando y no la han encontrado. O están buscando algo que no saben qué es o están buscando en un lugar y por métodos equivocados.

Hoy Cuba enfrenta un primer juicio, o al menos el primer juicio con gran cobertura pública,  sobre una deuda privada que tiene, que suma manejos turbios, pero sólo uno de los otros cientos de juicios que se podrán realizar para tratar de esclarecer y cobrar lo que ese gobierno debe, sin contar lo que se cogió del hoy extinto llamado Campo Socialista, no de ahora, sino desde hace décadas, deudas que todos sabemos que ni vendiendo el país completo con todos sus cayos adyacentes, más toda la plataforma insular con todas las especies marinas y arena que posee, más todas las edificaciones, parques, aceras y con todos los cubanos que quedan dentro, ese gobierno puede pagar.

Cuba está viviendo la mayor crisis de su historia y me niego a aceptar que sea por los ciclones. Lo que se está evidenciando, para los que tenemos ojos y cerebros, porque siempre hay quienes prefieren ser ciegos para no ver, es el resultado mantenido, sistemático y estructurado de muchísimas muy malas decisiones. Lo que otorga al caso cierta categoría de emergencia humanitaria.

 





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