Estoy promocionando mis nuevos libros, una especie de serie cronológica a la que he llamado “A través de mis ojos” (1), donde recojo los artículos escritos en tres diferentes momentos, el primero sobre República Dominicana, 2010-2012 y el segundo y tercero sobre Nebraska, 2013-2015 y 2016-2017 respectivamente, para contar sobre mi vida en esos dos lugares del planeta, con valoraciones muy propias en cada momento. Entonces, ahora me parece bueno recordar.
Lo de recordar y volver a vivir, imagino que se encamine más a los buenos y alegres momentos, los lindos lugares, los buenos resultados y éxitos alcanzados, porque hay eventos de nuestras vidas que quizás al recordalos sólo nos traigan tristezas y por tanto, como mínimo, no desearíamos volver a pasarlos.
Trabajé algún tiempo, cerca de 21 años, como profesor,
cosa que debo reconocer, jamás pensé hacer. Comencé un día por casualidad, bajo
la petición de mi madre, en el Instituto de Comercio Exterior de Cuba, tarea
que luego se extendió a la Universidad de La Habana y terminé en dos
universidades en República Dominicana hasta el día anterior a salir de ese país
en el 2012.
Debo ser un profesor de esos poco ortodoxos, de los
que jamás estudiaron para desarrollar dicha tarea, por lo que lo de pedagogía
para enseñar no me es muy familiar. Fui profesor, como dice el refrán, aprendiendo
a cortar huevos, sobre la marcha, aunque es bueno decir que desciendo de una
familia, donde con excepción de mis dos abuelas, todos fueron buenos y
prestigiosos profesores. Viví todo el tiempo, como dentro de un aula, recibiendo
clases.
Ser profesor, y algo más, ser un profesor medianamente
bueno, tiene sus ventajas. Se comienza a recibir el reconocimiento y
agradecimiento de los estudiantes, eso es bueno. Hay que estudiar mucho, porque
el tener frente a uno a muchas personas todos los días, unos interesados en aprender,
otros interesados en compartir y no pocos interesados en destruir al profesor, más
otros que buscan amparo, comprensión, ayuda, consejos y guías más allá de una
materia en específico, obliga, cuando uno se respeta, a mantenerse todo el
tiempo tratando de mejorarse.
Además, se aprende mucho, porque las experiencias, anécdotas,
preguntas y desconocimientos de los estudiantes, nutren. La retroalimentación
que se logra diariamente, cuando se permite el dialogo, es insuperable, de
magnitudes gigantescas. Muchos profesores, tendrán que agradecer a sus alumnos,
por lo menos, parte de su formación y conocimientos, sobre todo cuando se
asiste a un aula a compartir y escuchar y no a aplastar, incluso a los más
desposeídos de ideas. Recuerdo con un enorme amor a mi tutor en la universidad
que en su informe oficial frente al tribunal que evaluaba me agradeció enormemente,
sin miedo, sin complejo, sin temor a verse demeritado, todo lo que yo lo había hecho
estudiar para salvar su labor. El inigualable Oscar Loyola y yo, después de
nuestra relación de profesor y alumno, fuimos grandes amigos.
De mi etapa como profesor hoy tengo publicado un
libro, “¿Sabe usted vender? Técnicas y Habilidades que lo convertirán en un Vendedor
Profesional”, que como todo lo mío, no estuvo exento de un camino medio
espinoso.
https://www.amazon.com/VENDER-Spanish-Rolando-Torres-Grillo-ebook/dp/B07PF8CZ7P/ref=sr_1_2?crid=3934Q93LHASC4&keywords=rolando+torres+grillo&qid=1700762500&sprefix=rolando+torres+grillo%2Caps%2C102&sr=8-2
El libro, que está bueno, sale de mis conocimientos
como profesor de ventas y de mis experiencias como vendedor, es un texto
profesional, técnico, o sea, no un libro de entretenimiento, que sirve, tal
como dice su título para formar a vendedores profesionales, o sea, ese vendedor
que sale a impactar en el mercado, por cierto, tarea en la que me empleo hoy. No
es un texto dirigido a los vendedores de mostrador, aunque es sabido que, en el
campo de las ventas, hay muchas ideas que se mueven de una función a otra,
siempre que el hábil vendedor pueda adaptarlas.
Entonces después de muchos tropiezos con la tecnología
cubana, máquinas que se rompían a mitad del camino, demora infernal para hacer
gráficos, textos perdidos, miles de paginas impresas como prueba y muchas horas
dedicadas a pensar y escribir, tuve la posibilidad de pensar en publicarlo en
Cuba. Lo inscribí legalmente como autor y lo entregué para que hiciera fila y
esperara su turno.
