Hace todavía
muy pocas horas cumplí 61 años y debo decir que cuando me miro al espejo, lo
que hago muy pocas veces al día por simple tradición, no por huirme a mí mismo,
me veo bien.
Los 60s me
parecían hasta hace muy poco una edad muy lejana, edad donde se era ya viejo,
sin embargo, hoy, incluso al haberlos sobrepasado, me parece que, por un lado,
no sé cómo he llegado aquí porque el tiempo ha pasado muy rápido sin darme
mucha cuenta y por otro, ahora es que le estoy cogiendo la vuelta a la vida y
siento que comienzo a disfrutar, quizás no más fuerte, la velocidad de la
juventud tiene su mérito, sino más profundo cada momento, cada acción mía y de
los que me acompañan.
Como cada
año es diferente, el 2024 trajo cambios en la forma de celebrar. He vuelto,
quizás todavía contados con los dedos de una mano, a trabajar el 12 de marzo,
no quise tumbarme el día, había estado ausente dos días de la semana anterior
por problemas mecánicos en mi auto. Entonces, tal como dicen los
norteamericanos, si del cielo te caen limones, pídete un whisky o un tequila,
me fui tranquilo e incluso alegre. Si tu mal no tiene cura, para qué te apuras.
En mi
trabajo, quizás para demostrarme que siempre que llueve escampa, me encontré
con una persona tranquila que descansaba sentada en un portal de una casa que
yo visitaba y al llamarme la atención su paz, le pedí permiso para tirarme
junto a ella la primera foto del día. Ella de pocas palabras, pero con una gran
sonrisa, aceptó mi propuesta, qué mejor como un regalo y recordatorio.
Hoy mirando la foto, sonrío y concluyo que no sólo estoy bien, sino que estoy
muy bien.
He dicho en
muchas ocasiones que realmente me considero un tipo dichoso, no muy
inteligente, menos genio, sólo dichoso, porque, a pesar de los errores
cometidos, algunos a sabiendas y otros sin conciencia, mi vida hasta hoy mismo
no ha sido desastrosa. Podría haberlo sido, claro está, pero un poco por mis
acciones, porque tampoco he sido mongo y quizás por las aguantadas, consideraciones y recomendaciones y, sobre todo, regaños de
todos los que me han acompañado para llegar hasta aquí, no lo ha sido.
A mi edad,
tengo una familia que conozco bien y, sobre todo, me conoce bien. No han
primado entre nosotros muchas mentiras.
Mis dos
hijos, Jennifer y Jonathan, personas de bien, están organizados y más, hoy son
responsables de sus propias familias, en las que, quizás algunas de mis
enseñanzas e ideas, han puesto en práctica. Son niños ya grandes, trabajadores,
responsables, que han logrado labrarse un presente y de seguro, si la vida no
se opone mucho, un futuro prometedor, en el que Yordan y Naty tienen una buena y enorme participación. Tal como dice mi hermano Ruso, “el futuro es hoy”.
Tengo la
suerte de tener dos nietas bellas y sanas, Mia y Maeve, y para suerte de más,
mi querida hija, no contenta con el número 2, ahora está embarazada de otra
niña, lo que me hace pensar en aquel jocoso refrán, famoso sobre todo entre
cubanos, llegado de la España antigua, donde a las Catalinas se le llama
Catanas, de “éramos pocos y parió Catana”, para señalar algo, no importa cómo y
cuándo, muy deseado.
Martica se
mantiene a mi lado o yo me mantengo al lado de ella. Debo reconocer que, al
estar juntos desde adolescentes, soy el 80% resultado de ella y que estoy
convencido, para no dármela aquí de meloso y modesto, que hay un 80% de ella en
el que yo he participado indiscutible y decididamente. El hecho de estar juntos
estos últimos 46 años, por momentos muy cerca, por momentos un poquito lejos,
pero no tan lejos, crea una mezcla donde en realidad no se sabe bien de dónde
salen los porcientos.
Para gusto
los colores, entonces hoy Martica, bajo mi asesoría, lo que suma más porciento,
se ha cortado el pelo y se ha dejado las canas, lo que hace que, además de todo lo
demás, me encante. No me gusta el pelo largo en las mujeres, es extraño, verdad,
y las canas muy blancas, brillantes, símbolo distintivo de la familia Tomé,
además de evitar tintes, sufrimientos y hasta a veces, disgutos, es algo que
adoro.
Yo estoy
bien, desde hace ya algunos años ciudadano norteamericano, duermo tranquilo,
sin grandes miedos. Estoy donde siempre quise estar y no es que no tenga
problemas, pero no tengo problemas.
¿Qué más se
le puede pedir a la vida? Crucé la frontera entre México y Estados Unidos en
octubre del 2012, con una pequeña maletica, donde traía mis más importantes cosas
e incluso mis miedos. De allí hasta hoy, de forma sistemática, o sea, como
mínimo dos veces al día, todos los días, me lavo los dientes con la misma marca
de cepillo y para mi asombro, el capitalismo norteamericano asombra todos los
días, del mismo color. Para alguien como yo que no sabe lavarse los dientes, a
decir de especialistas y por supuesto de Martica, porque aprieto demasiado el
cepillo contra mi dentadura y que ha experimentado el lavarse los dientes con
el dedo, con un cepillo partido, mocho, con un cepillo sin celdas, o sea, casi solo
plástico, y por supuesto compartiendo un mismo cepillo con mi querida, el hecho de
mantener marcas y colores por casi 13 años es uno de los mejores logros que ratifican
que no estaba equivocado cuando, no sin muchos trabajos, pasé el pie por encima
de la raya amarilla. A decir verdad, no sólo el pie, sino el cuerpo entero. ¿Para qué mencionar lo de la pasta dental?
Cada cumple
es diferente, sin embargo, algo se mantiene desformado por mi falta de madurez,
lo que me dice que debo seguir mejorando, creo que mi última mejoría va a ser
morirme un día, siempre pasa por alto o con menos importancia que ese día el
20% que traía Martica y el 20% que yo poseía, se casaron. Gran fecha, aparentemente
fácil para recordar, hoy pienso que fue un error, pues al celebrarse mi cumple,
el resto de las cosas del mundo se paralizan. He aprendido que la próxima vez
que me case con Martica escogeré como mínimo el 11 o el 13 de marzo y evitaré
que el primero señale la preparación de mi cumpleaños y el segundo no haga
referencia al cumpleaños celebrado el día anterior. JAJAJA.
Aquí dejo una foto de esa celebración a la que soy fanático. Las idea de tener a los míos más cercanos bien reunidos, ha marcado la esencia de mi vida, donde todo lo demás es secundario.
Por favor, sólo mirar a la cara de las personas fotografiadas, el resto, como en aquellas fotos viejas que tanto se criticaron, es todo plástico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario