Bueno, aún estoy vivo y entonces estoy
viviendo y como sigo viviendo, pienso y esto lo aclaro porque no es de ocultar
que conozco personas vivas que no viven y a otras muchas que viviendo no
piensan.
Sigo
mirando a mi alrededor y descubro que, a pesar del paso del tiempo, los humanos
mantenemos muchas veces las mismas actuaciones y coincido con aquel viejo
refrán de que tropezamos y tropezamos una y mil veces con la misma piedra. A
veces, aparentemente quitamos la piedra del camino y creemos que hemos resuelto
el asunto y luego, increíblemente, volvemos a caminar por donde la apartamos y
volvemos a chocar con ella. Vivimos en una dinámica donde chocamos, apartamos
la piedra y luego le vamos para arriba para volver a chocar.
Algunos
choques son pequeños y nos parece que no nos van a hacer caer, son sólo un
pequeño virón de pie, otros choques son enormes, chocamos, nos caemos y como no
morimos, nos levantamos para volver a chocar y volver a caernos y entre
choques, caídas y levantarnos para volver a chocar se nos va la vida.
Entonces
he pensado reproducir aquí algunos de los artículos que escribí en mi
blog “Dominicaneando”, mientras viví en República Dominicana, que
hoy estoy preparando para publicar como un libro. Creo que a pesar del tiempo
que ha pasado de estos artículos, algunos de ellos tienen una enorme vigencia
ya que tratan sobre nuestras propias vidas.
Puede
parecer pedante auto nombrarse o regocijarse con lo que uno ha hecho en el
pasado, lo sé, pero les comento, primero que sigo teniendo el mismo objetivo, o
sea, compartir, reflexionar, provocar y divertirme y segundo, como mucho de
ustedes saben, mis abuelas murieron, entonces no tengo quién me defienda.
Aclaro
desde aquí para los que siempre me leen, que no he logrado la perfección, ni
mucho menos, por el contrario, a veces me parece, por los regaños que recibo diariamente,
que voy en retroceso, entonces no estoy dando una receta que experimenté y
logré dominar. No me gustan las recetas y obviamente no soy tolteca. Sólo trato
de compartir temas que al leer pueden hacernos pensar y quizás, con un poquito
de esfuerzo, lograr mejorar. Yo lo sigo tratando a mis casi 60 años, como no
hay norma fija, a lo mejor alcance la Cámara 36 de Shaolin a los 115.
Aquí
les dejo textualmente lo que escribí en aquellos momentos. Sigo apostando a que
esas ideas nos pueden servir siempre. Si dejamos de aprender, estamos fritos.
LUNES, 5 DE DICIEMBRE DE 2011
Los Cuatro Acuerdos. Un libro de la sabiduría tolteca.
Trabajando un día en casa de mi amiga
Lissette, descubrí sobre la mesa de centro de la sala, junto a otros libros, un
libro aparentemente dejado allí al descuido, lo que le daba cierto aire de
buena decoración al lugar. Como soy amante de los libros, no pude dejar de
cogerlo en mis manos y tratar de enterarme de qué trataba.
Por el título y resumen que
leí, “Los cuatro acuerdos. Un libro de la sabiduría tolteca” y el
autor, el mexicano Miguel Ángel Ruiz, muy rápido lo devolví a su lugar. Sin
saber exactamente sobre el contenido, definí que para nada me interesaba el
tema y entonces dediqué un pensamiento a mi hermana Normita que vive en México.
Todo lo que huela a mexicano, incluyendo los tacos, me lleva a ella
constantemente.
Días después Lissette insistió en que lo
leyera y frente a su insistencia y como siempre buena descripción del contenido
me embullé a pasarle la vista, lo que me dijo rápidamente que había estado
equivocado en mí primera impresión.
Lo apasionante que resulta lo que he
leído, lo importante para cualquier ser humano que esté vivo, aclaro esto
porque hay muchas personas que por su forma de vida están muertos, aunque aún
respiran y sólo esperan pacientemente a que les expidan el certificado de
defunción, y lo que me reafirma alguna de las ideas que tengo desde muy joven,
hoy me siento a escribir sobre lo que aprendí, tratando de compartirlo con
otras personas, más allá de mi compañera de trabajo.