Esperando y esperando, en Cuba la publicación de un libro,
si no eres de los más escogidos, puede demorar muchos años, me llegó el momento
de irme del país, con una salida sin retorno, entonces, qué ganaría dejando
para publicar un libro cuando yo no pensaba estar, corría en riesgo de incluso,
al saberse que ya no estaba, su publicación fuera como mínimo prohibida,
tirando el ejemplar original a la basura o un riesgo mayor, que alguien se apropiara
de las ideas, hiciera algún cambio cosmético y lo publicara a su nombre, cosa
que, aunque parezca imposible, era frecuente, al menos en aquella época. Sobre
esto tengo muchos cuentos. Recuerden que el que se va, muere, o peor, nunca
existió.
Recuerdo que la demora para publicar, incluso en la
era soviética, era enorme, tan enorme que los contenidos se ponían viejos. Estando
en primer año de la carrera, o sea, muy verdecito, un día un profesor mandó a
leer varios libros para luego evaluar. Entre los libros recomendados, como el
que no quiere, estaba uno escrito por él, recién salido al mercado. Nosotros,
alumnos geniales, por supuesto escogimos ese libro como único a consultar, eran
las ideas del profesor. Llegó el día de la evaluación y uno a uno nos paramos a
repetir casi de memoria lo leído. Roberto 2, María 2, Rolando 2, etc., hasta uno
de nosotros, que no entendíamos nada de la nota recibida estando repitiendo los
criterios del autor, se paró y dijo en forma de reclamo: pero, es que eso lo
dice usted en su libro, a lo que el profesor sonriendo maliciosamente respondió,
tienen que pensar, no se puede repetir a ciegas, ese libro lo escribí hace más
de 10 años, ni yo mismo estoy de acuerdo con lo que dice, esas ideas hoy las he
superado. Buena manera de enseñar.
Entonces retiré mi libro de la larga lista de libros a
publicar y me lo llevé a República Dominicana, donde, como todo el que emigra,
sentía que tendría la posibilidad de publicarlo. Los dominicanos no se arriesgarían
a perderse una obra como aquella.
Como trabajé en dos universidades, de esas reconocidas
como privadas y aunque pueda parecer horrible mi falta de modestia, muy rápido
me convertí en el “famoso profesor cubano”, me parecía muy posible entregar el
texto para que mis alumnos y otros lo poseyeran. Propuse entregarlo sin pedir
nada a cambio, o sea, no quería que me pagaran nada, cosa extraña en la
República Dominicana, pero suelo ser así de anormal, sólo quería unos ejemplares
para repartir a los míos como recuerdo. Así, pensé yo, la universidad podría
venderlo, como mínimo en su librería y tendrían a muchos alumnos que lo
comprarían sin reparación. Yo era además del autor, el famoso profesor.
Para mi desilusión, la oferta ni de gratis progresó,
la universidad me dijo que ellos trabajaban con textos de autores
norteamericanos. Casi infarto en aquel momento, no porque desconozca o no aprecie
a los que han escrito sobre estos temas antes que yo, sino porque me parecía
increíble que se despreciara un libro de un profesor, directamente escrito en
español, con ejemplos adaptados a la realidad dominicana, para priorizar quizás
a autores más famosos, que escriben desde y para los Estados Unidos en primera
instancia. La República Dominicana tiene sus encantos.
Entonces, un poco decepcionado, que es la palabra que
mejor encuentro para no decir otra peor, me lo traje conmigo a Estados Unidos cuando
decidí mudarme en el 2012 y lo guardé como algo muy personal, que no tendría
más consecuencias. Era una especie de regalo para mí mismo.
Un día trabajando ya en Estados Unidos en algo
extremadamente alejado de mi acostumbrado “lindo” mundo profesional, escuché un
anuncio emitido por una graciosa muchacha, que daba la posibilidad de publicar
libros. De más está decir que me volví a conectar con mi guardada obra y como
todo inmigrante “ingenuo”, me ilusioné nuevamente. Escuché varias veces para asegurarme
que no soñaba y me decidí a llamar a la casa editora que tenía su sede en Nueva
York y que garantizaba no sólo la publicación, sino todo el marketing y la
puesta en una serie grande de librerías en todo el país.
Llamé decidido y convencido que tenían en la mano una
obra inédita publicable. A las menos cuartos me llamaron para atrás, comenzamos
las conversaciones, ellos muy dispuestos y yo encantadísimo. Al fin mi libro de
ventas vería algo más que la oscuridad de una gaveta.
Mandé el original y para más bienes, recibí la
respuesta de que estaban interesados en publicarlo, el libro había pasado el filtro
de los asesores que evalúan, que suelen ser muy exigentes. Quedamos entonces en
que ellos me mandarían el contrato, yo lo firmaría y con esto comenzaríamos el
camino de la publicación, que, a diferencias de Cuba, sería muy rápida.
Días de ansiedad hasta que, en un sobre lindo, con
mucha información adentro sobre la editora, las librerías, el marketing, etc.,
traía. No oculto que ya me veía, como en las películas, viajando por el mundo,
sentado frente a largas colas de compradores, firmando mi libro. Les puedo
asegurar que no era el dinero o la posible ganancia que por esta vía podría
obtener. Era sencillamente la idea de ver terminado el resultado de tanto
trabajo y tropiezos.
