sábado, 25 de febrero de 2023

480.- Recapitulando 2. "Escucha a tu corazón"

Desde muy joven he sido acusado, quitemos la palabra acusado y digamos evaluado o caracterizado, como una persona muy conversadora y esto, que a veces ha sido en forma de crítica, lo he asumido con enorme satisfacción. Siempre me es bueno aclarar que no soy un tipo muelero que habla cualquier mierda o habla por hablar, porque a veces lo de conversador puede tender a confundir. Hoy, a pesar de que sigo hablando mucho, voy aprendiendo a callar y preguntar cuando el tema me es ajeno o desconocido, pero sigo siendo un entusiasta conversador.

Si, hablo mucho y eso a lo largo de mi vida, creo que ha sido muy positivo. Eso me ha permitido aprender y entender, enseñar y compartir ideas, llegar a acuerdos, salvar a personas, defenderme y crear, hasta donde es creable o ha sido mi responsabilidad, una familia sólida, con problemas y características particulares como cualquier otra, pero sólida.

He dicho en muchas ocasiones que no me gusta la soledad, quizás me da miedo, entonces prefiero estar acompañado, incluso de adversos, eso me permite compartir, divertirme, por momentos, luchar y si se puede ganar. Respeto a los que se quedan callados, pero no me gustan mucho, prefiero a los que hablan, se expresan, gritan, discuten, defienden y bajo cualquier forma dan a conocer lo que piensan. Esas personas, siempre son más fáciles.

Desciendo de una familia de grandes conversadores y como es entendible hoy vivo dentro de una familia donde se conversa mucho, interesados todos también en compartir ideas y evaluaciones, enseñar, etc. Me veo un día metido en una gran disertación sobre los tiburones blancos de Sudáfrica o Australia, otro sobre la UFC, Ultimate Fighting Championship y sus luchadores, compartiendo una serie de TV o un libro, buscando explicaciones sobre Cuba y ahora sobre San Antonio, Texas o evaluando a alguien o algo que ha sucedido en mi entorno. De más está decir que casi todos los días soy evaluado, lo de la evaluación en mi familia no tiene nombre, cosa a la que estoy acostumbrado y eso a veces me jode, pero me hace bien, porque me ha enseñado, poco a poco, a pensar antes de actuar, para tratar de equivocarme menos y sobre todo, hacer menos daños con mis posibles actuaciones. La evaluación cuando es sincera es buena y ayuda. Voy en busca del camino de la perfección. Camino laberíntico, pero camino.

Dentro de mis tareas diarias, está pensar en la vida, en la mía y en la de aquellos más cercanos que me rodean, a veces extiendo el área de pensamiento a los más lejanos también, pero descubro que es más difícil y entonces me he propuesto, como ya expliqué, retomar algunos escritos de mi experiencia dominicana, que a pesar del tiempo que ha pasado, pueden seguir siendo útiles.

Aquí les dejo otro de ellos, Lo que ahora podrán leer, actúa casi como una ley de vida.


JUEVES, 8 DE MARZO DE 2012

Escucha a tu corazón.

Como he dicho antes, me he construido este blog para contar a los míos mis experiencias de vida en República Dominicana y en estos momentos asisto a una que además de ser divertida, es reconstructiva, pues enseña de forma amena, simple y clara, que a mi gusto es la mejor forma en que se puede enseñar.

Para entender mis ideas y se reconozca el valor de lo que luego voy a contar, es bueno que recuerde que durante toda mi juventud fui enemigo de los psicólogos. Su labor me parecía poco justificada. Recordaré también que provengo de un hogar pragmático, objetivo, materialista dialéctico, poco glamuroso, donde para mis padres y abuelos lo más importante era el estudio, el trabajo y el fusil, luego de haber comido bien. Bien significaba mucho. Por todo esto nunca tuvimos problemas psicológicos y entonces nunca necesitamos este tipo de ayuda.

Siempre me llamó la atención, lo que servía como alegato para mi defensa, que conocí psicólogos, especialistas en terapia familiar y de pareja, que se habían divorciado cinco veces y peor habían dejado hijos en cada uno de los intentos y me resultaba difícil echarle toda la culpa de los fracasos siempre a sus conyugues. Además, al menos en Cuba, eran o son famosos los hijos de los psicólogos y siempre se decía: “si quieres ver un niño malcriado y pedante, remítete a los hijos de los psicólogos”. Durante todos aquellos años fue para mi más que evidente el asunto o todos eran muy malos psicólogos o sencillamente la psicología no servía para mucho. Conclusión entendible durante mi juventud radical, pues suponía que el buen albañil debía levantar bien los ladrillos de su casa y el buen chef de cocina tenía que lograr siempre que la comida quedara bien cocinada independientemente de estar en la cocina de un restaurante o la de su hogar. Mi juventud radical no me permitía entender aquello de “candil de la calle y oscuridad de su casa”.

