Voy a escribir sobre una mujer, lo que puede resultar poco agradable y riesgoso ya que no es para halagarla mucho, por tanto, trataré de no meterme en su vida privada profundamente y no usaré ofensas muy grandes.
El personaje en cuestión, si personaje, es Liz Cuesta, mejor conocida y con paso a la historia de Cuba por el sobrenombre de “La Machi”. Esposa del, al menos en apariencias, dueño del país, al tener sobre sus hombros, tal vez su barriga, las dos denominaciones más importantes del estado cubano, secretario del único partido que existe y presidente del gobierno. Partido y gobierno que, durante seis décadas, primero con Fidel, luego con su hermano Raúl y siempre aclaro lo de su hermano porque a todas luces es el único mérito que acumuló, donado por la simple biología y ahora por Díaz Canel, el más gris de todos los grises.
Lo de ser
la esposa del presidente, hasta ahí está bien. Por lo general, los que
decidimos casarnos, tenemos una esposa y para el caso de nuestra cultura, esta
posición es única y excluyente. Muchas otras culturas tienen otras ideas con
relación a este tema.
Ahora, en
cualquier otro país organizado, inmediatamente que el esposo llega a presidente
del gobierno, la esposa pasa a ser un personaje importante, nombrada
generalmente como “Primera Dama”, a la cual se le asigna un equipo de trabajo,
a veces un gran equipo con un buen presupuesto y se seleccionan algunos temas
de interés nacional para que esa persona, que no tiene que lavar, ni cocinar,
ni ir de compras al supermercado, ni sabe qué y cómo se paga algo de su vida,
pueda entretenerse, trabajar y de paso ayudar a su marido que si la tiene
complicada tratando de organizar, dirigir, echar para adelante un país entero.
Las primeras damas resultan una especie de apoyo y cara, en muchos casos llegan
a ser más queridas que sus propios maridos, al estar más lejos de la candela y
poder dedicarse a actividades más dulces.
En el caso
cubano, como siempre, tratando de hacernos los diferentes, el mismísimo Díaz
Canel ha declarado oficialmente, que el cargo o posición de primera dama en Cuba no
existe, quizás siguiendo la tradición de sus dos antecesores, donde jamás
mostraron a sus esposas, menos a su familia, donde Fidel Castro, necesitado a
veces de ser acompañado por una mujer, porque el protocolo lo exigía, le pedía
prestada a su hermano su esposa, que durante muchos años lo acompañó en
silencio. La esposa del hermano, Vilma Espín, no podía hablar mucho de nada. La
familia del “invicto” fue siempre secreta, por asuntos, imagino yo la
justificación, de seguridad, lo que permitía que el “invicto” y su familia
pudieran hacer y deshacer a sus antojos y conveniencias.
Yo imagino
que “La Machi” no debió estar muy contenta con esta devaluación, porque el
termino es bien perseguido, a lo que su esposo le debe haber respondido: no
importa el nombre mi vida, recuerda que somos continuidad, de todas formas,
disfrutarás, en cubano vacilaras, autorizadamente a mi lado.
Entonces la
no nombrada primera dama, que disfruta de la posición, aparece como jefa, claro
siempre jefa, de un departamento del Ministerio de Cultura, que se encarga de
organizar eventos para promover el destino turístico Cuba.
Esto es
complicado de entender, al menos para mí, que suelo ser poco flexibles para
estos temas.
Primero,
“La Machi” no trabaja en la agricultura, como jefa, pero en la agricultura. No
se dedica a los problemas de educación y los niños o jóvenes, menos a atender
los grandes problemas habitacionales que tiene Cuba y a amparar a los damnificados
por los constantes derrumbes o edificaciones clausuradas porque se van a caer
la próxima semana. No, ella se dedica a la cultura, dentro de la cultura a
eventos y dentro de eventos, por lo que he visto, su fuerte es la gastronomía,
lo que para mí delata su interés desmedido por comer. Fácil manera de ganarse
el salario cubano.