Momentos de alegría y disfrute adelantados, hasta que
leí el contrato. Resumen, yo tenía que pagar 4 000 dólares por adelantado por
la publicación de mi “importante” libro y entonces, luego, libro a libro, me podría
hacer millonario. 4 000 dólares que pagar por adelantado, más 4 000 dólares que
no tenía, más 4 000 dólares que nunca me sobrarían, hicieron que el libro volviera
a la oscura gaveta y que yo tuviera algunos días, pocos, pero días, en “blue”.
Mi asesor financiero, a pesar de lo que significaba para mí, me dio dos
respuestas, la primera, el absoluto NO, la segunda, déjame ver qué puedo hacer.
El tiempo pasó y como los felices finales de las películas
de Disney, esto también tuvo un feliz final. Quizás por mis años de trabajo dándole
vueltas y vueltas a un texto, mi insistencia, quizás por mis días en “blue”,
quizás por el deseo que tienen algunas personas de generar felicidad en otros, quizá
para no dejarme desaparecer con este fracaso, quizás porque los que me rodeaban
estaban cansados de escucharme, quizás por todos estos quizás, Jonathan,
Martica y Chino, en secreto, hicieron mi sueño realidad. Se pusieron de acuerdo,
Jonathan y Martica junto a mí en Nebraska, Chino en Guinea Ecuatorial, África,
trabajaron delante de mi cara en estricto secreto, lo que resulta meritorio porque
estoy pendiente de todo, lo organizaron a través de internet y llamadas telefónicas,
lo publicaron y así, como de un sombrero de mago, un día me entregaron de
regalo varios ejemplares. Siempre lo digo, soy un tipo dichoso.
Entonces también tengo un libro sobre marketing y
ventas profesionales, publicado desde el 2018 y llegado a mis manos el día de
mi cumpleaños 56.
No voy a rescribir sobre el libro aquí. Ya dejé mis
ideas en mi blog en un artículo escrito luego de recibir el regalo. Sólo les
dejo aquí el link o enlace para los que quieran leerlo o releerlo.
http://rolynebraska13.blogspot.com/2019/03/un-sueno-hecho-realidad-la-mejor-de-las.html
Ahora sólo quiero reproducir un pedacito de lo que en
aquel momento hice público, que es mucho mejor de lo que podría escribir ahora:
“No creo que exista mejor regalo para
un padre. Nunca pude imaginar que aquella idea que surgió en mí y que yo mismo
deseché, hoy sea una realidad. Pues sí la es, ahora mismo el libro escrito por
mí hace algunos años, revisado en varias ocasiones y consultado con los más
cercanos muchas veces, es una verdad impresa, que tiene una portada azul, que
incorpora todos los gráficos que hice frente a una vieja computadora y que
trata de llamar la atención sobre un tema importante, a mi estilo, a mi modo de
ser, tal como si estuviera hablando con una tasa de café y un cigarrito en la
mano.
No creo que
exista una mejor obra de un hijo o de dos, hablo ahora de Jonathan y el Chino,
para un padre. No creo que se pueda regalar algo más profundo y que lleve mayor
muestra de amor. No hay perfume, carro, trapo que se pueda igualar a este
regalo. Lo que ha llevado a varias personas, incluso en diferentes continentes
a trabajar, para poder complacer, digamos, un capricho de alguien, es
inigualable. Quedará grabado en mí, soy un tipo agradecido.
El libro es un texto agradable, que tiene
sus orígenes en mis estudios de marketing, mis años de profesor, […], más la
experiencia de haber trabajado o tratado de trabajar como vendedor. En él se
reúnen muchas ideas aprendidas por mí de algunos profesores y de algunos de mis
alumnos, no es para nada un invento sólo mío.
Tiene una división capitular lógica, que,
partiendo de marketing, trata de organizar la venta, para luego enseñar las
técnicas más modernas y digamos clásicas, para poder vender con mayor
efectividad. […] Creo que es agradable de leer, porque durante toda su
escritura, tuve muy presente la idea de no hacer algo tedioso, algo demasiado
denso, y entonces pienso que puede enseñar y divertir a la misma vez”.
https://www.amazon.com/VENDER-Spanish-Rolando-Torres-Grillo-ebook/dp/B07PF8CZ7P/ref=sr_1_2?crid=3934Q93LHASC4&keywords=rolando+torres+grillo&qid=1700762500&sprefix=rolando+torres+grillo%2Caps%2C102&sr=8-2
(1) Puedo asegurar que me pasé muchos días pensando en el nombre para esta serie de publicaciones. Muchas ideas mías y recomendadas no me cuadraron, algunas por rimbombantes otras por melosas. Quería algo original, tal como mis artículos, que a su vez diera la idea de lo que contenía. A través de mis ojos, me pareció un buen nombre, nuevo pensé yo, que daba la idea del movimiento y la aparición de mis ideas. Cuando lo terminé de definir, he descubierto que existen otros libros llamados de igual forma. Entonces lo de mi originalidad queda en dudas, pero ..., por lo menos me lo creí. JAJAJA
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