jueves, 23 de noviembre de 2023

534.- Como solemos decir con frecuencia, “recordar es volver a vivir”.

Estoy promocionando mis nuevos libros, una especie de serie cronológica a la que he llamado “A través de mis ojos” (1), donde recojo los artículos escritos en tres diferentes momentos, el primero sobre República Dominicana, 2010-2012 y el segundo y tercero sobre Nebraska, 2013-2015 y 2016-2017 respectivamente, para contar sobre mi vida en esos dos lugares del planeta, con valoraciones muy propias en cada momento. Entonces, ahora me parece bueno recordar.

Lo de recordar y volver a vivir, imagino que se encamine más a los buenos y alegres momentos, los lindos lugares, los buenos resultados y éxitos alcanzados, porque hay eventos de nuestras vidas que quizás al recordalos sólo nos traigan tristezas y por tanto, como mínimo, no desearíamos volver a pasarlos.

Trabajé algún tiempo, cerca de 21 años, como profesor, cosa que debo reconocer, jamás pensé hacer. Comencé un día por casualidad, bajo la petición de mi madre, en el Instituto de Comercio Exterior de Cuba, tarea que luego se extendió a la Universidad de La Habana y terminé en dos universidades en República Dominicana hasta el día anterior a salir de ese país en el 2012.

Debo ser un profesor de esos poco ortodoxos, de los que jamás estudiaron para desarrollar dicha tarea, por lo que lo de pedagogía para enseñar no me es muy familiar. Fui profesor, como dice el refrán, aprendiendo a cortar huevos, sobre la marcha, aunque es bueno decir que desciendo de una familia, donde con excepción de mis dos abuelas, todos fueron buenos y prestigiosos profesores. Viví todo el tiempo, como dentro de un aula, recibiendo clases.

Ser profesor, y algo más, ser un profesor medianamente bueno, tiene sus ventajas. Se comienza a recibir el reconocimiento y agradecimiento de los estudiantes, eso es bueno. Hay que estudiar mucho, porque el tener frente a uno a muchas personas todos los días, unos interesados en aprender, otros interesados en compartir y no pocos interesados en destruir al profesor, más otros que buscan amparo, comprensión, ayuda, consejos y guías más allá de una materia en específico, obliga, cuando uno se respeta, a mantenerse todo el tiempo tratando de mejorarse.

Además, se aprende mucho, porque las experiencias, anécdotas, preguntas y desconocimientos de los estudiantes, nutren. La retroalimentación que se logra diariamente, cuando se permite el dialogo, es insuperable, de magnitudes gigantescas. Muchos profesores, tendrán que agradecer a sus alumnos, por lo menos, parte de su formación y conocimientos, sobre todo cuando se asiste a un aula a compartir y escuchar y no a aplastar, incluso a los más desposeídos de ideas. Recuerdo con un enorme amor a mi tutor en la universidad que en su informe oficial frente al tribunal que evaluaba me agradeció enormemente, sin miedo, sin complejo, sin temor a verse demeritado, todo lo que yo lo había hecho estudiar para salvar su labor. El inigualable Oscar Loyola y yo, después de nuestra relación de profesor y alumno, fuimos grandes amigos.

De mi etapa como profesor hoy tengo publicado un libro, “¿Sabe usted vender? Técnicas y Habilidades que lo convertirán en un Vendedor Profesional”, que como todo lo mío, no estuvo exento de un camino medio espinoso.

https://www.amazon.com/VENDER-Spanish-Rolando-Torres-Grillo-ebook/dp/B07PF8CZ7P/ref=sr_1_2?crid=3934Q93LHASC4&keywords=rolando+torres+grillo&qid=1700762500&sprefix=rolando+torres+grillo%2Caps%2C102&sr=8-2

El libro, que está bueno, sale de mis conocimientos como profesor de ventas y de mis experiencias como vendedor, es un texto profesional, técnico, o sea, no un libro de entretenimiento, que sirve, tal como dice su título para formar a vendedores profesionales, o sea, ese vendedor que sale a impactar en el mercado, por cierto, tarea en la que me empleo hoy. No es un texto dirigido a los vendedores de mostrador, aunque es sabido que, en el campo de las ventas, hay muchas ideas que se mueven de una función a otra, siempre que el hábil vendedor pueda adaptarlas.

Entonces después de muchos tropiezos con la tecnología cubana, máquinas que se rompían a mitad del camino, demora infernal para hacer gráficos, textos perdidos, miles de paginas impresas como prueba y muchas horas dedicadas a pensar y escribir, tuve la posibilidad de pensar en publicarlo en Cuba. Lo inscribí legalmente como autor y lo entregué para que hiciera fila y esperara su turno.