Segundo,
“La Machi” no es primera dama, pero no deja de viajar junto a su esposo, no
hablemos de su hijo. Sus últimos escapes, El Vaticano, New York, México, así lo
declaran, lo que inevitablemente aumenta el gasto de los viajes del presidente,
más peso en los aviones, más dinero para pacotilla, más dinero para comidas en
restaurantes exclusivos, luego caros, obviamente, más lleva y trae, etc. La
primera dama, que no es primera dama, pero recibe los beneficios de tal
posición con frecuencia, es la mejor muestra de lo que el término trepadora
significa. Me llama la atención que pueda realizar tantos viajes, con ropitas
nuevas confeccionadas para cada ocasión, porque entonces mientras viaja, quién
dirige el departamento del ministerio culturoso, pero además, cómo se ausenta,
quizás tenga que presentar un certificado médico por depresión para garantizar
su puesto de trabajo, lo que justifica el tratamiento antidepresivo de los
viajes y el por ciento de salario que pagan cuando una persona está
imposibilitado de trabajar por los nervios, justificación más que utilizada por
los cubanos para no cogerla por un período. Los viajes pueden estar
justificados como terapia ocupacional, tener un amigo médico en Cuba resuelve
muchas cosas.
Pero,
además, si no es primera dama, qué va a hacer en esos viajes, imagino que
mantener relaciones sexuales con el “Díaz K” en diferentes entornos, lo que
puedo entender que puede resultar excitante. ¿Imaginan besar a sus parejas
debajo del techo de la Capilla Sixtina o a los pies de la Estatua de la
Libertad y tomarse una foto para que sus amigas mueran de envidia, claro para
las amigas que conozcan lo que esos lugares significan obviamente? JAJAJA
Ahora, en
realidad, en el momento que vive Cuba, donde un solo dólar es igual a una mina
de oro o un pozo de petróleo a principios del siglo XX, con el objetivo de no
seguir gravando al presupuesto del estado con estas historias, el presidente
“singa´o” podría invertir una sola vez en una muñeca de goma, hoy con mejor
cuerpo y cara que los que posee su esposa, primera dama que no lo es y con,
como mínimo, las mismas prestaciones. Eso sería ser revolucionario. Entiendo lo
del sexo en diferentes entornos, aunque me cuesta trabajo pensar que Fidel
Castro se acostara con Vilma Espín. Según comentan, que ella al llegar a la
Sierra Maestra en busca de pareja, su novio anterior había muerto en la lucha
antibatistiana, había “flirteado” con él, pero él ya estaba ocupado, antes de
decidir por su hermano que tenía por aquellos años la plaza de compañía desocupada.
Las mujeres no abundaban dentro de la tropa y Raúl era el hermano menor de
Fidel.
Hablando de
primeras damas, hace años leí el primer libro publicado por la Sra. Michelle
Obama, lo recomiendo, independientemente de que seas demócrata, republicano,
verde, azul, animalista, minimalista, vegetariano, etc. El libro, cuenta muchas
de las anécdotas buenas y agradables, pero además malas y desagradables que le
ocurrieron mientras estuvo dentro de la Casa Blanca.
Michelle,
que dicen que ya era una abogada de cierto prestigio cuando Barak apareció en
su oficina y se convirtió en su subordinado, ya que tampoco tenía que fregar o
lavar, menos pagar de su bolsillo las cuentas, escogió, entre otros temas, uno
de cierta relevancia. Tratar de cambiar los hábitos alimenticios de los niños
al menos en las escuelas, tratando de resolver o palear uno de los problemas
que tiene la población en este país, el sobre exceso de alimentos, no siempre
buenos a largo plazo para la vida.
Para eso
tuvo que trabajar, primero con las escuelas, las familias y lo más difícil, los
proveedores de comidas escolares, que, sin importarles mucho el tema de
alimentación saludable, se buscan muchos millones de dólares enviando comidas a
escuelas y círculos infantiles. Resultado, oposición total. Fracaso. No dudo
que alguna familia haya cambiado, pero de generalizar la experiencia, nada. Se
estaba metiendo con un sector productor importante y ella, aunque primera dama,
no era la dueña de este país.
Frustración,
dice ella, pero no paró. Entonces como primera dama se le ocurrió la idea más
descabellada de todas. Se propuso destruir una parte de los jardines de la Casa
Blanca y convertirla en un común huerto, para cultivar zanahorias, tomates y
otros vegetales.
Oposición
total, autoridades de gobierno, historiadores, arquitectos, diseñadores, etc.,
totalmente en contra. Ya lo de estar como inquilina de la Casa Blanca a muchos
no le caía bien, luego la idea de desmontar una parte del jardín histórico,
nunca tocado para fines mundanos, era no sólo una locura, sino una aberración.
