sábado, 16 de marzo de 2024

549.- Cumpleaños 61. Día memorable en la historia de la humanidad.

Hace todavía muy pocas horas cumplí 61 años y debo decir que cuando me miro al espejo, lo que hago muy pocas veces al día por simple tradición, no por huirme a mí mismo, me veo bien.

Los 60s me parecían hasta hace muy poco una edad muy lejana, edad donde se era ya viejo, sin embargo, hoy, incluso al haberlos sobrepasado, me parece que, por un lado, no sé cómo he llegado aquí porque el tiempo ha pasado muy rápido sin darme mucha cuenta y por otro, ahora es que le estoy cogiendo la vuelta a la vida y siento que comienzo a disfrutar, quizás no más fuerte, la velocidad de la juventud tiene su mérito, sino más profundo cada momento, cada acción mía y de los que me acompañan.

Como cada año es diferente, el 2024 trajo cambios en la forma de celebrar. He vuelto, quizás todavía contados con los dedos de una mano, a trabajar el 12 de marzo, no quise tumbarme el día, había estado ausente dos días de la semana anterior por problemas mecánicos en mi auto. Entonces, tal como dicen los norteamericanos, si del cielo te caen limones, pídete un whisky o un tequila, me fui tranquilo e incluso alegre. Si tu mal no tiene cura, para qué te apuras.

En mi trabajo, quizás para demostrarme que siempre que llueve escampa, me encontré con una persona tranquila que descansaba sentada en un portal de una casa que yo visitaba y al llamarme la atención su paz, le pedí permiso para tirarme junto a ella la primera foto del día. Ella de pocas palabras, pero con una gran sonrisa, aceptó mi propuesta, qué mejor como un regalo y recordatorio. Hoy mirando la foto, sonrío y concluyo que no sólo estoy bien, sino que estoy muy bien.  

He dicho en muchas ocasiones que realmente me considero un tipo dichoso, no muy inteligente, menos genio, sólo dichoso, porque, a pesar de los errores cometidos, algunos a sabiendas y otros sin conciencia, mi vida hasta hoy mismo no ha sido desastrosa. Podría haberlo sido, claro está, pero un poco por mis acciones, porque tampoco he sido mongo y quizás por las aguantadas, consideraciones y recomendaciones y, sobre todo, regaños de todos los que me han acompañado para llegar hasta aquí, no lo ha sido.

A mi edad, tengo una familia que conozco bien y, sobre todo, me conoce bien. No han primado entre nosotros muchas mentiras.

Mis dos hijos, Jennifer y Jonathan, personas de bien, están organizados y más, hoy son responsables de sus propias familias, en las que, quizás algunas de mis enseñanzas e ideas, han puesto en práctica. Son niños ya grandes, trabajadores, responsables, que han logrado labrarse un presente y de seguro, si la vida no se opone mucho, un futuro prometedor, en el que Yordan y Naty tienen una buena y enorme participación. Tal como dice mi hermano Ruso, “el futuro es hoy”.

Tengo la suerte de tener dos nietas bellas y sanas, Mia y Maeve, y para suerte de más, mi querida hija, no contenta con el número 2, ahora está embarazada de otra niña, lo que me hace pensar en aquel jocoso refrán, famoso sobre todo entre cubanos, llegado de la España antigua, donde a las Catalinas se le llama Catanas, de “éramos pocos y parió Catana”, para señalar algo, no importa cómo y cuándo, muy deseado.

Martica se mantiene a mi lado o yo me mantengo al lado de ella. Debo reconocer que, al estar juntos desde adolescentes, soy el 80% resultado de ella y que estoy convencido, para no dármela aquí de meloso y modesto, que hay un 80% de ella en el que yo he participado indiscutible y decididamente. El hecho de estar juntos estos últimos 46 años, por momentos muy cerca, por momentos un poquito lejos, pero no tan lejos, crea una mezcla donde en realidad no se sabe bien de dónde salen los porcientos.

Para gusto los colores, entonces hoy Martica, bajo mi asesoría, lo que suma más porciento, se ha cortado el pelo y se ha dejado las canas, lo que hace que, además de todo lo demás, me encante. No me gusta el pelo largo en las mujeres, es extraño, verdad, y las canas muy blancas, brillantes, símbolo distintivo de la familia Tomé, además de evitar tintes, sufrimientos y hasta a veces, disgutos, es algo que adoro.

Yo estoy bien, desde hace ya algunos años ciudadano norteamericano, duermo tranquilo, sin grandes miedos. Estoy donde siempre quise estar y no es que no tenga problemas, pero no tengo problemas.

¿Qué más se le puede pedir a la vida? Crucé la frontera entre México y Estados Unidos en octubre del 2012, con una pequeña maletica, donde traía mis más importantes cosas e incluso mis miedos. De allí hasta hoy, de forma sistemática, o sea, como mínimo dos veces al día, todos los días, me lavo los dientes con la misma marca de cepillo y para mi asombro, el capitalismo norteamericano asombra todos los días, del mismo color. Para alguien como yo que no sabe lavarse los dientes, a decir de especialistas y por supuesto de Martica, porque aprieto demasiado el cepillo contra mi dentadura y que ha experimentado el lavarse los dientes con el dedo, con un cepillo partido, mocho, con un cepillo sin celdas, o sea, casi solo plástico, y por supuesto compartiendo un mismo cepillo con mi querida, el hecho de mantener marcas y colores por casi 13 años es uno de los mejores logros que ratifican que no estaba equivocado cuando, no sin muchos trabajos, pasé el pie por encima de la raya amarilla. A decir verdad, no sólo el pie, sino el cuerpo entero. ¿Para qué mencionar lo de la pasta dental?

Cada cumple es diferente, sin embargo, algo se mantiene desformado por mi falta de madurez, lo que me dice que debo seguir mejorando, creo que mi última mejoría va a ser morirme un día, siempre pasa por alto o con menos importancia que ese día el 20% que traía Martica y el 20% que yo poseía, se casaron. Gran fecha, aparentemente fácil para recordar, hoy pienso que fue un error, pues al celebrarse mi cumple, el resto de las cosas del mundo se paralizan. He aprendido que la próxima vez que me case con Martica escogeré como mínimo el 11 o el 13 de marzo y evitaré que el primero señale la preparación de mi cumpleaños y el segundo no haga referencia al cumpleaños celebrado el día anterior. JAJAJA.

Aquí dejo una foto de esa celebración a la que soy fanático. Las idea de tener a los míos más cercanos bien reunidos, ha marcado la esencia de mi vida, donde todo lo demás es secundario. 

Por favor, sólo mirar a la cara de las personas fotografiadas, el resto, como en aquellas fotos viejas que tanto se criticaron, es todo plástico. 



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