Esperando y esperando, en Cuba la publicación de un libro, si no eres de los más escogidos, puede demorar muchos años, me llegó el momento de irme del país, con una salida sin retorno, entonces, qué ganaría dejando para publicar un libro cuando yo no pensaba estar, corría en riesgo de incluso, al saberse que ya no estaba, su publicación fuera como mínimo prohibida, tirando el ejemplar original a la basura o un riesgo mayor, que alguien se apropiara de las ideas, hiciera algún cambio cosmético y lo publicara a su nombre, cosa que, aunque parezca imposible, era frecuente, al menos en aquella época. Sobre esto tengo muchos cuentos. Recuerden que el que se va, muere, o peor, nunca existió.

Recuerdo que la demora para publicar, incluso en la era soviética, era enorme, tan enorme que los contenidos se ponían viejos. Estando en primer año de la carrera, o sea, muy verdecito, un día un profesor mandó a leer varios libros para luego evaluar. Entre los libros recomendados, como el que no quiere, estaba uno escrito por él, recién salido al mercado. Nosotros, alumnos geniales, por supuesto escogimos ese libro como único a consultar, eran las ideas del profesor. Llegó el día de la evaluación y uno a uno nos paramos a repetir casi de memoria lo leído. Roberto 2, María 2, Rolando 2, etc., hasta uno de nosotros, que no entendíamos nada de la nota recibida estando repitiendo los criterios del autor, se paró y dijo en forma de reclamo: pero, es que eso lo dice usted en su libro, a lo que el profesor sonriendo maliciosamente respondió, tienen que pensar, no se puede repetir a ciegas, ese libro lo escribí hace más de 10 años, ni yo mismo estoy de acuerdo con lo que dice, esas ideas hoy las he superado. Buena manera de enseñar.

Entonces retiré mi libro de la larga lista de libros a publicar y me lo llevé a República Dominicana, donde, como todo el que emigra, sentía que tendría la posibilidad de publicarlo. Los dominicanos no se arriesgarían a perderse una obra como aquella.

Como trabajé en dos universidades, de esas reconocidas como privadas y aunque pueda parecer horrible mi falta de modestia, muy rápido me convertí en el “famoso profesor cubano”, me parecía muy posible entregar el texto para que mis alumnos y otros lo poseyeran. Propuse entregarlo sin pedir nada a cambio, o sea, no quería que me pagaran nada, cosa extraña en la República Dominicana, pero suelo ser así de anormal, sólo quería unos ejemplares para repartir a los míos como recuerdo. Así, pensé yo, la universidad podría venderlo, como mínimo en su librería y tendrían a muchos alumnos que lo comprarían sin reparación. Yo era además del autor, el famoso profesor.

Para mi desilusión, la oferta ni de gratis progresó, la universidad me dijo que ellos trabajaban con textos de autores norteamericanos. Casi infarto en aquel momento, no porque desconozca o no aprecie a los que han escrito sobre estos temas antes que yo, sino porque me parecía increíble que se despreciara un libro de un profesor, directamente escrito en español, con ejemplos adaptados a la realidad dominicana, para priorizar quizás a autores más famosos, que escriben desde y para los Estados Unidos en primera instancia. La República Dominicana tiene sus encantos.

Entonces, un poco decepcionado, que es la palabra que mejor encuentro para no decir otra peor, me lo traje conmigo a Estados Unidos cuando decidí mudarme en el 2012 y lo guardé como algo muy personal, que no tendría más consecuencias. Era una especie de regalo para mí mismo.

Un día trabajando ya en Estados Unidos en algo extremadamente alejado de mi acostumbrado “lindo” mundo profesional, escuché un anuncio emitido por una graciosa muchacha, que daba la posibilidad de publicar libros. De más está decir que me volví a conectar con mi guardada obra y como todo inmigrante “ingenuo”, me ilusioné nuevamente. Escuché varias veces para asegurarme que no soñaba y me decidí a llamar a la casa editora que tenía su sede en Nueva York y que garantizaba no sólo la publicación, sino todo el marketing y la puesta en una serie grande de librerías en todo el país.

Llamé decidido y convencido que tenían en la mano una obra inédita publicable. A las menos cuartos me llamaron para atrás, comenzamos las conversaciones, ellos muy dispuestos y yo encantadísimo. Al fin mi libro de ventas vería algo más que la oscuridad de una gaveta.

Mandé el original y para más bienes, recibí la respuesta de que estaban interesados en publicarlo, el libro había pasado el filtro de los asesores que evalúan, que suelen ser muy exigentes. Quedamos entonces en que ellos me mandarían el contrato, yo lo firmaría y con esto comenzaríamos el camino de la publicación, que, a diferencias de Cuba, sería muy rápida.

Días de ansiedad hasta que, en un sobre lindo, con mucha información adentro sobre la editora, las librerías, el marketing, etc., traía. No oculto que ya me veía, como en las películas, viajando por el mundo, sentado frente a largas colas de compradores, firmando mi libro. Les puedo asegurar que no era el dinero o la posible ganancia que por esta vía podría obtener. Era sencillamente la idea de ver terminado el resultado de tanto trabajo y tropiezos.