Discusiones,
reuniones, malas caras, imagino que quejas, chismes y llanto, pero al final lo
logró. Fue autorizada a hacer uso de su derecho como residente temporal y creó
ese huerto, a donde entonces trajo a los niños y sus familiares. La idea a
cualquiera le hubiera cuadrado, visitar la Casa Blanca, reunirse con la primera
dama y que de paso un día el mismísimo presidente se acercara a saludar,
trabajar junto a ella en el huerto sembrando, cosechando, recibiendo
información sobre la alimentación sana y luego, como recompensa una meriendita presidencial,
no era algo para desechar. Cuenta que los niños comenzaron a apreciar el
trabajo y los beneficios para la salud y vida de alimentos más sanos, los
familiares conocieron sobre la posible alimentación de mejor calidad, que no
siempre es comer más carne y ella, Michelle, logró ser útil y de seguro, pienso
yo, dejar una huella en una parte pequeña obviamente, pero parte, de la
población de este país, por ella misma.
Pues
nuestra primera dama, que no lo es, pero lo disfruta, tiene también un
objetivo, ya dije vinculado a la comida gourmet obviamente. Como parte de su
trabajo ha organizado varios eventos, para amigos extranjeros y cubanos
escogidos, donde se habla y sobre todo se come la comida “tradicional” cubana,
langostas, camarones, panes, quesos, etc. No contenta y para tener mayor
presencia en la población a patrocinado un programa de TV donde un chef
español, sin esconder su origen, cocina para el pueblo, camarones, panes, etc.
Y no pasa nada. ¿Para el pueblo?
Ahora, recién, veo que está promocionándose un nuevo evento, muy cerca de nuestra cultura. El evento en cuestión tiene como objetivo central la comida de lujo de alto nivel y para acercarlo más a nuestras tradiciones su nombre es en francés, “Le Díner en Blanc”. Evento internacional con una propuesta de originalidad y distinción, cuyo objetivo público es celebrar la amistad, la elegancia y el sentido de la comunidad, paralelamente los cubanos sabemos que el objetivo oculto es atracarse de gratis. Como sello característico las personas, que podrán disfrutar además de bebidas muy cubanas como el champan, deberán todas asistir vestidas de blanco.
A raíz de
la organización y el anuncio que ya está circulando para invitados “especiales”
del pueblo cubano, imagino un carpintero, un constructor, una enfermera, etc., Pedro
Monreal, prestigioso economista cubano, publicó la siguiente idea:
“En un país “socialista” con creciente pobreza y situación de
inseguridad alimentaria “Le Dîner en Blanc” el próximo 11 de noviembre es un disparate, un absurdo, un
contrasentido, un desatino, una temeridad, un despropósito, un
dislate, un exceso, una extravagancia, es una insensatez, un desvarío, una
monstruosidad, una necedad, una paradoja, y una burrada”.
Soy
sincero, dentro de la gran cultura que poseo, JAJAJA, he buscado una palabra
decente, profesional, inteligente, para aportar y poder superar lo dicho por
Monreal y no la he encontrado, entonces, me doy el lujo que quizás él como
profesional público no pueda darse y se me ocurre: ¿Qué P.… es esto?
Me es
placentero recordar que, frente al desastre de Rumania, no sólo el sangriento
dictador Nicolae Ceausescu, disfrazado de presidente del gobierno y primer
secretario del Partido Comunista Rumano, sino también su esposa Elena, fueron
ejecutados, tras ser juzgados en diciembre de 1989. Puede ser cierto, el juicio
fue rápido, dos horas, la sentencia parece estaba acordada de antemano, pero de
que los Ceausescu lo merecían, lo merecían. En este caso, ella también pagó,
fue una mujer que gobernó codo a codo con su marido, no fue simplemente
testigo, fue protagonista, lo que le ganó ser temida y aborrecida por el pueblo
rumano. Entonces, una vez más, “tanta culpa tiene el que mata la vaca como el
que le aguanta la pata”.
”Díaz K” y
“La Machi” llevan años burlándose del pueblo. Los pueblos, incluso los más
nobles, tienen sus límites y cuando se desbordan las consecuencias suelen ser impredecibles.
Luego, como dice la canción, “no quiero llanto”. Y creo que esta es la mejor
palabra, burlándose, a la cara, sin la más mínima consideración y respeto.
Resulta
hasta increíble, a pesar de todos los gigantescos fracasos de seis décadas, que
hoy, precisamente hoy, la esposa del presidente, en su función de “culturosa”,
se le antoje organizar eventos de comida gourmet para unir a la comunidad. ¿A
cuál comunidad?, Preguntaría yo.