Los toltecas son reconocidos en todo el sur
de México como hombres y mujeres de conocimientos. Fueron científicos y
artistas que formaron una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento
espiritual y las prácticas de sus antepasados. El autor del libro no es un
mexicano cualquiera, sino que, Miguel Ángel Ruiz, es doctor, chamán y maestro.
Fue médico cirujano hasta que tuvo una experiencia cercana a la muerte que lo
llevó a buscar respuestas en las tradiciones ancestrales de los toltecas,
dentro de los cuales su madre fue una curandera y su abuelo un nahual o chamán.
En resumen, en este libro, que es de hecho
su obra más influyente, el Dr. Ruiz, trata de llevar a la libertad personal de
los acuerdos y creencias que hacemos con nosotros mismos y con los demás que
crean limitaciones e infelicidad en nuestras vidas. Finalmente, trata de
encontrar la propia integridad, amor propio y la paz dentro de esta realidad.
De ahí su elección y propuesta, reconociendo en la cultura de sus antepasados
lo que define como “los cuatro acuerdos toltecas”.
Convencido de que, al conocer sobre estas
ideas, muchas personas se verán reflejadas y al menos entenderán lo que les ha
pasado y muchas otras después de leer comenzaran a realizar cambios en sus
vidas, dejaré en este escrito un pequeño resumen de su gran contenido, ojalá
provoque la necesidad de profundizar más en ellos.
Nacemos con la capacidad de soñar y los
seres humanos que nos preceden nos enseñan a soñar de la forma en que lo hace
la sociedad. Utilizando nuestra atención, que es la capacidad que tenemos de
discernir y centrarnos en aquello que queremos percibir, aprendimos una
realidad completa; aprendimos cómo comportarnos en sociedad, qué creer y qué no
creer, qué es aceptable y qué no lo es, qué es bueno y qué es malo; qué es
bello y qué es feo, qué es correcto y qué es incorrecto.
De niños no tenemos la posibilidad de
escoger nada, por lo que terminamos de acuerdo con toda la información que otros
seres humanos nos transmitieron. Lo que lleva a que almacenemos esa
información, estemos de acuerdo y entonces terminemos creyendo. A este proceso
se le llama proceso de domesticación de los seres humanos.
En el proceso de domesticación perdemos
todas nuestras tendencias naturales. La domesticación es tan poderosa que, en
un momento de nuestras vidas, ya no necesitamos a nadie o nada externo que nos
domestique. Estamos tan bien entrenados que somos nuestros propios domadores.
Para pensar y tratar de solucionar muchos
de estos aspectos, los toltecas tienen elaborado desde hace muchos siglos,
cuatro aspectos fundamentales para la vida, a lo que llaman “acuerdos”
1.- Primer Acuerdo. "Se impecable
con tus palabras".
Ser impecable es no ir en contra de uno mismo.
Cuando se es impecable, se asume la responsabilidad de los actos, pero sin
juzgarse, ni culparse. Ser impecable con las palabras significa utilizar la
energía correctamente en la dirección de la verdad y el amor por uno mismo. Al
ser impecable con las palabras será suficiente para que la verdad se manifieste
a través de uno mismo.
Esto es difícil de lograr porque hemos
aprendido a hacer de la mentira un hábito para comunicarnos con los demás y
peor, para comunicarnos con nosotros mismos. Llegamos a reprimir nuestras
emociones e ideas para lograr la aceptación y el amor de los demás. Nos
deshonramos para complacer a otras personas. Intentamos ocultar lo que somos y
fingimos ser lo que no somos para ser aceptados, lo que resulta en una falta de
autenticidad y una necesidad de usar máscaras sociales para evitar que otros
nos descubran. Tenemos miedo de que otros descubran que no somos lo que
pretendemos o aparentamos ser.
2.- Segundo Acuerdo. "No te tomes
nada personalmente".
No tomarse nada personalmente significa no
estar de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Al estar de acuerdo así de
simple, muchas veces el veneno de las palabras o el chisme te atrapa.
Cuando uno se toma las cosas personalmente,
se siente ofendido o reacciona defendiendo sus creencias y creando conflictos.
Se trata de tener la razón y de demostrar que los demás están equivocados.
Las personas tienen su propio sistema de
creencias lo que crea sus propias opiniones, por lo que lo que piensan está
relacionado con ellas mismas y no contigo. Cuando lo que se nos dice nos duele,
no es lo que nos han dicho lo que crea el dolor, es que lo dicho roza las
heridas que podemos tener.