Momentos de alegría y disfrute adelantados, hasta que leí el contrato. Resumen, yo tenía que pagar 4 000 dólares por adelantado por la publicación de mi “importante” libro y entonces, luego, libro a libro, me podría hacer millonario. 4 000 dólares que pagar por adelantado, más 4 000 dólares que no tenía, más 4 000 dólares que nunca me sobrarían, hicieron que el libro volviera a la oscura gaveta y que yo tuviera algunos días, pocos, pero días, en “blue”. Mi asesor financiero, a pesar de lo que significaba para mí, me dio dos respuestas, la primera, el absoluto NO, la segunda, déjame ver qué puedo hacer.

El tiempo pasó y como los felices finales de las películas de Disney, esto también tuvo un feliz final. Quizás por mis años de trabajo dándole vueltas y vueltas a un texto, mi insistencia, quizás por mis días en “blue”, quizás por el deseo que tienen algunas personas de generar felicidad en otros, quizá para no dejarme desaparecer con este fracaso, quizás porque los que me rodeaban estaban cansados de escucharme, quizás por todos estos quizás, Jonathan, Martica y Chino, en secreto, hicieron mi sueño realidad. Se pusieron de acuerdo, Jonathan y Martica junto a mí en Nebraska, Chino en Guinea Ecuatorial, África, trabajaron delante de mi cara en estricto secreto, lo que resulta meritorio porque estoy pendiente de todo, lo organizaron a través de internet y llamadas telefónicas, lo publicaron y así, como de un sombrero de mago, un día me entregaron de regalo varios ejemplares. Siempre lo digo, soy un tipo dichoso.

Entonces también tengo un libro sobre marketing y ventas profesionales, publicado desde el 2018 y llegado a mis manos el día de mi cumpleaños 56.   

No voy a rescribir sobre el libro aquí. Ya dejé mis ideas en mi blog en un artículo escrito luego de recibir el regalo. Sólo les dejo aquí el link o enlace para los que quieran leerlo o releerlo.

http://rolynebraska13.blogspot.com/2019/03/un-sueno-hecho-realidad-la-mejor-de-las.html

Ahora sólo quiero reproducir un pedacito de lo que en aquel momento hice público, que es mucho mejor de lo que podría escribir ahora:

“No creo que exista mejor regalo para un padre. Nunca pude imaginar que aquella idea que surgió en mí y que yo mismo deseché, hoy sea una realidad. Pues sí la es, ahora mismo el libro escrito por mí hace algunos años, revisado en varias ocasiones y consultado con los más cercanos muchas veces, es una verdad impresa, que tiene una portada azul, que incorpora todos los gráficos que hice frente a una vieja computadora y que trata de llamar la atención sobre un tema importante, a mi estilo, a mi modo de ser, tal como si estuviera hablando con una tasa de café y un cigarrito en la mano.

No creo que exista una mejor obra de un hijo o de dos, hablo ahora de Jonathan y el Chino, para un padre. No creo que se pueda regalar algo más profundo y que lleve mayor muestra de amor. No hay perfume, carro, trapo que se pueda igualar a este regalo. Lo que ha llevado a varias personas, incluso en diferentes continentes a trabajar, para poder complacer, digamos, un capricho de alguien, es inigualable. Quedará grabado en mí, soy un tipo agradecido.

El libro es un texto agradable, que tiene sus orígenes en mis estudios de marketing, mis años de profesor, […], más la experiencia de haber trabajado o tratado de trabajar como vendedor. En él se reúnen muchas ideas aprendidas por mí de algunos profesores y de algunos de mis alumnos, no es para nada un invento sólo mío.

Tiene una división capitular lógica, que, partiendo de marketing, trata de organizar la venta, para luego enseñar las técnicas más modernas y digamos clásicas, para poder vender con mayor efectividad. […] Creo que es agradable de leer, porque durante toda su escritura, tuve muy presente la idea de no hacer algo tedioso, algo demasiado denso, y entonces pienso que puede enseñar y divertir a la misma vez”.



https://www.amazon.com/VENDER-Spanish-Rolando-Torres-Grillo-ebook/dp/B07PF8CZ7P/ref=sr_1_2?crid=3934Q93LHASC4&keywords=rolando+torres+grillo&qid=1700762500&sprefix=rolando+torres+grillo%2Caps%2C102&sr=8-2



(1) Puedo asegurar que me pasé muchos días pensando en el nombre para esta serie de publicaciones. Muchas ideas mías y recomendadas no me cuadraron, algunas por rimbombantes otras por melosas. Quería algo original, tal como mis artículos, que a su vez diera la idea de lo que contenía. A través de mis ojos, me pareció un buen nombre, nuevo pensé yo, que daba la idea del movimiento y la aparición de mis ideas. Cuando lo terminé de definir, he descubierto que existen otros libros llamados de igual forma. Entonces lo de mi originalidad queda en dudas, pero ..., por lo menos me lo creí. JAJAJA

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