Con el paso de los años, mejor decir de bastantes años, mi acercamiento teórico a algunos temas relacionados con la conducta humana y mi relación de amistad diaria primero con Miriam, la gran psicóloga de Víbora Park, y luego con la bella Any, residente hoy en Portugal, hicieron que poco a poco, pues tampoco fue de sopetón, mi opinión sobre esta especialidad y su importancia fuera cambiando.

Llegué entonces a República Dominicana y uno de mis trabajos me ha llevado a estar cerca de Lissette, cuyas dos carreras universitarias en el área de los números, no han podido opacar la pasión que siente por los temas de crecimiento y desarrollo humano. Lissette comenzó en este tema hace ya algunos años, no diré cuántos para no develar su verdadera edad, por pura necesidad de crecer o quizás sobrevivir y hoy esto se ha convertido en uno de los pilares de su diario quehacer. Entonces de pronto me veo envuelto en temas teóricos, profundos, de los que, siendo sincero, jamás en mi vida pensé que leería un párrafo y como dice el refrán popular: “a quien no quiere caldo, tres tazas”.

Lissette con enormes dosis de determinación, sin reparar en mi inicial desgano, muy parecida a mi madre en su capacidad de insistencia y perseverancia para el estudio, casi de forma obligada, aunque dulcemente, comenzó a leerme y comentarme capítulos enteros de libros que ella maneja con cierta facilidad. No conforme con lo de leerme y comentarme, ha pasado a darme, (empujarme), libros que tratan sobre estos temas. La imagen que me viene a la cabeza es que tengo puesto un gran embudo en la boca y alguien desde arriba me está empujando y empujando algo y que solo me queda el recurso de tragar y tragar para tratar de salvar la vida.

Me gusta leer y lo hago por trabajo o placer casi todos los días, pero puedo asegurar que muchos de estos libros que hoy disfruto, jamás los hubiera tomado en mis manos y menos los hubiera comprado. Muchos de estas obras que hoy son vendidas como textos de autoayuda, lo que se ha puesto muy de moda en el mundo, tienen nombres ridículos y melosos y los que me conocen recordaran que esto nunca ha sido centro de mi atención.

Recuerdo que el primero que leí hace ya muchos meses, se titula “Sopa de pollo para el alma”. Título que inevitablemente dirigía mi pensamiento “materialista dialéctico” a un libro de recetas de cocina. Después de haberlo leído, no solo concluyo que es excelente, sino que estoy de acuerdo incluso con la genialidad de ese título. Entre otros, luego accedí a uno de autoría mexicana que narra la experiencia tolteca y su aplicación para mejorar nuestra vida. Imagínense, un libro escrito por un mexicano y sobre los toltecas.

Me parecía horrible. Durante mucho tiempo mientras leía, yo mismo me decía: “te has vuelto loco”. Al terminar de leer lo que descubrí fue tan bueno, que escribí un artículo en este mismo blog. Ahora estoy transitando por la lectura divertidísima de uno que se titula “Escucha a tu corazón”. Mientras me acercaba a él, no podía dejar de pensar en que parecía más el título de esas novelas ridículas y enlatadas que ponen en la TV, o esos escritos también ridículos y enlatados que aparecen dentro de las revistas de moda y sociedad. ¿Escucha a tu corazón? Me sonaba tonto y loco.

No he terminado de leerlo aún, pues lo tengo junto a otras cosas e incluso a otros libros, pero como estoy descubriendo o mejor conceptualizando ideas muy importantes, quisiera irlo compartiendo pues estoy convencido de que, si para mí es útil, también lo podrá ser para muchos otros, que quizás influidos por el título, jamás se animen a abrirlo. Una vez más, gracias, Lissette.

Escucha a tu corazón, es una obra del escritor, dibujante y conferencista norteamericano Andrew Matthews, quien además del texto hizo las divertidas ilustraciones que aparecen dentro de él. El texto es muy fácil de leer, pues está escrito en un idioma claro, directo, lo que simplifica el problema para cualquier lector, al que no se le exige una enorme cultura, ni se le atiborra con conceptos teóricos y análisis súper profundos. Es sencillamente una obra que parte y comparte la experiencia humana, que puede ser entendida por cualquier persona, sin importar la edad, sexo y color, de cualquier latitud y cultura. Sólo, obviamente, hay que saber leer y pensar. La estructura, que es para mí el gran mérito, está diseñada a partir de temas y anécdotas, ligeras explicaciones aclaratorias y algo que el autor llama “Sabiduría al Minuto”, especies de pequeños consejos o moralejas que resumen el tema o idea que se explica en cuestión.