Muchas veces no sabemos lo que queremos,
cómo lo queremos y cuándo lo queremos, porque una parte de la mente quiere una
cosa y la otra parte quiere exactamente lo contrario. Una parte pone objeciones
a determinados pensamientos y actos y la otra los apoya. Lo que significa que
vivimos en un infierno.
No tomarse nada personalmente significa no
depositar tu confianza en lo que otros hagan o digan. Basta con confiar en sí
mismo para elegir con responsabilidad. Nunca se es responsable de los actos de
los demás.
3.- Tercer Acuerdo. "No hagas
suposiciones".
Tendemos a suponer y al hacerlo creemos que
lo que suponemos es cierto, que es real. Al hacernos suposiciones, nos estamos
tomando el tema personalmente y entonces obramos mal.
Siempre es mejor preguntar que hacer una
suposición. Es mejor preguntar. Aclarar significa evitar sufrir. No preguntamos
porque tenemos miedo a pedir una aclaración. Suponemos y defendemos a capa y
espada nuestro supuesto, intentando demostrar que el otro es el que está
equivocado.
El gran conflicto de la mente humana es que
sólo vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. Soñamos sin
basarnos en la realidad, inventamos las cosas en nuestra imaginación.
Los seres humanos necesitamos justificarlo,
explicarlo y comprenderlo todo para sentirnos seguros. Esta es la razón por la
que en muchos casos hacemos suposiciones. Suponemos que todo el mundo debe o
tiene que ver la vida del mismo modo que nosotros. Suponemos que los demás
piensan, sienten, juzgan y maltratan como nosotros lo hacemos. Esta es la razón
por la cual nos da miedo ser nosotros mismos ante los demás.
Hacemos suposiciones sobre nosotros mismos,
sobrestimándonos o subestimándonos porque nos da miedo preguntarnos sobre
determinado aspecto o actuación. Por hacernos suposiciones llegamos a pensar que
podemos con buenos actos, amor y cariño, llegar a cambiar a la otra persona.
Esto no es cierto.
Las personas cambian porque quieren
cambiar, no porque la actuación externa los haga u obligue al cambio. El amor
verdadero es aceptar sin intentar cambiar a la otra persona. Si intentamos
cambiarlo es porque no nos gusta. La idea de vivir con alguien es escoger a una
persona que sea exactamente igual a lo que uno quiere. Hay que encontrar a
alguien al que no haya que cambiarle nada.,
4.- Cuarto Acuerdo. "Haz siempre lo
máximo que puedas".
Lo máximo que puedas hacer varía
constantemente en dependencia de múltiples factores. Haz siempre lo máximo que
puedas, significa que, si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo
que puedes, gastarás más energía de la necesaria y al final el rendimiento no
será suficiente. Cuando te excedes vas en tu contra. Por otro lado, si haces
menos de lo que puedes hacer, terminarás con frustraciones, juicios, culpas y
reproches. Si se hace lo máximo que uno puede hacer, en cualquier circunstancia
de la vida, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno.
Haz lo máximo que puedas hacer, significa
que es la acción lo que te da felicidad. Hacer lo máximo significa que actúas
porque amas hacerlo, no porque esperas una recompensa. Si te gusta lo que haces
y siempre haces lo máximo que puedas, entonces disfrutarás realmente de la
vida. Te divertirás y no te sentirás frustrado.
No te inquietes por el futuro, mantén
atención en el día de hoy y permanece en el momento presente.
No creo que esto pueda funcionar como
receta para todo y todos. No creo que los toltecas, ni nadie en particular
tengan la verdad absoluta sobre un determinado tema. Sin embargo, creo
fuertemente en que después de leer este pequeño resumen que aquí comparto y ser
sinceros con nosotros mismos, podemos lograr una mejoría en lo que sentimos y
hacemos, en la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los
demás, en la relación que experimentamos entre lo que tenemos y no tenemos,
entre la alegría de estar vivos y la tristeza de aparentar una vida que no
tenemos y como conclusión general en la forma en que vivimos.
Esa mejoría puede ser pequeña al comienzo,
no importa, lo esencial es comenzar. Luego, si se establece un método coherente
e independiente del proceso de la domesticación para vivir, pensar y evaluar lo
que hacemos y tenemos, la mejoría irá creciendo y llegará el momento incluso
que estaremos en condiciones de poderla compartir con otros porque nos sobrará.
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