Hoy, cuando
Cuba continua partiéndose a la mitad, cuando nadie sabe lo que va a comer o si va a comer o no,
cuando los cubanos están recibiendo, bajo el método de que el gobierno es el
que reparte, estando en noviembre, el café de agosto, cuando para demostrar la
calidad del pan, una persona acaba de tirarlo contra un cristal de una oficina
estatal y logró hacerlo añicos, no al pan, sino al cristal, cuando comer huevos
es una hazaña sólo comparada con la de cruzar el Rubicon o escalar el Everest, a “La
Machi”, una recién llegada, al menos Vilma estuvo en los orígenes, se le pueda
ocurrir con total inmunidad, celebrar un evento de comida en Cuba y para colmo
de inmunidad, ese evento sea promovido a bombo y platillos delante de las caras
de los cubanos.
No pasa
nada aún, pero, ojo, tendrá que pasar. Los pueblos, o una parte de ellos,
tienen memoria. No se me pueden ocurrir pensamientos sanos, no soy Monreal.
Recuerdo la genial película “Seven”, donde Brad Pitt, Morgan Freeman y Kevin
Spacey, cuál de los tres más grandes, interactúan. La imagen fuerte y hasta grotesca
que me viene, es la del pecado de la gula y veo a “La Machi” en esa imagen. Ese
podría ser un buen merecido final para ella.
Lo de la
comunidad unida es no sólo irónico, sino asesino. Cuba mantiene a su población,
no sólo ocupada, sino fajándose hasta con golpes todo el día en colas para coger un muslo de
pollo, un paquete de los llamados perros calientes que quién sabe hoy cómo se
fabrican, esperando desesperadamente, mirando para arriba, para ver cómo un tipo desde un camión reparte
huesos pelados de vacas, de los cuales la carne ha desaparecido y quién sabe para
dónde se fue. Cuba, donde llegar a pensar en un mago o aguacate es
sencillamente imposible porque los mangos y aguacates son frutos que sólo se
producen en Júpiter y no se pueden importar. Cuba donde la azúcar cuesta más
trabajo de conseguir que la cocaína.
Díaz Canel,
como presidente, llevará su culpa a la tumba, pero “La Machi” no podrá quedar
afuera, sencillamente por la falta de sentido común y sensibilidad. Comidas
gourmet en Cuba, anunciadas como se anuncia al recién elegido Papa o a la Reina
de Inglaterra, frente a madres que están llorando por no tener que darles de
comer a sus hijos, frente a viejos que ya no pueden adelgazar más porque se acabó el adelgazamiento, es un crimen.
La Sra. Michelle transformó el jardín de la Casa Blanca, para enseñar, para dar comida, para tratar de resolver un asunto complicado sobre todo con los niños. “La Machi” hace eventos de comida gourmet en Cuba frente a un pueblo que no puede comer. ¿Será lo mismo?
Dios la
coja confesada.
El artículo me motivó a indagar más sobre el evento en cuestión, no conocía nada del mismo y ahora sé que surgió en 1988 cuando el francés François Pasquier decidió organizar un picnic entre amigos, el cual se ha convertido en todo un gran negocio en el ámbito de los eventos culinarios. Si bien es cierto que es un evento que se viene celebrando desde hace décadas en muchos países con éxitos y que tiene nobles objetivos, considero que no es el momento apropiado para celebrarlo por 2da ocasión en Cuba.
ResponderEliminarAhora que tengo más elementos puedo calificar el mismo de extemporáneo, inoportuno, a deshora, a destiempo, ya que lacera la sensibilidad de la mayoría de las familias cubanas. Todo lo que trate de alimentación y medicinas hoy son temas muy sensibles para la población. Se pasa mucho trabajo consiguiendo la alimentación diaria para poder sobrevivir, que por demás es costosa y el evento requiere que los participantes vayan vestidos de blanco, lleven su propia comida y bebida para degustar, lleven cubiertos, copas, pongan mesas, sillas, manteles, etc, todo blanco por el significado de ese color. Todo esto hoy día es dificilísimo de obtener por la mayoría de los cubanos. Este evento no es un carnaval es un evento que debe propiciar la ética, el protocolo en la mesa y la elegancia en el vestir, intenciones muy buenas, pero dada la situación crítica que tiene hoy la economía cubana el mismo lleva a incrementar aún más la diferenciación social en el país. Y de esto si deben estar alertas las autoridades del gobierno y partidarias porque el tema abarca no solo lo económico sino lo ideológico.