Entonces se me ocurre ir reproduciendo textualmente cada una de las mejores sabidurías, tratándole de incorporar también los dibujos en cada caso, y contarles mis experiencias sobre estos temas, o sea, lo que he pensado y vivido aquí y quizás, por qué no, en Cuba.


LUNES, 2 DE ABRIL DE 2012

Los mensajes de la vida.

Sabiduría al Minuto.

“Llegan momentos en la vida en que estamos listos para recibir nueva información, mientras tanto, podemos tener algo frente a nuestras narices y no notarlo”

Andrew Matthews

Buena reflexión para comenzar a escribir sobre el libro que leo, o mejor, que estudio.  Es cierto, yo y seguro muchos de ustedes, somos ejemplo de esto.

Constantemente la maestra vida e incluso algunos de sus más aventajados ayudantes, aspiran a que aprendamos por adelantado, tratando con señales claras, de evitarnos tropiezos.

¿Aprender? No es sólo una pregunta, sino un gran problema, sobre todo cuando partimos de ideas como:

_ “Yo eso me lo sé. No vengas con ese tema ahora”

_ “A mí no tiene por qué pasarme tal cosa”

_ “Quiero experimentarlo por mí mismo”

Si nos fijamos bien, para la mayoría de las personas, aquello de “tropezar dos veces con la misma piedra” es bien común. Muchas veces se hace necesario caer al vacío, tocar el fondo, encontrarse al borde de la desesperación para entonces reparar en el problema que se tienen y comenzar a buscar una nueva forma de hacer las cosas.

La mayoría de nosotros no valoramos el pequeño éxito obtenido, o sea, el pequeño logro. Estamos condicionados y quizás “necesitados” del gran éxito, que casi siempre lo que tenemos y alcanzamos, nos parece poco, dejando escapar la posibilidad de analizar, sacar experiencias y crear una cultura sólida sobre determinado tema. Y para colmo de males, nos perdemos la mejor posibilidad, o sea, la de ser felices.

El pequeño logro o éxito casi siempre aparece rodeado de “… bueno, me hubiera gustado …”, quedándonos, a pesar de lo positivo alcanzado, con un sentimiento de insatisfacción. Sin embargo, el NO es torturante. Nos paraliza. A muchos da miedo. Y es entonces, sólo entonces, cuando salimos corriendo a buscar una solución.

No está del todo mal, pienso yo. Mejor tarde que nunca. Pero en muchas ocasiones la crisis, famosa generadora de grandes ideas, es también la causante de otras crisis mayores que pudieran evitarse.

De ahí que, frente al NO, muchas personas se respondan con la clásica pregunta de: ¿por qué me tiene que pasar esto a mí? y no logren salir de ese enrollo. Posición clásica de los llamados perdedores.

La vida está llena de lecciones para todo y todos. Si no aprendes la primera lección de la primera vez, de seguro habrá otra y otra y otra más, casi siempre más dura. Si no reparamos en la pequeña piedra, nos enviará para golpearnos un ladrillo, luego un bloque e incluso una gran roca de magnitudes incalculables, que terminará por aplastarnos si permanecemos sin escuchar.

Siempre la vida suele tener muchas lecciones para ganarnos. Las lecciones son inagotables para aquellos que, como buenos representantes del género animal, tropezamos una, dos y mil veces con la misma piedra.

Tal como en la genial película “Meet Joe Black” donde se unieron dos grandes del cine actual, Brad Pitt y Sir Anthony Hopkins, para representar un diálogo entre la muerte, la vida y la filosofía de ambas cosas, la vida nos dice:

_ No quieres escucharme, no importa, te envío una piedra para llamarte la atención. Sigues sin escucharme, entonces te mando la cantera entera y probablemente quedes sepultado debajo de las piedras.

Es así, aprendes por las buenas o sencillamente aprendes por las malas.

Cada día enfrento la relación con muchas personas, familia, amigos, compañeros de trabajos, alumnos, tratando de alertarlos sobre los mensajes que nos envía la vida. Compruebo que, como dice Matthews, muchas de esas personas no están listas para recibir nueva información, ni preparadas para pensar sobre la vida que viven y prefieren continuar enajenadas en una “verdad” edulcorada que se van construyendo.

Muchas veces no logro que entiendan y no me queda más remedio que prepararme para ver caer sobre ellas la enorme cantidad de piedras que la vida les enviará en su tarea de enseñar.  Será así, porque pensar que escaparán ilesos, es una ilusión. 

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